miércoles, 28 de diciembre de 2011

Las argentinas prefieren tener cada vez menos hijos

Las argentinas prefieren tener cada vez menos hijos
"Estoy embarazada de mi octavo hijo." Con esas palabras, la chef Maru Botana anunció ayer, en su página web, una noticia familiar que rápidamente se convirtió en trending topic (TT o tema de conversación) número uno en la red social Twitter. Es que el anuncio actualizó el debate sobre cuál es la cantidad ideal de hijos.
Según las últimas estadísticas, Botana triplica el promedio de hijos que traen al mundo las madres argentinas. Un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) revela que en la actualidad cada argentina tiene, en promedio, 2,4 hijos, la tasa de maternidad más baja de la historia.
En 1895 cada mujer tenía, en promedio, 7 hijos. Años más tarde, en 1914, esa cifra disminuyó a 5,3, y en la década del 50 rondaba los 3,2 hijos por mujer. Más cerca en el tiempo, en la década del 90, ese número descendía a 2,8 hijos por madre. Esta disminución en los nacimientos, sumada a la extensión de la esperanza de vida, está dando lugar a una pirámide poblacional con una base cada vez más estrecha y más ancha en la cúspide.
Pero si se toma en cuenta a la ciudad de Buenos Aires, la tasa de natalidad es todavía inferior: 1,9 hijos por mujer. Es que en el país la fecundidad todavía está asociada con el nivel socioeconómico. Los datos del estudio de población revelan que el 39% de las mujeres de hogares no pobres no tiene hijos, y entre quienes son madres, el 84% tiene entre uno y tres hijos, y sólo el 16% tiene más de cuatro.
Precisamente, en este 16% entra Maru y otras mujeres que decidieron apostar por la familia numerosa, como Luz de las Carreras, que es madre de ocho hijos -siete mujeres y un varón- entre 18 y tres años. O como Belén de la Torre, que tiene diez hijos y espera el onceavo para marzo.
Ellas, al igual que Botana, compatibilizan trabajo y familia. Luz es psicopedagoga y trabaja tres veces por semana en una escuela. Es la mayor de una familia numerosa y siempre quiso replicar "el modelo" cuando formara su propio hogar.
Belén también es psicopedagoga y coordina el hogar Conin, dedicado a luchar contra la desnutrición infantil. Para ambas, la organización es clave. "Sí o sí tenés que organizarte si querés mantener un orden. Hay que bajar un mensaje claro y coherente. No parás nunca, no dormís de corrido, pero ser madre de tantos hijos tiene muchas más gratificaciones que contras", afirma, al tiempo que controla a los más pequeños mientras juegan en la pileta.
"Los chicos se divierten mucho entre ellos, eso facilita las cosas. Otra clave es rodearte de buena ayuda; por suerte, eso es algo que siempre tuve", agradece.
Belén, que está cursando el último trimestre de su embarazo, tiene siete varones y tres mujeres. "No sé qué será el que viene en camino, nos divierte enterarnos en el momento." Por la mañana, está con los más pequeños, un bebe de un año y siete meses y otros dos que van al jardín por la tarde. Pero al mediodía reúne a todos en torno a la mesa.
"Podrían quedarse a comer en el colegio, que vuelvan a casa implica un trabajo extra, pero es mucho mejor. Después, a la tarde, estoy sola con el bebe que duerme su siesta y ahí aprovecho a hacer mis cosas. A las cinco de la tarde, vuelve el malón y empieza el horario más complicado, hasta las 20, porque hay que bañarse, hacer la tarea y comer. Pero, por suerte, cada uno es bastante independiente y si necesitan ayuda, recurren a los hermanos mayores", cuenta Belén.

El lavarropas, fundamental

En cuanto al equipamiento que exige una familia extra large , ambas coinciden que el lavarropas es el electrodoméstico clave. "Tengo uno grande, de 11 kilos, que está funcionando casi todo el día", comenta Luz. Y Belén agrega, en tono de broma: "Si se rompe, es una tragedia". La heladera también es fundamental. Belén tiene dos grandes y un freezer, que llena con compras a diversos mayoristas. La carne se compra no de a kilo, sino por media res.
En la casa de los Carreras se prioriza la fruta y la verdura. Y hay carne de vez en cuando. "Usamos medio cajón de tomates y de manzanas -cada uno contiene 22 kilos- por semana. Y no se compra gaseosa: se toma agua o jugo. La Coca-Cola sólo los domingos o cuando hay visitas."
Este régimen de comida sana le valió no sólo una dieta equilibrada, sino pocas visitas al dentista. "Tengo a cinco con aparatos, pero ninguno de los ocho tiene una sola caries", cuenta orgullosa.
Tanto para Luz como para Belén, no es cierto el mito de que quien tiene muchos hijos por elección es millonario. "En casa no falta nada, pero no somos ricos. No gastamos en lo que otros con menos hijos gastan. La ropa la heredan unos de otros, no se necesitan tantos artilugios electrónicos porque se entretienen entre ellos. El mejor regalo para un niño es un hermano", dice Luz.
Y Belén asegura que, aunque su casa es espaciosa, todo se comparte, desde las habitaciones hasta la única computadora con conexión a Internet: "Tenemos sólo una computadora. Vivimos al día, sin ahorros. Todo lo que entra se gasta. Optimizo el recurso económico yendo a mayoristas, buscando precio. No sé si gasto mucho más que una familia con menos chicos. Se aprende a cuidar más las cosas, a valorar más lo que se tiene".
Ante la pregunta obligada de si el más chico de los hijos será el último, las dos responden. "Nunca se sabe si va a ser el último, pero si llega uno más, es bienvenido."
lanacion.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué desgracia!
El mundo superpoblado y estas mujeres pariendo como conejas!

Anónimo dijo...

Encima se enorgullecen de tener una docena de hijos, a los que someten a todo tipo de privaciones y miserias.