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sábado, 7 de julio de 2012

Invento argentino, la solución definitiva para los desechos tóxicos y urbanos


Es sabido que la basura producida por la sociedad de consumo ya alcanza dimensiones de emergencia planetaria. Según un informe del Banco Mundial, en el 2012 se generarán 1,3 billones de toneladas de desechos. Para el año 2025, el organismo estima que esta cantidad se duplicará. Es que el hiperconsumismo global, las necesidades sociales de empleo y de bienestar, y las soluciones ecológicas para construir un mundo sustentable suelen entrar en contradicción por perseguir objetivos aparentemente contrapuestos. En el mundo en el que vivimos, ambientalismo y economía parecerían ser las dos expresiones de una ecuación irresoluble.
Sin embargo, una empresa argentina, Cerocon SA, afirma haber encontrado una solución a estos dilemas. La firma desarrolló una técnica patentada mundialmente que transforma en vidrio todo tipo de desechos, especialmente aquellos tóxicos que representan serios riesgos ambientales.
“Hemos ideado una formula química que logra transformar molecularmente cualquier tipo de sólido y semisólido y utilizar su materia prima para fabricar vidrio”, explicó Mario Norberto Fracchia, presidente de Cerocon SA.
Para el directivo, este adelanto científico es “la tecnología más efectiva en el mundo, no hay ninguna otra que pueda hacer esto”. Si bien reconoce que existen otros procesos de reciclado similares vulgarmente conocidos como “plasma”, asegura que son “muchísimo más complejos, más caros, y no tienen tantos usos posibles”.


Un proceso “limpio”

“A diferencia de las demás tecnologías que suelen usarse, no diluyen el tóxico dentro del vidrio, sino que fabrica vidrio con el tóxico, agregando este polvo químico que es la clave del invento”, explicó Fracchia.
El método consiste en la realización de una “una termodestrucción del residuo o del contaminante”. “Las cenizas producidas se mezclan con la formula química y se vitrifican de forma no tóxica, sin contaminar”, comentó María Eugenia Fracchia, del Departamento Comercial de Cerocon. Y agregó que “en la mayoría de los casos, las cenizas que quedan, al ser semisólidos o barros, se pueden vitrificar directamente sin necesidad de termodestruirlas, como hacemos con el cianuro líquido”.


Úselo y ¿tírelo?

Pero para que toda técnica de reciclado sea eficiente, resulta necesario que el material recuperado sea verdaderamente utilizable para generar más valor. En este sentido, Cerocon cumple las expectativas, puesto que al vidrio se le puede dar “cualquier tipo de utilidad que requiera, siempre y cuando no se le pida  transparencia o calidad de cristal”.
“Está probado científicamente que puede ser usado para fabricar ladrillos y bloques de construcción, como también para aislamiento térmico, acústico y rellenos para estanqueidad”, explicó Mario Fracchia.  “No es igual al vidrio común –agregó-, es mejor, ya que es mas resistente. Y como cualquier vidrio, tarda 14.000 años en lixiviar y, por lo tanto, es extensamente durable”.


Complementariedad y versatilidad

Además de los residuos urbanos peligrosos, la tecnología creada por Cerocon también está pensada para aquel material residual pasivo de las producciones industriales y que son difíciles de reducir a un mínimo, como solicita la normativa vigente. Los sistemas convencionales de reciclado no pueden destruir definitivamente estos resabios tóxicos, produciéndose una sobreacumulación de contaminantes altamente peligrosos cuyo destino final son rellenos antiecológicos como los del CEAMSE.
Por ello, Mario Fracchia afirma que este proceso “complementa todas las tecnologías de reciclado, todo aquello que no se pueda aprovechar más y es tóxico”.
De esta forma, se estaría produciendo un nuevo concepto de responsabilidad ambiental que “solucionaría el problema de los rellenos sanitarios que permanentemente dañan al planeta”, sentenció el ejecutivo. 


¿Profeta en su tierra?

