viernes, 8 de octubre de 2010

Cómo reconocer a un adicto al sexo

Por Juan Yesnik
RevistaOhlala.com
Hombres que frecuentan prostitutas y otras ofertas sexuales. Mujeres promiscuas, sin filtro. Sexo virtual sin límites. Son algunas de las conductas frecuentes en quienes no pueden dejar de pensar en sexo. En las calles, en internet, en departamentos y sótanos, hay todo un mercado a disposición de estos insaciables, que no terminan pasándola nada bien.
Están los que mueren por la comida, la bebida, el juego, el tabaco, las drogas. También están los que no pueden vivir sin sexo. La ninfomanía es eso: el deseo sexual extremo, incontrolable, que llega a alterar la vida diaria de quien la padece. Hablamos de "padecer", porque la hipersexualidad -así como la obesidad, el alcoholismo y demás adicciones-, termina siendo disfuncional y displacentera.
Tiger Woods se internó dos meses e invirtió más de 50.000 dólares en una de las mejores clínicas especializadas. Después de confesar sus reiteradas infidelidades y otras placeres, el astro del golf tuvo que cumplir con la rehabilitación que exige el sexo, cuando, por insaciable, el hombre pasa del cielo al peor de los infiernos.
Cuando un acto placentero se exacerba y se convierte en compulsivo deja de satisfacer el verdadero deseo. La compulsión desata la culpa y se cree que el impulso ya no podrá ser controlado. Lo que en principio era goce terminan en angustia y depresión.

¿Qué significa tener un comportamiento sexual compulsivo?. Se cree que el adicto al sexo puede tener alguno de los siguientes comportamientos en forma reiterada y sostenida:

- Consumo excesivo de pornografía

- Sexo virtual o por teléfono

- Masturbación frecuente

- Encuentros sexuales con desconocidos o prostitutas

- Placer por la infidelidad

- Voyerismo o exhibicionismo

- Relaciones sexuales sadomasoquistas

La adicción al sexo no está contemplada en los Manuales diagnósticos y estadísticos de los trastornos mentales. Se cree que en el DSM-V, previsto para 2011, se incluirá el síndrome, al que se lo denominaría "hipersexualidad", como una variable más del "trastorno obsesivo-compulsivo".
Por lo pronto, y lejos de mezclar asuntos morales con criterios médicos (cada uno vive el sexo como quiere y puede), pero hay un límite donde, insistimos, el placer puede traer severos problemas.

¿Cómo reconocer el límite entre el placer y la compulsión?. Los profesionales coinciden que tres instancias que se convierte en alarma.

1. Cuando las prácticas sexuales son prioridad e interfieren en la vida cotidiana.

2. Cuando se cree haber perdido el control sobre sus impulsos sexuales y sienta culpa o vergüenza.

3. Cuando el afectado utilice el sexo para superar o aliviar una carencia, de tal forma que lo practique compulsivamente no para estar bien, sino para estar mal.

¿Por qué surgen estas conductas?. Se cree que por experiencias traumáticas en la primera infancia o por desórdenes o dificultades en las relaciones y la comunicación o los trastornos de ánimo. Hoy, la ansiedad y el estrés suelen ser un motor frecuente y desencadenante.

¿Soluciones?. Dejar de lado la culpa y la vergüenza y buscar ayuda en los profesionales de la salud. Hay caminos para restablecer las costumbres sexuales saludables, tanto de quienes padecen la adicción como de las parejas de los "adictos".

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