jueves, 12 de mayo de 2011

Mi hijo va a actividades extraescolares

Un grupo de niños juega al béisbol. | El Mundo


Inglés, tenis, guitarra, baloncesto, fútbol, hípica... La lista puede ser interminable. Qué niño o niña no está apuntado a una actividad extraescolar tras su jornada de colegio. Pocos. Libros y artículos han ayudado a perpetuar la creencia de que los menores están sobrecargados de actividades extracurriculares y que este hecho puede elevar sus niveles de estrés, aumentar el riesgo de depresión o alterar su relación con la familia y los amigos.
Existen, sin embargo, pocos datos científicos sobre los riesgos reales y los beneficios concretos de que los menores participen en este tipo de clases fuera del horario escolar. Tal vez por ello, la Sociedad de Investigación del Desarrollo del Niño (SRCD, sus siglas en inglés) de EEUU acaba de celebrar un simposium en Montreal (Canadá) donde un nutrido grupo de expertos ha abordado temas como: ¿Cómo afectan estas actividades al rendimiento académico? o ¿dónde está el umbral que diferencia cuántas son pocas o muchas actividades?
"El mensaje es que los padres deben encontrar el equilibrio y prestar atención a las señales del niño. Si parece que sufre estrés es necesario reducir las actividades. La participación en contextos extraescolares es beneficiosa para él, pero siempre que los padres se fijen en si el menor da o no muestras de sobrecarga", confiesa a ELMUNDO.es Jennifer Fredrick, profesora de Desarrollo Humano en el Connecticut College (EEUU) y participante en el seminario.
De la misma opinión se muestra Andrea Mata, de la Universidad Kent State: "Cada niño es único y necesita diferentes cantidades de tiempo en actividades extracurriculares. Los padres deben darse cuenta de si su hijo está abrumado por este exceso y, en ese caso, considerar la reducción de estas clases".
Entre un 70% y un 83% de los niños y adolescentes estadounidenses participa en al menos una actividad extracurricular a la semana. Como media, los menores invierten entre cinco y nueve horas cada siete días en este tipo de clases, aunque pocos (del 5% al 7%) se 'entretienen' más de 20 horas semanales con estas actividades.
No hace falta irse tan lejos para observar lo sobrecargada que está la agenda infantil. Miguel Ángel Díaz-Sibaja, de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil del Hospital de Día de Algeciras y coautor del libro 'Escuela de Padres. Programa Educa. Educación positiva para enseñar a tus hijos', opina que los "menores españoles están sobrecargados de actividades extraescolares".
Y añada que "es un reflejo más de la sociedad en la que vivimos. Indudablemente, esto tiene una relación directa con la sobrecarga laboral de los padres. Son muchas las ocasiones en las que las actividades extraescolares se utilizan para que el pequeño esté ocupado o, quizá me atrevería a decir 'cuidado', mientras los padres están trabajando. Esto no es ni bueno ni malo, aunque, como casi todo en esta vida, tiene sus ventajas y sus inconvenientes".

Si se disfrutan

Un ejemplo de ello lo proporciona Rosalía, madre de dos hijos. "Los míos sólo tienen un día de actividades extra, los viernes y porque lo pidieron ellos: el niño a fútbol y la niña a pintura. Están encantados porque son dos actividades que les libera de coco y de cuerpo. Es más, me han pedido que el próximo año también les meta los miércoles. Pero conozco casos de compañeros con varias actividades en la misma tarde: violín, piano, tenis... Incluso les sacan del horario de colegio para entrenar porque quieren que sus hijos sean tenistas. Estoy a favor de la actividad extraescolar, pero sin presiones y la que ellos elijan. En mi caso, a los dos les aleja de la rutina de los deberes, se lo pasan bomba y encima vendemos los cuadros de la nena a familiares", bromea esta madre.
Teresa Albuger Gil, coordinadora pedagógica de la Escuela Infantil Altamira de la Ciudad Financiera Grupo Santander y madre de un hijo, defiende también que sean los pequeños los que elijan. "Lo más importante es que al niño le guste y la disfrute. No se trata de que se escojan para que los padres proyecten en ellos sus propios deseos o frustraciones. O porque ocupen un tiempo en el que los progenitores no pueden atenderlos. Tampoco hay que creer que nuestros hijos van a ser más felices porque les hagamos 'súper competentes'. A los pequeños hay que darles desde el principio la oportunidad de que decidan qué quieren hacer y que sean consecuentes con esas decisiones".

La elección adecuada

Todos los expertos consultados por ELMUNDO.es coinciden en que, por lo general, "la participación en las actividades extracurriculares se ha asociado con un mayor rendimiento académico, menos problemas de conducta y mayores tasas de éxito en la edad adulta. Sin embargo, se ha constatado que estos beneficios se logran en función también del tipo de actividades", destaca Edin Radal, de la Universidad Loyola en Chicago.
El tiempo dedicado a ellas también puede hacer inclinar la balanza en su contra. "Algunas investigaciones han constatado que los niños con exceso de estas clases tienen más riesgo de depresión y soledad en comparación con los que realizan una actividad extra moderada", agrega este experto.
Por todo ello, antes "de la devoción, está la obligación. Las extraescolares deberían ir después de la obligación escolar. Es de sentido común, pero por desgracia también lo menos frecuente. El niño va al cole, luego a una o dos actividades y cuando está lo suficientemente cansado le pedimos que haga los deberes. ¿Nos estaremos equivocando? Que cada uno responda en función de lo que quiere para sus hijos", apostilla Díaz-Sibaja.
Un consejo: "Los padres deben considerar los intereses de sus hijos y sus capacidades individuales a la hora de elegir una actividad extraescolar. Algunos niños están interesados en la música y, otros, en los deportes. Pueden inscribir a sus hijos en estas clases a modo de prueba. Si disfrutan mucho de la actividad, que la continúen y si no, lo mejor es buscar otra que le motive", declara Andrea Mata. Y, sobre todo, buscar la clase que le "estimule, divierta, promueva el aprendizaje, la autoestima, la coordinación motriz, el lenguaje, la memoria, las relaciones sociales...", aconseja el experto de Algeciras.
elmundo.es

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