lunes, 3 de octubre de 2011

Las argentinas aún sufren postergaciones en el ámbito laboral


Hay avances concretos y muchos logros. Pero la brecha aún es grande y la desigualdad de género en la Argentina existe en todos los ámbitos. Las estadísticas así lo confirman. En la actualidad, las mujeres asisten un 30% más que los varones tanto al nivel terciario como al universitario. Estudian más y acceden con mayor facilidad al conocimiento académico, y, sin embargo, los puestos jerárquicos siguen en manos de ellos, y los mayores ingresos también.
De hecho, en 1999 el porcentaje de mujeres al mando era de 37,1%. Diez años después, según datos recabados en 2009, las mujeres sólo ocupan el 34,2% de los puestos directivos. Así lo señala Gabriela Catterberg, una de las investigadoras del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que presentó el informe "Género en cifras: mujeres y varones en la sociedad argentina", un diagnóstico de la situación actual en todo el país en términos de igualdad de género.
Es el cuarto número de la serie "Aportes para el desarrollo humano", que cuantifica y analiza la situación de género y el desarrollo humano en relación con otros países; ofrece un análisis desde una perspectiva territorial subnacional, y realiza un diagnóstico de la situación de mujeres y varones en siete ámbitos: trabajo, educación, salud, salud sexual y reproductiva, familia y hogar, violencia contra las mujeres y participación política.
Es cierto que hay progresos. Pero materias pendientes sobran. En la actualidad, y entre uno de los principales hallazgos, los ámbitos del trabajo y la educación han presentado importantes modificaciones. Catterberg, del área de Desarrollo Humano del PNUD Argentina, señaló diversos aspectos recurrentes de la participación femenina en el mundo del trabajo.
"Continúa la persistencia en la denominada segregación horizontal, donde ciertas ocupaciones son consideradas emblemáticamente femeninas, como el servicio doméstico, la atención de personas, la enseñanza y las actividades secretariales", puntualizó. También se refirió a la segregación que persiste "de tipo vertical", que refiere la concentración de mujeres en puestos de menor jerarquía, aunque tengan la misma calificación que los varones que los ejercen.
Por otra parte, la investigadora reconoce la mayor aceptación que hoy tienen las trabajadoras madres en el mercado laboral. Sin embargo, señaló que el trabajo doméstico sigue bajo su órbita. "Tienen tareas más heterogéneas que los hombres, que tienen una distribución del tiempo más compacta y se dedican a trabajar, principalmente. Las mujeres, en cambio, tienen una dinámica diaria más relacionada con sus hijos y deben ajustar su carga horaria de jornada laboral." La estadística confirma la tendencia: el 75% del cuidado infantil en una familia es provisto por mujeres, y sólo el 25% por varones.
La presentación del informe contó con un panel de especialistas de destacada trayectoria, entre las que estuvieron Eva Giberti, coordinadora del programa Las Víctimas contra las Violencias, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación; Marita Perceval, subsecretaria de Promoción de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, y Rosalía Cortés, secretaria académica del Instituto de Desarrollo Económico y Social, que puso énfasis no sólo en las desigualdades entre hombres y mujeres.