Si bien el adelanto técnico es 100% argentino, desde Cerocon Martín Olascoaga yRodrigo González, representantes comerciales, destacan que todavía no ha sido implementado a nivel local y que, probablemente, comience su inserción en el mercado internacional.
En el mismo sentido se expresó el titular de la firma: "Existen muchas tratativas a nivel exterior,  aunque nos gustaría mucho que primero sea en la Argentina, porque es un invento argentino".
Ahora bien, la empresa afirma que el producto “todavía no se ha instalado a nivel comercial, aunque sí se han realizado todas las pruebas con los barros del Riachuelo, con cianuro, pilas, y todos los residuos tóxicos. Todas con éxito porque no hay manera de que fallen, todas se transforman en vidrio. Estamos esperando que ese éxito y evidencia científica se ponga en marcha”, concluyó el titular de la empresa.
infobae.com

jueves, 2 de febrero de 2012

Basura: el cambio empieza por casa

Chris Jordan, considerado el fotógrafo verde por excelencia, lleva años creando conciencia sobre el desproporcionado nivel de consumo de nuestras sociedades y las graves consecuencias que eso le trae al planeta. Basa la composición de sus imágenes en estadísticas reales tales como los 410.000 vasos plásticos que se desechan en Estados Unidos cada 15 minutos o las 2.000.000 de botellas de agua o gaseosa que se tiran cada 5. Como estas cifras, aunque impresionantes, resultan abstractas para la mayoría de la gente, Jordan les da vida y las hace visibles adaptándolas a una escala temporal apropiada capaz de ser representada en una foto. Su obra Cans Seurat, basada en un cuadro clásico del puntillismo de Georges Seurat, está compuesta por las 106.000 latas de aluminio que los americanos consumen cada 30 segundos. En muchos casos, cuenta, debe usar lapsos de tiempo mínimos, incluso décimas de segundo, porque si no algunas de sus fotos podrían llegar a medir 100 metros de largo por 10 de ancho.
Se estima que cada persona arroja un promedio de un kilo y medio de basura por día en Capital Federal. Son 5000 toneladas de residuos sólo en la ciudad que contaminan el aire, el suelo, el agua, liberan tóxicos y contribuyen al cambio climático. Pero además, llegará un día en que no habrá lugar para más porque un 50 por ciento de lo que tiramos no es biodegradable. Pasarán 20 años antes de que las 5 o 7 bolsas con las que volvemos cada día de la compra desaparezcan, y más de 300 para que no queden rastros de la botellita de agua que tomamos hoy.
La realidad indica que imperativamente todos deberíamos separar los residuos en origen y que la responsabilidad primaria del problema está en cada hogar, cada hábito y cada decisión de consumo que se toma.
Marina Lemos, experta en Gestión Integral de Residuos y directora del Proyecto de Educación Ambiental Reserva Natural del Pilar, define de forma sencilla la relación que cada uno debería tener con su basura: "Es importante señalar una diferencia fundamental: basura y residuos no son sinónimos. Lo que fue separado no es basura. Ahí comienza el compromiso de cada uno en hacer que los materiales que descartamos entren en la categoría de residuos potencialmente reciclables. Entonces serán recursos. Llamamos basura a una bolsa irresponsable, con todos los materiales mezclados. La defino como irresponsable porque es la materialización de que no nos interesa qué pase con ella. La sacamos a la calle y ahí termina nuestro problema. ¿Cuánta gente se pregunta qué ocurrió luego con esa bolsa? ¿Desapareció mágicamente y listo?"
Obviando los residuos orgánicos -mediante la técnica del compostaje podrían convertirse en abono para plantas- y las bolsas de plástico, los papeles laminados de golosinas o galletitas y las bandejas y vasos térmicos que no se pueden revalorizar, lo que suele quedar en una bolsa son materiales aptos para el reciclaje como plástico, vidrio, latas, telas, Tetra Bricks o papel. Su separación en origen posibilita que vuelvan al circuito de consumo evitando sobreexplotar nuevos recursos para obtener más materia prima de la naturaleza. El aluminio puede readaptarse infinitas veces consumiendo en el proceso apenas el 5% de la energía que sería necesaria para hacer aluminio nuevo. Cada lata reciclada ahorra la energía que consume un televisor prendido durante 3 horas. Pero tirada a la basura tarda 500 años en biodegradarse.
