Puedo llegar a usar 20 veces el mismo vestido. Reciclar. Ese es el secreto. Y lo recomiendo”. La que habla es Anna Wintour, la directora del Vogue norteamericano, que se hizo famosa por la caricatura que de ella hicieron el libro y film “El diablo viste a la moda”. Suprema autoridad en el mundo del estilo, que ella avale la repetición de modelos equivale, para un fashionista, a que lo autorice Dios.
En el manual nunca escrito de la moda, la prohibición de asistir dos veces vestida de la misma manera a distintos eventos era una regla tácita y de rigor. Sobre todo para las mujeres de clases acomodadas, a quienes una intensa vida social obligaba, no sólo a un gasto constante para nutrir su guardarropa, sino también a encontrar los modelos adecuados para cada ocasión. Tarea grata pero no por eso menos extenuante, cualquier mujer sabe lo difícil que puede resultar, en el estandarizado universo del prêt-à-porter, lograr que un vestido o tailleur nos queden perfectos. Ni hablar cuando hay que comprar cien o doscientas prendas al año.
Porque esas son las cifras que manejan quienes tienen la obligación de asistir a reuniones públicas de día y de noche, y suelen estar expuestas a las luces de los flashes y la consiguiente publicación de su imagen, casi diariamente (el presupuesto puede superar ampliamente los 100.000 dólares al año).
Imagen pública. Gracias a internet, el periodismo fashion creció y con él, la costumbre de criticar y comparar el outfit de celebrities y primeras damas. Lo que ayer hubiera pasado desapercibido, hoy es analizado hasta el mínimo detalle. Razón por la cual, las famosas tienen que esmerarse más que nunca en su look. O, como en las artes marciales, usar la fuerza del enemigo a su favor. En tiempos de crisis y obligada austeridad, esta es la estrategia elegida por algunas princesas, primeras damas y mujeres de la política.
Si Michelle Obama fue pionera en la elección de modelitos de bajo costo, hoy la realeza europea, con la princesa Letizia a la cabeza, sigue sus pasos. La reutilización de dos vestidos en la gira peruana que hizo con su marido, diseños que ya había lucido en otras dos misiones, en Francia y en Suecia, despertó los comentarios de todos diarios españoles, ya bastante asombrados por la costumbre que ha adquirido Letizia de comprar prendas en la cadena Mango. Gesto políticamente correcto si los hay, su actitud indica, que la realeza no está exenta del ajuste que hoy sufre el pueblo. Por el camino del reciclado, comienzan a transitar también la princesa Máxima y la primera dama Carla Bruni.
En nuestro país, el estilo de Karina Rabolini es altamente apreciado, no sólo por su sobriedad y buen gusto, sino también porque ha sabido sacar rédito político de la sencillez y la repetición. “Si me gusta cómo me queda algo, lo uso muchas veces. Me parece natural”, confesó a NOTICIAS.
“Repetir es 'in'”, sentencia el asesor de imagen Fabián Medina Flores. “Entre ciertas mujeres famosas, se suele hacer con equipos de diseño, muy costosos. No sólo es políticamente correcto. También demuestran que son vestidos propios y no préstamos por una noche”. Un mensaje ímplícito, sólo para expertos.
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