sábado, 3 de diciembre de 2011

Después de la violencia... ¿Qué?


¿Cómo se hace para “volver a ser”? ¿Cómo se llega a mirar para adelante y a sentir que sí, que se puede, que hay un futuro más allá de la violencia? ¿Cómo se sacuden y se sacan de encima esos días, meses, años de maltratos y descalificaciones? Información, coraje y contención son sólo algunas de las claves que permiten a las mujeres sobrevivir al infierno y salir adelante.
Vencer el miedo
La decisión que implica alejarse del hombre violento puede ser el resultado de un trabajo reflexivo que le haya permitido a la mujer fortalecerse emocionalmente, o bien, una reacción ante amenazas o heridas propinadas a ella o a sus hijos. Mientras la primera situación permite a la mujer tomar algunos recaudos (como preparar los documentos de ella y de sus hijos, tener dinero o haber previsto cómo tenerlo, solucionar adónde ir, cómo y cuándo hacerlo, etc.), la segunda es reactiva, inmediata, con el ánimo de asegurar su supervivencia y/o la de su familia, y es usual que no persistan en la idea de salir de la situación.
“El miedo está entre las principales dificultades que enfrenta una mujer maltratada. Ella tiene en su cuerpo y sus emociones el registro de que cualquier cosa que haga puede ser usada como argumento para que su pareja se violente. Las amenazas o la posible venganza del agresor generan un clima de terror que la paraliza. No hay que olvidar que el mayor porcentaje de femicidios ocurren cuando la mujer decide separarse”, dice la licenciada Elisa Mottini, especialista en Violencia Familiar de la Asociación Civil de Especialistas en Violencia Familiar (ACEViFa).
La decisión que deben tomar las mujeres víctimas de violencia es difícil. Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), insiste en que “no se debe promover livianamente la denuncia sin comprender y ser concientes de los riesgos y problemas que implica para la mujer, sus hijos u otros familiares. Hacer la denuncia implica que el victimario se entere y pueda reaccionar en consecuencia, en un encuentro que puede ser fatal”. Por eso, al momento de afrontar la decisión, resulta necesario que la mujer busque apoyo y se prepare, por ejemplo, conociendo mecanismos para pedir ayuda ante situaciones de riesgo.
Otra dificultad, indica Bianco, es el hecho de que la mujer pueda mudarse a un lugar que el victimario no conozca y no pueda ubicarla: “el alejamiento del domicilio es difícil. Suelen quebrarlo fácilmente y la mujer corre riesgos”. La licenciada Carla Del Duca, de la Asociación Civil Dignos de Ser, refuerza esta idea: “Ocurre sobre todo cuando la pareja tiene hijos en común, ya que uno de los mandatos culturales más fuertes que sostienen es la de ser las encargadas de mantener unida la familia cueste lo que cueste. Así, muchas veces se sienten obligadas a sostener un vínculo entre padres e hijos que a los agresores sólo les interesa como forma de manipular a las mujeres”. Para evitar esto y proteger a las mujeres con o sin hijos que están atravesando una situación de violencia grave, con alto riesgo para su salud psicofísica el refugio Mariquita Sánchez, dependiente de la Dirección General de la Mujer (DGM), brinda alojamiento seguro y a puertas cerradas.
Superar los prejuicios sociales
Cuando la mujer decide separarse, comienza una nueva etapa en la que los vínculos familiares y afectivos cumplen un rol clave. Sin embargo, muchas veces sus seres más allegados no están de acuerdo con su decisión. “Ella piensa que no logró ser una buena mujer, una buena madre y esto no sólo la avergüenza, sino que también favorece su silencio durante mucho tiempo, sin saber que esto mismo le pasa a otras mujeres”, comenta Mottini.
Monique Altschul, directora ejecutiva de la Fundación Mujeres en Igualdad, asegura que muchas veces “las mujeres de clase media son presionadas por sus familias, que suelen decirles ‘pensá bien qué hacés’, ‘vas a perder tu status’ o ‘no vas a poder seguir mandando a los chicos a la misma escuela’”.