En Capital y Gran Buenos Aires surgen cada vez más puntos gestionados de forma oficial o privada a donde puede llevarse desde bronce, vidrio y pilas hasta aceite de cocina. Una de las tantas asociaciones civiles que fomentan y facilitan la separación en origen de los residuos domiciliarios es Dondereciclo. Su fórmula sencilla permite a cualquier usuario entrar a la página web, elegir qué reciclar y buscar por barrios o ciudades los centros de acopio que existen en Argentina. El gobierno porteño sumó en los primeros días del año 106 nuevos contenedores diferenciados en la cuadrícula del centro comprendida entre Entre Ríos, Lima, Rivadavia y Belgrano, que se suman a los ya instalados para prueba piloto en los barrios de Núñez y Monte Castro. Son 80 contenedores negros para basura común y 26 verdes, uno por manzana, para reciclables previamente separados en origen a donde pueden llevarse papeles, cartones, latas, vidrios y botellas de plástico, entre otros.
¿Qué sucede a partir de allí? Liliana Amielli es investigadora de CEP ATAE, un centro de investigación de la Facultad de Arquitectura de la UBA que trabaja en nuevos materiales, ahorro energético y soluciones ambientales a partir de residuos. Es también una de las fundadoras de ARCA, Centro de Reciclado y Ecología Urbana, cuya misión es capacitar a escuelas, cooperativas, municipios y particulares sobre la temática de la separación en origen y el reciclado de materiales para darles valor agregado. Por su pequeña trinchera instalada en una nave de Ciudad Universitaria desfilan desde diseñadores industriales hasta cooperativistas barriales y artistas que encuentran en la basura de los demás materia prima para ladrillos, colectores solares, tejas para invernaderos, bloques aislantes térmicos, bolsos, carteras, escobas o cortinas. Amielli da consejos básicos para empezar a ser un reciclador urbano sin aburrirse en el intento -por falta de espacio o de tiempo, porque los contenedores quedan lejos, por desconocimiento, etcétera-. "Lo primero es reducir el consumo para generar menos residuos -dice-. Hoy compramos muchas cosas por el envase y no por el contenido, que además a veces es lo que menos valor tiene. Podemos adquirir bebidas de tamaño más grande, en lo posible en envases de vidrio fáciles de lavar y que se puedan reutilizar infinidad de veces. En casa un buen comienzo es separar en sólo dos bultos, uno para lo orgánico y otro para los reciclables. Y recordar siempre llevar la bolsa de las compras para evitar volver con gran cantidad de plástico que contamina rellenos sanitarios, ríos y ciudades".
La ingeniera Lemos coincide en que bajar el volumen de consumo es tan o más importante como reciclar. "El mejor residuo es aquel que nunca se produjo -explica-. El acto de comprar ya es determinante, porque es donde decidimos qué desecho vamos a generar. Allí se juega el futuro de nuestra bolsa de basura. Es fundamental tener en cuenta que sean envases que posteriormente pueda separar y derivar al reciclado y evitar los descartables o los materiales laminados compuestos por mezclas de plásticos o plástico y papel. Con pequeñas pautas incorporadas, ir al supermercado dejará de ser simplemente tirar algo adentro de un carrito." Pone como ejemplo una simple caja de té: la recubre un plástico transparente, está la caja misma, el sobre de papel y finalmente el saquito. Todo esto para tomarnos un té en cinco minutos.
"Soy tan dueño de beber el contenido de una botella de agua como de preguntarme qué voy a hacer después con ella, plantearme lo que se llama el ciclo de vida", dice el abogado Enrique Cortés Funes, asesor de Desarrollo Institucional de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (www.farn.org.ar). "Tener un poco más de conciencia -agrega- tiene que ver con hacerme preguntas sencillas y actuar en consecuencia. Es como un ejercicio: en la medida en que nos vayamos informando y educando, al ir de compras tendremos la variable presente y el ejercicio irá creciendo. Lo ideal no es buscar culpables sino plantearte cuál es tu rol y qué podés hacer".
La gran pregunta es si la acción individual sirve de algo frente a estadísticas tan tremendistas. "Gandhi decía tus hábitos se convertirán en tu destino -continúa Cortés Funes-. Si bien los beneficios son colectivos, el proceso de cambio es estrictamente individual y personal. Implica el compromiso personal de reducir al máximo el impacto que genero sobre el ambiente en todos los ámbitos en los que me desenvuelvo y en todas las decisiones que tomo".
Como ejemplo, un dato manejado por la Asociación Patrimonio Natural, entidad que gestiona la Reserva del Pilar: los materiales aportados por los vecinos de la zona, separados en más de diez categorías y sometidos a reciclaje pasaron de 8000 kilos en 2008 a 15.000 en 2009 y a 20.000 en 2010.
Está claro: el cambio empieza por uno.

