martes, 11 de mayo de 2010

Maltrato psicológico, un mal en muchas parejas

Las denuncias por violencia psicológica en el ámbito familiar continúan en aumento: la han sufrido 9 de cada 10 personas que se acercaron a la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación entre el 15 de setiembre de 2008 y el 30 de abril pasado. Suman ya 10.261 casos, que tienen como víctimas principales a mujeres y niñas (81%), y en menor medida a niños (el 66% de los varones).
"Siempre que hay violencia física, hay violencia psicológica. La violencia doméstica empieza con el maltrato psicológico y va in crescendo hasta llegar a situaciones más graves –explica Analía Monferrer, a cargo de la OVD–. Se empieza con frases como 'No servís para nada', 'Sos una inútil'; después se pasa al empujón, a la cachetada, y a un ejercicio sistemático de la violencia, con consecuencias que pueden ser fatales".
Aún así, la OVD registró 1.926 casos únicamente de maltrato psicológico, por lo general amenazas, insultos, desvalorización y control cronométrico de los horarios. Lo grave es que, aún cuando suele ser el paso previo a los golpes y palizas, la mayoría de las mujeres no es consciente de que lo sufre.
"Detectamos el maltrato psicológico en su relato –cuenta Monferrer–. Cuando se les pregunta el motivo que las llevó a denunciar no hay un hecho detonante, sino que es histórico. Habitualmente llegan para denunciar violencia física, y en el relato encontramos también psicológica o económica, pero la mujer no las registra".
La psicóloga Ester Mancera, de la Fundación Alicia Moreau de Justo y de la Red Comunitaria contra la Violencia de Género, observa que esto ocurre "por la relación desigual que hay entre hombre y mujer, por esa cultura patriarcal que pone a la mujer en un lugar de inferioridad respecto del hombre. Está tan naturalizado que las mujeres 'tienen que' aguantar esas cosas, que no registran la violencia psicológica. La ven cuando ya están lastimadas y ya no pueden más. Al hacerles preguntas, en el relato va viendo cómo la violencia estuvo siempre; y eso permite poder mostrarle a la mujer este vínculo asimétrico en el cual estuvo, por lo común desde el noviazgo; es la antesala de la relación violenta, aunque ella generalmente lo registra a partir del golpe". "Se hace sentir al otro como un inútil por tanto tiempo, que la víctima se lo termina creyendo, y no hace nada", explica Monferrer.
Entre noviembre de 2009 y marzo de 2010 ha crecido el número de denuncias en la OVD. Monferrer lo atribuye a que hay mayor difusión de esa Oficina –que sólo atiende a víctimas que residen en la Capital–; pero "también porque las mujeres están más informadas de sus derechos". Hasta ahora, sólo en Tucumán hay una oficina similar, aunque no atiende las 24 horas, los 365 días, como la OVD. Y se espera abrir este año otras dos en Salta y Santiago del Estero.
A partir de la denuncia, la OVD da intervención inmediata a un juzgado civil, para evitar que la mujer se arrepienta y permita al violento volver a su casa, aún con una prohibición de acercamiento. Por eso, las víctimas también son derivadas a la Dirección General de la Mujer, que cuenta, entre otros recursos, con grupos de autoayuda.
"Fueron 30 años con la convicción de cambiarlo"

Lo mío fueron 30 años, con la convicción de poder cambiarlo, de poder conformar una familia según lo que nos dice el mandato social", resume Josefina Dao. Desde hace cinco años, esas tres décadas de violencia psicológica y física se reconvirtieron en obras de arte digital, como la que acompaña este texto.
Umbrales, antesala de la violencia, llamó al capítulo de sus obras -en http://arteyviolenciadegenero.blogspot.com- donde ilustra el inicio del ciclo. "Empezó cuando éramos novios. Fue una cachetada, y como nadie nunca me había pegado, pensé que era una casualidad: él era el hombre de mi vida".
Entonces, la violencia física era esporádica, pero no la psicológica. "Era una constante: 'Sos una basura'; 'No servís para nada'; 'Estás gorda'; 'Nadie te quiere'; 'Estás despeinada'; 'Tu trabajo es una mierda, no sé por qué trabajás por 500 pesos mugrientos'". Josefina logró aferrarse a sus horas como docente de educación plástica, aunque debió renunciar al Colegio Carlos Pellegrini. "Un día quise ayudar con la tarea a uno de mis hijos. 'Vos no sos la profesora, así que no quiero verte nunca más enseñándole nada'".
"Vos estás loca, tenés que ir a un psicólogo", le ordenó. Le permitió cinco sesiones ("Te estás volviendo egoísta"). "Cuando la psicóloga me hizo ver en qué me había convertido" y después de la enésima paliza, Josefina hizo la denuncia y se fue de la casa. A los seis meses la siguió su hija, otra víctima. Ahora, ambas traducen los magullones en arte: videos, cuadros, instalaciones: señales de alerta.
Josefina Dao (52)
El largo camino para salir
¿Cómo salir de la violencia de género? "Con políticas públicas que apunten a proteger a las mujeres en situación de violencia y a visibilizar el tema -exhorta la psicóloga Ester Mancera-. Con la ley sobre violencia de género funcionando (sin reglamentar desde marzo de 2009, lo que en abril mereció una enérgica crítica del Comité de Derechos Humanos de la ONU); y servicios de atención en todo el país".
La violencia tiene un ciclo, observa: la etapa de irritabilidad del hombre, cuando cuestiona todo lo que hace la mujer; la explosión, cuando la golpea; y la "luna de miel", cuando pide perdón y jura que no lo hará más. Pero el ciclo recomienza.
En promedio, lleva 10 años salir de esa noria. Mancera valora los grupos de ayuda mutua, "porque lo primero que hace el hombre es cortarle las redes, ella está sola y piensa que nunca podrá salir; y ese espacio permite ver que hay otras mujeres que están un paso adelante, y que hay salida".
clarin.com

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