Menos capacitación oficial

Para Cortés, "la inequidad entre mujeres en el mercado de trabajo es un campo para analizar". Como ejemplo, menciona la disminución que hubo en la participación en programas de capacitación de mujeres de bajos ingresos bajo la órbita del Estado. "En 2006, el porcentaje registrado llegó al 80%, y el año pasado apenas alcanzó el 50 por ciento".
Es un flagelo en la sociedad argentina, difícil de desterrar y con estadísticas que espantan. La violencia contra las mujeres tiene fuertes raíces en la desigualdad de género. De las 16.600 denuncias realizadas a la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación entre septiembre de 2008 y agosto de 2010, ocho de cada diez personas afectadas fueron mujeres. De ellas, el 15% eran menores de 18 años. La violencia psicológica y la física son las más recurrentes, seguidas por la económica y la sexual, donde, según precisó Giberti, "el 62% de las violaciones se produce en el círculo cercano de la víctima y no en la calle".
Afortunadamente, otros escenarios muestran un panorama más alentador. El viejo reclamo de la mayor participación política de las mujeres ha tenido eco. Claro que la promoción femenina se vio beneficiada desde que, en 1991, se aprobó la ley de cuotas o cupo femenino, que condicionó "a las listas que se presenten a tener mujeres en un mínimo del 30% de los candidatos a los cargos a elegir y en proporciones con posibilidades de resultar electas", según la normativa.
En los municipios, en cambio, la participación es bastante marginal. "Podría decirse que es el ámbito con menores avances. Entre 1995 y 2010 el porcentaje de mujeres electas como intendentas pasó del 6,4% al 10%, lo que denota una participación muy limitada", concluyó el informe..

Un CEO masculino gana el 9% más que su par femenino

¿A igual tarea igual remuneración? No. Todavía mujeres no logran conseguir la equidad salarial respecto de los hombres. Tampoco acceden a los mismos puestos con igual facilidad.
Informes difundidos en los últimos días por el Banco Mundial y por la consultora Mercer, sumados a opiniones de ejecutivos de consultoras, dan cuenta de este fenómeno en la Argentina. Por ejemplo, sólo el 3% de las gerencias generales está a cargo de mujeres, y apenas el 12% de los directorios son ocupados por personal femenino. Además, hay importantes diferencias salariales por género: un hombre que llega al puesto de gerente general o CEO gana 9% más que su par femenino. En el único rango donde las mujeres ganan más que los hombres es en el de jefes y supervisores.
El trabajo del Banco Mundial, que difundió la revista The Economist , señala las circunstancias en las cuales la desigualdad es más notoria: baja matrícula escolar de las niñas desfavorecidas, acceso desigual de las mujeres a las oportunidades económicas y al ingreso (ya sea en el mercado laboral, la agricultura o la actividad empresarial) y grandes diferencias en materia de voz y participación entre mujeres y hombres, tanto en el hogar como en la sociedad.
Respecto de la calidad laboral, destaca que pese a que las mujeres han logrado una mayor inserción en el mercado de trabajo, ésta no es de la mejor calidad, ya que la mitad de las mujeres trabaja en el sector informal.
Sobre las remuneraciones, sostiene que en la mayoría de los países de la región ellas ganan por el mismo trabajo un 10 por ciento menos. Pamela Cox, vicepresidenta del Banco Mundial para América latina y el Caribe, afirma que "impedir que las mujeres obtengan los ingresos que merecen no sólo es incorrecto, sino también perjudicial para la economía".
Respecto de la desigualdad frente al nivel de estudios, las opiniones son más optimistas. Matías Ghidini, gerente de Operaciones de la consultora Ghidini Rodil, sostuvo: "Esta cifra varía según la carrera y las áreas de trabajo. Lo principal es observar cuánta gente y de qué género estudia esa carrera, pensar en la fuente que provee esos profesionales. Hay carreras que están más orientadas hacia un género y otras a los dos por igual, pero si falta gente en la carrera el género es indistinto".
Gonzalo Mata, director asociado de WallChase Partners, apuntó: "Desde mi punto de vista, aumentó la cifra de mujeres en puestos gerenciales. Cada vez hay más mujeres en la Argentina y en el mundo al mando de gerencias, direcciones y empresas, y la consideramos una tendencia positiva". Sin embargo, la diferencia salarial es notoria. Por ejemplo en cargos altos, como gerentes, el 20% está ocupado mujeres y ganan 9 por ciento menos que ellos. La tendencia se repite en Brasil y en Chile, mientras que Uruguay ha mejorado la dispersión, según Mercer. El trabajo se presentó en el 17° Foro de Recursos Humanos de esa consultora.
lanacion.com

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