domingo, 30 de mayo de 2010

Hábitos individualistas, patrón cultural

Individualismo, egoísmo, falta de solidaridad. Los expertos enumeran algunas de las peores características del ser humano para explicar los comportamientos que provocan obstrucciones en las calles. “Somos naturalmente egoístas y si nos dejan, nos movemos según nuestro beneficio”, dispara la psicóloga María Cristina Isoba, de Luchemos por la Vida. Y pone como ejemplo a los padres que paran en doble fila frente a las escuelas: “Saben que están haciendo algo mal, pero la mayoría piensa que no implica riesgos. Si se dieran cuenta de que los pueden chocar, les importaría. Pero la conciencia del riesgo y de las consecuencias sociales está distorsionada”.
El antropólogo Pablo Wright afirma que conductas como estacionar en lugares prohibidos o en doble fila expresan un patrón cultural, que se repite en otros espacios. Hasta en el supermercado, cuando alguien deja su carrito en el medio del paso. “El hombre tiende a adaptar las normas a su beneficio individual –explica–. Entonces, tenemos las normas abstractas y las prácticas reales. Hay que ver cuáles son esas normas prácticas y estudiar su lógica. Son normas que parten de una conducta individualista aceptada socialmente. Y su lógica es que a la gente no le importa el otro”.
Esta falta de registro del otro, hace que quienes se quejan cuando un piquete interrumpe el tránsito, después sean capaces de dejar su auto en doble fila. “El comportamiento indebido propio para uno tiene una justificación, pero el del otro nos molesta –dice Isoba–. Nos falta la conciencia social del tránsito como un sistema en el que dependemos unos de otros. Y existe tolerancia social frente a comportamientos que afectan la fluidezde la circulación y aumentan el riesgo de accidentes”.
“Carecemos de cultura ciudadana porque no hubo prácticas ciudadanas por muchos años –opina Wright–. En el desplazamiento por la calle se observa una mezcla de falta de conciencia social y de solidaridad con una competencia por ocupar el espacio vial”.
¿Cuál es la solución?

“Esto se cambia con una política de Estado a largo plazo –dice Wright–. En diez años se puede transformar la conducta vial transmitiendo pautas de comportamiento y con leyes más adaptadas a la realidad. Hace falta una política pública con muchos consensos, una pata educativa, infraestructura, publicidad inteligente, control y sanción”.
Isoba coincide: “Hay que hacer cumplir la ley, que existe para garantizar la fluidez y seguridad en el tránsito. Si el señor que obstruyó el carril de una calle para dejar su ropa en el lavadero tiene que pagar una multa, el beneficio individual de su conducta disminuirá. Tal vez así se convenza de que, aunque sea más fácil estacionar mal, es preferible hacerlo bien. También es clave la educación: tenemos que entender que somos responsables del tránsito que padecemos”.

clarin.com

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