RESIDUOS = RECURSOS

  • Con el PET -botellas plásticas de gaseosas y agua- se fabrica fibra de poliéster comúnmente llamada polar. En nuestro país, además, se lo usa para hacer cerdas de escobas, cepillos y escobillones, cortinas, etcétera.
  • Los envases Tetra Brik están hechos de tres capas de plástico, una de aluminio y una de cartón, por lo que son ciento por ciento reciclables. Con ellos se hace madera tipo aglomerado o se recuperan los materiales primarios que lo constituyen.
  • Los diarios, revistas, cartones y papeles blancos vuelven a las industrias y se transforman en nuevos cartones, en papel higiénico o en servilletas de papel.
  • El vidrio y las latas tanto de hierro como de aluminio se transforman nuevamente en estos materiales.
  • El aceite de cocina usado se usa para generar biodiésel. Si, por el contrario, se lo vierte en la red cloacal, contamina casi mil litros de agua por litro de aceite.

CONSEJOS

  • Lavar y escurrir los envases para reciclar antes de llevarlos al contenedor.
  • Aplastar y reducir el volumen de envases de Tetra Brik, latas y botellas plásticas para que entre más cantidad en cada contenedor.
  • Con lo orgánico lo ideal es compostar y generar abono. Las composteras familiares, compradas o domésticas se pueden ubicar en el patio, terraza o balcón, ocupan muy poco espacio, y administradas correctamente no generan olor ni atraen insectos.
  • Evitar el uso de bolsas plásticas. Se aceptan en cada compra por rutina desconociendo la cantidad de años que tardan en degradarse. Su reciclado es dificultoso. Llevar siempre una bolsa propia de compras en la cartera o tener varias en el auto.
  • Analizar los envases e informarnos sobre cuáles se pueden reciclar y a dónde se pueden derivar.
  • Optar por comprar recargas económicas en sachet en el caso de los productos de limpieza, champúes y acondicionadores.
  • Contactar al recuperador del barrio o al centro verde más cercano para que pase a retirar bolsas con grandes volúmenes.
  • Contactar a las escuelas que forman la Red de Escuelas Ecoeficientes para acercarles los materiales. Algunas de ellas incluso reciben botellas de plástico rellenas por todas las bolsas de plástico y envoltorios de golosinas o galletitas no capaces de ser reciclados. Las usan como ladrillos para ecoparedes.
  • Buscar información en Internet y hacer cursos de reciclado. ARCA da capacitación al público dos veces al año.

A QUIEN RECURRIR

Según el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la ciudad de Buenos Aires, actualmente trabajan activamente en la recolección de residuos reciclables más de diez cooperativas. Con su formación se ha favorecido la organización de la actividad de los cartoneros y se jerarquizó el circuito de recuperación de materiales para nuevo uso. Una de las más conocidas es El Ceibo, que cuenta con 55 recuperadores urbanos encargados de la recolección de vidrios, cartones, plásticos o papeles de las casas y los comercios del barrio de Palermo desde 1997.
En la página del ministerio hay información de contacto de cada una de ellas y sus zonas de acción: www.buenosaires.gov.ar/areas/med_ambiente/higiene_urbana/reciclado_09/recuperadores_urbanos.php?menu_id=30500Plantas.
www.dondereciclo.org.ar es una página sencilla e interactiva que permite elegir qué tipo de residuos se quiere reciclar y ubicar los contenedores a donde llevarlos -ubicados en supermercados, escuelas, centros barriales, etcétera- por barrio o ciudad.
lanacion.com

