
jueves, 5 de enero de 2012
La nueva era espacial: viajes para todos y en clase turista

domingo, 14 de agosto de 2011
Turismo espacial Ya se hicieron 450 reservas

martes, 5 de julio de 2011
El basurero espacial

Primer lanzamiento en 2015
viernes, 3 de septiembre de 2010
Planean construir una nave que recoja toda la basura espacial

¿Cómo hacer para limpiar el espacio y convertirlo nuevamente en un lugar seguro para la exploración espacial?
Uno de los proyectos más recientes, que cuenta con el apoyo de la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa de Estados Unidos, consiste en una pequeña nave de no más de 100 kg., que puede lanzar una serie de redes para atrapar a los objetos perdidos y trasladarlos a una zona donde no representen un peligro.
El Eliminador de Basura Electrodinámico (EDDE, por sus siglas en inglés) "es un vehículo revolucionario porque no utiliza un sistema de propulsión espacial, por lo tanto, no requiere ni de propulsores ni de combustible como utilizan los cohetes tradicionales", le dijo a BBC Mundo Jerome Pearson, presidente de Star Inc., la empresa que desarrolló la nave.
"Es como un generador eléctrico en el espacio que utiliza el campo magnético de la Tierra y la energía solar para trasladarse entre las órbitas", añadió Pearson.
Espacio limpio en siete años. La nave puede transportar alrededor de 200 redes. Cada una de ellas sirve para atrapar un objeto y arrastrarlo hasta una órbita más cercana a la Tierra, donde permanecerá por unas semanas hasta desintegrarse por completo.
"La mayoría de los satélites se encuentran a 800 kilómetros por encima de la Tierra. La idea es empujar la basura espacial a una altitud de 330 kilómetros y soltarla allí, para que al entrar en contacto con la atmósfera comience a descomponerse", dice Pearson.
Dadas las dimensiones del vehículo, el científico explica que se lo puede enviar al espacio como nave secundaria cuando se lanza una misión espacial.
"Nosotros calculamos que con una docena de estas naves podemos reiterar los 2.465 objetos de más de dos kilogramos que orbitan el planeta en tan sólo siete años", afirmó Pearson.
Por ahora se trata sólo de un proyecto, pero el científico espera poder construir y poner EDDE a prueba para 2013.
Fuente: BBC Mundo
lanacion.com
lunes, 2 de agosto de 2010
Se dañó la refrigeración de la estación espacial

Ayer, las autoridades de la NASA informaron que los seis pasajeros de la estación (tres astronautas rusos y tres estadounidenses) no están en peligro, pero que la EEI está operando sin reserva en caso de que ocurran más fallas en el sistema de refrigeración.
Los problemas surgieron anteayer por la noche, cuando dejó de funcionar uno de los dos surtidores de amoníaco, que impiden que se sobrecaliente el sistema eléctrico de la estación. Enseguida, se activó la alarma y los astronautas Tracy Caldwell Dyson y Douglas Wheelock apagaron los equipos e instalaron cables de arranque para mantener frescas todas las habitaciones.
Ayer, temprano, los controladores de vuelo de la NASA intentaron volver a poner en marcha el surtidor de amoníaco, pero el interruptor de ese circuito volvió a saltar. Aseguran que cualquier reparación incluiría el reemplazo del surtidor de amoníaco, una tarea difícil que demanda dos caminatas espaciales. La EEI cuenta con dos surtidores de repuesto, ubicados en el exterior.
Por ahora, un cable de arranque provisorio mantiene activo uno de los cuatro giroscopios, lo que le da más estabilidad a la estación.
lanacion.com
viernes, 11 de junio de 2010
Envía tu foto al espacio

Una vez cargada la foto y el nombre del titular, el internauta puede imprimir la página acreditativa. Al terminar la misión, recibirá un certificado que dejará constancia de su viaje virtual. Durante el mismo podrá seguir por los propios sitios de la NASA o en las redes sociales el desarrollo del mismo. Si no tiene foto, también vale con registrar únicamente el nombre.
