jueves, 5 de enero de 2012

Las vacaciones son un tiempo de encuentro también en la cama


Un viejo dicho dice que las vacaciones pueden unir o destruir a una pareja. Hay menos presión, menos estrés, más libertad, más tiempo libre y eso, a veces, puede mostrarnos algunas cosas que no podíamos ver en la vorágine de la vida cotidiana. El encuentro sexual no es la excepción, especialmente, si la actividad sexual disminuyó durante el año.
“La intimidad puede constituirse en un objetivo importante a recuperar después de un año de trabajo y muchas parejas lo logran, aunque no todas –explica Beatriz Literat, del departamento de Sexología de Halitus Instituto Médico–. Las vacaciones son momentos de reencuentro de la pareja, para compartir sin interferencias actividades no rutinarias, descanso, diálogo y proyectos”. Y ya se sabe: para reforzar el vínculo, manos a la obra.
La clave está en no trasladar la vida cotidiana al ámbito de ocio. Hay que dejar de lado las preocupaciones, el celular, la conexión Wi-Fi y respirar, tomarse un tiempo real para descansar y pasar tiempo con los seres amados. “El descanso y el placer incluyen el placer sexual como uno de sus elementos principales”, afirma el psicoanalista Ricardo Rubinstein.
Para salir del laberinto y no caer en ninguna trampa, con hijos o sin hijos, la tarea es simple: “Si la pareja logra organizarse para tener espacios de privacidad, pueden lograr encuentros que les permitan desplegar su erotismo, ternura y disfrutar de una sexualidad refrescante. Pero si no se organizan, arrastran a las vacaciones el mismo esquema que tienen durante el año”, agrega Literat.
Es que el sexo va más allá de las relaciones coitales. Se trata de disfrutar del otro, de su compañía, de sus mimos, de su presencia sin las restricciones que se sufren cuando los problemas laborales y la falta de tiempo ahogan. Una forma puede ser realizar actividades juntos distintas a las cotidianas: caminar, ir a un hotel, armar un picnic en la playa, dialogar y darle rienda suelta a la imaginación para explorar el vínculo aceptando que cada uno es como puede ser, y dándole al otro y a uno mismo el tiempo necesario para acomodarse en esos días de descanso. Esto, sin llegar a planear actividades sociales todos los días para no volver a caer, nuevamente, en el estrés de la rutina.
“Todo ello produce en el cerebro y en el cuerpo cambios químicos que normalizan el funcionamiento hormonal fisiológico y permiten el surgimiento de fantasías, erotismo y ternura para que empiece a producirse la respuesta sexual que culmina con el encuentro genital”, desarrolla Literat. Por eso, vale aprovechar todo lo que un lugar desconocido facilita. “Los olores, sabores, comidas, climas diferentes y el cuerpo más expuesto son un condimento erótico que suma en la intimidad”, continúa.
Y no hay que olvidarse que en estos días de relax el sexo se disfruta mucho más cuando surge espontáneamente, sin horarios, sin presiones ni pretensiones ni sobre uno ni sobre el otro. Tampoco, que el sexo es o debiera ser un lugar placentero de encuentro con el ser amado. C'est la vie.
clarin.com

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