viernes, 7 de octubre de 2011

CORAJE


Es corajudo, en principio, quien pone de sí todo lo que está a su disposición y alcance para llevar adelante una acción y alcanzar la meta. ¿Qué estamos dispuestos a poner en juego con tal de conseguir lo que deseamos? ¿Frente a qué situaciones habrá que desplegar todo nuestro coraje potencial? ¿De qué seríamos capaces?
Todo dependerá de lo que está en juego y de las posibilidades del momento. Si bien no sólo aparece o es necesario cuando hay riesgos mediante, el coraje es el que nos ayudará a vencer los miedos y las limitaciones. ¿Coraje para qué? Para animarse a dar un beso, para ganar un partido difícil, para vencer una adicción o superar cualquier otra enfermedad o duelo vital.
Si bien se cree que son cuatro las virtudes clásicas de occidente (templanza, prudencia, fortaleza y justicia), Martín Seligman, fundador de la Psicología Positiva, propuso pensar en las seis virtudes esenciales del hombre; una de las cuales es, precisamente, el coraje (las otras cinco: sabiduría, humanidad, justicia, templanza y trascendencia).
En este sentido, la virtud del coraje implica poner en acción fortalezas tales como la valentía, la persistencia, la integridad y la vitalidad. Por algo, la etimología de la palabra (del clásico cor) nos habla de poner el corazón al servicio de la aventura y la pasión por la conquista.
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