Este servicio es gratuito y, además de su objetivo educativo, sigue una tradición enraizada en la NASA de enviar objetos al espacio. Discos de los Beatles, muñecos de Buzz, el personaje de Toy Story, o las cenizas del creador de Star Trek ya han protagonizado esta experiencia.
elpais.com
domingo, 28 de marzo de 2010
La privatización del transporte espacial

Para LA NACION
NUEVA YORK.- En el Complejo 40 de la Estación de la Fuerza Aérea en Cabo Cañaveral, Florida, los técnicos de la compañía aeroespacial SpaceX preparan las últimas pruebas a las que someterán a su cohete Falcon 9. Corren contra reloj para tener listo el mes próximo este sistema de lanzamiento que representa una pieza clave en la nueva estrategia privada de exploración espacial que el presidente Barack Obama decidió incorporar a la NASA.
"Si no hay contratiempos, el lanzamiento del Falcon 9 se realizará a finales de abril", informó a LA NACION Emily Shanklin, vocera de SpaceX, empresa creada por el multimillonario Elon Musk, fundador del sistema de pagos online PayPal, que se encuentra a la delantera de los esfuerzos privados por sacar provecho del nuevo esquema de funcionamiento para la NASA.
Con arreglo al programa de Servicios Comerciales de Transporte Orbital (COTS, por sus siglas en inglés), la NASA firmó contratos con dos firmas privadas, Orbital Sciences y SpaceX, para que éstas transporten carga primero y astronautas más adelante a la Estación Espacial Internacional, una vez que los transbordadores espaciales estatales sean jubilados a fin de año.
"Mucho está en juego en el vuelo inaugural del Falcon 9. Estas pruebas son cruciales", resaltó a la prensa el administrador de la NASA, Charles Bolden, la semana pasada, luego de que el ansiado lanzamiento fuese postergado una vez más.
Efectivamente, tras el anuncio de Obama de que debido a los altos costos presupuestarios y los retrasos sufridos desmantelaría el programa Constellation -establecido por el presidente George W. Bush y que pretendía colocar de nuevo a astronautas en la Luna para 2020 con sus cohetes Ares y la cápsula Orion-, los vuelos a la órbita baja terrestre serán, de ahora en adelante, subcontratados a empresas comerciales. Estas nuevas y ascendentes firmas, entre las que se encuentran Blue Origins, Sierra Nevada Corp., y Bigelow Aeropace, además de United Launch Alliance ( joint venture entre las gigantes Boeing y Lockheed Martin), prometen hacer el trabajo a un costo mucho menor y con la misma seguridad que ofrecen los transbordadores espaciales de la NASA, que, por cierto, sufrió dos mortales accidentes con el Challenger, en 1986, y el Columbia, en 2003.
La nueva estrategia le permitirá a la NASA concentrarse en el desarrollo de tecnología para construir cohetes más poderosos, capaces de llevar la exploración científica espacial a sitios más lejanos, como la Luna, asteroides cercanos y, eventualmente, Marte, con robots y humanos. Pero no todo el mundo está contento con el cambio de prioridades.
Para empezar, legisladores de California, Texas, Florida y Alabama, estados que concentraban gran parte de los empleos espaciales, criticaron el desmantelamiento del programa Constellation, que temen aumentará el desempleo en sus circunscripciones. Y, con otras cuestiones en mente, los expertos espaciales también advirtieron sobre los riesgos.
"La comercialización de los vuelos a la órbita baja de la Tierra no es algo malo en sí; el problema es que se vuelve algo peligroso al retirar por completo al estado de esa actividad", indicó a LA NACION Scott Pace, director del Space Policy Institute, en Washington. "Ahora, si los proyectos privados tienen dificultades técnicas o financieras, no habrá ninguna red de reaseguro en la cual apoyarse porque el programa estatal será desmantelado; la única opción será depender de los rusos y de su programa Soyuz. El gobierno estadounidense no tendrá capacidad propia para llevar a sus astronautas al espacio", resaltó.
