Nora Bär
LA NACION.COM
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No es difícil advertir que el doctor Michael Pratt, médico e investigador de los Centros para el Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, según sus siglas en inglés), predica con el ejemplo. Especialista en fisiología del ejercicio y director de un programa global de prevención de enfermedades crónicas, es además un consumado corredor y ávido deportista con una figura de junco. Pratt estuvo dos días en Buenos Aires para participar en la jornada Actividad Física y Salud Pública, realizada en la Universidad Di Tella y en el Ministerio de Salud de la Nación, donde disertó sobre la promoción de la salud, especialmente en países de ingresos medios que están registrando una rápida transición epidemiológica, caracterizada por aumento del sedentarismo, y cambios en la dieta y en los patrones de actividad física.
"Naciones como la Argentina están liderando esta transición que enfrenta a sus sistemas de salud con problemas muy serios", afirma.
-Doctor Pratt, el sistema sanitario de los Estados Unidos no tiene mucho éxito en impulsar la actividad física. ¿Cuál cree que es el principal obstáculo que la impide? ¿La falta de información, el tamaño de las ciudades, la escasez de tiempo libre...?
-Es cierto, en los Estados Unidos tenemos una dicotomía: una parte de la población es muy activa, y alrededor de dos tercios son totalmente sedentarios. Pero no creo que sea por falta de información. La gran mayoría sabe que ser físicamente activo otorga muchos beneficios. Probablemente, más importante que la falta de tiempo sea la forma en que organizamos nuestra sociedad. Volvimos muy atractivo el sedentarismo: tenemos mucho entretenimiento, cada vez más computadoras y más automóviles. Es muy posible para cualquiera de nosotros darnos vuelta en la cama y empezar a trabajar con una laptop sin siquiera levantarnos. Y eso se acopla con las grandes ciudades, que disuaden a la gente de salir a la calle... Nuestras estrategias para mejorar la actividad física deberían aumentar las oportunidades de contar con parques públicos, de tener buena educación física en las escuelas, formas de transporte que incentiven a caminar o andar en bicicleta mientras vamos y venimos al trabajo o hacemos mandados...
-¿Estudiaron otro tipo de estímulos; por ejemplo, pagos extras para los empleados que se mantienen activos?
-De hecho, en mi país algunos programas ofrecen membresías gratis en clubes o gimnasios como forma de incrementar la actividad. Pero los factores que inciden en que uno sea activo o sedentario son muy complejos: van desde los genes hasta las políticas públicas... Necesitamos muchas opciones diferentes. Algunas serán efectivas para mí, otras para usted, otras para él...
-Acaba de mencionar a los genes. ¿Puede ocurrir que las personas con sobrepeso u obesas no estén genéticamente preparadas para ser más activas?
-En realidad, no. Hace 30 años había muchos menos individuos con sobrepeso u obesidad, y en ese tiempo nuestros genes no variaron. Sabemos que los grandes cambios en la obesidad no se deben a factores genéticos. Además, hubo muchos buenos estudios que mostraron que en individuos obesos que se vuelven físicamente activos el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes desciende sustancialmente, incluso por debajo del de las personas delgadas, pero sedentarias. En cualquier área habrá personas que no respondan bien, por ejemplo, al entrenamiento aeróbico. Pero en general, ya sean flacos o gordos, todos se benefician de la actividad física.
-¿Hay una actividad mejor o más completa que las demás?
-La mejor actividad es la que se practica con continuidad. Típicamente aconsejamos comenzar con la caminata, porque funciona bien para la mayoría. Pero si a uno le gusta cierta actividad, las probabilidades de que continúe haciéndola serán mayores. A algunos les gustará bailar, a otros, nadar, a otros, pasear al perro... Todo es bueno.
-¿Hay una etapa de la vida en la que ser físicamente activo es particularmente importante, más que en otras?
-Lo que sugieren las evidencias es que resulta fundamental a lo largo de toda la vida, que en los chicos es importante para el desarrollo y que reduce el riesgo de enfermedades en la adultez. Pero por razones levemente diferentes, creo que sus beneficios son aún mayores para las personas de la tercera edad, porque reduce la depresión y la ansiedad, ayuda a prevenir caídas...
-¿Calcularon cuánto se reduciría en los EE.UU. el gasto en salud si todos hicieran actividad física?
-Nuestra estimación es que ahorraríamos 76.000 millones de dólares anuales si la mitad de las personas que son mínimamente activas cumplieran las recomendaciones básicas.
-¿Cuál es la cantidad mínima de actividad física que hace efecto?
-Lo que recomienda el Ministerio de Salud norteamericano (y también la OMS) son 150 minutos de actividad física moderada por semana, que puede ser media hora de caminata cinco días semanales. Si uno puede hacer algo más vigoroso, entonces necesita menos tiempo, como 75 minutos de carrera o ciclismo rápido. Pero esto no quiere decir que hacer incluso menos que eso no ofrezca beneficios.
-¿Y si se hace más es mejor?
-Sí. Este es un mensaje realmente importante: los efectos aumentan hasta llegar a los 300 minutos semanales. En cierto punto, aumentan los riesgos musculoesqueléticos, por lo que para ciertas personas más no es mejor. Pero para el 99%, sí lo es.
-¿Es necesario hacerlo todo en una sesión?
-Muchas investigaciones muestran que es posible realizar varias sesiones de diez minutos de actividad. Probablemente, cinco minutos también sean beneficiosos, pero no hay suficientes estudios que lo respalden. Lo importante es que diez minutos de caminata tres veces por día es algo muy factible.
Cumbre global sobre prevención
"Las Naciones Unidas están organizando una cumbre para septiembre de 2011 en la que se les pedirá a jefes de Estado y altos mandatarios que se reúnan para acordar cómo prevenir las enfermedades crónicas -dice Pratt-. Esta es una señal de la importancia del problema, de que tiene que tomarse muy seriamente y de que hay oportunidades para promover la actividad física como parte fundamental de la salud pública. La iniciativa global «El ejercicio como medicina» es una oportunidad de ofrecer entrenamiento para que los médicos les enseñen a sus pacientes a ser físicamente activos."
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