domingo, 4 de diciembre de 2011

Son hermanas trans y pelean para cambiar sus nombres en el DNI

SIEMPRE JUNTAS. CARLA Y MAR POSAN PARA CLARIN FRENTE A SU COMERCIO DE BARRACAS. EL MIERCOLES CERRARON PARA ASISTIR AL CONGRESO.
La sala de espera del hospital público estaba llena. Gente sentada, gente apoyada contra la pared, chicos molestos de aburrimiento. Carla se acercó al hombre de la mesa de entrada, abrió su cartera y le dijo bajito: “Este es mi documento, pero míreme. Cuando me toque el turno ¿podrá llamarme Carla?”. “No”, le contestó. Tomó aire. “Bueno, ¿entonces le puedo pedir que me llame por el apellido?”. “No”, le volvió a contestar. Y acá es donde la historia no pega un vuelco inesperado. Carla que se va a sentar, el turno que llega, el hombre que grita: “ Carlos Morales, consultorio tal ”. Carla y Mar son hermanas y son transgénero, el término que se usa para esquivar la connotación peyorativa de la palabra travesti. Y ahora, cuando cuenten qué significa que su documento no coincida con su imagen, se entenderá por qué el miércoles, cuando la ley de identidad de género obtuvo media sanción, se abrazaron.
El carbón larga chispitas y el chimichurri reposa en un tupper. Mar se apoya el pelo negro sobre un hombro y cuenta que nacieron en Salta, que se criaron entre otros tres hermanos varones, que a los 15 se animó a salir vestida de mujer y que a la dificultad obvia, se sumó otra: iba a colegio de varones. Ahora empuja con un trapo amarillo las migas duras de la mesa y dice que de aquellas historias tiene varias.
“Una vez fui a donar sangre para mi mamá, porque la iban a operar. Pero cuando vieron mi condición, no me dejaron”. Normas del hospital, le dijeron. “He ido a comprar con tarjeta y tuve que convencerlos para que la aceptaran”. Tiene que venir el titular, le exigieron. “Cuando llegué acá fui a una entrevista para trabajar en un local de ropa. Me tomaron, estaba todo perfecto. Pero cuando llevé los papeles para que me pusieran en blanco, se frenó todo”. Cualquier cosa te llamamos, le mintieron.
Mar sonríe grande y desdramatiza. Pero se acuerda que mientras estudiaba enfermería en la universidad un jefe de cátedra le dijo: “Si no venís a las prácticas vestido como hombre no vas a poder aprobar la materia”. Mar habló con los directivos, les explicó lo de su apariencia y su DNI y le permitieron seguir cursando. Hacía años, Carla Morales, su hermana de 31, se le había animado a Buenos Aires.
Carla lleva la cuenta a una mesa, vuelve y comienza: “Cuando llegué, no me tomaban en ningún trabajo. Así que empecé a trabajar en una confitería como varón. Me recogía el cabello y me ponía un jean pero, cuando salía, volvía a ser yo. Me daba cuenta de que la gente no sabía bien qué era, pero prefería que me miraran y no entendieran a que me gritaran puto”. A esa altura, a ninguna de las dos les interesaba hacerse la cirugía de readecuación sexual.
Mientras Carla trabajaba en la confitería, empezó a estudiar pastelería. “Me recibí y pensé que con eso se acababa el problema, pero cuando decidí ser Carla las 24 horas se complicó. Busqué trabajo como bachera, como peón, hasta en call centers. Hasta que me tomaron para atender una panadería. Hice los meses de prueba sin problemas, pero cuando me pidieron los papeles, me dijeron: ‘Vení mañana a buscar el sueldo”.
Carla pasó dos años y medio buscando trabajo. Ahí es cuando muchas chicas trans terminan entendiendo a la prostitución como destino. Pero Carla se puso a hacer masitas y a venderlas por la calle, se anotó para estudiar Diseño de indumentaria textil en la UBA, empezó a pintar remeras y otra vez a venderlas por ahí.
El vacío ya está jugoso, Carla enumera: que a veces, cuando paga con tarjeta y miran su DNI, creen que es robada. Que otras, cuando toma un micro, los choferes tienen que consultarlo con los supervisores. Pero algo empezó a cambiar. “Fuimos aprendiendo a negociar. En la UBA me autorizaron a firmar con mi nombre de elección y mi hermana empezó a estudiar teatro y ya protagoniza una obra. Pero conozco chicas que, como no quieren ir a un hospital para que no las humillen, se mueren jóvenes. O que se prostituyen porque no consiguen trabajo. Por eso es tan importante la ley de identidad de género”, opina. Por todo lo anterior, el 1° de septiembre, Carla abrió “Transeúntes” en Barracas, una parrilla atendida por trans .
Su hermana Mar ahora alterna con su trabajo en una cooperativa textil y atiende las mesas. Emanuel, un varón trans, pincha la carne sobre el tambor de hierro y la da vuelta. Y Laura, una chica heterosexual embarazada, saca minutas desde la cocina. Pero el miércoles, la parrilla estuvo cerrada. Estaban todos en el Congreso, cruzando los dedos. “Quería armar una pequeña isla donde pudiéramos sobrevivir – dice Carla, bajo la sombra de la Santa Rita –. Seguramente alguien habrá entrado sin saber y habrá pensado: ‘Mmm … esta gente no es la misma que atiende en Siga la Vaca. Pero otros habrán visto que además de travestis, somos cocineras, camareras o parrilleras. Como ustedes”.

Glosario

Trans. Es la denominación que engloba a travestis, transgénero y transexuales.
Transgénero. Es sinónimo de travesti, pero se lo comenzó a utilizar desde la militancia porque la palabra travesti tenía una connotación política y social asociada a una minusvalía: noche, prostitución, drogas, escándalo.
Transexual. Es la persona trans que decide hacerse la cirugía de readecuación sexual, es decir, operarse los genitales.

Qué se votó

El miércoles, durante la última sesión del año, la Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto de ley que garantiza que cada ciudadano podrá tener un DNI acorde con su “identidad de género autopercibida”.
Después de más de 4 horas de debate, 167 diputados votaron por la aprobación; 17 en contra y 7 se abstuvieron.
Si el proyecto se aprueba en el Senado, las personas trans podrán cambiar el nombre de toda su documentación (incluida la partida de nacimiento) solicitándolo en el Registro Nacional de las Personas. No necesitarán autorización judicial, ni cirugía de adecuación sexual ni estudios médicos.
Además, podrán acceder a tratamientos hormonales sin necesidad de intervención judicial. Los tratamientos estarán incluidos en el Plan Médico Obligatorio.
clarin.com

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