lunes, 10 de mayo de 2010

Por primera vez acuerdan cómo tratar a los adictos al paco

Para brindar una orientación en la atención de las personas adictas a las drogas, principalmente al paco -cuyas urgencias se triplicaron en el último año en los hospitales de la Ciudad-, una comisión de expertos presenta hoy una guía que establece pautas para evaluar y orientar una modalidad de tratamiento. En principio, su aplicación es para la Capital, con el objetivo de que se extienda luego a todo el país. Si bien la mayoría de los profesionales ya las conocen, esta publicación por primera vez unifica criterios para poder determinar la derivación, la atención y el tratamiento adecuado en cada caso y, así, evitar las repetidas idas de un lado a otro de las personas que requieren asistencia.
La publicación, que se titula "Guía de Orientación a la Magistratura para la Adecuada Atención de Personas Consumidoras de Sustancias Psicoactivas", comienza a distribuirse hoy en la Legislatura de la Ciudad, en el marco de una jornada que seguirá mañana y que organiza la diputada María Elena Naddeo, titular de la Comisión Especial de Salud Mental. Primero llegará a los miembros del Poder Judicial, luego a hospitales, centros de salud y comunidades terapéuticas. Y también a la brigada especial contra el paco, creada en el ámbito de la Policía Federal.
La guía fue elaborada por la Comisión Interdisciplinaria de Expertos en Adicciones -creada en agosto tras la sentencia de la Corte Suprema de Justicia que despenalizó la tenencia de droga para consumo- por impulso del juez de la Corte Eugenio Zaffaroni y del juez federal Sergio Torres. Entre los especialistas que la redactaron figuran Carlos Damin, jefe de Toxicología del Hospital Fernández; el médico especializado en salud pública Alejandro Todaro Kicyla; y el psicólogo forense y psicopatólogo Juan Carlos Domínguez Lostaló.
En el prólogo, Zaffaroni se refiere básicamente al flagelo del paco. Señala que "si coordinamos esfuerzos y comprendemos que se trata de salvar vidas de jóvenes y niños o recuperarlos de lesiones que de otro modo pueden resultar irreversibles, lograremos controlar este terrible fenómeno".
¿Qué plantea la guía? En principio, que en todos los casos de pacientes intoxicados, una vez compensado el cuadro clínico, se los derive a los centros de asistencia para adicciones, teniendo en cuenta que en el caso de las personas que tengan cobertura por obra social o prepaga "la ley 24.455 establece que esos prestadores tienen que cubrir los tratamientos". Remarca que el diagnóstico debe ser "un acto clínico centrado en la salud de la persona y no un trámite administrativo"; que se debe priorizar la estrategia de tratamiento que menos comprometa los lazos sociales del paciente y que el hospital que lo traslade "debe asegurar que la institución de destino dispone de espacio para recibirlo".
El foco está puesto en evitar "deambulaciones innecesarias". Por eso, plantea derivar a instituciones ambulatorias (con frecuencia diaria o semanal) a quienes todavía conservan sus relaciones vinculares, educativas, laborales y/o sociales, o que hayan recibido tratamiento intensivo, mejoraron y en adelante puedan continuar con este tipo de seguimiento. En cuanto a los centros de día (de jornada completa o media jornada), dice que son convenientes para pacientes que reconocen conflictos en sus relaciones vinculados con el consumo, que tengan conductas impulsivas y/o compulsivas, patologías psiquiátricas o antecedentes de fracasos terapéuticos.
La internación queda para los pacientes en situación de crisis. En este punto, los expertos distinguen dos modalidades: la prolongada, para quienes tienen un consumo compulsivo, un deterioro evidente de su salud física o están en situación de abuso sexual o de calle; y la internación por períodos determinados (fines de semana, noches) para evitar situaciones de recaída o riesgo de consumo.
Más allá del tipo de tratamiento, en todos los casos la comisión recomienda que los pacientes continúen o retomen la escuela y reciban información sobre sexualidad y prevención de las enfermedades de transmisión sexual. En el final, la guía ofrece un listado de autoridades y datos de interés de centros de salud de la Ciudad. También un anexo de normas, entre ellas la ley de la Ciudad 2.318 para abordar esta problemática que hace tres años espera su reglamentación, y citas de fallos relacionados con el consumo de drogas.