viernes, 25 de noviembre de 2011

Basura electrónica: una problemática que crece en silencio


Los bolsones blancos, repletos de celulares en desuso, están al lado de una máquina trituradora que los pulveriza, reduciéndolos a un puñado de chatarra. Cuatro operarios trabajan en una mesa de madera rústica y desarman plaquetas electrónicas de computadoras. Los componentes internos se colocan en diferentes recipientes y las carcazas se apilan en una montaña de metal que crece.
Un muro de impresoras se levanta en el centro del galpón. Los ladrillos son viejas Lexmark, HP o Epson que serán desarmadas cuando les llegue el turno. Al igual que la pila de LCD y plasmas, o los monitores, o las antenas de telefonía celular.
El trabajo artesanal se está realizando en la planta de Silkers , en Quilmes, el punto final del camino de una parte de los residuos electrónicos que se generan en la provincia de Buenos Aires. Allí se procesan entre 120 y 150 toneladas por mes, lo que representa sólo el 0,1 por ciento de la chatarra generada en todo el país.
Desde la Cámara Argentina de Máquinas de Oficina, Comerciales y Afines (Camoca) estiman que en 2011 cada argentino desechó entre dos y tres kilos de basura electrónica y advierten que las cifras se dispararon en los últimos dos años: de 80 mil toneladas se llegó a las 120 mil. En la Ciudad de Buenos Aires, en 2009 se desecharon 14.000 toneladas y la proyección hacia fines de 2011 dice que aumentará a 20.000.
Se piden medidas urgentes y comienzan a surgir. Hace pocas semanas la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires sancionó una ley para comenzar a regular la disposición final de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, los que se denominan RAEE. La normativa, que aún no fue promulgada, involucra a todos los actores relacionados con la cadena de producción, distribución y utilización de los RAEE.
Una de las bases de la ley es generar más espacios para colocar los desechos tecnológicos. "Acá nos ocupamos de un porcentaje muy bajo. No sé cuantas plantas más harían falta, pero estoy segura que varias", le cuenta a LA NACION Verónica Calona, responsable del área de Relaciones Institucionales de Silkers.
La empresa familiar, que funciona desde 1990, comenzó con el desarme de centrales de telefonía, pero luego evolucionó hacia la gestión de residuos.
¿Cómo llegan los artículos en desuso? La mayoría forman parte del recambio tecnológico de las empresas y, a través de convenios, lo ceden para iniciar el proceso de reciclado. En la planta de Quilmes se clasifican de acuerdo al tipo de aparato y se desarman las partes.
"Se llama valorización. Es un proceso en el que se separan los metales ferrosos y no ferrosos y los plásticos, y vuelven al mercado como insumos. Lo interesante de estos residuos es que son reciclables en un 97 por ciento", explica Calona.
Las plaquetas, sistemas integrados internos, se envían a Alemania, Bélgica, Suecia y otros países europeos; el resto de los materiales se comercializa en fábricas nacionales.
Suenan los martillazos de los obreros que trabajan de espaldas a un gran cartel de Epson. "Hace un tiempo apilábamos los desechos por marcas, pero ya no usamos ese sistema". La chatarra a veces no es tan chatarra. "Si prendés los plasmas tal vez funcionen. Entran computadoras sin usar. Las desarmamos igual porque es parte del convenio. Nada vuelve al circuito comercial aunque no se haya usado", dice Verónica.

El marco legal

La nueva ley provincial fue impulsada por el senador Luis Malagamba, del GEN. Entre varias ideas y con el aporte del Organismo provincial de desarrollo sustentable (Opds) salió el proyecto final. "La base de la ley es generar conciencia con respecto a los nuevos tiempos que tienen que ver con la gran cantidad de RAEE que se genera. Habla de valorizar, reciclar, reducir el impacto ambiental, pero lo que genera es obligaciones para los productores y distribuidores", explicó el senador.
Según la ley los productores y distribuidores deberán "fomentar la producción de aparatos electrónicos que faciliten su desarmado y valorización, la reutilización y reciclado de sus componentes y materiales". Los fabricantes deberán, en un plazo no mayor a tres años, sustituir los componentes tóxicos con el fin de limitar el impacto ambiental, como plomo, berilio, cromo, cadmio o mercurio.
También se comprometerán a generar espacios para contener los RAEE en desuso. La gente podrá utilizarlos sin obligación de compra; es decir, adquirir un artículo de una marca y cuando sea chatarra eléctrica, dejarlo en el depósito de otra. En las ciudades de menos de 50.000 habitantes las autoridades comunales deberán hacerse cargo.
"Es importante que estos elementos no terminen en un predio de disposición final y pasen por un proceso de reciclado. Todos los actores que intervienen tendrán que hacer el seguimiento de la ley", pidió Malagamba.
Varios proyectos de ley deambulan por el Congreso de la Nación a la espera de tener una resolución. Carlos Scimone, gerente de Camoca, resaltó que más allá de la sanción a nivel provincial, es necesaria una regulación federal. "Regular es tratar de que los desechos no sean enterrados. Se deben cumplir los pasos anteriores, el de rehuso y el de reciclado", dijo.
Según su opinión el incremento de basura se debe al alza del consumo en informática y artículos para el hogar, "con una cultura del consumismo y las facilidades de pagar, por ejemplo, un LCD hasta en 50 cuotas".
Scimone brindó detalles del porcentaje de reuso y reciclado en otros países y lo comparó con lo que sucede en el país. En Alemania llega al 60 por ciento, en Suiza está cercano al 70 y en la Argentina ronda el 5 por ciento.
"El objetivo es cómo promovemos, mediante leyes, presionar, encaminar a los productores a que empiecen a prestar atención de hacerse cargo del producto. Que cuando no se pueda utilizar más, se pueda reciclar", opinó.
lanacion.com

