Fabiola Czubaj
El mínimo error en la interpretación de la leyenda que describe los resultados de un estudio por imágenes puede modificar tanto la decisión médica de iniciar o no algún tratamiento, o de hacerlo con una técnica más o menos invasiva.
Tan importante es la adecuada comunicación de esos resultados, que un equipo de radiólogos argentinos decidió simplificar el caos de palabras que hoy existe para describirle al ginecólogo cuán benigna o maligna es, si la hubiera, una alteración en los ovarios y las trompas de Falopio en una paciente.
Para eso, el equipo dirigido por la doctora Claudia Vicente, integrante de la Sociedad Argentina de Radiología (SAR), puso a prueba la utilidad de una escala de clasificación de las imágenes ecográficas llamada por sus siglas en inglés GI-RADS. Esta escala es una adaptación que realizó el año pasado un grupo de médicos chilenos de la BI-RADS, la clasificación que desde 1993 recomienda el Colegio Estadounidense de Radiología para la interpretación de las mamografías.
Las categorías de la GI-RADS van del 1 al 5, siendo 1 el valor para ovarios normales y 5 para masas tumorales con más de un 50% de riesgo (alta probabilidad) de que se trate de un hallazgo maligno.
"Fuimos los primeros en el país que la aplicamos y obtuvimos los resultados que validan su utilidad por su alta sensibilidad y especificidad -comentó ayer a La Nacion la doctora Vicente-. Hasta ahora, había un desencuentro en la información que comparten los ecografistas y los ginecólogos. A veces, un informe es muy descriptivo y puede llegar a ser confuso, y de eso depende el tratamiento de la paciente. Con esto, se simplifica esa comunicación porque a cada imagen que reúna ciertas características le correponderá una, y solo una, categoría."
El equipo de Vicente, jefa del Servicio de Ecografía y Doppler del Instituto Diagnóstico Médico, siguió durante 18 meses a 3500 mujeres, de 18 a 80 años, que habían concurrido espontáneamente por un control de los ovarios y las trompas. A todas se les realizó una ecografía transvaginal bidimensional en escala de grises. En aquellas con alguna imagen sospechosa, se utilizaba otro método ecográfico (Doppler color) para determinar la vascularización de esas masas.
"En las últimas dos categorías, que indican que un hallazgo es sospechosamente maligno o maligno, obtuvimos un 100% de especificidad y sensibilidad de la GI-RADS -apuntó Vicente-. Y dada la enorme variedad de imágenes que pueden aparecer en las ecografías de los ovarios, es muy importante caracterizarlas correctamente; es decir, indicarle al ginecólogo qué alteraciones son funcionales y desaparecerán solas, cuáles son tumores benignos o procesos inflamatorios y cuáles reúnen las características de una masa maligna."
Para el presidente de la SAR, doctor Alfredo Buzzi, que participó del estudio, "tan importante como el diagnóstico ecográfico confiable es el reporte claro, ordenado y estandarizado de los hallazgos" para que el ginecólogo "comprenda qué quisimos decirle, ya que tomará una decisión terapéutica orientado por el informe ecográfico", indicó a través de un comunicado.
Esto demuestra también la efectividad diagnóstica de un método no invasivo, de bajo costo y accesible, como es la ecografía. En el trabajo, premiado la semana pasada en el 96° Congreso de la Sociedad Estadounidense de Radiología, en Chicago, participaron también las doctoras María Victoria Suárez, Laura Dragonetti, Marina Lucchesi y Nadia Lochocki.
lanacion.com
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