sábado, 4 de diciembre de 2010

Un árbol para concretar sueños

Laura Reina
LA NACION
El árbol blanco, imponente, se alza en el lobby del hotel Alvear. Es un árbol de Navidad pero, en realidad, se trata del "árbol de los deseos" que, a partir de pasado mañana y hasta el 6 del mes próximo, comenzará a poblarse de estrellas que representan, cada una, un sueño cumplido.
Por tercer año consecutivo, la Fundación Make-a-Wish, que cumple los deseos de niños que padecen enfermedades que ponen en riesgo su vida, y el hotel Alvear armaron el "árbol de los deseos" para que la gente se acerque a apadrinar uno de los 150 sueños que esperan ser cumplidos.
Pasado mañana, será el cóctel para invitados especiales y, sólo a partir del martes próximo, se podrá pasar por el hotel, todos los días, para elegir el deseo y colgar la estrella. Tener una computadora personal, viajar a Disney o ser bombero por un día forman parte del universo de deseos que buscan un padrino o madrina para poder concretarse.
"Hay deseos de diferente valor, que parten desde los 500 pesos. Pero no hay necesidad de apadrinar todo el sueño, se puede colaborar con una parte. Lo importante es que las personas, después de pensar en sus seres queridos en estas Fiestas, se acuerden de estos chicos que padecen enfermedades muy graves que modifican su calidad de vida", dijo a La Nacion la presidenta de Make-a-Wish Argentina, Mónica Parisier.
Para quienes colaboren, hay una orden de compra por 100 pesos en Galerías Pacífico, una de las 22 empresas que acompañan esta acción. "Es muy emocionante ver cómo el árbol se va poblando de estrellas", dijo Parisier. El primer año fueron 95 sueños que cubrieron el árbol de casi seis metros; en 2009 fueron 120, y ahora ya son 150. En total, Make-a-Wish Argentina cumplió 3500 deseos desde que comenzó su labor en el país, hace ocho años. Es la sede que más sueños cumple en todo el mundo desde 2006.
"Cuando me preguntan por qué Make-a-Wish Argentina hace tantas acciones para recaudar dinero, yo les contesto que es porque muchos de los sueños son en dólares, y nosotros recaudamos en pesos", comentó Parisier, que contó uno de los últimos deseos cumplidos.
"Un chico de cuatro años pidió ser bombero por un día. Nos contactamos con el cuerpo de Bomberos Voluntarios de Tres de Febrero, le conseguimos un traje real y se subió a la autobomba. Pero él sabía que era un simulacro y estaba algo desanimado. De pronto, dan el aviso de un auto que se estaba prendiendo fuego en la Panamericana. Enseguida se calzó el traje y hasta pudo sostener la manguera para ayudar a apagar el fuego. Cuando los dueños del auto lo vieron, se pusieron contentos. Al ver su carita, dijeron, hizo que el incendio del auto valiera la pena."
lanacion.com

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