Los otros países socios de la Estación Espacial Internacional, europeos y japoneses, tampoco ven con buenos ojos dejar Rusia como el único transportista. Otros especialistas espaciales, sin embargo, indicaron que el escenario sería similar si se hubiese decidido continuar con el programa Constellation, porque su primera misión no hubiese estado lista sino hasta 2017. Y mientras por un pasaje individual los rusos cobran 51 millones de dólares, las empresas privadas estadounidenses se han comprometido a reducir ese costo a sólo 20 millones de dólares.
"Esta administración no tenía opción y necesitaba ganar tiempo mientras repiensa la política espacial. Como nación hemos administrado mal nuestro programa espacial por al menos una década y ahora nos enfrentamos a algunas decisiones difíciles", apuntó a este diario James Lewis, director del programa de Tecnología del Center for Strategic and International Studies, también en la capital.
"Este gobierno es un gran creyente en el espíritu emprendedor y la innovación, y espera poder replicar el modelo que funcionó para la tecnología de la información y aplicarlo al espacio. Es una gran apuesta, pero hay esperanzas de que funcione", afirmó.
Lo cierto es que hasta que no se establezca una rutina de vuelos, cada misión será un experimento. Y el primero comenzará con el lanzamiento del Falcon 9 en abril. Si todo funciona bien, SpaceX estará en condiciones de cumplir con sus iniciales 12 misiones de transporte de carga, y luego se animará a llevar astronautas en su cápsula Dragon.
"Tenemos que ver lo que sucedió con la industria de las aerolíneas. La gente no tiene problemas en volar con esta o aquella compañía si son seguras y costoefectivas. Y a pesar de los problemas que ocurren de tanto en tanto, nadie aboga por que el gobierno se haga cargo de la industria", subrayó confiado Elon Musk, el joven empresario de la pionera SpaceX.
20 millones de dólares
Es el costo de llevar un astronauta a la Estación Espacial Internacional al que se han comprometido las compañías aeroespaciales privadas estadounidenses.
51 millones de dólares
Es lo que cobra el programa espacial ruso por transportar a un astronauta.
lanacion.com
lunes, 25 de enero de 2010
Ya hay internet en el espacio

De esta manera, el astronauta T.J. Creamer inauguró el primer sistema de conexión personal a internet y acceso a la red desde fuera de la Tierra (conocido en inglés como Crew Support Lan).
"Hello Twitterverse" (Hola twitterespacio) fueron las primeras palabras de Creamer, quien prometió que seguirá "twitteando" .
Mejor calidad de vida
El sistema, desarrollado por la Agencia Espacial Estadounidense, NASA, está basado en redes inalámbricas y permitió a los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI) entrar a la web sin necesidad de utilizar más sistemas.
Hasta ahora, los mensajes que provenían del espacio eran enviados previamente a través de correo electrónico a la Tierra y aquí, otros se encargaban de transcribirlos a la cuenta personal de los astronautas.
Según la NASA, con el nuevo sistema pretenden mejorar la calidad de vida de los astronautas y evitar el aislamiento durante sus largas misiones en el espacio.
bbc.co.uk
Un "buzo espacial" realizará una caída libre supersónica

New Scientist
LONDRES.- Un "buzo espacial" intentará superar el récord mundial de salto, que se alcanzó hace 50 años. Si lo logra, será la primera persona en alcanzar una velocidad supersónica en caída libre. La experiencia serviría para diseñar sistemas de escape para vuelos espaciales.
En 1960, un capitán de la fuerza aérea de los Estados Unidos, Joe Kittinger, hizo historia al saltar de un globo a 31.333 metros de altitud. Desde entonces, muchos trataron de romper ese récord sin éxito. Ahora, el piloto austríaco Felix Baumgartner anunció que saltará con ayuda de Kittinger.
Baumgartner, que fue el primero en cruzar el canal de la Mancha en caída libre en 2003, ascenderá en un globo con helio hasta por lo menos los 36.567 metros. Luego abrirá la puerta de una cápsula presurizada y saltará para superar por lo menos cuatro rércords mundiales, como el de salto en paracaídas y el de salto en caída libre más rápido y prolongado.
