Algunos las llaman impresoras de plásticos; otros, robots, y para los más románticos son las máquinas que hacen los sueños realidad. Todo eso parece ser Makerbot 3D, la impresora futurista que, en vez de crear con tinta, utiliza filamentos de plástico y -capa a capa- crea objetos en tres dimensiones.
Si bien es cierto que existen máquinas industriales que imprimen en 3D desde hace más de 30 años, son grandes equipos que cuestan cientos de miles de dólares y trabajan a gran escala. La novedad de los nuevos robots impresores es que cualquier usuario puede crear, en equipos pequeños, económicos y desde su casa, sus propios bocetos o ideas de los objetos que más les gusten. Sobre los alcances que puede tener esta nueva tecnología en el futuro, sobre su funcionamiento y su uso actual LNR conversó con Bre Pettis, cofundador de MakerBot Industries, una de las empresas pioneras que empujan esta nueva modalidad desde su casa matriz en Estados Unidos.
La historia comenzó -como tantas otras genialidades techies- con una charla de tres amigos apasionados por la tecnología en un living de Brooklyn. Bre Pettis y dos compañeros querían crear objetos en vez de comprarlos. Entonces se pusieron a trabajar en un robot que les permitiera imprimir sus diseños en tres dimensiones. ¿Cómo funciona? Mediante el calentamiento de un filamento de plástico que se derrite y pasa a través de un pequeño agujero dibujando, capa a capa, el objeto que se diseñó previamente con un software en una computadora. Puede ser una taza, un adorno o la pieza para reponer un artefacto o cualquier otro invento. El plástico -similar al que componen los juguetes Lego- se solidifica en el momento y entrega el objeto terminado.
Dentro del segmento de las impresoras en 3D, la Makerbot es una de las más económicas, pero no deja de ser un hobby caro por esta parte del planeta, ya que el kit que incluye la impresora y un insumo para usarla cuesta unos 1300 dólares, y dependiendo del modelo, hasta 1800 dólares (más los gastos de envío). Sin embargo, la empresa ha recibido pedidos desde la Argentina, Brasil, Chile y otros países de América latina. "La mayoría de nuestros clientes son artistas, ingenieros, diseñadores y arquitectos, pero nuestro cliente más querido es una persona común que lo hace simplemente porque piensa que es genial y tiene algunas ideas maravillosas que quiere ver como verdaderos objetos físicos", dice el padre de la criatura. El plástico, que es el insumo (como la tinta en una impresora común), cuesta 43 dólares el kilo y cada objeto que se hace tiene un costo aproximado de 25 dólares, ya que se pueden crear objetos del tamaño de una rebanada de pan o un pomelo, según ejemplifica Pettis.
Sobre si se podrán lograr objetos más grandes como mesas o sillas, Pettis asegura que ya se pueden crear si se va imprimiendo por piezas, aunque aún resulta trabajoso. "Sin duda pronto podremos imprimir objetos mucho más grandes. El funcionamiento es muy intuitivo y no se precisan conocimientos técnicos para usarla. Hacer un diseño es sólo cuestión de seguir las instrucciones, programar una impresión, ir a hacer la cena o salir con amigos y luego volver a retirar la obra terminada", simplifica el inventor.
Sello propio
Maestro de escuela de Seattle y titiritero devenido en científico loco y showman tecnológico, Bre Pettis responde con la frescura del amateur, pero con la certeza de estar escribiendo algunas líneas en la historia de la tecnología. Además de ser el cofundador de Makerbot, es un apasionado de todo tipo de inventos. Fundó el colectivo hacker NYCResistor, en Brooklyn, y realiza un Podcast semanal en la Web sobre invenciones llamado Proyectos de Fin de Semana, que cuenta con cientos de visitas. "No vamos a parar hasta que cada persona creativa que así lo quiera pueda tener una máquina de hacer cosas sobre su escritorio", dice. Esa es la ilusión de Pettis que ya cuenta con un equipo de 85 personas en Brooklyn en sus oficinas que llaman BotCave, algo así como la Cueva de robots.
Los fanáticos de Pettis y de sus creaciones vuelcan su conocimiento y comparten sus diseños en Thingiverse.com, sitio del que el propio Pettis se declara fanático. "Sólo tienes que descargar e imprimir. Me encanta ir a Thingiverse y ver lo que la comunidad está haciendo. Todos los días hay algo nuevo y excitante. Hay una mezcla impresionante de objetos prácticos, juguetes, rompecabezas, arquitectura, modelos y otras cosas maravillosas." Sobre el futuro de las creaciones que se logren con su robot, Pettis espera ver más objetos útiles para el día a día: "Tengo muchas ganas de ver cosas más mecánicas. Veo el futuro de la impresión 3D en el escritorio ayudando en el trabajo o en el mostrador de la cocina junto a la tostadora cumpliendo alguna función doméstica."
HUESOS, AVIONES Y MAS...
El futuro de la impresión de objetos es ambicioso y promisorio. Son muchas las compañías y los organismos -entre ellos, la NASA- que aplican técnicas de impresión 3D y que trabajan en las replicadoras del futuro.
Por ejemplo, en el ámbito cultural, el Instituto Smithsonian de Estados Unidos está trabajando en la digitalización de todas sus obras de arte para ponerlas a disposición del público. A su vez, han realizado la primera réplica de una estatua de Thomas Jefferson con impresión 3D para una exposición en otro país. Esta es la mayor réplica en ese formato que se ha realizado hasta la fecha, en una calidad tal que permite ser expuesta en un museo de historia. Gracias a un escáner láser valorado en 100.000 dólares, cámaras de fotos digitales y software de digitalización, este es el puntapié inicial para que otras instituciones se sumen a esta práctica e, incluso, para que se publiquen los modelos 3D para que otros museos, escuelas o cualquier persona interesada pueda imprimirse su propia réplica de alguna de las piezas del museo.
Las impresoras 3D ya se utilizan para crear piezas de titanio de aviones, lo que permite pensar que en el futuro podrá haber aviones construidos íntegramente a partir de un diseño, hecho en computadora, que sólo necesitará ser imprimido.
Otro avance del ámbito de la ciencia se relaciona con la creación de huesos humanos, o por lo menos réplicas exactas de piezas humanas que necesiten ser sustituidas y que podrán ser concebidas con las singularidades de cada persona.
El próximo paso será ver de qué son capaces estos robots creadores de objetos cuando se los dote de algún tipo de inteligencia artificial, que les permita aprender y mejorar cada diseño impreso que realicen.
lanacion.com
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