jueves, 26 de noviembre de 2009

Cuando la excitación sexual no es un placer sino un trastorno

MARÍA SAINZ
MADRID.- Orgasmos fuera de lugar. La musculatura se contrae, aumenta la sudoración, la frecuencia cardiaca, hay vasodilatación y se acelera la respiración; el cuerpo se prepara para el clímax pero lo hace en el momento y en el lugar inadecuados. Algunas mujeres reconocen vivir permanentemente excitadas pero sin que su estado responda a ningún interés sexual. Les sucede haciendo la compra, tomando café con unas amigas o sentadas en el trabajo. El Síndrome de Excitación Sexual Persistente (PGAD, por sus siglas en inglés) convierte el placer de tener un orgasmo en frustración, culpa o desesperación.
"Es una disfunción rara que se caracteriza por la presencia de tensión genital y excitabilidad pero sin que exista deseo. Esta situación no siempre desemboca en un orgasmo y, aunque lo haga, la sensación no suele desaparecer, sigue sin resolverse", explica Francisco Cabello Santamaría, director del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología.
Recientemente descrito, este síndrome ya se considera una disfunción sexual, "tal y como quedó descrito en el último consenso internacional celebrado en París en 2003", aclara el citado especialista, y se espera que sea incluido en un futuro dentro del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, en sus siglas en inglés), en el que se compilan todos los problemas psíquicos.
No es multiorgasmia
Tanto ginecólogos como sexólogos inciden en que este síndrome no debe confundirse ni con la adicción al sexo, que se caracteriza por la constante necesidad de mantener relaciones, ni con la anorgasmia o imposibilidad de alcanzar el clímax. También es distinto de la multiorgasmia, un fenómeno que de por sí no es patológico y que se basa en la posibilidad de culminar varias veces seguidas. "Si una mujer se estimula y cuenta con unos buenos niveles hormonales puede tener muchos orgasmos al día", sostiene este médico, psicólogo y sexólogo. Precisamente, esta semana ha saltado a la luz el caso de Michelle Thompson, una británica que afirma tener 300 orgasmos al día.
La clave del PGAD es que las mujeres que lo sufren se encuentran en un constante estado preorgásmico que, en ningún caso, se relaciona con la presencia de deseo sexual. Lejos de resultar grata, la sensación es desagradable y molesta. "El sentimiento no es el de una excitación sexual normal y placentera, tiene más que ver con el dolor genital", explica una paciente, cuyo caso recoge
'The Journal of Sexual Medicine'.
Lo más habitual es que las mujeres acudan a la consulta del ginecólogo alegando insatisfacción o dolor durante la penetración y no una excitación permanente. "En mis 26 años de carrera profesional, habré visto como mucho tres casos", apunta Cabello Santamaría. "Yo sólo he visto el caso de un hombre que eyaculaba con mucha frecuencia", añade Lourdes Parajón, psicóloga del Ruber Internacional (Madrid).
Un gran desconocido
Se conoce más bien poco sobre un trastorno que se ha relacionado con la presencia de malformaciones o tumores en la zona genital; con el consumo de psicofármacos (como algunos antidepresivos); con cambios vasculares, problemas neurológicos o incluso epilépticos. "Una paciente presentaba este cuadro, incluso teníamos que anestesiarla para que pudiese soportarlo. Después de varias pruebas, nos dimos cuenta de que era epiléptica y que la excitación se relacionaba con eso", apunta Javier Haya, del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Santa Cristina de Madrid.
En el caso del director del Instituto Andaluz de Sexología, "las pacientes tenían entre 30 y 45 años y solían presentar esta excitabilidad, caracterizada por un tintineo, una tensión genital sostenida, sobre todo cuando se encontraban somnolientas o cansadas". Esta circunstancia resulta bastante sorprendente ya que el agotamiento suele ser un factor contrario al despertar sexual.
