martes, 25 de mayo de 2010

La Justicia británica condena a 22 meses de cárcel a un jubilado por zoofilia

El Reino Unido es un país que ama los hipódromos y los certámenes equinos. Pero incluso aquí ha salido de ojo la peripecia de Joseph Squires, condenado por la Justicia a 22 meses de cárcel por sodomizar a un burro y un caballo.
Squires es un jubilado de 66 años sin domicilio estable y cometió sus fechorías en dos tandas. Primero con el asno entre el 2 y el 5 de febrero de 1999. Luego con el caballo entre el 15 y el 18 de marzo de 2004. El tribunal le ha condenado por la agresión sexual pero también por el estropicio causado en objetos que no eran de su propiedad.
Durante unos meses, Squires fue un prófugo de la justicia. Perdió contacto con su abogado y se saltó los requisitos de su libertad condicional. Sin embargo, terminó por entrar en razón y desde entonces ha residido en un calabozo de Leicester, su ciudad natal, donde fue condenado este lunes y donde cumplirá la condena sin rechistar.
El caso de Squires no es ni mucho menos único en el Reino Unido. Un país donde los excesos zoofílicos son casi un género de los tabloides. Hace unos años, a un cocinero de Hull lo pillaron en plena faena con una cabra. Y a un tal Mark Woollen, natural de North Tyneside, le calzaron una pulsera electrónica al violar los requisitos de su condicional y deslizarse hasta un establo para mantener relaciones sexuales-por segunda vez- con un purasangre.
En el Reino Unido la ley persigue las relaciones sexuales con animales. Son ilegales la penetración anal y la vaginal y no importa que el animal esté vivo o muerto. Las penas rondan los dos años de cárcel. Un alivio teniendo en cuenta que hasta 2003 a un tipo como Squires podía haberle caído la cadena perpetua.
La ley no está tan clara en otros países. En Holanda, por ejemplo, no se pudo condenar a un hombre por forzar a una oveja porque según el juez el animal no podía confirmar si había sufrido estrés emocional ni si había sido o no sexo consentido. En Wisconsin (EEUU), un jovenzuelo fue absuelto al argumentar su abogado que el ciervo al que había sodomizado estaba muerto- y por tanto ya no era un animal sino un animal muerto.

elmundo.es

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