domingo, 15 de mayo de 2011

¿Para qué sirven los velatorios?

El duelo es un proceso por el que pasa toda persona que sufre una pérdida. Hasta el 30 por ciento de quienes tienen que enfrentar la muerte de un ser querido desarrollan un duelo patológico o complicado, con consecuencias para su salud. Para facilitar esta instancia, una empresa rosarina dedicada desde hace décadas a organizar funerales inauguró un inédito servicio de asistencia psicológica en el momento del velatorio, el primero en su tipo en la Argentina.
Una intervención oportuna por parte de un profesional puede prevenir síntomas de enfermedad, explica Alejandra Rigalli, psicóloga y coordinadora del servicio de asesoramiento y orientación para el duelo, que desde el año pasado brinda cochería Caramuto.
Fueron las propias necesidades de la gente las que impulsaron a los directores de la empresa a ofrecer esta alternativa. Sergio López, gerente general de la compañía, comenta que en muchas ocasiones, ante tanta pena, las personas viven situaciones críticas muy difíciles de manejar sin ayuda. “Cuanto más inesperada es la pérdida, o si el fallecido es una persona joven, no es raro que alguno de los deudos se desborde. Para ayudar a canalizar esas emociones es que se pensó en una contención temprana por parte de profesionales”, remarca.
Rigalli admite que no se trata de evitar el dolor, cosa que resulta imposible, sino de brindar pautas y herramientas concretas para que el individuo transite una aflicción normal.
“¿Cómo sigo adelante, hicimos todo lo posible, en qué nos equivocamos, cómo ayudo a mis hijos, podrá mi esposa superarlo algún día, cómo se lo digo a mis padres?”: todos estos son interrogantes frecuentes en el momento del velatorio. Dudas que resultan hostigantes, asfixiantes, y que muchas veces simplemente paralizan.
“Las herramientas que se ofrecen en un servicio como este permiten dar algunas respuestas apropiadas. Además, la charla con el familiar nos habilita a identificar algunos factores de riesgo ya que obviamente no todos transitan la pérdida de la misma manera. Hay personas que tienen problemas psicológicos previos o que aparecen en el momento de la muerte de un ser querido y es necesario asistirlas de otra forma”, destaca Rigalli.
El servicio de asistencia primaria en el duelo consiste en un encuentro, en esas primeras horas después de la pérdida, con el familiar o los familiares que así lo desean. Se trabaja en forma individual pero también grupal y hasta se brinda, si es necesario, contención a los niños. En los días posteriores a la inhumación se proponen dos o tres entrevistas: “Si hace falta sugerimos la continuidad de un tratamiento psicológico o si notamos la posibilidad de un trauma severo derivamos a un psiquiatra, siempre en el marco de un acuerdo con la persona”, dice la especialista.
¿Para qué sirven los velatorios? ¿Son necesarios? ¿Tienen que asistir todos los familiares? ¿Y los chicos?. La muerte está impregnada de significación y los ritos que la acompañan tienen un sentido, según detalla Rigalli. “El velatorio, o el ritual que sea, de acuerdo a la cultura de cada grupo, atenúa el trauma que provoca la idea del aniquilamiento que viene con la muerte. Las exequias traducen en un mismo momento una crisis y una superación; por un lado están la pena y la angustia, el dolor pero por otro aparecen el consuelo y la esperanza. Pasar por esto es recomendable, aunque habrá que analizar algunas situaciones puntuales donde no es lo mejor estar presente”, manifiesta. A modo de ejemplo, señala, que en un grupo familiar que recientemente pidió la asistencia psicológica, a dos de los hijos pequeños se les sugirió asistir al funeral pero por razones particulares a una de las niñas no. “De allí que sea tan importante contar con una mirada profesional en momentos de tanta angustia y confusión porque hay que hacer un rápido diagnóstico para identificar que es lo más recomendable para unos y otros”, dice Rigalli.
Los ritos fueron cambiando con el tiempo y a la misma velocidad que transcurre la vida moderna. Hasta no hace mucho, y aún sucede en algunas localidades del interior del país, se contrataban mujeres que iban a llorar al difunto a los velatorios. Las casas mortuorias eran oscuras y estaban plagadas de símbolos sacros. Todo teñido de tristeza, en penumbras. “La gente fue pidiendo otras cosas, otras formas de transitar ese momento y nosotros como empresa nos fuimos adaptando. Los ambientes son más amplios y claros, bien iluminados, hay más detalles de confort, las salas fueron acondicionadas para dar una sensación de armonía y no de tragedia”, menciona López, el gerente de Caramuto.
En la actualidad el velatorio (y el entierro del fallecido) tienen más que ver con una conmemoración y una despedida, señala Rigalli. Como hay una tendencia social a la negación de la muerte es necesario atravesar por esta instancia “que es algo así como una síntesis de la vida de la persona que ya no está, un reencuentro con sus amigos y conocidos, con los afectos, un reconocimiento del límite para que a partir de allí sus familiares comiencen una reconstrucción que es fundamental y necesaria”.
Pasar por ese momento de la manera más saludable posible abre las puertas a un duelo sano que permitirá continuar aferrádose a la vida.
En general, las personas no están preparadas para afrontar el fallecimiento de alguien cercano, mucho menos si se trata de la pareja o de alguno de los hijos. Nadie quiere hablar de la muerte, a nadie le resulta sencillo. Sin embargo, comenta la psicóloga, cuando se pensó alguna vez en ello, cuando se habló y se compartió, esa instancia suele ser menos crítica y sin riesgos de ser traumática. Como decía Sigmund Freud, “si quieres disfrutar de la vida, prepárate para la muerte”.
Hablar
Negar es lo peor que puede hacer una persona que atraviesa la pérdida de un familiar. “Una de las tareas más importantes es hablar del ser querido, del dolor, de la rabia y la desesperación, de lo vivido, de lo soñado, del futuro. Y hasta es necesario recordar los eventos relacionados con la muerte y las circunstancias que rodearon a la misma”, dice la psicóloga Alejandra Rigalli. Hablar, como terapia, permite dar los primeros pasos para cambiar y pasar de una relación física a una simbólica.
lacapital.com.ar

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