viernes, 8 de octubre de 2010

'Póntelo. Pónselo' y otras formas de promocionar la salud

Parece que fue ayer, pero han pasado 20 años desde que el Ministerio de Sanidad lanzara la conocida campaña de planificación familiar 'Póntelo. Pónselo'. Fue uno de los primeros mensajes de salud pública que apareció en los medios de comunicación españoles, un método que ha demostrado ser eficaz para promover hábitos saludables.
Un gusano introduciéndose por la nariz, varios adolescentes ebrios dándoles las gracias a sus padres, un joven que cree que está aparcando bien el coche pero en realidad lo está destrozando, la foto de una niña que 'fuma un paquete al día' o el polémico 'Con koko, yo gozo mogollón'. Éstas son algunas de las campañas lanzadas en nuestro país para reducir o prevenir el consumo de cocaína, alcohol y tabaco, entre otras.
Las autoridades sanitarias, aquí y en otros países, y las organizaciones privadas han posicionado sus mensajes desde hace años en los medios de comunicación con el objetivo de concienciar a los ciudadanos de los riesgos que conllevan ciertas costumbres y de promover otras como la práctica de ejercicio o la dieta sana. Gusten o no, son útiles.
Ya sea directa o indirectamente, las campañas de salud pública logran persuadir a los individuos, a tenor de un análisis publicado en la revista 'The Lancet', aunque existen ciertas diferencias en función del hábito promocionado. Los eslóganes dirigidos contra el tabaquismo, por ejemplo, han contribuido a disminuir el número de adictos, mientras que aquellos relativos al consumo de alcohol (salvo los relacionados con la conducción) no han tenido demasiado éxito.

La competencia publicitaria de las empresas
En general, subrayan los autores, "los cambios a corto plazo se pueden alcanzar" gracias a estas campañas pero "los efectos a largo plazo son difíciles de mantener una vez que éstas finalizan". Además, "la disponibilidad y el acceso a los servicios y productos clave es crucial para persuadir a los individuos motivados por los mensajes masivos", añade el trabajo.
Pero en esto de lanzar mensajes masivos, las autoridades sanitarias tienen la dura competencia de las tabaqueras, los productores de bebidas alcohólicas, las cadenas de comida rápida, etc. Sus anuncios son capaces de contrarrestar el efecto beneficioso de las campañas pro hábitos saludables, mostrando sus productos como "frutas prohibidas" y "atractivas", señalan los autores.
A esto hay que sumar, señala un editorial en la misma revista, la exposición de los menores al consumo de tabaco y alcohol en la televisión y las películas. Por eso, añaden los autores, estos mensajes son más eficaces cuando se combinan con otras medidas como programas educativos o estrategias legales (subir impuestos, limitar el uso...).
"El mensaje a los gobiernos es claro: prevenir o restringir la exposición de los jóvenes en los medios de comunicación a hábitos nocivos para la salud y utilizar esos mismos canales para promover comportamientos saludables", concluye el editorial.

elmundo.es

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