Todo empezó con un email y un viejo colchón. En vez de deshacerse de su cama de soltero, Deron Beal se la ofreció gratuitamente a treinta amigos. Y no sólo encontró a alguien dispuesto a hacerse cargo de ella, sino que a cambio consiguió un viejo y confortable sofá. En él se sigue sentando a diario, al cabo de siete años...
“Tu “basura” es el tesoro de otro”, asevera Beal desde la lejana Tucson, en Arizona, donde prendió la chispa de Freecycle. “Ese principio tan básico, que durante toda la vida ha sido la base de los grupos de trueque, ha encontrado un nuevo sentido en la era del Internet. Cuando las estrellas están alineadas, todo se multiplica”.
Como el pan y los peces, todo es perfectamente multiplicable e intercambiable en Freecycle. Lo que empezó en el 2003 como un pequeño grupo de amigos en Yahoo ha fraguado en la mayor red de intercambio en Internet, con más de 7,5 millones de miembros repartidos por 110 países (entre ellos España).
De Madrid a Torrevieja, de Barcelona a Icod de los Vinos, una veintena de grupos han descubierto ya en nuestras tierras las ventajas del “freeciclaje” en tiempos de crisis. De teléfonos móviles a kimonos de aikido, de cochecitos de bebé a sillas de oficina de Ikea... Todo se puede encontrar en este mercado “virtual” y gratuito donde el único requisito es estar dispuesto a dar y recibir.
“Todos los días, en los más de 4.800 grupos que existen en el mundo, cambian de manos unos 45.000 objetos”, presume Deron Beal. “Lo importante no es sólo lo que nos ahorramos nosotros, sino la basura industrial que evitamos en todo el proceso... A diario reusamos unas 700 toneladas de materiales, más o menos la carga que recibe un vertedero de tamaño medio cada 24 horas”.
El sofá en el que está sentado Deron Beal, sin ir más lejos, pesa apenas 45 kilos, “pero harían falta hasta veinte veces este peso en materiales necesarios para fabricar un nuevo sofá”. Beal asegura que se nos está yendo la fuerza y la energía recalcando lo importante que es “reciclar”, cuando el énfasis deberíamos ponerlo precisamente en las dos primeras “erres”: reducir y reusar.
Los “freecicladores” han puesto rigurosamente al día otro de los viejos lemas –“piensa globalmente, actúa localmente”- y de paso han generado un flujo contagioso de buen rollo: “La sensación de desprenderte de algo útil para otra persona es algo muy gratificante, casi olvidado en esta sociedad de usar y tirar que hemos creado”
Sostiene Beal que el éxito de Freecycle es la prueba irrefutable de un giro copernicano en nuestra mentalidad de consumidores... “El hiperconsumismo de los años noventa quedó atrás. La crisis ecológica y económica y la creación de redes sociales han posibilitado esta nueva era del “consumo colaborativo” que no ha hecho más que empezar”.
“What’s Mine is Yours” (“Lo que es mío es tuyo”) es la nueva consigna, que nos llega estos días en forma de libro, a tiempo para la fiebre consumista. Los autores, Rachel Botsman y Roo Rogers, ahondan no sólo en el fenómeno de Freecycle, también en la explosión de empresas de coches compartidos (ZipCar), redes de viajeros (Airbnb) o compañías de préstamos de tú a tú (Zopa).
Pero estábamos con Freecycle, y hablábamos del deleite de compartir que elimina barreras sociales. “El trueque es un valor universal que está presente en todas las culturas”, asegura Deron Beal. “Nuestro siguiente paso es extender las redes de intercambio en los países en desarrolo. Ahí nos hemos chocado con el bache tecnológico, pero estamos trabajando en la solución: Freecycle para todo el mundo con la ayuda de los teléfonos móviles”.
elmundo.es
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