Los desastres casi siempre golpean con más fuerza a los sectores más vulnerables. Ésa es una de las principales razones por las cuales las mujeres son quienes más sufren los efectos del cambio climático, y quienes mueren en mayor cantidad en estas catástrofes. Sobre este aspecto alerta el informe "Estado de la población mundial 2009", que presentó ayer el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (FNUP).
Los eventos meteorológicos extremos han aumentado en cantidad e intensidad desde 1970: inundaciones como consecuencia de grandes lluvias, sequías y tormentas de viento. En un desastre siempre habrá una proporción de mujeres embarazadas o en peores condiciones para tolerar el esfuerzo requerido para escapar; además, tienen menor masa muscular que los hombres.
Sin embargo el informe destaca que son las desigualdades de género las que acentúan la debilidad: recluidas en el hogar, a las mujeres les cuesta huir ante eventos repentinos, son quienes cargan con los hijos, no han aprendido a nadar pese a vivir en zonas costeras, y en muchos países deben usar ropas largas, que no les permiten correr ni trepar.
El FNUP subraya el impacto que tiene en las mujeres "la estrecha conexión entre género, agricultura y cambio climático". Las sequías las obligan a trabajar más para obtener alimentos, agua y leña; y las niñas dejan la escuela para ayudar a la madre. "Debido a su mayor pobreza, su menor poder sobre sus propias vidas (...) y la desproporcionada carga que soportan a raíz de la reproducción y la crianza de los hijos, a medida que va cambiando el clima las mujeres enfrentan problemas adicionales".
El documento indica que son escasos los estudios que vinculan el cambio climático con la demografía, pese a que el aumento de la población mundial va de la mano del incremento de los gases que provocan el calentamiento global. El acceso de las mujeres a la educación y a la planificación familiar implicará entonces no sólo el cumplimiento de derechos, sino también una estrategia para reducir las emisiones contaminantes.
A propósito, ¿las emisiones originadas por las mujeres son diferentes de las de los hombres? En buena medida sí, pero por desigualdad social: viajan menos en automóvil, y menos aún en avión.
Pero por otra parte, las investigaciones existentes señalan que en países industrializados, las mujeres tienden a comprar productos "ecológicos" y alimentos orgánicos, comen menos carne, reciclan más, y están más interesadas en un uso eficiente de la energía. Además, en esos países, las decisiones sobre consumo recaen en las mujeres hasta en un 80%.
Sin embargo, sólo el 15% de los científicos del Panel Intergubernamental son mujeres. Y en las negociaciones sobre cambio climático la proporción es del 28%. "Hay un arma ponderosa que nunca se ha empleado adecuadamente -dice Monique Barbut, directora del Fondo para el Medio Ambiente Mundial-: el sentido común que las mujeres, en su mayoría, poseen".
clarin.com
Los eventos meteorológicos extremos han aumentado en cantidad e intensidad desde 1970: inundaciones como consecuencia de grandes lluvias, sequías y tormentas de viento. En un desastre siempre habrá una proporción de mujeres embarazadas o en peores condiciones para tolerar el esfuerzo requerido para escapar; además, tienen menor masa muscular que los hombres.
Sin embargo el informe destaca que son las desigualdades de género las que acentúan la debilidad: recluidas en el hogar, a las mujeres les cuesta huir ante eventos repentinos, son quienes cargan con los hijos, no han aprendido a nadar pese a vivir en zonas costeras, y en muchos países deben usar ropas largas, que no les permiten correr ni trepar.
El FNUP subraya el impacto que tiene en las mujeres "la estrecha conexión entre género, agricultura y cambio climático". Las sequías las obligan a trabajar más para obtener alimentos, agua y leña; y las niñas dejan la escuela para ayudar a la madre. "Debido a su mayor pobreza, su menor poder sobre sus propias vidas (...) y la desproporcionada carga que soportan a raíz de la reproducción y la crianza de los hijos, a medida que va cambiando el clima las mujeres enfrentan problemas adicionales".
El documento indica que son escasos los estudios que vinculan el cambio climático con la demografía, pese a que el aumento de la población mundial va de la mano del incremento de los gases que provocan el calentamiento global. El acceso de las mujeres a la educación y a la planificación familiar implicará entonces no sólo el cumplimiento de derechos, sino también una estrategia para reducir las emisiones contaminantes.
A propósito, ¿las emisiones originadas por las mujeres son diferentes de las de los hombres? En buena medida sí, pero por desigualdad social: viajan menos en automóvil, y menos aún en avión.
Pero por otra parte, las investigaciones existentes señalan que en países industrializados, las mujeres tienden a comprar productos "ecológicos" y alimentos orgánicos, comen menos carne, reciclan más, y están más interesadas en un uso eficiente de la energía. Además, en esos países, las decisiones sobre consumo recaen en las mujeres hasta en un 80%.
Sin embargo, sólo el 15% de los científicos del Panel Intergubernamental son mujeres. Y en las negociaciones sobre cambio climático la proporción es del 28%. "Hay un arma ponderosa que nunca se ha empleado adecuadamente -dice Monique Barbut, directora del Fondo para el Medio Ambiente Mundial-: el sentido común que las mujeres, en su mayoría, poseen".
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