martes, 24 de mayo de 2011

“La biología hoy puede distinguir un hijo adoptado de uno apropiado”


Alberto Kornblihtt es docente, investigador del CONICET y profesor en la UBA, de donde egresó en 1977. Actualmente es parte del equipo de investigaciones del Instituto de Fisiología Biología Molecular y Neurociencias de la facultad. Por sus avances en biología molecular, la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos lo nombró miembro oficial a principios de mayo. Un reconocimiento que actualmente sólo tienen otros cinco argentinos, entre 2500 científicos, de los cuales 400 no son estadounidenses. Ampliamente conocido en el ámbito académico, su nombre saltó al público masivo cuando Adrián Paenza lo mencionó la noche del domingo al recibir su premio Martín Fierro por el programa de Canal 7 Científicos Industria Argentina. Allí dijo que era como el “Messi” de la ciencia argentina. Comparación que Kornblihtt considera “exagerada” y que, sin duda por su bajo perfil, sobrelleva con cierta incomodidad, según confesó en una entrevista con Tiempo Argentino.
–¿Qué representa su incorporación a la Academia para la ciencia argentina?
–El hecho de que la Argentina tenga seis miembros y que Brasil tenga siete y España cuatro, de alguna manera pone en evidencia que la Argentina tiene una ventaja particular en la producción de ciencia. Tenemos tradición en ciencia y formación de buenos científicos que, si lo medís cuantitativamente, la contribución al número de publicaciones o patentes no mueve el amperímetro, pero en cuanto a visibilidad y calidad, es un país que se destaca.
–¿Es más difícil el desarrollo profesional para científicos latinoamericanos?
–Hay un cierto complejo de que no se puede producir un tipo de ciencia que sea competitiva con otros países, pero ese complejo se está acortando poco a poco. Por supuesto que hace falta más. Pero ahora hay inversión del Estado. Es decir, no es blanco ni negro, hay grises respecto de la posibilidad de generar un conocimiento que tenga competitividad con lo que ocurre en los países del norte, y lo que no hay duda es que nuestros recursos humanos son excelentes. Es un sector donde el Estado vale la pena que invierta, porque la calidad de nuestros estudiantes de grado, de doctorado es excelente, y eso se sabe porque, cuando logran salir del país, consiguen espacio en los mejores lugares.
–Muchos están volviendo…
-Sí, y muchos ahora no se quieren ir. Hacen su doctorado acá, porque pueden entrar a la carrera del CONICET, porque hay cierta posibilidad de trabajo, porque ven que quizá pueden producir desde acá. Igual yo creo que es bueno que vayan afuera a perfeccionarse y aprender cosas nuevas.
–¿Cuál es su área de investigación?
–Trabajamos en biología molecular genética, en los mecanismos que hacen que cada uno de los genes humanos sean capaces de producir más de una proteína.
–Usted ha tenido definiciones políticas públicas. ¿Se puede emparentar la ciencia biológica con la política?
–Yo soy investigador, pero soy un ciudadano y un hombre político, tengo ideas y opino sobre la realidad que me rodea. Y la verdad es que la biología ha tenido mucho que ver con la realidad económica y social, del mundo y de nuestro país. Gracias al conocimiento de la estructura y manejo del ADN, no solamente se ha revolucionado la industria agropecuaria, el campo, las plantas transgénicas, la fabricación de medicamentos y vacunas. En nuestro país en particular, el tema de la soja también es una consecuencia del conocimiento de la ingeniería genética. En ese terreno hay una influencia grandísima de la ciencia en la sociedad y en la economía. Y ni qué hablar en lo que se refiere a relaciones sociales y los problemas de los Derechos Humanos, cuando el uso de la tecnología del ADN permite identificar relaciones biológicas, o sea, saber quién es hijo de qué madre y qué padre, y quién es nieto de qué abuela, cuando faltan los padres. Ese es un tema biológico, social y político. Porque el método es tan poderoso, tan riguroso, tan exacto, que cuando se logra hacer el análisis no queda ninguna duda, prácticamente. Entonces, cuando hay sectores que se niegan a hacer el análisis, es porque probablemente sean conscientes de que ese método es muy riguroso, y que si se hiciera podría conocerse una verdad que se quiere ocultar. La biología hoy puede distinguir entre un hijo adoptado y un hijo apropiado, de una manera muy certera. No es un tema de conocer la verdad individual, sino que la sociedad, como colectivo, tiene que conocer para poder avanzar.
–Usted se pronunció contra el nombramiento de Abel Posse como ministro de Educación en la Ciudad, junto con Paenza y otros científicos.
–Por supuesto, si un gobierno pone como ministro de Educación a una persona intolerante, con pensamiento fascista, elitista y bueno, obviamente, los que pensamos que eso está mal tenemos que hacerlo público. ¿Está mal?
–No. Está perfecto, rompe con cierto estereotipo del científico encerrado en el laboratorio.
–Antes de ser científico yo era hijo de papá y mamá, y vengo de una familia de varias generaciones de comunistas, que si bien yo no milito en ningún partido político, no creo que el capitalismo sea la solución a los problemas del pueblo. A mí me gustó una vez en 6,7,8 que le preguntaron a cada uno qué relación tenía con el gobierno, y Nora Veiras, que me parece muy lúcida, dijo que coincide en los trazos gruesos. Podría hacer disquisiciones sobre cosas que no me gustan, pero coincido en los trazos gruesos. Eso es fundamental, porque no sería honesto intelectualmente si no reconociera todas las cosas buenas que me hacen coincidir con los trazos gruesos, estaría especulando, y yo creo que hay que ser honesto. Esto no es la revolución socialista, pero en esos trazos gruesos en los que coincido, hay muchas cosas que son un punto de partida para profundizar.

elargentino.com

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