En el camino, enfrentará riesgos extremos. Alcanzará una velocidad supersónica a los 35 segundos de haber saltado y la onda de choque "es preocupante -dijo el director técnico del proyecto, Art Thompson-. Estará expuesto a fuerzas violentísimas".
Luego de caer durante casi 6 minutos, Baumgartner deberá abrir el paracaídas a 1520 metros del suelo. La altura del salto está por encima del umbral de los 19.000 metros, una altura llamada la línea Armstrong. "Si ahí llegara a abrir la máscara o el traje, todos los gases del organismo perderían suspensión y, literalmente, él se convertiría en una gaseosa gigante, con líquido saliéndole por los ojos y la boca, como en una película de terror. La muerte sería cuestión de segundos", explicó Thompson.
Para protegerse, Baumgartner usará una versión más flexible del traje espacial presurizado que se usa a bordo del transbordador y que le permitirá inclinarse hasta alcanzar la posición panza abajo necesaria para desacelerar. Otro peligro es comenzara a rotar descontroladamente, lo que le podría provocar un desmayo. Para evitarlo, el traje posee sensores que controlan la aceleración, el ritmo cardíaco y la posición; el equipo en tierra recibirá esos datos en tiempo real y un paracaídas de emergencia estabilizaría el descenso.
Antes, habrá dos vuelos de práctica, a 20.000 y 27.000 metros. Luego, llegará el momento del desafío, que se realizará este año, sin fecha definida aún, en los Estados Unidos. Al probar que una persona puede volver a la Tierra desde esa altitud, la misión Stratos demostrará que los astronautas podrían sobrevivir si necesitan abandonar una nave. "Está en la naturaleza humana viajar más rápido y cada vez más lejos -dijo Kittinger-. Estamos probando trajes de nueva generación completamente presurizados."
lanacion.com
martes, 15 de septiembre de 2009
Todo el cielo en una imagen panorámica

Todo el cielo nocturno, tal y como se ve a simple vista, sin telescopios, desde los que para muchos son los mejores lugares de observación del mundo, se recoge en una única imagen panorámica nueva, en la que destaca nuestra galaxia, la Vía Láctea. La imagen, de la que se ha hecho público un tercio este lunes, es un proyecto del Observatorio Europeo Austral (ESO) en el año Internacional de la Astronomía 2009, con el que pretende acerca el cielo que todos pueden ver y el cielo que estudian los astrónomos en el universo único. La segunda entrega (otro tercio) de la panorámica se hará pública la semana próxima.
El proyecto completo, que se denomina GigaGalaxy Zoom, será una foto panorámica compuesta -del cielo del hemisferio Sur y del hemisferio Norte- de 800 millones de pixeles, a la que se puede accede por internet. Un software específico permite ir profundizando en la imagen y apreciar, por ejemplo, nebulosas multicolores y restos de explosiones estelares. La imagen se presenta como si el espectador observara esta galaxia espiral desde fuera, con el plano de la Vía Láctea atravesando el panorama, de manera que se aprecia el disco, con los conjuntos variados de estrellas, y el núcleo central, así como galaxias satélite próximas.
El trabajo fotográfico ha corrido a cargo del astrofotógrafo y escritor francés Serge Brunier y su colega Frédéric Tapissier, en colaboración con el ESO, bajo Henri Boffin como director del proyecto. "Quería mostrar el cielo con el que todo el mundo se puede identificar, con sus constelaciones, sus miles de estrellas, sus nombres familiares desde la infancia y sus mitos compartidos por todas las civilizaciones desde que el Homo se hizo sapiens", comenta Brunier en un comunicado del ESO.
Para tomas las fotografías del GigaGalaxy Zoom, Brunier ha pasado varias semanas en los observatorios europeos en Chile (Paranal y La Silla) entre agosto de 2008 y febrero de 2009. Además ha trabajado una semana en el observatorio de la Palma (Islas Canarias) para fotografiar el cielo del hemisferio Norte. El resultado es la panorámica compuesta por casi 300 campos, que el fotógrafo ha captado individualmente al menos cuatro veces, y unas 1.200 fotos amplias del cielo nocturno.
