NURIA BAENA
MADRID.- No sólo la angustia y el estrés que provoca el cáncer explican los síntomas de insomnio que presentan muchos pacientes oncológicos; los trastornos del sueño forman parte de los efectos indeseados de la quimioterapia y pueden llegar a afectar hasta a un 75% de quienes la reciben, tal y como explica un estudio publicado en la revista 'Journal of Clinical Oncology'.
Según este trabajo, realizado por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Rochester (EEUU), no poder conciliar el sueño o desvelarse en mitad de la noche o tiempo antes de que suene el despertador son problemas que afectan a quienes reciben quimioterapia hasta tres veces más que al resto de la población.
Si estas complicaciones no se no se tratan existe el riesgo de que se hagan crónicas, dificultando el completo restablecimiento de los pacientes ya que, según investigaciones recientes los trastornos del sueño y la consiguiente alteración del ritmo circadiano podrían asociarse con una mayor morbilidad cardiaca y psiquiátrica y deterioro del sistema inmune.
Tal y como explica Oxana Palesh, directora del trabajo y especialista en radiación oncológica en el Centro del Cáncer James P. Wilmot, "son cifras muy altas y no pueden ser ignoradas. La buena noticia es que el insomnio es una dolencia tratable y puede ser atajada rápidamente, de forma que no agrave otros síntomas". Además, según aclara la investigadora, uno de los factores que complican el problema es que quienes comienzan a experimentar problemas de insomnio y fatiga empiezan a sestear durante el día y a irse a la cama cada vez más pronto, lo que perpetúa el problema y resulta contraproducente para conseguir un sueño restaurador.
Cáncer de pulmón y de mama
La investigación se basó en una muestra de 823 pacientes a los que se aplicó quimioterapia entre 1997 y 1999 y que respondieron a unos cuestionarios durante los dos primeros ciclos. Las respuestas revelaron que en el séptimo día del primer ciclo de tratamiento el 37% de los pacientes presentaba síntomas de insomnio y otro 43% cumplía los criterios que definen el síndrome de insomnio según la escala de depresión de Hamilton, un sistema diseñado para medir la intensidad o gravedad de este último trastorno. Estos pacientes tenían dificultades para conciliar el sueño o permanecer dormidos al menos tres días por semana.
En el segundo ciclo de quimioterapia los síntomas de insomnio no habían variado en el 60% de los pacientes, lo que redundó en una mayor incidencia de fatiga y depresión entre quienes los padecían.
El insomnio se presentó en una mayor proporción entre aquellos que sufrían cáncer de pulmón y mama y, en contra de lo que sucede en la población sana, entre los pacientes más jóvenes (menores de 50 años), quizás porque, tal y como aventuran los autores, las expectativas de gozar de una buena salud son más altas en ese grupo de edad y verlas truncadas provoca mayor angustia y también porque los tratamientos que reciben son más agresivos. Sin embargo, no existieron diferencias entre hombres y mujeres.
"Dada la alta tasa de insomnio entre los pacientes de cáncer se necesitaría una mayor investigación acerca de su prevalencia en poblaciones específicas con cáncer", señalan los investigadores. "Estudios adicionales pueden descubrir cuáles son los factores específicos del cáncer, fisiológicos, psicológicos y de comportamiento, que contribuyen al desarrollo de insomnio durante la quimioterapia. Futuros estudios deben examinar el insomnio en otras poblaciones que experimentan estrés y problemas de salud importantes (como el infarto de miocardio) para mejorar nuestra comprensión acerca de sus causas. Y lo que es más importante, las intervenciones para prevenir y tratar el insomnio de los pacientes con cáncer deben ser desarrolladas y comprobadas", concluyen.
Alteraciones de los ritmos biológicos
A la hora de esclarecer dónde se encuentra la conexión insomnio-quimioterapia algunos investigadores han apuntado a que este tratamiento podría provocar un desajuste en nuestro reloj biológico, tal y como sostiene un trabajo publicado el pasado mes de septiembre en la revista 'Sleep' que defiende que los ritmos de sueño y vigilia de las pacientes de cáncer se ven afectados durante la administración de la quimioterapia.
Este estudio contó con la participación de 95 mujeres con una media de edad de 50 años y que seguían tratamiento con quimioterapia para tratar cánceres de mama de diferente gravedad. Las participantes portaron en sus muñecas un actígrafo (un dispositivo electrónico que graba y reporta los niveles de actividad, calorías consumidas, movimiento, etc.) 72 horas antes de recibir la quimioterapia y durante las tres primeras semanas del primer y del cuarto ciclo de quimioterapia para medir las variaciones en su ritmo circadiano.
Según los resultados de este estudio, el primer ciclo de quimioterapia estaría asociado con una alteración temporal de los ritmos biológico y circadiano y una administración repetida de quimioterapia contribuiría a un progresivo empeoramiento de la situación y a que los trastornos del sueño fuesen más duraderos.
Sonia Ancoli-Israel, autora de esta investigación y profesora de psiquiatría de la Universidad de California-San Diego (EEUU), considera que la quimioterapia puede afectar a los relojes biológicos humanos. Si en condiciones normales nuestro ritmo circadiano (ciclos de 24 horas) ayuda a nuestros cuerpos a sincronizarse con el entorno parece que pierde esta sincronía, especialmente después del primer ciclo de quimioterapia. En palabras de Ancoli-Israel "el reloj parece regularse por sí mismo tras sólo un ciclo, pero con la repetida administración de quimioterapia al reloj biológico se le hace más difícil reajustarse".