jueves, 10 de noviembre de 2011

Basura electrónica


En la Argentina se tiran 120.000 toneladas de basura electrónica por año, según estimaciones del sector. En la ciudad de Buenos Aires el número ronda los 7 kilos per cápita (el doble que en el resto del país), debido sobre todo a la gran cantidad de empresas que tienen oficinas aquí. Esto incluye los casi 10 millones de móviles que se dejaron de usar el último año, sumados a un millón de computadoras y otro tanto de impresoras, y que en el peor de los casos terminan contaminando un basural.
Desde hace unos años, junto con la creciente presencia de dispositivos electrónicos en el hogar y las empresas ha surgido un problema: la disposición de esos desechos electrónicos.
"Mientras una batería o un celular están en uso no contaminan. Pero si se los tira a un basural común y se rompen pueden liberar ácidos o materiales tóxicos como mercurio, cromo o berilio, que pueden afectar el agua y el suelo del relleno sanitario donde están. Ese es el problema en un basural, no los restos de comida", alerta Gustavo Fernández Protomastro, de Gestión Ambiental ( www.escrap.com.ar ), una de las cinco empresas nacionales que cuentan con una planta de reciclado de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE).
La disposición de los residuos tecnológicos es un problema mundial y tiene varias aristas. Por un lado, la contaminación que producen esos desechos en el mundo: los 1600 millones de celulares que se vendieron en 2010 según Gartner, por ejemplo, sumados a computadoras, portátiles, tablets, reproductores multimedia, GPS, etcétera.
Por otro, la presión que ponen sobre los recursos no renovables del planeta: en un dispositivo de este tipo es posible encontrar elementos relativamente abundantes (hierro, aluminio, bronce, oro, silicio), pero también minerales poco comunes (las llamadas tierras raras); un móvil puede tener hasta 50 materiales diferentes, sin contar el plástico. Y el litio que puede sacarse de una batería vieja es más puro que el que se obtiene de una mina como las que hay en Salta, Jujuy o Chile.
Lo mismo para el oro o el cobre; recuperarlos no sólo evita impactar aún más sobre el medio ambiente, sino que permite reutilizar esos materiales, y a un costo menor al que tiene extraerlos de la tierra. Además, buena parte de la materia prima usada en la electrónica está en tierras chinas; ese país se niega a exportarla sin procesarla (es decir, sólo sale como producto terminado), por lo que el reciclado permite mantener vivas fábricas en el resto del mundo, y hoy es un negocio que da ganancias.
"En un celular se puede reciclar el 90% de los materiales, pero para eso hay que evitar que vaya a un basural común -explica Fernández Protomastro-. En el mundo hay lugares (centros verdes) donde la gente puede ir a tirar estos equipos; acá, Rafaela está implementando algo así. La alternativa son los cartoneros, que levantan estas cosas de la calle, y las empresas, que contratan servicios como el nuestro para hacer la recuperación. En la Argentina hoy sólo se recupera el 5% de la basura electrónica."
Una vez que la empresa de reciclado de RAEE la tiene en su predio se hace un proceso de desarmado de los equipos; separan y clasifican las piezas según su tratamiento posterior: las baterías, las carcasas, los cables, las pantallas, las plaquetas, los transformadores y demás.
El 80% de los componentes se recicla en el país, mientras que un 10% debe enviarse al exterior para su procesamiento. El 10% restante son los elementos que no pueden recuperarse (transformadores, algunos plásticos y gomas) que se catalogan como residuos peligrosos. En la Argentina, por ejemplo, Siderar compra hierro recuperado, y Aluar hace lo propio con el aluminio; los cables se trituran para separar el cobre del plástico que los recubre.
Según Fernández Protomastro, el plástico se mezcla con otro no reciclado para hacer postes de luz, carcasas de medidores de corriente y otros elementos. En Gales, Reino Unido, se inauguró recientemente un puente hecho de plástico reciclado.
En la Argentina, sin embargo, no existe todavía una planta capaz de procesar y recuperar los metales y minerales usados en una plaqueta (un motherboard, típicamente) o una batería; estos componentes se envían a Europa o China para su reciclado.
El límite legal
