domingo, 4 de diciembre de 2011

Coherencia


Podría ser entendida como lo más parecido a la armonía interior, a la conexión entre la mente, el cuerpo y las emociones. Lejos de cualquier intención de juicio o valoración, esta palabra nos invita a pensar cuán fieles o ambiguos podemos llegar a ser en relación a nuestras creencias y sentimientos.
La rusa Sofía Prokkofieva escribió: "Todo ser humano tiene en su interior, en su alma, un sonido bajito, su nota, y es la singularidad de su ser, su esencia. Si el sonido de sus actos no coincide con esa nota, esa persona no puede ser feliz." Ser coherentes con esa nota es la suma de las tantas coherencias que deberíamos permitirnos experimentar a diario; sabiendo que no suele reinar la coherencia y que de nada sirve vivir pendiente de un ideal.
Nuestra coherencia guarda también fundamental relación con las necesidades o posibilidades coherentes de los otros.
Señala el diccionario académico: "Un sistema lingüístico o un texto son coherentes cuando sus componentes aparecen en conjuntos solidarios." La coherencia nos otorga identidad y pertenencia; promete, además, credibilidad y permanencia. Por tanta ansiedad, mandatos, ambiciones, dobles discursos y falsas exigencias es que, muchas veces, desafinamos; lo que aún hace mucho más difícil poder escuchar o entender a los otros.
Pensar, sentir, decir, hacer. Ser cada día un poco más coherentes, más fieles con nosotros mismos, más en sintonía con esa música bajita y esencial, que nos ofrece la posibilidad de estar un poco más cerca de la felicidad.
Eduardo Chaktoura es psicólogo y periodista.
lanacion.com

No hay comentarios: