lunes, 23 de noviembre de 2009

Para adelgazar sin perder el humor hay que comer pastas

Bajar de peso tiene un costo que se puede medir en cierta mala salud mental, que incluye una caída en el estado de ánimo y posiblemente también menor desempeño cognitivo, entre quienes eligen dietas bajas en carbohidratos, las más populares a la hora de perder kilos. Es que la glucosa que proveen los hidratos de carbono (presente sobre todo en las pastas, el pan y el arroz pero también, en menor medida, en las frutas) es el combustible esencial para el funcionamiento cerebral. Y por ende, dejar de alimentarlo puede ocasionar inconvenientes en las redes neuronales.
Eso es lo que determinó un estudio publicado en la revista Archives of Internal Medicine de la American Medical Association que comparó durante un año las reacciones de 118 pacientes obesos a los que se sometió al azar a un régimen con muy pocos hidratos de carbono y alto en grasa o a otro con poca grasa pero alto en hidratos de carbono.
Si bien los científicos no hallaron diferencias significativas respecto de las velocidades de procesamiento de la información en los respectivos cerebros, sí había cambios mensurables en los estados de ánimo. Tampoco hay referencias expresas sobre el mecanismo subyacente pero anteriores estudios habían relacionado la ingestión de los alimentos con la presencia de hormonas que causan placer en el cerebro.
Razones. Para Mónica Katz, especialista en nutrición de la Fundación Favaloro, todo tiene que ver con que “el cerebro es glucosadependiente”, es decir, funciona con ese azúcar como combustible. “Si uno come poco hidratos, el cerebro tiene poca glucosa disponible y trabaja a media máquina, lo que puede traer inconvenientes a largo plazo”, señaló la autora del libro No a las dietas. Y agregó que las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyen una dieta de al menos 130 gramos de hidratos para los adultos. “Salvo que uno tenga una situación muy crítica, por ejemplo que no pueda entrar a un tomógrafo, ya hay una corriente muy fuerte en los Estados Unidos que trata de evitar estas dietas porque no son solución”, añadió.
El cerebro, el órgano que distingue a la especie humana y la clave de su éxito evolutivo, es también uno de los más caros calóricamente. “En adultos –siguió Katz–, el 25% del gasto calórico total del cuerpo se lo lleva el cerebro. Pero eso, que puede parecer mucho, en realidad está muy potenciado en los niños, cuyos cerebros consumen hasta el 83% de lo que se ingiere; al año de edad, ese porcentaje está en 65%”. Es decir, que un órgano que pesa alrededor del 3% de todo el cuerpo se lleva ese alto porcentaje de calorías. En ese sentido es que es ridículo dejarlo expuesto así voluntariamente a la carencia de carbohidratos, comentó Katz.
Dietas. Para Alberto Cormillot, quien coincide con su colega en que los carbohidratos son un combustible cerebral esencial, “desde el punto de vista del adelgazamiento, a un año todas las dietas son iguales”. Lo que sucede es que “las que tiene más proteínas y menos carbohidratos son más efectivas a corto plazo y estimulan más a los pacientes por el refuerzo que significa obtener recompensas”. Pero todas funcionan si el total de calorías es el mismo, remarcó Cormillot, en total coincidencia con el estudio firmado por los científicos australianos Carlene J. Wilson y Peter M. Clifton, entre otros. “El paper es congruente respecto de todo lo que se sabe sobre el tema y los inconvenientes del descenso de dopamina (u hormona de la felicidad)”, agregó el argentino. Por esa razón, muchas dietas fallan, ya que además existe una tendencia a mantener el mismo peso más allá de qué se ingiera.
Así es como en los últimos tiempos, una importante corriente médica revaloriza la necesidad de evitar dietas y promueve el aumento de la actividad física. Todo sea por evitar una de las pandemias no contagiosas del siglo XXI: la obesidad.


Una jornada de lucha
Ayer concluyeron las primeras Jornadas Transdisciplinarias de Obesidad que buscan cambiar el enfoque tradicional del problema, vinculado específicamente a lo médico. Además de una actividad para los expertos el jueves, ayer sobre el mediodía hubo un evento urbano en el Obelisco porteño en el que, bajo la batuta de Alberto Cormillot, se hizo énfasis en la necesidad de comer seis raciones de frutas y verduras de seis diferentes colores todos los días, para ayudar a combatir la obesidad y las enfermedades asociadas. Fue en el marco del Día Nacional de Lucha contra la Obesidad.
Como parte de su lucha contra los kilos de más, Cormillot lanzó una campaña para difundir que la aparición de manchas en la piel (en cuello, axilas, dedos, codos o rodillas) puede ser consecuencia de los desórdenes que genera la obesidad abdominal y un signo de que el corazón está en riesgo.
La acantosis nigricans –de ella se trata– es una enfermedad de la piel y se recomienda consultar al médico no bien la persona detecte su aparición.

diarioperfil.com.ar

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