Los prejuicios y mandatos sociales que sugieren que la mujer “pertenece” a su marido y debe “obedecerlo” todavía continúan presentes. El sometimiento de la mujer al varón resulta entendido, incluso, como un deber de las esposas, que deben “aguantar” la situación y no rebelarse. “Nuestra cultura propone modelos como el de Penélope, que espera a su esposo mientras teje y desteje, y se enseña a las mujeres a soportar y perdonar todo bajo la consigna de que ‘lo que sucede en casa, queda en casa’ y que ‘los trapitos sucios se lavan puertas adentro’”, desarrolla la abogada Viqueira.
Lograr el sostenimiento económico de su familia
Uno de los principales obstáculos que debe superar la mujer víctima de violencia de género es su sostenimiento económico y el de su familia. Muchas, dependen económicamente de su pareja y/o tienen poca experiencia laboral o capacitación y, cuando toman la decisión de separarse, deben resolver con qué recursos podrán solventarse. “La mujer va quedando aislada. Aun aquellas que se desempeñaron con total independencia, cuando entran a la pareja ceden su poder personal y se dedican a lo doméstico y a la crianza, quedan atrapadas en la dependencia económica y la inserción o reinserción en el mundo laboral no les resulta sencillo”, explica Mottini.
“Esto no es menor –dice Bianco-. Muchas veces, las dificultades económicas hacen que no logren armar su vida independiente y tengan que volver a vivir o vincularse con los victimarios porque no pueden sobrevivir. Por eso, la nueva ley 26.485 (de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se desarrollan sus relaciones interpersonales) plantea el apoyo a esas mujeres con subsidios y aportes económicos para que ellas puedan establecerse”.
Altschul coincide en que, en la mayor parte de los casos, se da un empobrecimiento y una pérdida del rango socioeconómico de las mujeres y sus hijos, ya que muchas mujeres dejan de trabajar cuando comienzan a tener hijos y, luego, les resulta difícil volver a insertarse en el mercado laboral, aún con estudios universitarios.
“Si bien hemos avanzado mucho, las mujeres aún están bastante solas en este proceso. Lograr autonomía y libertad para poder encarar otra vida se les hace muy difícil por la falta de vivienda y trabajo”, explica la psicóloga Ester Mancera, integrante de la asociación civil Enlaces Territoriales para la Equidad de Género.
Por eso, resultan importantes los programas dedicados a la formación e integración sociolaboral de las mujeres. En esta línea, la Fundación AVON, en el marco de su campaña “Alza la Voz contra la violencia de género”, realizará cursos de formación profesional en manicuría y depilación en la Casa Juana Manso, un hogar de puertas abiertas que brinda albergue a mujeres que atravesaron situaciones de violencia familiar. Además, el programa contempla la gestión de derivaciones laborales exitosas, armado de curriculum vitae, derivación a asistencia jurídica y gestión de becas de estudio en la industria textil.
La reinserción sociolaboral es un paso clave para ayudar a las víctimas a superar esta situación, ya que la violencia de género implica no sólo el deterioro físico y psicológico de las mujeres, sino que además conlleva un elevado índice de ausentismo laboral, lo que puede llevar a la desvinculación.
Revincularse con su círculo
La contención de amigos y familiares resulta fundamental para afrontar cualquier situación difícil, incluso cuando estas mujeres buscan despegarse del vínculo tóxico. Pero muchas veces no es fácil, ya que el victimario las aisló de sus afectos, cercenó sus charlas con amigas y limitó el contacto con vecinos. “Por celos, por control o por evitar discusiones fueron dejando de lado a amigas, familiares, vecinos. Se creyeron el ‘no vas a poder’ y es un gran estímulo volver a recuperar los vínculos”, indica Mottini.
Así, recuperar sus redes sociales es un aspecto más en el que las mujeres deben trabajar. “La reconstrucción de los mundos se da, pero lleva tiempo y energía. Para acelerar esto, resultan imprescindibles las políticas públicas, el trabajo creativo de la sociedad civil y que las empresas asuman estos temas en su compromiso con la responsabilidad social empresaria (que a menudo se da sólo en términos declarativos)”, opina la directora ejecutiva de la Fundación Mujeres en Igualdad.
“Cuando logran recuperar estos afectos, se percibe que las mujeres sienten una compañía, alguien con quien contar y con quien sobrellevar este momento para no sentirse tan solas”, explica Del Duca.
Compartir experiencias comunes
El libro “Las mujeres tienen la palabra”, editado por el Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, recopila historias de mujeres que superaron situaciones de violencia y que participan de los grupos de contención y autoayuda de la Dirección General de la Mujer (DGM). Son historias de abusos, de silencios, de oscuridad y también de logros y deseos, en las que mujeres de todos los niveles socioeconómicos y educacionales comparten su experiencia. “Como un ABC, tuve que volver a aprender lo básico. El grupo me sostuvo desde un lugar de respeto, de protagonismo, de permiso a ser yo la que descubriera paso a paso la salida”, dice Gabriela. “A los necios ya no intentaré de convencer de mi no culpabilidad. Pues hoy sé que la víctima sólo fui”, lanza Luli.
Los “Grupos de mujeres, para mujeres” son espacios abiertos constituidos por mujeres que comparten experiencias en común, coordinado por resilientes, es decir, aquellas que atravesaron una situación de violencia y lograron superarla. En estos grupos, las mujeres se contienen entre ellas, lo que les permite visualizar nuevos caminos. Se reúnen los lunes a las 14 horas en Piedras 1281, primer piso, oficina 113, bajo la órbita de la DGM.
En el Centro Comunitario Puentes de la Ribera (California 601), perteneciente al Polo del Ministerio de Desarrollo Social, se desarrolla Espacio de Mujeres, donde las violencia pueden participar de talleres de tejido, actividades deportivas y sumarse a grupos de contención. Si es necesario, el equipo que trabaja ahí articula la derivación pertinente.
Por otro lado, en todos los Centros Integrales de la Mujer (CIM) se brinda orientación y asistencia a las mujeres de manera directa, así como mediante grupos terapéuticos coordinados por especialistas. Para consultar y/o pedir ayuda, las 24 horas se puede llamar al 0800-666-8537 de la Dirección o dirigirse personalmente las 24 horas (de lunes a las 8 horas a los sábados 8 horas) al Centro Margarita Malharro ubicado en 24 de noviembre 113, en el barrio de Once (teléfono 4931-6296). También se puede presentar espontáneamente en cualquier Centro (aquí encontrarás sus datos y horarios en los que funcionan).
Volver a ser ellas mismas
“Lo que más cuesta, como siempre, es mirarse al espejo. Pero, en estos casos, lo primero es separarse del violento. Una vez con la vida a salvo se puede trabajar la propia violencia, la manipulación y lo que quieras. Pero lo primero es estar viva”, dice Gabriela en el mencionado libro. “Tengo derecho a ser mujer en toda mi plenitud”, dice Gloria en su propio “credo”. ¿En qué momento una mujer que sufrió agravios, golpes, vejámenes por el sólo hecho de ser mujer puede sentirse verdaderamente libre?
Para el doctor Norberto R. Garrote, Director de la Especialización en Violencia Familiar de Universidad del Museo Social Argentino (UMSA), “la mujer logra salir de la situación violenta cuando puede darse cuenta que merece ser respetada, que posee la libertad para decidir por sí y en la medida que admita que la relación afectiva de pareja se consolida en tanto y cuanto cada uno logra, por medio de la palabra, plantear las diferencias, aceptarlas, comprometiéndose a buscar consensos que contemplen las necesidades de ambos”.
“¿Y dónde estuve yo todo este tiempo? Esa es la pregunta que hoy me hago”, dice una sobreviviente. Una de las tantas que perdieron su entidad bajo el influjo de las palabras maltratadoras, de las miradas amenazantes y también de los golpes físicos. Una mujer que hoy puede salir a la calle sin miedo y asumir que tiene derecho a vivir sin violencia. Una mujer valiente que recuperó el poder sobre su propia vida.
entremujeres.com

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