miércoles, 5 de mayo de 2010

No sólo comemos por hambre

Claro está que si todos comiéramos únicamente cuando sintiéramos hambre, la obesidad no existiría, pues esta necesidad fisiológica de ingerir alimento sólo aparece cuando el cuerpo percibe que es necesario más combustible. Sin embargo, no sólo comemos por hambre, sino que una multiplicidad de factores pueden desencadenar la ingesta de comida.
Podemos comer porque estamos mal animicamente, por estar aburridos, porque “ya es la hora”, porque hay comida delante nuestro y estamos en una fiesta, o bien, porque sentimos el olor de nuestra comida preferida y se desencadenó el deseo de comer, es decir, sentimos apetito.
Entonces, para mantener un peso razonable, lo que debemos hacer es intentar diferenciar el hambre real del apetito o ganas de comer. Éste último es más específico y por lo general nos dirige hacia una comida o alimento en particular. Por ello, al percibir estas diferencias debemos minimizar la ingesta por apetito y priorizar el consumo de alimentos cuando realmente tenemos hambre.
De esta manera, podremos mantener un peso razonable y un balance calórico a lo largo del tiempo que nos aleje de enfermedades como la obesidad, por ejemplo, pues comeremos cuando tenemos hambre y cuando tenemos apetito o ganas de comer algo en particular, buscaremos eso y controlaremos la cantidad para no excedernos con su ingesta.
Asimismo, si comemos por aburrimiento, ansiedad o estrés, debemos buscar maneras alternativas de solucionar estas emociones, pues comiendo, lamentablemente no se resuelven.
Saber controlar la ingesta sin hambre es un buen recurso, aunque no fácil de lograr, para que nuestra dieta responda a las necesidades del cuerpo y nos permita conservar la salud.

La importancia de escuchar al cuerpo para conservar un peso saludable
Nuestro cuerpo envía señales todo el tiempo para que podamos sobrevivir en el ambiente que nos rodea, por eso, cuando perdemos de vista las mismas u olvidamos escuchar al sabio organismo, generalmente sobreviven los problemas.
En el caso del hambre y la saciedad sucede esto, pues todos tenemos señales de hambre enviadas desde el cuerpo, así como otras que deciden cuando dejar de comer y cuánto tiempo estar en ayuno, por eso, es importante escuchar al cuerpo para conservar un peso saludable.
Las personas con exceso de peso generalmente han olvidado qué es el hambre y cómo se siente cuando el organismo lo manifiesta, por eso, comen sin tener hambre y acumulan hambre sin darse cuenta, lo cual genera una ingesta desmedida y de baja calidad después.
Si aprendemos a percibir si tenemos hambre y cuándo estamos saciados, podemos moderar el consumo de alimentos y aproximarlo a las necesidades del organismo, lo cual sin duda, favorecerá un peso saludable.
Generalmente, tenemos hambre cuando han pasado unas 3-4 horas después de la última comida, y nos sentimos sin apetito ni hambre, a los 30 minutos desde que hemos comenzado a comer, si aprendemos a detectar las señales que envía el cuerpo en estos momentos, es probable que podamos escucharlo y así, organizar la dieta según las necesidades del mismo.
Por ejemplo, después de 3-4 horas de haber comido, nuestro estómago puede hacer ruidos, nosotros podemos sentir una sensación de vacío y deseos de comer cualquier cosa, si en ese momento respetamos al cuerpo y comemos, consumiremos lo necesario, en cambio, si aguantamos los deseos reales de comer por una hora más, es probable que el mismo cuerpo nos empuje a consumir alimentos con más grasas y calorías, pues hemos acumulado mucho hambre en el tiempo.
Es importante re- aprender a escuchar al cuerpo de manera de ingerir alimentos cuando lo necesitamos. ¿Vosotros escuchan señales de hambre y saciedad?

Controla la alimentación emocional
Todos sabemos que las emociones deben ser canalizadas, pero un problema frecuente es que nuestro estado emocional se solucione o mejore con ayuda de los alimentos. Ésto es lo que se llama alimentación emocional y verdaderamente puede constituir una enfermedad, ya que si bien la comida debe provocarnos placer, no podemos ingerir alimentos todas las veces que estemos cansados, enojados, estresados, tristes o angustiados.
La alimentación emocional es frecuentemente asociada a una dieta poco saludable y al desarrollo de obesidad, por lo tanto, debemos controlar la ingesta de alimentos inspirada por nuestro estado de ánimo y para ello, te daremos los algunos trucos.
Lo primero que debes hacer es preguntarte por qué estás abriendo la heladera en ese mismo momento. Si tu respuesta es porque tengo hambre, preguntate también cuánto hace que has comido, si estás aburrido, con sueño, enojado, angustiado o preocupado. Si logras encontrar la causa de tu “hambre” en alguna de éstas emociones, ya has dado un gran paso.
Una vez que descubres que en ocasiones comes no por que tienes hambre sino porque pretendes calmar tus sentimientos o mejorarlos, debemos buscar algunas otras formas de enfrentar las emociones que no sea a través de los alimentos. Por ejemplo:
■Una de las opciones es ir a caminar o pasear la mascota, de manera de relajarse y no intentar comer nuevamente.
■Otra de las opciones es ir al gimnasio, allí podrás encontrar variedad de actividades que pueden ayudarte a liberar tensiones o reducir el estrés, lo cual puede ser la razón por la que buscas comer algo.
■Si descubres que tienes sueño o estás cansado, intenta dormir una pequeña siesta de 30 minutos , pues a veces recurrimos a un bocado para mantenernos despiertos o sentirnos con más ánimo, pero la causa está en la fatiga o cansancio que sentimos.
■Intenta beber agua en reemplazo de comer alimentos sólidos, porque con frecuencia tenemos sed y confundimos esta sensación con hambre.
■Desahogarse, desprenderse de las emociones que nos están molestando es otra buena opción. Para ello puedes recurrir a un amigo cercano o bien, escribir lo que sientes en un pequeño diario.
■Por último, es importante para controlar la alimentación emocional, realizar entre 4 y 6 comidas diarias, porque éstos nos ayudará a reducir el tiempo entre comidas y con éste, la probabilidad de sentir “angustia oral”. Además, será oportuno tener siempre tentempiés saludables a nuestro alcance, de manera de controlar también, la calidad de aquello que comemos, porque cuando nos sentimos ansiosos, solemos recurrir a alimentos ricos en hidratos de carbono simples o grasas.
Es fundamental que el momento de la comida nos provoque placer, pero ésta sensación no debe confundirse con un arma para calmar o amortizar todas las emociones que sentimos. Por eso, aprende a controlar tu ingesta de alimentos cuando en realidad no tienes hambre.

vitonica.com

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