miércoles, 19 de enero de 2011

La frontera de las pasiones entre India y Pakistán

Cada atardecer se lleva a cabo el ritual de bajar las banderas y cerrar la frontera entre India y Pakistán en el cruce de Wagah. Este pueblo, al igual que el Punjab, la región a la que pertenece, quedó dividido con la Independencia y Partición de estos países en 1947.
Cientos de personas llegan de cada lado de la línea a presenciar la ceremonia en la que fuerzas de seguridad de los países enemigos marchan estrepitosamente al ritmo de sus bandas de guerra. Las multitudes de ambos lados -normalmente hay más concurrencia del lado indio, con más población- gritan el nombre de su país y ondean pequeñas banderas.
Para algunos, esta es una inocente confirmación de identidad para los ciudadanos de los dos lados y cumple también como atracción turística. Para otros, esta es una agresiva e innecesaria demostración de músculo militar de estas potencias nucleares que se han enfrentado ya a dos guerras y han estado al borde de otras en sus 63 años de existencia.
Los efectivos de seguridad de ambos lados, con sombreros que terminan en un tipo de cresta, hacen todo tipo de demostración de fuerza, algunas veces rayando en lo infantil: alzan los puños o demuestran el larguísimo tiempo que pueden gritar "a" ante el micrófono sin que se les acabe el aire.
La marcha es demasiado agresiva en algunas ocasiones. Los efectivos de seguridad suben las piernas exageradamente y golpean fuertemente contra el piso sus zapatos con metales en las suelas. El sonido es atronador y la fuerza que utilizan es tanta, que es sabido que los guardias se quejan de dolores de espalda y rodillas. Por ello India ha pedido recientemente que se bajen un poco las ínfulas de la ceremonia. Pero Pakistán no ha aceptado alegando de que de eso se trata la tradición.
Todas las pasiones entre India y Pakistán se reflejan en el cierre de las puertas de Wagah. Es un termómetro de las relaciones entre los dos países. Tras los atentados de Bombay en Noviembre de 2008, algunos indios se acercaban a las rejas a gritar su furia por los ataques islamistas provenientes de Pakistán.
A la vez, más de forma complementaria que irónica, el escenario de historias de amor muy profundas y de familias divididas. Como la de Anita Devi, que algunas tardes se acerca, todavía con lágrimas en los ojos, a ver si logra ver a los suyos, que se vieron forzados a emigrar del otro lado hace ya más de 60 años. "Somos la misma gente, somos hermanos, pero vivimos bajo dos gobiernos enemigos", comenta Zulfiqar Ahmad, del lado del país islámico.
Entre las emociones, también están las belicosas, como las de un niño de 12 años que dice: "vine a gritar lo más fuerte posible porque estoy orgulloso de ser pakistaní: India no es un país amigable".
Y al final también hay algo de fiesta. Tras la ceremonia la gente se acerca a los guardias y les piden sacarse fotos antes de marcharse al ritmo de la música con letras sobre lo grandioso que es India o Pakistán, según sea el lado de la frontera en que se encuentren.
Wagah es el único paso por tierra para personas entre India y Pakistán y comunica las dos ciudades importantes de Punjab de cada lado: Amritsar en India y Lahore en Pakistán. Sin embargo pocos cruzan. "Hoy 22 personas en todo el día. A veces ha sido sólo una persona", explica un oficial de inmigración del lado indio. Fue apenas en 2006 que se abrió la circulación de la mercancía por el paso de Wagah.
Aunque la incomunicación entre los vecinos es evidente: en el lado indio hay un Duty free que vende desde Whisky hasta Tequila. Pero las botellas son requisadas al pisar el lado pakistaní porque entrar con alcohol es ilegal. Los que sí hacen negocio son los porteros de ambos países que pueden cobrar a los viajeros de los dos lados porque los pakistaníes no pueden atravesar al lado indio y viceversa.
elpais.com

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