Por Geoffrey Macnab
El momento de la verdad llegó promediando la película pochoclera del verano, Los indestructibles, cuando Sylvester Stallone debe alcanzar un avión que lo alejará del peligro. Por unos pocos momentos, Stallone se ve más como un hombre envejecido corriendo detrás del autobús que como una estrella de acción. Cuando las luces se encendieron al final de la función de preestreno, en la abarrotada sala todos miraron alrededor y se dieron cuenta de que todos eran casi tan viejos como el héroe.
“¿Aún me necesitarás, aún me alimentarás, cuando tenga 64?”, preguntaron The Beatles en una famosa canción. La respuesta, hasta donde puede verse en las películas de acción y sus fanáticos, es un enfático “sí”. De hecho, Stallone tiene 64. De acuerdo con las cifras de la taquilla internacional, la edad no lo ha marchitado. Según una investigación publicada la semana pasada en una revista especializada en el mercado del cine, durante 2009 en los Estados Unidos “el grupo de más de 40 años llegó al 37 por ciento de quienes van a las salas de cine, y al 32 por ciento de quienes pagan las entradas”. También en Inglaterra los exhibidores hablan a menudo de “la explosión de público envejecido”, como un sector del público de cine que aún puede expandirse. Entre 1997 y 2007, el número de tickets vendidos en Inglaterra a mayores de 45 años se duplicó, de 19 a 38 millones. En otras palabras, ir al cine es cada vez más una elección del público de mediana y tercera edad.
Hollywood siempre tiene al menos un ojo puesto en los miembros más viejos de la audiencia. Es ésa la razón por la que, en los últimos años, se le entregó al público a títulos como Conduciendo a Miss Daisy y En la laguna dorada, protagonizadas por estrellas venerables. Un par de años atrás, cuando The Queen, de Stephen Frears, llegó a los cines, un estudio de mercado señaló que el 60 por ciento de la gente que fue a verla era mayor de 55 años. La diferencia es que ahora las películas dirigidas a ese público mayor ya no son dramas de tono tranquilo. Ahora hay una “Generación Volver al Futuro”: una nueva tribu de asistentes al cine en sus 40 y más, que ama ir a ver exactamente la misma clase de películas que veía en la adolescencia. Y las mismas estrellas que aparecían en esas películas aún son protagonistas hoy. Es por eso que se ve a Helen Mirren y a Morgan Freeman pateando culos en Red (que obtuvo 150 millones de recaudación mundial), Dolph Lundgren y Sly Stallone aún descargan violencia después de tantos años en Los indestructibles y Clint Eastwood reformula su personaje de vigilante en Gran Torino y consigue una recaudación mundial de 269 millones.
Junto a las pelis de acción que conectan a los espectadores de más de 40 con la testosterona de su adolescencia, también hay varios dramas románticos melosos que invocan recuerdos de aquellas películas con Molly Ringwald que los adolescentes también gustaban ver en los ’80. Las expresiones de dolor en los medios por la muerte de John Hughes, en agosto de 2009, revelaron cuán obsesionada está aún la “Generación Volver al Futuro” con la era de La chica de rosa y El club de los cinco. Críticos de cine y comentaristas de temas culturales hicieron fila para rendir tributo a Hughes. Los encomios fueron completamente desproporcionados con respecto a sus logros como cineasta, que fueron relativamente modestos. John Hughes puede haber muerto, pero otras películas buscan atraer a la “Generación Volver al Futuro”, como Comer, rezar, amar, la última película de Julia Roberts con la misma marca a la Hughes para la mediana edad (hay un mito en Hollywood que afirma que Molly Ringwald rechazó el papel de Mujer bonita que hizo famosa a Roberts). Todo un parto, la película de Todd Phillips protagonizada por Robert Downey Jr. y Zach Galifianakis, fue destrozada por los críticos debido a ser un robo descarado a la película de Hughes, Aviones, trenes y autos (1987). Pero ese, precisamente, era el punto. La esperanza debe haber sido que todos esos jóvenes que fueron a ver el film de Hughes en los ‘80 irían de nuevo a ver el afectado pastiche de Phillips.
Hay obvias razones por las cuales los estudios de Hollywood le están prestando tanta atención a la “Generación Volver al Futuro”. Los espectadores jóvenes son un grupo más resbaladizo. Están ocupados con los videojuegos. Tienden más al streaming de películas por Internet que a pagar en la taquilla para verlas. Están demasiado obsesionados con las últimas aplicaciones para sus teléfonos o los últimos posteos en sus redes sociales como para prestar atención a lo que hay en la cartelera de los cines de su barrio. Quizá tampoco tengan dinero: ir al cine es un pasatiempo cada vez más caro, y los exhibidores cobran un 40 por ciento más por las películas en 3D.
Por supuesto, sugerir que Hollywood está ignorando al sector más joven es una gran exageración. El público adolescente sigue siendo la parte más lucrativa del mercado. “Las audiencias han envejecido de modo notable, y las películas generalmente no”, dijo el productor Bill Mechanic, cabeza de la productora Pandemonium Films y ex ejecutivo de Fox, al periódico especializado Variety. “Para la mayoría de los estudios, el sector a buscar sigue siendo el de 15 a 25 años, aunque ese sector ha caído un poco.”
La jerga del marketing está cambiando en Hollywood. El cliché de moda es ahora “la película de cuatro cuadrantes”. Puede sonar a un ejercicio de geometría, pero se trata de un film que apunta a todos, jóvenes, viejos, hombres y mujeres. El problema con las películas “de cuatro cuadrantes” es que tienden a tener costos de producción muy altos, de 100 millones o más, con lo que no hay tantos ejemplos. Esto dejó un hueco en el mercado para que los independientes hagan películas de “dos o tres cuadrantes”, más baratas. Una película como Los indestructibles, con un presupuesto de alrededor de 70 millones cubierto en su mayor parte por la preventa al extranjero es un buen caso. Hay razones culturales y económicas por las cuales tantas películas son orientadas a la “Generación Volver al Futuro”. Es probable que sus productores también hayan crecido en los ‘80, y sus sensibilidades creativas se formaron en esa época. Es más fácil apelar a estrellas de los ochenta (un Stallone, un Willis) que crear una desde cero. Las estrellas de los ochenta han envejecido bastante bien y sus precios han caído.
Mientras tanto, el público de mediana y tercera edad se enfrenta a un momento de extrema turbulencia económica. Quizás ésa sea la principal razón por la cual la “Generación Volver al Futuro” tiende tanto a escaparse con películas que les recuerdan sus años adolescentes, antes de enfrentarse al abrumador peso de la responsabilidad adulta.
De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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