El jueves último, el Senado bonaerense convirtió en ley un proyecto que prohíbe tirar a la basura lámparas, pilas, celulares, computadoras ni electrodomésticos en general, para evitar la acumulación de las 50.000 toneladas de RAEE que se descartan por año en la provincia de Buenos Aires. La nueva legislación estipula la creación de un registro provincial de gestores de basura electrónica, y la puesta en marcha de centros de recepción de desechos.
Todavía falta, sin embargo, una ley nacional que regule en forma unificada esta actividad y que promueva la disposición ordenada de la basura electrónica por parte de los usuarios finales, y su recolección y posterior procesamiento. Existe, no obstante, "un proyecto de ley de presupuestos mínimos, que ya tiene media sanción en el Senado. El proyecto propone regular la gestión de los residuos para promover la reutilización y el reciclado de la basura electrónica", explica Yanina Rullo, de Greenpeace Argentina, asociación que está apoyando este proyecto ( www.greenpeace.org/argentina/es/campanas/contaminacion/basura-electronica/ ).
"Lo que buscamos es que se cree una infraestructura de gestión, que cree un marco legal para esta actividad y que permita regular la actividad del reciclado y la formación de una industria local; en el resto del mundo es una actividad rentable y aquí puede serlo también. Aunque se están haciendo cosas en el país hay trabas, porque al no tener una ley parte de esta basura se clasifica como residuo peligroso y eso complica su procesamiento", afirma.
En Greenpeace apuntan a lograr que los diputados sesionen en comisión antes del 20 de este mes para lograr que el proyecto de ley progrese y no quede postergado para las sesiones de 2012.
En esto coincide el presidente de la Agencia de Protección Ambiental porteña (APRA), Javier Corcuera: "Actualmente existen dos obstáculos que dificultan la gestión de la basura electrónica: la ausencia de una industria de reciclado con capacidad suficiente para abarcar la totalidad de RAEE que se generan y las prohibiciones jurisdiccionales de ingreso a territorios provinciales. Es indispensable la sanción de una ley nacional que fije presupuestos mínimos para la adecuada gestión de estos residuos. Y debe aplicarse el principio de responsabilidad extendida del productor".
Este principio supone que el fabricante o el vendedor del equipo deben hacerse cargo de su reciclado, sea disponiendo de lugares de acopio y procesamiento o aceptando equipos viejos como parte de pago de los nuevos.
De hecho, en 2008 la APRA y los fabricantes Duracell y Energizer firmaron un acuerdo para la recolección de pilas en la Ciudad avalado por la Secretaría de Ambiente nacional, que terminó con 10 toneladas de pilas en manos del gobierno porteño, que esperan una autorización de la Aduana para poder ser exportadas a Europa.
En Suecia, Bélgica y Alemania hay plantas con hornos que procesan las pilas y las plaquetas, y permiten recuperar los metales y otros materiales; lo que no se puede reciclar se usa, por ejemplo, como escoria para cemento.
Dónde llevar las baterías
Según los expertos, las pilas alcalinas pueden ir a la basura común, aunque es preferible reciclarlas.
El programa de recolección de pilas recargables que la Agencia de Protección Ambiental implementó sigue vigente. En www.agenciaambiental.gob.ar/areas/med_ambiente/apra/des_sust/res_esp/empresa_recoleccion.php?menu_id=32341 es posible acceder a un listado con los 110 puntos de recolección. Las empresas que participan en el programa son Duracell, Energizer, Kodak, HP, Nextel, Probattery, Rayovac, Sony, Nokia junto con Claro, Personal, IBM, Lenovo, Philips, Motorola y Panasonic.
Movistar tiene buzones en sus oficinas comerciales para recibir baterías, y lleva procesados en la última década 2,5 millones de baterías y 1,5 millones de kilogramos de residuos. Personal también tiene urnas en sus oficinas comerciales; en www.personal.com.ar/concienciacelular/popup_conciencia.html es posible consultar un listado.
Sony, por su parte, tiene un plan de recolección de pilas recargables y baterías agotadas, que recibe en sus locales Sony Style (en www.sony.com.ar/gestionambiental/ hay una lista de puntos de recepción).
Mientras, Epson está asociada con Silkers ( http://%20www.silkers.com.ar/ ) desde 2006 para el procesamiento de basura electrónica de esa firma. BGH también usa ese reciclador, contando con urnas para recibir pilas en varias de sus oficinas.
En el caso de los teléfonos celulares, además, varios fabricantes (como Motorola, Nokia o Samsung) han presentado en los últimos años móviles hechos enteramente de material reciclado, como una forma de reducir la basura electrónica en el planeta.
lanacion.com