El ESO informa que Brunier ha utilizado para su trabajo una cámara Nikon D3 digital, con un dispositivo de alta precisión para mantener el seguimiento de cada campo estrellas a medida que el cielo aparentemente se desplaza debido a la rotación terrestre. Del proceso de datos se ha ocupado Tapissier, que ha dedicado 340 horas de computación en un potente PC para completar el trabajo.
elpais.com
jueves, 10 de septiembre de 2009
Primeras imágenes del nuevo Hubble

jueves, 27 de agosto de 2009
Basura en el cielo
El Cosmos 2251 fue un satélite diseñado para transmitir señales a través de la vasta masa continental rusa. Lanzado en 1993, aparecería más o menos cada 90 minutos en los cielos del Norte, transmitiendo ecos electrónicos de información entre una red de satélites y estaciones en tierra, y desaparecería del horizonte por el Sur.
El Iridium 33, lanzado por Motorola en 1997, hizo algo similar, aunque tomó una órbita ligeramente diferente que lo acercó más a la Tierra durante su paso por sobre EE. UU. Por años, ambos satélites circunvolaron el planeta, ocupados de sus propios asuntos, nunca aproximándose más de 1.000 kilómetros uno al otro, y sin riesgo.
Luego, algo le pasó al Cosmos. Tal vez tuvo una fuga pequeña, tal vez golpeó a un asteroide diminuto o un pedazo de desecho. Nadie lo sabe en realidad, pero por una razón u otra, el Cosmos se salió de curso. T. S. Kelso, un experto en aeronáutica para Analytical Graphics, la cual provee servicios de rastreo de satélites a la NASA, notó que las órbitas del Cosmos y el Iridium estaban acercando a los satélites todo el tiempo. En febrero, advirtió que pasarían a un kilómetro uno del otro. Estaba en lo correcto. El 10 de febrero, Motorola perdió el rastro de la señal del Iridium. En los días siguientes, Kelso y otros conjeturaron que lo que muchos habían temido por años finalmente había sucedido: dos satélites en funcionamiento habían chocado de frente.
Las consecuencias van más allá de la mera pérdida de dos trozos de metal caro. Cada satélite pesaba más de media tonelada y se movía a 7,5 kilómetros por segundo. La explosión resultante fue catastrófica, generando una nube enorme de desechos cósmicos, tal vez 100.000 trozos de basura mayores a un centímetro de diámetro, estima David Wright, un experto espacial de la Unión de Científicos Preocupados. Así, en un segundo, el accidente aumentó en casi un tercio la cantidad de objetos a la deriva en la crucial banda de 700 a 900 kilómetros conocida como órbita terrestre baja (OTB). La nube de basura eventualmente se dispersará alrededor de todo el planeta, como una mortaja.
El evento sirvió como una señal de alarma para los planificadores espaciales. Los seguros por US$ 18.000 millones para los satélites comerciales activos que ahora están en órbita aumentaron entre 10 y 20 por ciento desde el accidente. Los gobiernos dependen de los satélites para recabar información, dirigir sistemas de armamento, predecir los cambios climáticos, monitorear la agricultura y operar sistemas de comunicaciones y navegación. Los expertos calculan que los desechos ahora golpearán uno de los 900 satélites activos en OTB cada dos o tres años. Por primera vez, la basura es el mayor factor de riesgo para el equipo en algunas órbitas. Entre las amenazas orbitales están dos ex reactores nucleares soviéticos. Incluso la Estación Espacial Internacional podría estar algún día en riesgo, si los desechos descienden lentamente a su órbita de 350 kilómetros.
Muchos expertos creen que incluso si se dejara de tirar basura al espacio, la cantidad de objetos a la deriva continuará aumentando por siglos. La razón: los desechos ahora son tan densos que los objetos seguirán chocando unos con otros, creando otros, expandiendo la nube de basura galáctica geométricamente. “Dijimos durante años que estas cosas iban a pasar”, se lamenta Nicholas Johnson, director de la Oficina del programa de Desechos Orbitales de la NASA. “Hasta que suceden, es difícil captar el interés de la gente”.
