viernes, 27 de mayo de 2011

'El sida infantil también puede pasar a la historia en África'



Su visión de la Medicina cambió cuando viajó a Afganistán en el año 2000. Hasta entonces, Victorio Torres (de 41 años) trabajaba como pediatra en el Hospital de La Paz de Madrid. Su misión en el país islámico, financiada por la Unión Europea, era atender a los desplazados de guerra. Al volver a España, su vida dio un gran giro. Sustituyó la bata blanca del hospital madrileño por una nueva que le estaba esperando a más de 6.000 kilómetros de Madrid, en Maragua (Kenia).
"Cuando ves que los niños se mueren por una infección (sarampión) que podría prevenirse con una simple vacuna... Esto te hace pensar. Fue un impacto enorme", reconoce Victorio. "Cuando regresé a Madrid ya no me veía en mi trabajo de siempre. Quería ir adonde pudiera ayudar a más gente". Encontró la oportunidad perfecta, un proyecto en en el que además podía trabajar con su mujer, que es psicóloga.
Se trataba de un programa de prevención del sida de Médicos del Mundo que se estaba desarrollando en el distrito keniano de Maragua. "Con ellos estuvimos un año y medio. Después [en 2003], montamos nuestra propia ONG, Asociación VIhDA, junto con Santiago Moreno, jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal". Durante los dos primeros años, Victorio, además, estuvo involucrado en otro trabajo de Médicos Sin Fronteras. Consistía en la formación y atención de personas infectadas por el VIH en cinco países africanos. "Tenía que ir dos veces al año a Nigeria, Zimbabue, Etiopía, Congo y Angola. Aprendí mucho de esta experiencia y me ayudó a conocer otros contextos, por ejemplo, el programa de tratamientos antirretrovirales que se desarrolla en zonas de conflicto armado, como el este del Congo".

Más de 2.000 bebés se han 'librado' del sida

Extrajo lo mejor de todas sus experiencias y emprendió un nuevo reto, la joya de su asociación, un programa de prevención de transmisión entre mujeres seropositivas embarazadas y sus bebés, denominado 'Una generación de niños sin VIH'. "Hemos conseguido reducir el contagio del sida de un 40% a menos de un 1% y con una supervivencia del 96%-97% de los niños que no se infectaban y tampoco morían por otras enfermedades en los primeros nueve meses de vida", destaca orgulloso. Desde 2005, añade, "ya son más de 2.000 bebés nacidos de madres seropositivas que no se han infectado de VIH". Estos resultados, que están publicados en la revista española 'Pediatría de Atención Primaria' (octubre-diciembre de 2010), se presentarán en la conferencia Nacional de Sida (Seisida), que se celebrará en Zaragoza en junio de 2011.
¿Cómo lo consiguen? Aplicando un modelo de cuidados durante el embarazo, el parto y la lactancia. "Les damos tratamiento antirretroviral, les facilitamos durante un año un seguro de asistencia que les cubre el parto (para que den a luz en el hospital), les proporcionamos leche artificial segura y un kit de purificación del agua, para reducir el riesgo de infecciones gastrointestinales".
Ante los espectaculares resultados logrados en Maragua, el gobierno de Kenia consideró esta práctica como una de las mejores en prevención del sida y pidió su expansión. Gracias al apoyo económico de la Fundación Elton John contra el Sida, de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo-AECID y de Seisida, "estamos aplicando ya este programa en nueve hospitales del país y vamos a incluir tres más". En uno de ellos, subraya, "en los tres últimos años no se ha infectado ningún bebé. La alegría de la progenitora al saber que su bebé está sano nos ayuda a mirar nuestra propia vida con más ganas y con más ilusión".

Prevenir es posible

Esto demuestra que, "aunque el sistema sanitario no esté muy desarrollado, es posible eliminar la transmisión del sida de madre a hijo en África, como ocurre en los países industrializados". Una gran noticia teniendo en cuenta que, según informes de Naciones Unidas, todavía nacen 370.000 bebés infectados en el mundo y 330.000 de ellos se encuentran en África subsahariana. "Este tipo de programas incide en el cuarto de los objetivos del milenio, que pretende reducir la mortalidad en dos tercios", puntualiza el pediatra. "Prevenimos una de las principales causas de mortalidad infantil y aumentamos la esperanza de vida del país". Un importante objetivo para el que la ayuda interna y externa siempre es necesaria.
Este trabajo es lo que en el gremio científico se conoce como investigación operacional. "No se basa en ensayos clínicos, sino que sigue estrategias para mejorar y documentar la actividad asistencial del sistema público. Esto facilita su evaluación y posterior replicación. En definitiva, nuestro objetivo primordial es la cooperación y después la investigación", expone el pediatra.
Victorio ya lleva más de 10 años trabajando en cooperación internacional. En todo este tiempo, "he aprendido a valorar lo sencillo de la vida, a no preocuparme y sobre todo no quejarme demasiado. Soy muy afortunado. En la escuela de los pobles, ellos son los maestros y nosotros los alumnos. Me han hecho ver con más claridad el propósito de mi vida: ayudar a la gente que lo necesita".
No sólo ha crecido en lo personal y en lo profesional, también lo ha hecho su familia, que ahora cuenta con un miembro más: Moses, un pequeño keniano que fue abandonado al nacer. Después de todos estos años, si le preguntan a Victorio cuánto tiempo seguirá viviendo en Kenia, sólo puede decir: "Nuestro trabajo ayuda a mucha gente y sigo ilusionado con ello. Cuando me dé cuenta de que esa ilusión decrece en lugar de aumentar, entonces será el momento de cambiar".
elmundo.es

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