Llevar barba en Japón comienza a ser complicado. Sobre todo si se reside en Isesaki, una pequeña ciudad al norte de Tokio, que acaba de imponer la prohibición de dejarse crecer la barba a todos sus empleados públicos.
La obligatoriedad de afeitarse ha sido ordenada después de un incidente en apariencia sencillo: un trabajador de hirsuta perilla asustó con su imagen descuidada a una venerable anciana de la localidad.
La prohibición ha sembrado el desconcierto entre los burócratas de esta localidad y los medios japoneses se han hecho eco de la peculiar noticia, que ha avivado un debate nacional y provocado divisiones sobre la tradición cultural de dejarse crecer la barba o no.
"No hay una regla escrita, pero aquellos que llevan barba son llamados a afeitársela", señala Osamu Kigure, funcionario del Ayuntamiento de Isesaki, al diario británico The Times, que ayer difundía la insólita decisión.
"Los periodistas han exagerado todo. Sólo pedimos a nuestros funcionarios que mantengan una imagen decente", añade.
Aunque Isesake es la única administración local que ha prohibido a los barbudos, otras instituciones privadas en Japón ya lo hacen -desde grandes almacenes hasta empresas-. Incluso el equipo nacional de béisbol apuesta por las barbillas lampiñas, apunta The Times.
Una costumbre budista
La práctica de afeitarse es una costumbre ligada a la llegada del budismo a Japón y de sus monjes afeitados, en el siglo VI. Sin embargo, a lo largo de la historia del país asiático, las barbas han adornado los rostros de sus grandes hombres.
La edad dorada de las mejillas pobladas llegó a finales del siglo XIX, con la llegada del gran emperador Meiji. Para el dirigente y sus ministros, las barbas y los bigotes eran un símbolo de sofisticación occidental y una demostración de que se tenía un alto rango.
¿Y qué relación tiene el imperio de Meiji con el dinámico Japón actual? "Algunos residentes dicen que el vello facial de los burócratas locales los hace parecer opresores, como los bigotudos funcionarios oficiales delpasado", señala Kigure.
Lo cierto es que en Japón hay ilustres barbudos. Pero destaca de todos ellos el sobrino del emperador Akihito, el príncipe Tomohito de Mikasa, al que apodan "Su barbuda majestad".
Otros países prohíben que los hombres luzcan barba. En la provincia de Aceh, en Indonesia, los funcionarios públicos están obligados a afeitarse, según una ordenanza dictada este mismo año. Lo mismo ha declarado el líder de Turkmenistán, Saparmurat Niyazov.
elmundo.es
La obligatoriedad de afeitarse ha sido ordenada después de un incidente en apariencia sencillo: un trabajador de hirsuta perilla asustó con su imagen descuidada a una venerable anciana de la localidad.
La prohibición ha sembrado el desconcierto entre los burócratas de esta localidad y los medios japoneses se han hecho eco de la peculiar noticia, que ha avivado un debate nacional y provocado divisiones sobre la tradición cultural de dejarse crecer la barba o no.
"No hay una regla escrita, pero aquellos que llevan barba son llamados a afeitársela", señala Osamu Kigure, funcionario del Ayuntamiento de Isesaki, al diario británico The Times, que ayer difundía la insólita decisión.
"Los periodistas han exagerado todo. Sólo pedimos a nuestros funcionarios que mantengan una imagen decente", añade.
Aunque Isesake es la única administración local que ha prohibido a los barbudos, otras instituciones privadas en Japón ya lo hacen -desde grandes almacenes hasta empresas-. Incluso el equipo nacional de béisbol apuesta por las barbillas lampiñas, apunta The Times.
Una costumbre budista
La práctica de afeitarse es una costumbre ligada a la llegada del budismo a Japón y de sus monjes afeitados, en el siglo VI. Sin embargo, a lo largo de la historia del país asiático, las barbas han adornado los rostros de sus grandes hombres.
La edad dorada de las mejillas pobladas llegó a finales del siglo XIX, con la llegada del gran emperador Meiji. Para el dirigente y sus ministros, las barbas y los bigotes eran un símbolo de sofisticación occidental y una demostración de que se tenía un alto rango.
¿Y qué relación tiene el imperio de Meiji con el dinámico Japón actual? "Algunos residentes dicen que el vello facial de los burócratas locales los hace parecer opresores, como los bigotudos funcionarios oficiales delpasado", señala Kigure.
Lo cierto es que en Japón hay ilustres barbudos. Pero destaca de todos ellos el sobrino del emperador Akihito, el príncipe Tomohito de Mikasa, al que apodan "Su barbuda majestad".
Otros países prohíben que los hombres luzcan barba. En la provincia de Aceh, en Indonesia, los funcionarios públicos están obligados a afeitarse, según una ordenanza dictada este mismo año. Lo mismo ha declarado el líder de Turkmenistán, Saparmurat Niyazov.
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