martes, 17 de mayo de 2011

Crecieron las consultas de niños con miedos a tormentas y robos



La preocupación por los cambios climáticos, las plantas atómicas o la contaminación de mares y ríos ocupa la agenda de algunos líderes mundiales además de ser un tema de conversación entre los pobladores de cualquier lugar del planeta. Lo que para una persona adulta resulta una cuestión que depende en muchos casos de decisiones de política de Estado, para un niño son una fuente de temor que incluso puede llegar a paralizarlos y a convertirse en un trastorno. Así lo ratifican las psicólogas Mariana Prelas, Anahí Chavero y Analía Binetti, quienes confirmaron que en los últimos tiempos aumentaron las consultas por temores a la contaminación, desastres naturales, tormentas fuertes e inseguridad.
“Hoy los chicos se preocupan por cosas que los desbordan porque no están cognitivamente preparados para entender”, afirman las psicólogas especializadas en terapia cognitiva con niños y adolescentes. “Tengo pacientes que sienten miedo de que en el río Paraná se produzca un tsunami y otros que manifiestan sus temores de que la radiación de la planta nuclear japonesa llegue a Rosario”, dice Mariana Prelas.
“Los chicos no tienen la capacidad de incorporar toda la información que recibimos de las catástrofes que ocurren en el mundo, las resignifican como pueden y eso les produce temor”, relatan, y mencionan la granizada del 2006 como un hecho que disparó las consultas de muchos padres preocupados por sus hijos que mostraban fobias a las tormentas y ahora están pendientes del clima.
Frente a estas u otras situaciones de peligro como los robos y la inseguridad, las psicólogas apuntan que lo fundamental es que el niño sienta que tiene recursos para enfrentar lo que sucede y para eso sugieren que lo mejor es hablar del tema en lugar de ocultar la realidad. “Frente a las constantes noticias de robos hay chicos que tienen miedo de salir a la calle o de dormir solos. Es fundamental que el niño sienta que tiene recursos para enfrentar la situación peligrosa y no que la evite, porque sino termina por no salir de su casa porque teme que le roben. Los padres en lugar de hacerlos más temerosos deberían aconsejarles que traten de salir de casa con la menor cantidad de cosas posibles”, agregan.
En opinión de las profesionales las constantes noticias de asaltos en la vía pública retardan el “desprendimiento” de los padres y hacen que los chicos no alcancen la autonomía que deberían lograr a determinada edad. “El niño tiene más miedo y los padres son más sobreprotectores. El exceso de protección desprotege porque el día que el niño quedó solo frente al problema, no sabe qué hacer”, apuntan las psicólogas. “Los miedos son evolutivos y a determinada edad se van perdiendo, en cambio hoy encontramos chicos más grandes con temores que ya debían haber pasado”, ratifican las profesionales.
Para ejemplificar las repercusiones de una noticia violenta en la mente de los chicos las psicólogas relataron lo sucedido con una niña de 8 años que no quería hacerle bromas a un compañero de escuela para evitar que tome un arma y les dispare como ocurrió recientemente con el joven que mató a 13 alumnos de un colegio de Río de Janeiro. “Había leído la noticia en Internet por la mañana, antes de ir a la escuela. Frente a estos hechos los papás pueden explicarle y contextualizar la noticia, para que no sea tan aterradora”, dijeron.
¿Cuándo el temor o la ansiedad se convierten en un trastorno? “El riesgo se presenta cuando los padres no pueden responder con palabras al temor de su hijo y dejan pasar el tiempo. Si ante el no saber qué decir los padres se asesoran con un profesional, seguramente tendrán argumentos para explicar lo que ocurre. Lo importante es no dejar que se cronifique la conducta y se instale como algo habitual”.
Trastornos de conducta. “Las consultas más frecuentes de estos tiempos están relacionadas con los trastornos de conducta, que pueden manifestarse de dos maneras. Por un lado están aquellos niños que internalizan la problemática, y son ansiosos, tímidos o retraídos. En general son víctimas de bromas, tienen baja autoestima y muchos miedos. Por otro lado están los que externalizan los síntomas y son hiperactivos, tienen conductas desafiantes y presentan déficits de atención”, explican las profesionales.
Las psicólogas afirman que en general las maestras aconsejan la consulta con un profesional cuando los niños son hiperactivos, aunque también lo sugieren cuando observan el aislamiento y la falta de sociabilización. “Los padres se sienten culpables de no poder resolver el problema por ellos mismos y demoran la consulta con un profesional. Trabajamos con los padres en resignificar la problemática y los orientamos para darles herramientas de cómo ayudar al chico”, explican.
Según afirman existen tres señales que marcan la necesidad de una consulta psicológica. Una de ellas es el cambio en los hábitos y conductas; que esto se extienda en el tiempo instalándose como un patrón de conducta, y cuando eso interfiere en las actividades cotidianas. “Cuando algo de esto ocurre le damos mucha importancia al contacto con la maestra y con la familia para evaluar cómo se comporta el chico en cada ámbito. Puede ocurrir que en la escuela se porte mal y en la casa no, o también puede pasar que en su familia esas conductas no son consideradas anormales”, dicen. “Con los chicos tratamos que los tratamientos sean los más breves posibles. Es fundamental que los padres sientan que los entendemos y no los juzgamos”.
lacapital.com.ar

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