sábado, 10 de diciembre de 2011

Un bombero travesti podrá vestir uniforme femenino


Sus compañeros la conocen como Angie, aunque en su credencial personal de los bomberos zapadores de Rosario sigue registrada como Walter Alvarez. Tiene 40 años, pero hace cinco decidió mostrarse definitivamente como mujer, exponer su condición de trans. Jura que desde que ingresó en los bomberos, en 1998, después de dejar un trabajo como cocinera en el Pami, siempre respetaron su género. Hasta le otorgaron permisos para que concurriera a marchas que desarrollaba la comunidad gay en Buenos Aires. “La agrupación es un mundo aparte. Un ejemplo de tolerancia”, reconoce. Sin embargo, su pedido “excepcional” para que le modificaran su nombre en el legajo, en la credencial y en el recibo de sueldo fue rechazado.
Esa parece ser su única cuenta pendiente dentro de los bomberos, donde colabora con tareas formales: apagar incendios o participar de rescates. Cree que la resolución dictada la semana pasada por el ministerio de Seguridad para que se respete la identidad de género en las fuerzas policiales y de seguridad –contempla, entre otros puntos, la posibilidad de que transexuales utilicen vestimenta femenina– significa un avance.
Aunque no cambiará su uniforme porque todos sus compañeros utilizan el mismo (“Sí, no podría correr con pollera”, ironiza), y seguirá usando el baño de mujeres o la habitación de los sargentos para descansar, cree que será una herramienta para abrir las fuerzas de seguridad a la incorporación de más transexuales. “Quisiera que se pudieran incluir más trans. Yo entré como gay. Como trans no me hubiesen aceptado. Ahora veo que se podría analizar”, evalúa.
Angie dice que nunca ocultó su situación en los bomberos, pero que surgieron problemas cuando asumió el cambio de género. “En el 2007 me agarré una depresión y tenía que ir de civil, en horario administrativo. Y como civil tenía toda ropa femenina. Ahí me vieron bien. Vieron que lo mío no era sólo ser gay, sino que buscaba otra cosa. Me pidieron que me corte el pelo”, recuerda. Tomó entonces la decisión de hacer público su caso y dice que no la molestaron más. “Ahora voy maquillada, con las uñas pintadas, arregladita de peluquería, todo”, bromea.
Angie, que canta en un coro y trabaja para conseguir cursos gratuitos de maquillaje, costura o peluquería para transexuales, cree que la decisión de Garré tiene además valor simbólico. “Es un impulso más para que salga la Ley de identidad de género. Falta la media sanción y esto le da más fuerza”, se entusiasma. Ella espera por esa decisión del Senado que le abrirá definitivamente la puerta a la confección de su nuevo DNI.
clarin.com

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