Don Kessler, un ingeniero de la NASA, predijo la situación actual con una precisión extraña en 1978. Por entonces, los cohetes que transportaban astronautas o satélites de comunicaciones se deshacían de etapas superiores como si fueran latas de cerveza vacías, a menudo sin haber consumido completamente el combustible. Varios cohetes explotaron espontáneamente en órbita, sin consecuencias inmediatas excepto aumentar los desechos en órbita. Cada vez que un astronauta perdía un perno o una llave, el objeto tomaba su lugar en la nube de desechos. La Unión Soviética tal vez haya sido el contaminador más importante. En las décadas del ‘70 y el ‘80, lanzó 32 radares satelitales, diseñados para rastrear las posiciones de barcos de la Armada de EE. UU., cada uno alimentado por su propio reactor nuclear.
Kessler hizo los cálculos, y los resultados fueron sorprendentes. Cuando un objeto choca con otro, descubrió, se dividen en cientos de pedazos y cada uno de ellos se mueve como un proyectil a alta velocidad. “Todos tenían el concepto, probablemente de la ciencia ficción, de cosas flotando juntas en el espacio”, asegura. “Pero nadie lo aplicaba”. Y cerca de 2000, predijo que las colisiones entre satélites empezarían a sobrepasar a los otros tipos de accidentes espaciales.
Para evitar lo que se conoció en el ambiente como el Síndrome Kessler, la NASA formó su Oficina del Programa de Desechos Espaciales, puso a Kessler en la dirección, y le dio un personal de aproximadamente 20 ingenieros y científicos para abordar el problema. El grupo, con oficinas en el Centro Espacial Johnson, en Houston, se esforzó en reformar las prácticas más despilfarradoras de las naciones espaciales. Ahora, muchas de las partes de los cohetes que se desechan son preparadas para que se desintegren en la atmósfera, o para que al menos queden con los tanques vacíos.
Mientras Kessler y su equipo trabajaban contra reloj para lentificar la acumulación de desechos, la nube siguió expandiéndose. Los soviéticos trataron de expulsar el metal líquido de los núcleos de sus satélites nucleares con la esperanza de que las gotitas radiactivas se quemaran inofensivamente al reentrar en la atmósfera. Pero el líquido se endureció en 100.000 o más bolas de metal, cada una demasiado pequeña para ser detectada, pero lo bastante grande como para causar un daño significativo a otros satélites. En 1991, el Cosmos 1934 golpeó un pedazo de basura que se había roto previamente del Cosmos 296. En 1996, el satélite Cerise, de Francia, chocó con un desecho de un cohete Ariane. La basura golpeó un satélite meteorológico de EE. UU. en 1997 y un satélite ruso en 2002. Partes desechadas de cohetes estadounidenses y chinos colisionaron en 2005. En 2007, en choques separados, el satélite meteorológico Meteosat 8 y el UARS de la NASA fueron sacados de sus órbitas.
El misil chino de mediano rango despegó del centro espacial de Xichang sin incidentes el 11 de enero de 2007. Subió unos 850 kilómetros, la altitud típica de los satélites de inteligencia de EE. UU. (lo cual probablemente no sea una coincidencia). Las partes inferiores del misil cayeron para quemarse en la atmósfera, dejando que el “vehículo mortal” continuara hacia su objetivo: un caduco satélite meteorológico Feng Yun.
La ingeniería fue impecable. El misil hizo estallar el satélite en pedazos: 2.500 de ellos, cada uno mayor de 10 centímetros, según los expertos. La explosión aumentó los desechos orbitales en OTB en alrededor de un 40 por ciento. Lo que Beijing esperaba que fuera una demostración impresionante de progreso militar, más bien convirtió a China en el mayor tirador de basura espacial del mundo. Con esa acción deshizo una década de progreso diplomático para lentificar la acumulación de desechos.