El actual desconocimiento de la etiología, o las causas, de este síndrome se traduce en una falta de protocolos de actuación. Si bien en el caso de la mujer epiléptica se optó por el tratamiento establecido para abordar la citada enfermedad neurológica, en la mayoría de los casos los profesionales se encuentran perdidos y optan por probar con distintas terapias: anestésicos locales asociados al mentol –"para que aporten una sensación de frescor", apunta el especialista andaluz–; fármacos inhibidores de la recaptación de serotonina (que curiosamente también están considerados como posible causa del trastorno) o medicamentos hormonales antiandrógenos. "He llegado a dormir con un paquete de hielo entre las piernas", indica la paciente protagonista del estudio aparecido en la revista de la Sociedad Internacional de Medicina Sexual.
La ayuda psicológica es otra de las opciones más recomendadas. "Parece como si su sexualidad fuera infantil y poco erotizada. Se excitan, por ejemplo, con sólo cruzar las piernas. Es similar a lo que les ocurre a los niños pequeños, que tienen orgasmos que responden a estímulos no sexuales. Sólo obtienen placer físico, no emocional. La insatisfacción que eso produce a estas mujeres puede ser terrorífica", sostiene Rosario Castaño psicóloga clínica y sexóloga del Instituto Palacios (Madrid). De hecho, son varias las pacientes que acaban cayendo en una depresión e incluso presentando ideas suicidas. Su trastorno se entromete de lleno en su día a día y no sólo les impide llevar un ritmo de vida normal sino que también interfiere en sus relaciones de pareja. "Suele ir acompañado de sentimientos de lástima, culpa, frustración, angustia y una reducción general de la satisfacción sexual", apunta Cesare Battaglia, autor de una investigación sobre el tema, también publicada en 'Journal of Sexual Medicine'. En ella se describe el caso de una mujer de 29 años y se plantea una posible relación entre su disfunción sexual y un antidepresivo (trazodona).
El citado documento científico, firmado por Battaglia y Stefano Venturoli, ambos miembros de la Universidad de Bolonia (Italia), arroja cierta luz sobre otra posible causa del trastorno. Tras realizar distintas pruebas médicas, se pudo identificar que la paciente sufría una erección del clítoris similar a la que presentan en el pene los hombres con priapismo o erección sostenida. Precisamente, uno de los principales obstáculos en el abordaje de este síndrome es que no se pueden observar síntomas físicos evidentes, como sí ocurre en los hombres.
Consejos para llevar una vida sexual sana
El orgasmo es esa cima que buscan todas las parejas sexuales. En las mujeres, como explica Francisco Cabello Santamaría, director del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología, es como "una mini crisis epiléptica en el septum; el orgasmo se produce en el cerebro. A continuación, el estímulo neurológico se transmite hasta la zona vaginal, donde provoca entre cinco y 15 contracciones, a intervalos de 0,8 segundos".

¿Qué se puede hacer para asegurar su aparición? Los expertos dan algunos consejos.
Sentimientos: "El principal órgano sexual es el cerebro. El placer no sólo lo da la parte genital, sino también la emocional", indica la ginecóloga María Jesús Cancelo, del Hospital Universitario de Guadalajara.
Comunicación: En las relaciones sexuales no valen los tabúes. Para poder disfrutar, se torna esencial la buena comunicación con la pareja. "Hay que contar lo que nos gusta y en función de eso crear un mapa sensorial. Y, de vez en cuando, modificar el guión, crear fantasías eróticas", propone Cabello Santamaría.
Dieta y ejercicio: El sobrepeso, el tabaquismo o la falta de ejercicio físico pueden llegar a ser un obstáculo en el sexo.
Relajación: El estrés mental y el nivel de nerviosismo por los problemas cotidianos también son enemigos del placer. De hecho, parece que las mejores relaciones se mantienen en los momentos de ocio.
Anticonceptivos: Tanto para evitar embarazos no deseados como enfermedades de transmisión sexual, la pareja debe hablar y resolver el tema de la anticoncepción. Él, ella o ambos deben tomar medidas.

elmundo.es

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