Herramienta útil
Por: Adriana Santagati
En su fallo de agosto, la Corte reclamó una política de Estado sobre las drogas. Y enfatizó que el adicto no es un criminal, la misma línea que sostiene esta nueva guía elaborada por un conjunto de prestigiosos especialistas. Una reciente nota publicada en este diario reveló el aumento de las intoxicaciones por paco en las guardias porteñas: un indicador más del avance de esta droga letal en todos los sectores y otro alerta sobre la necesidad de acciones urgentes. Este instructivo, entonces, busca ser una herramienta útil mientras se espera que el Congreso fije pautas para la atención integral de los adictos en la aún pendiente reforma a la ley de estupefacientes.

Logran identificar qué sustancias componen el paco
Contrariamente a lo que se cree, el paco no es la basura que queda del proceso de la cocaína -el producto más refinado obtenido de la "cristalización" de la pasta base- sino el resultado de un paso previo. No es un residuo sino un producto en sí mismo, y más redituable que la cocaína.
¿Qué sustancias contiene el paco? En la jornada que arranca hoy en la Legislatura porteña se dará a conocer "la fórmula del paco". Los organizadores del encuentro de expertos aseguran que hasta el momento no había un análisis químico completo del paco que tuviera apoyatura científica y académica. "Además del alcaloide de cocaína y el clorhidrato de cocaína -explican-, los demás componentes no están identificados de forma acabada. Conocerlos permitirá encarar un protocolo de tratamiento específico para sus consumidores, por un lado, y facilitará el trabajo de desarticulación de los productores de la droga".
Así, el primer estudio químico científico del paco fue realizado por las facultades de Farmacia y Bioquímica y Medicina de la UBA. Adelantaron a Clarín que está compuesto por alcaloide de cocaína estirado con cafeína, bicarbonato de sodio, anfetaminas y hasta veneno para ratas (malatión).
El paco produce una euforia transitoria, angustia y psicosis grave. Empezó a ser consumido después de la crisis de 2001. Desde entonces, su consumo no para de crecer. Cada dosis de paco pesa entre 0,01 y 0,03 gramos, y cuesta entre 5 y 10 pesos. Su fraccionamiento es engañoso para el consumidor: es barato por unidad, pero la adicción lo hace comprar más y más dosis. Llegan a consumidor hasta 70 por día. La realidad es que un gramo de paco puede costar entre 500 y 1.000 pesos, mientras que un gramo de clorhidrato de cocaína está alrededor de 50 pesos. Su comercio mueve más de 1.300 millones de pesos cada año, por lo que supera las ganancias de varias industrias legales, como la discográfica o la del cine. Y no hay un único cartel que lo domine.

"Dormía dos o tres horas por día y casi no comía"
A los 17, la primera vez que pidió que le dejaran probar la pasta base, Pablo no sintió nada. Al poco tiempo estaba levantando las persianas de los negocios para vaciar las cajas y fumar "paco" cien veces por día. "Podía estar semanas o un mes de gira: dormía dos o tres horas por día y casi no comía. Es que hay un punto en que la única forma de bajar es con alcohol o con pastillas, como aceto o antidepresivos. En la cabeza eso se siente como un choque de trenes", recuerda.
Antes de pasar un año y medio internado en la Granja Alcer, en Marcos Paz, (21), Pablo se llevaba pésimo con sus demonios: "Me temblaban las piernas, sentía que el corazón me iba a explotar, me imaginaba que bajaban helicópteros, que me perseguía la policía. Llegué a vaciarle la casa a un amigo que se fue de vacaciones, a prenderle fuego la casa y el auto a un transa", cuenta. Martín (20), su amigo de la primaria, sigue: "Algunos alucinan que alguien se va a meter por la cerradura de la puerta y se quedan esperándolos con un cuchillo. Otros empeñan el celular, la puerta o esta mesa".
Antes de pasar dos años internado en El Almendro, en Liniers, Martín probó más de lo que da la imaginación: "Popper, éxtasis, LSD, ketamina, anfetamina. Fumé orégano con nuez moscada, aspiré la bencina del encendedor, fumé telaraña, los filamentos de la banana, éter (lo que se usa para cortar la cocaína), jalé pegamento de la lata. Eso te vuela la tapa del cerebro: cuando tomás alcohol con pastillas o pegamento podés salir a matar y a los cinco minutos no te acordás".
Hace cuatro años que están limpios. Lo dice Martín: "Lo difícil de dejar la falopa es ver la realidad. Es como ponerte en la vía del tren para que te dé en la frente. Ver todo lo que perdiste, cómo te mira la gente. Ahora, al que fui no le tengo miedo, le tengo respeto. Está ahí: sé que si flaqueo me vuelvo a convertir en eso".

clarin.com

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