Incluso si el oprobio chino es suficiente para disuadir más pruebas de misiles antisatelitales, el futuro parece destinado a cumplir el Síndrome Kessler, como sugiere el incidente Iridium-Cosmos. Hoy, se cree que 750.000 pedazos de basura generada por el hombre, mayores de un centímetro de diámetro —más o menos el tamaño de una bolita—, orbitan el planeta (si se incluyen objetos menores, que aún pueden causar daños dada su gran velocidad, la cifra sube a millones). La mitad de estos objetos puede hallarse en OTB, la cual también contiene más o menos la mitad de los satélites activos.
La debacle china, seguida por el choque Iridium-Cosmos, puso en alerta a la NASA, la Agencia Espacial Europea y Naciones Unidas, que desde entonces trabajan en medidas para poner freno a las colisiones y cuidar los satélites. Proteger los delicados sistemas electrónicos de un satélite podría rechazar algunos objetos menores a un centímetro, pero no servirá contra objetos mayores. Una opción mejor sería dar a los satélites la capacidad de girar, pero eso requeriría equiparlos con combustible adicional, haciéndolos mucho más pesados y más costosos de lanzar. También requerirá de un mejor rastreo de objetos espaciales. La Red de Vigilancia Espacial de EE. UU. actualmente usa una combinación de telescopios de radar y ópticos alrededor del planeta para mantener el control de objetos de 5 a 10 centímetros, periódicamente poniendo al día la posición de cada uno. Aun así, sólo puede manejar alrededor de 13.000 objetos. Y la dinámica de los desechos orbitales es complicada: los cálculos para predecir cualquier colisión pueden estar errados por cientos de metros. Un satélite podría usar demasiado combustible para virar y eludir un trozo de basura amenazante.
Muchos ingenieros empiezan a pensar que la única manera de revertir el Síndrome Kessler sería empezar a remover activamente la basura de la atmósfera. No hay escasez de ideas para hacerlo. Para los objetos pequeños y medianos, los ingenieros están barajando la idea de construir láseres con rayos lo bastante poderosos para “empujar” objetos a órbitas más altas, donde hay menos posibilidad de que colisionen con satélites (eventualmente, volverían a bajar, pero ello sería un problema para generaciones futuras). Un método para remover objetos más grandes y amenazadores podría ser enviar un tipo de nave espacial para capturarlos uno por uno y arrastrarlos a una órbita más baja, donde se quemarían en la atmósfera. Otra idea es extender una soga desde una nave espacial, agarrar un pedazo de basura y tirarla fuera de órbita. De cualquier manera, dar con los objetos suficientes para marcar una diferencia requerirá de un gasto enorme de poder de cohetes.
“La gravedad es el gran desafío”, dice Kelso. Hasta que alguien descubra una manera de superar esa fuerza fundamental, parece que tendremos que aguantar los accidentes galácticos.
elargentino.com
miércoles, 1 de abril de 2009
La 'guerra de los váteres' (inodoro) estalla en la Estación Espacial

Según la versión de Padalky, aireada estos días en la prensa rusa y recogida por el diario británico The Guardian, se ha generado un ambiente crispado en la Estación Espacial debido a las disputas que han vuelto a enfrentar en la Tierra a rusos y estadounidenses. Tras años de ejemplar cooperación desde la caída del Muro de Berlín, los problemas empezaron en 2005 cuando las misiones espaciales se comercializaron, y Moscú empezó a cobrar dinero a los norteamericanos por enviar a sus astronautas a bordo de las naves rusas Soyuz.
Padalka ha criticado duramente a los estadounidenses en declaraciones al periódico 'Novaya Gazeta' por rechazar su petición de utilizar la bicicleta estática a bordo de la Estación Espacial. Además, lo que el cosmonauta considera especialmente ofensivo es que los norteamericanos han decretado una especie de 'apartheid' higiénico, de tal manera que los rusos sólo pueden usar su viejo módelo de retrete, mientras los estadounidenses tienen derecho exclusivo al nuevo váter que han instalado, mucho más cómodo y lujoso.
