lunes, 16 de mayo de 2011

Richistán, el país de los más ricos


Súper clase, globócratas, uberricos. Son nuevos nombres para denominar a una nueva élite global que ha sido definida como una nación aparte. Son tan ricos estos magnates que viven más alejados de la realidad del común de los mortales de lo que tradicionalmente han estado las élites pudientes.
Chrystia Freeland, periodista financiera y autora dellibro "Plutócratas", le dijo a la BBC que muchos de estos megarricos "son hijos de la globalización y el desarrollo tecnológico"; una minoría selecta muy particular que maneja una "porción desproporcionada" de la riqueza global. Pero ¿cómo son estos nuevos potentados?
Comunidad transglobal. "Los ricos de hoy son diferentes a los ricos de ayer. La mayoría no son caballeros ociosos que heredaron sus fortunas: son nerds adictos al trabajo y perpetuamente cansados", estima Chrystia Freeland.
"Nuestra economía global interconectada y de paso lento ha propiciado el surgimiento de una nueva súper élite que consiste, en grado notable, en acaudalados de primera o segunda generación".
Según Freeland, los miembros de esta élite son "tesoneros, altamente educados, meritócratas del jet set que se consideran los ganadores en buena lid de una dura competencia económica global".
Y, aunque su residencia principal esté en Nueva York, Londres, Hong Kong o Bombay, forman "una comunidad transglobal de pares que tienen más en común entre ellos que con sus conciudadanos. Son una nación en sí misma".
Esa nación, o "Richistán", como la denomina el autor estadounidense Robert Frank, está formada por personajes de muy variado origen.
La componen oligarcas rusos, jeques del Golfo Pérsico, petroleros texanos, magnates estadounidenses de internet, condes italianos, "bolligarcas" indios (en referencia a magnates de la industria del cine nacional, o Bollywood) y multimillonarios de los paraísos fiscales.
Se encuentran en lujosos destinos turísticos, exclusivos debido a su costo y, como acudiendo a una reunión familiar, llegan en sus jets privados a todos los eventos elitistas que los acojan, como el Foro Económico Mundial en Davos.
Y Londres, la capital del Reino Unido, es un imán para ellos debido a una combinación de factores como bajos impuestos para los no residentes, la zona horaria, la lingua franca internacional que es el inglés, el estatus de centro financiero y los bienes y servicios de lujo disponibles.
¿De dónde salieron? Durante las pasadas décadas la economía global ha estado marcada por la integración de los mercados, la liberalización del comercio y la revolución de las tecnología de la información.
Esto ha creado una prosperidad global por la que cientos de millones de personas han salido de la pobreza absoluta y se han ubicado entre las clases medias particularmente en las crecientes economías asiáticas de China e India.
Pero en la medida en que se apreciaba un crecimiento de la economía planetaria también surgía otro fenómeno: el de la ampliación de la brecha entre ricos y pobres dentro de sus propios países.
Este fenómeno, como le señaló Chrystia Freeland a la BBC, fue particularmente pronunciado en Estados Unidos entre 2002 y 2007 cuando el 65% de todo el crecimiento de los ingresos correspondió al 1% de la población.
Pero la segregación de la riqueza se ha presentado además en países como Reino Unido, Canadá, Alemania y en las naciones escandinavas, así como también en la China comunista.
La división entre súper ricos y el resto llevó a que tres analistas del Citigroup concluyeran que "el mundo está dividido en dos bloques: la plutocracia y todos los demás".
Según explicaron, en la plutocracia no existen consumidores estadounidenses, británicos o rusos. Lo que hay son consumidores ricos, que son pocos pero se llevan una tajada enorme de los ingresos globales y consumen una cantidad de bienes desproporcionadamente grande. Y luego están los demás: un grupo multitudinario pero virtualmente irrelevante en términos de ingreso y consumo.
Un problema. ¿Representa, entonces, un problema la aparición de esta clase de ultrarricos? Para Alan Greenspan, el legendario jefe de la Reserva Federal de EE.UU., el lío es que "básicamente tenemos una economía muy distorsionada", según dijo en una entrevista en el verano pasado.
Julia Margot, subdirectora del grupo independiente de análisis Demos, le dijo a la BBC que "deberíamos preocuparnos" por este fenómeno, particularmente en "sociedades que están obsesionadas por lo que sus élites hacen" debido a la exposición continua que éstas tienen en los medios de comunicación.
"Existe una compulsión muy intensa a ser parte y parecerse" a esas élites debido a la "fabricación de aspiraciones que se parecen a los sueños de Hollywood".
Sin embargo, en su opinión "si hablas con jóvenes de escasos recursos te das cuenta de que -debido al modo en que se ha desarrollado el mercado laboral, y por la manera en que funciona la mobilidad social- sus aspiraciones no se van a cumplir", lo cual puede generar cada vez más frustración.
En palabras de la autora Freeland, el auge de los "uberricos" presenta, por lo menos, un dilema.
"En la economía global competitiva de hoy, necesitamos más que nunca a los súper ricos y las compañías innovadoras que ellos han creado. Pero ellos nos necesitan a nosotros también, como consumidores, como empleados, como conciudadanos".
No obstante, añade, "hay una lección que nos enseña la historia. A largo plazo las súper élites sólo pueden sobrevivir de dos maneras: suprimiendo la disidencia o compartiendo la riqueza".
¿Cuál de estos dos modos prevalecerá? Sólo el tiempo podrá decirlo.
lanacion.com

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