martes, 24 de mayo de 2011

Argentina, por ahora a salvo del colapso mundial de las abejas



Mientras en todo el mundo la ciencia se devana los sesos para comprender por qué las abejas se están muriendo, la Argentina permanece extrañamente al margen de un fenómeno que asusta: las abejas son las encargadas de polinizar un tercio de lo que luego se transformará en el alimento del mundo. Mientras no dejan de aparecer artículos que evalúan hipótesis sobre las razones de las colmenas vacías, más de 20 mil productores nacionales miran el asunto de reojo.
Lo cierto es que más allá de la provisoria buena suerte nacional la abeja está en problemas y hasta hay campañas internacionales para juntar firmas para salvarlas. Como se dijo, el problema no se reduce a que faltará miel de las góndolas: desde hace millones de años estos insectos han coevolucionado con las flores, a tal punto que es impensable unas sin las otras.
Las causas hasta ahora evaluadas son numerosas. En España, el Centro Apícola de Castilla La Mancha dice que se trata de un parásito. En Francia, le echan la culpa al daño neuronal que causan los pesticidas en los minicerebros de los invertebrados. En varios centros de investigación de los EE.UU. creen que el factor principal es el virus israelí de parálisis aguda, que atacó en ese país, en Australia y en China. Un paper “probó” que las señales de los celulares las confunden y las hacen volar de un modo errático, antes de morir. Otro indicó que, al tener una dieta más reducida, el sistema inmunológico de las abejas se daña por falta de variedad en el polen.
Se sabe: cuando todos tienen la culpa, nadie la tiene; y quizás haya que pensar en la suma de factores. O en otro, radicalmente diferente. Muchas de las colmenas aparecen vacías, pero las abejas muertas no aparecen en los alrededores.

Causas. Según sostiene Enrique Bedascarrasbure, coordinador programa nacional apícola del INTA, la abeja es un insecto muy sensible a cualquier mínimo cambio ambiental. “Nuestra mirada es que convergen cantidad de factores, desde aspectos del deterioro de la salud ambiental, por pesticidas, y también por la pérdida de biodiversidad. Hay cientos de especies de abejas, de las cuales la más conocida es la apis mielífera, pero todas son muy sensibles al deterioro ambiental”. Tanto es así que actúan como indicador de problemas ambientales: si no hay abejas es que sí hay un problema. “La Argentina no está en el mismo nivel de gravedad del Hemisferio Norte, pero sí las afecta el modo de producción agropecuaria de la Pampa húmeda. No es sólo el desierto verde, de la soja, sino que no hay malezas. La producción tiende a intensificarse y afecta a flores y abejas”, contó. “Hay cada vez más presión sobre los productos agroquímicos para garantizar que no afecten a las abejas. El hecho de reconocer que son indicador de salud ambiental sirve”, agregó Bedascarrasbure.
Por eso, cada vez más el cuidado de la abeja tiene que ser personalizado y exige trabajar, por ejemplo, en nutrición proteica de abejas. Algo que se sabe muy poco, sostuvo. La nutrición pasa a ser un problema a resolver. “Se exige una mucho mayor tecnificación de los apicultores; ya no se pueden cometer errores”, remarcó.
No obstante esos nuevos requerimientos, la Argentina es el primer productor de miel de calidad del mundo, aunque la mayoría de los productores no son profesionales, sino que lo hacen como un hobby.

Producir. Por su parte, Roberto Imberti, de la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA), suma otro factor para la muerte apícola: el cambio climático. Pero en segundo plano, luego de los agroquímicos usados para la soja, además del desplazamiento de los apicultores por la soja. “El último censo dio unos 30 mil con 4 millones de colmenas, pero ahora deben ser muchos menos; los productores son expulsados”, dijo Imberti, que maneja unas 1.200 colmenas, cerca de Brandsen. Imberti remarca la tranquilidad de los productores argentinos asociados. “El colapso por ahora es de los Estados Unidos, Europa y Oceanía y no es muy relevante en la Argnetina. Hubo focos de riesgo, colmenas perdidas, pero aún no es problema grave”, concluyó.

Un congreso después de 38 años
Justo en medio de la discusión mundial acerca del porqué de la muerte masiva de las abejas, la Argentina –hasta ahora bastante inmune al fenómeno– organizará en septiembre próximo el congreso mundial Apimondia 2011. El encuentro, bianual, reúne a todos los involucrados en el mundo de la apicultura. Roberto Imberti, de la SADA, recalcó la importancia del evento. “El último en la Argentina se hizo hace 38 años. Este se hará en la Rural y ya tenemos récord de presentación de trabajo”, dijo. Además, señaló que pese a que el 80% de la apicultura nacional es hobbysta, en Europa ese número llega casi al 100%. Imberti señaló que el consumo nacional de miel es de apenas 200 gramos anuales per cápita, contra los dos kilos, por ejemplo, de Alemania, uno de los más importantes consumidores. “Como en las góndolas el producto es caro, ante una crisis, se elige otro producto. Falta difundir sus propiedades”, se quejó.
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