Relaciones tensas
"Lo que está ocurriendo tiene efectos muy negativos sobre nuestro trabajo", se lamentó Padalka en declaraciones al citado periódico ruso, poco antes de ser lanzado a la Estación Espacial el pasado jueves desde Baikonur.
Padalka, que será el próximo comandante de la ISS, reconoció que las autoridades rusas tienen parte de la culpa, desde que en 2003 empezaron a cobrar a otras agencias espaciales por los recursos utilizados por sus cosmonautas. Fue en ese momento cuando la NASA y otros socios de la ISS optaron por hacer lo mismo frente a los rusos.
"Los cosmonautas estamos por encima de estas peleas entre las autoridades de nuestros respectivos países", asegura Padalka. "Somos personas adultas, bien educadas y con buenos modales, y sabemos usar nuestro cerebro para para mantener relaciones cordiales con nuestros compañeros".
"Son los políticos y los burócratas los que no se ponen de acuerdo, no los cosmonautas y los astronautas", recalca.
Antes de que las agencias empezaran a cobrar por sus recursos, los cosmonautas y astronautas compartían toda la comida en la ISS y esto les hacía sentir a todos como parte de un mismo equipo, según Padalky. Sin embargo, ahora los miembros de cada agencia sólo pueden comer los alimentos proporcionados por sus propias administraciones, y esto también genera tensiones, ya que al parecer la de los estadounidenses es mucho más sabrosa.
elmundo.es
miércoles, 18 de marzo de 2009
La caminata que dio vuelta al mundo

El hombre de la proeza fue Alexei Leonov, a quien apenas 12 minutos de paseo en el vacío interestelar le sirvieron para entrar en la historia.
La Guerra Fría que enfrentaba a Estados Unidos y la Unión Soviética era el marco en el que se gestó la hazaña. Los soviéticos habían desarrollado su programa Voshkod inmediatamente después del exitoso Vostok, que había puesto en el espacio por primera vez a un hombre, Yuri Gagarin, y una mujer, Valentina Tereshkova.
Mientras los estadounidenses hacían avanzar su programa Géminis, en lo que fue el paso previo de las misiones Apollo, que finalmente colocaron al pionero Neil Armstrong sobre la superficie lunar, los soviéticos, aunque con menos equipo y presupuesto, querían marcar hitos en esa carrera, con menos presión científica que propagandística.
Producto de esa urgencia, varios contratiempos pusieron en riesgo la vida de Leonov. La Voshkod 1, lanzada unos meses antes, había sido la primera multitripulada. Tres cosmonautas, literalmente apretados como sardinas, formaron parte de esa experiencia. En la Voshkod 2 sólo eran dos, Leonov y Pavel Belyayev, a quien, entre otras cosas, le tocó manejar una de las tres cámaras que documentaron la experiencia, cuyas imágenes fueron retransmitidas por la televisión soviética horas después.
Leonov vivió momentos de gran peligro en ese paseo, que comenzó cuando la nave se encontraba sobre el sur de Egipto y finalizó cuando merodeaba el este de Siberia. Uno de ellos fue el que le produjo el traje provisto, que le impedía moverse con facilidad, y por lo que no podía manejar los controles que abrían y cerraban la escotilla de salida al exterior.
También su cuerpo sufrió las consecuencias de esa situación. Según informes médicos que se conocieron muchos años después, como la mayoría de los datos, en 20 minutos la temperatura corporal de Leonov ascendió peligrosamente casi 2°C, hasta tal punto que dentro del traje sentía que chapoteaba en su sudor. Tampoco se sentía cómodo con los 15 metros de cordón umbilical que lo conectaban con la nave.
No terminaron allí los problemas: la nave, por un error en el sistema de navegación, aterrizó impensadamente en el medio de la taiga, un agreste territorio ruso poblado de bestias salvajes. Eso hizo que el rescate se prolongara más de lo esperado.
Pese a todo, Leonov y su paseo por el azul y silencioso espacio marcaron un hito en la historia de la navegación espacial.
Luis Ini