lunes, 13 de diciembre de 2010

Una beba sobrevivió tres días junto a su mamá fallecida

Liliana Castro, a pesar de sus jóvenes 18 años, sintió que no podía más y tomó la peor decisión. Buscó entre sus cosas, colgó un cable de uno de los tirantes de la única parte de su casa que tenía techo, se subió a una silla, se enredó el cuello y saltó a la muerte . Abajo, a un par de metros, dos ojitos se movían entre el denso silencio. Eran los de Guadalupe, la beba de 7 meses de la joven que acababa de suicidarse.
Desde ese momento, la beba comenzó a protagonizar una historia de dolor y milagro . Pasaron tres días antes de que fuera encontrada por su padre, quien había dejado el hogar tiempo atrás. Estaba deshidratada y casi no reaccionaba.
Parecía muerta.
Sin embargo, luego de dos días en el hospital Avelino Castelan, volvió a su misión de descifrar el mundo .
Lo ocurrido con Guadalupe conmueve por estos días al Chaco. Liliana era una madre primeriza, que a pesar de su adolescencia tenía un gran sentido de responsabilidad con su hija. La cuidaba, la quería, y sobre todo no dejaba nunca de darle el pecho . Esa leche materna pudo haber sido la clave de la supervivencia de la niña, creen los médicos.
La joven venía pasando momentos duros . Su madre había fallecido seis meses atrás, y había finalizado la relación con el padre de Guadalupe, un muchacho de 20 años. Según la familia de Liliana, él la había abandonado, y aportaba poco y nada para la subsistencia de la beba .
Ella, con todo, intentaba salir adelante, se ilusionaba a veces con un cambio de suerte. Un buen trabajo era su sueño preferido, pero no era fácil. La edad, los escasos estudios y luego el embarazo le jugaron en contra. Cuando llegó su hija, la alegría se le aplastaba bajo el peso de la angustia que significaba no poder darle lo mínimo indispensable.
Las dos vivían en una pequeña vivienda de Barranqueras, una localidad vecina a Resistencia, volcada sobre el río Paraná. La casa estaba a medio hacer; ni siquiera tenía completo el techo. Conseguir la comida de cada día era un desafío que comenzaba temprano, y que muchas veces terminaba mal.
El futuro se iba volviendo un túnel cada vez más estrecho .
“Ella sentía mucho las carencias que tenía”, dice Mariana, hermana de Liliana.
“Estaba muy sola, él no la ayudaba nada” , agrega, refiriéndose al padre de Guadalupe. Ella es quien tiene por ahora la guarda de la nena. Trabaja en una fábrica de helados, y en su casa hay otros chicos. Uno de ellos, de un año, es hijo de su madre (y la de Liliana), fallecida recientemente.
“Yo quiero la tenencia”, dice abrazando a Guadalupe, y a veces quebrada por la emoción. “Espero que la Justicia no le dé la nena a él. Si no fue responsable antes, ¿por qué va a ser responsable ahora?”, plantea. Cuando se le pregunta si necesita ayuda, responde que sí. Sobre todo, leche.
La beba tiene un aspecto saludable y es apenas inquieta. Los médicos se asombraron de que tras tres días sin ingerir alimento alguno ni líquido haya sobrevivido y que además su recuperación haya sido tan rápida, si bien todavía está bajo observación.
Para la Justicia no hay nada que indique que la muerte de la joven madre haya sido otra cosa que un suicidio. Entre los familiares de Liliana tampoco circula la sospecha de que haya sucedido algo distinto. Ya la veían agotada y deprimida en las últimas semanas, aunque no imaginaban el desenlace.
clarin.com

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