MADRID.- No sólo la angustia y el estrés que provoca el cáncer explican los síntomas de insomnio que presentan muchos pacientes oncológicos; los trastornos del sueño forman parte de los efectos indeseados de la quimioterapia y pueden llegar a afectar hasta a un 75% de quienes la reciben, tal y como explica un estudio publicado en la revista 'Journal of Clinical Oncology'.
Según este trabajo, realizado por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Rochester (EEUU), no poder conciliar el sueño o desvelarse en mitad de la noche o tiempo antes de que suene el despertador son problemas que afectan a quienes reciben quimioterapia hasta tres veces más que al resto de la población.
Si estas complicaciones no se no se tratan existe el riesgo de que se hagan crónicas, dificultando el completo restablecimiento de los pacientes ya que, según investigaciones recientes los trastornos del sueño y la consiguiente alteración del ritmo circadiano podrían asociarse con una mayor morbilidad cardiaca y psiquiátrica y deterioro del sistema inmune.
Tal y como explica Oxana Palesh, directora del trabajo y especialista en radiación oncológica en el Centro del Cáncer James P. Wilmot, "son cifras muy altas y no pueden ser ignoradas. La buena noticia es que el insomnio es una dolencia tratable y puede ser atajada rápidamente, de forma que no agrave otros síntomas". Además, según aclara la investigadora, uno de los factores que complican el problema es que quienes comienzan a experimentar problemas de insomnio y fatiga empiezan a sestear durante el día y a irse a la cama cada vez más pronto, lo que perpetúa el problema y resulta contraproducente para conseguir un sueño restaurador.
Cáncer de pulmón y de mama
La investigación se basó en una muestra de 823 pacientes a los que se aplicó quimioterapia entre 1997 y 1999 y que respondieron a unos cuestionarios durante los dos primeros ciclos. Las respuestas revelaron que en el séptimo día del primer ciclo de tratamiento el 37% de los pacientes presentaba síntomas de insomnio y otro 43% cumplía los criterios que definen el síndrome de insomnio según la escala de depresión de Hamilton, un sistema diseñado para medir la intensidad o gravedad de este último trastorno. Estos pacientes tenían dificultades para conciliar el sueño o permanecer dormidos al menos tres días por semana.
En el segundo ciclo de quimioterapia los síntomas de insomnio no habían variado en el 60% de los pacientes, lo que redundó en una mayor incidencia de fatiga y depresión entre quienes los padecían.
El insomnio se presentó en una mayor proporción entre aquellos que sufrían cáncer de pulmón y mama y, en contra de lo que sucede en la población sana, entre los pacientes más jóvenes (menores de 50 años), quizás porque, tal y como aventuran los autores, las expectativas de gozar de una buena salud son más altas en ese grupo de edad y verlas truncadas provoca mayor angustia y también porque los tratamientos que reciben son más agresivos. Sin embargo, no existieron diferencias entre hombres y mujeres.
"Dada la alta tasa de insomnio entre los pacientes de cáncer se necesitaría una mayor investigación acerca de su prevalencia en poblaciones específicas con cáncer", señalan los investigadores. "Estudios adicionales pueden descubrir cuáles son los factores específicos del cáncer, fisiológicos, psicológicos y de comportamiento, que contribuyen al desarrollo de insomnio durante la quimioterapia. Futuros estudios deben examinar el insomnio en otras poblaciones que experimentan estrés y problemas de salud importantes (como el infarto de miocardio) para mejorar nuestra comprensión acerca de sus causas. Y lo que es más importante, las intervenciones para prevenir y tratar el insomnio de los pacientes con cáncer deben ser desarrolladas y comprobadas", concluyen.
Alteraciones de los ritmos biológicos
A la hora de esclarecer dónde se encuentra la conexión insomnio-quimioterapia algunos investigadores han apuntado a que este tratamiento podría provocar un desajuste en nuestro reloj biológico, tal y como sostiene un trabajo publicado el pasado mes de septiembre en la revista 'Sleep' que defiende que los ritmos de sueño y vigilia de las pacientes de cáncer se ven afectados durante la administración de la quimioterapia.
Este estudio contó con la participación de 95 mujeres con una media de edad de 50 años y que seguían tratamiento con quimioterapia para tratar cánceres de mama de diferente gravedad. Las participantes portaron en sus muñecas un actígrafo (un dispositivo electrónico que graba y reporta los niveles de actividad, calorías consumidas, movimiento, etc.) 72 horas antes de recibir la quimioterapia y durante las tres primeras semanas del primer y del cuarto ciclo de quimioterapia para medir las variaciones en su ritmo circadiano.
Según los resultados de este estudio, el primer ciclo de quimioterapia estaría asociado con una alteración temporal de los ritmos biológico y circadiano y una administración repetida de quimioterapia contribuiría a un progresivo empeoramiento de la situación y a que los trastornos del sueño fuesen más duraderos.
Sonia Ancoli-Israel, autora de esta investigación y profesora de psiquiatría de la Universidad de California-San Diego (EEUU), considera que la quimioterapia puede afectar a los relojes biológicos humanos. Si en condiciones normales nuestro ritmo circadiano (ciclos de 24 horas) ayuda a nuestros cuerpos a sincronizarse con el entorno parece que pierde esta sincronía, especialmente después del primer ciclo de quimioterapia. En palabras de Ancoli-Israel "el reloj parece regularse por sí mismo tras sólo un ciclo, pero con la repetida administración de quimioterapia al reloj biológico se le hace más difícil reajustarse".
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