martes, 5 de julio de 2011

El basurero espacial

Simulación de basura espacial. | Agencia Espacial Europea
La corporación aeroespacial rusa Energuia está construyendo una nave tripulada para recoger basura espacial, como la que recientemente obligó a evacuar la Estación Espacial Internacional (ISS), según los medios rusos.
"Se propone, en particular, hacer mantenimiento de satélites meteorológicos y aparatos de sondeo de la Tierra a distancia", señaló una fuente de la industria aeroespacial, citada por el diario digital vz.ru.
La nave, tripulada por dos personas, estará dotada de una compuerta y dos escafandras para salir al espacio abierto, añadió la fuente. "Los manipuladores de la nave pilotada deberán tener equipos de trabajo que por su precisión operativa serán similares al brazo de un astronauta", agregó.

Primer lanzamiento en 2015

El primer lanzamiento de la nave, capaz de operar durante dos semanas en órbita, se realizará en 2015 sin tripulantes desde el nuevo cosmódromo Vostochni, en el lejano oriente ruso. El segundo lanzamiento de la nave sí contaría con la presencia de astronautas a bordo y está previsto para el año 2018.
La peligrosa cercanía de la basura espacial, generalmente compuesta de restos de satélites y naves que ya no se utilizan llegó a pasar a escasos 250 metros de la ISS obligando a sus seis tripulantes a evacuar la plataforma y buscar refugio en las naves Soyuz, acopladas a la plataforma.
Los investigadores de las principales agencias espaciales creen que los satélites están amenazados por más de 700.000 fragmentos de basura espacial. Con anterioridad, la Agencia Espacial Europea anunció que está diseñando un sistema para clasificar y catalogar los fragmentos de basura para estudiar su trayectoria con el fin de prevenir colisiones espaciales.
elmundo.es

miércoles, 30 de marzo de 2011

Asco y asombro en una muestra con la basura y el excremento como ejes

DESARROLLO. EL BASURERO “FRESH KILLS”, EN NUEVA YORK, 1992.
"Dirt", la cautivante muestra de la Wellcome Collection, se inicia con algo impactante: una ventana tan roñosa que no hay ni un centímetro de vidrio visible debajo de la suciedad, una espesa sustancia que titila repulsivamente bajo las luces de la sala. Es mugre de alcantarillas , mugre de calle, mugre de las ciudades arrastrada con el polvo y la basura. Provoca un rechazo inmediato.
Sería muy difícil exagerar el efecto físico que causa la escultura de James Croak, de 1991, fundida en mugre de barredoras. No importa cuánta Historia del Arte pueda condensar, lo que cuenta es el impacto primario.
¿Huele? ¿Vierte mugre? ¿Amianto? ¿Gérmenes? Nos mantenemos a distancia. La mugre está en todas partes y no queremos enfrentarla.
Los que estén dispuestos a superar esta aversión natural se sentirán entusiasmados por la muestra de la Wellcome. Contiene más de 200 piezas, desde pinturas, películas y esculturas hasta los microscopios del siglo XVII de Antoine van Leeuwenhoek y los primeros inventos para esterilización de Joseph Lister; desde comerciales de jabón y retratos de Inspectores de Molestias hasta oscuras obras del Museo de la Higiene de Dresden: la suciedad como metáfora racial.
Los curadores rastrillan el mundo mugriento de la suciedad, evaluando las asociaciones con la limpieza, la santidad y el orden social –“Arrest All Dirt!” (arresten a toda la mugre) exhorta el policía de Londres de los años 20– así como también con la religión, la ética, la clase y la mortalidad.
En cada pintura –victoriana, como La Gran Pila de Basura de Kings Cross en el centro de Londres, o su equivalente moderno, un video sobre descargas repletas en el mundo en desarrollo– el foco está en la detección, en sacar a la luz lo invisible. Es más, la obra central de la muestra es sin duda el mapa del distrito del Soho en la Londres de John Snow durante el brote de cólera de 1854.
Snow estaba obsesionado por descubrir el origen de la peste. Recorrió cada calle, llamó a cada puerta. En su mapa, los muertos aparecen registrados como rectángulos negros. A partir de los esquemas visuales, Snow dedujo que la bomba de agua en la Calle Broad era la fuente de la infección. Es una obra maestra de información expresada a través del diseño.
No puedo fingir que no hay momentos de revulsión en Dirt . Las enormes instalaciones de bloques hechas con heces humanas de Santiago Sierra, las horripilantes fotos de las villas miserias victorianas en Glasgow, tapadas de mugre donde se sientan los bebés.
Hay una tradición de la suciedad en el arte: las pinturas con barro de Richard Long, el excremento enlatado de Piero Manzoni, la basura de la Karl-Marx-Platz de Joseph Beuys. No sería difícil encontrar una selección más sucia que ésta.
Algo nos pasa al salir de Dirt a la calle, al observar cada partícula de mugre y el humo nocivo en Euston Road. Y aun en la muestra hay algo que se transforma. En la película de Bruce Nauman unas manos que se lavan vigorosamente. Siempre me molestó como una exhibición de trastorno obsesivo compulsivo. Lo que nunca había observado es el enemigo abajo: la mugre asquerosa de la pileta de Nauman.
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jueves, 23 de septiembre de 2010

Cuando la basura se convierte en salud

Celeste tiene ahora su aerosol para enfrentar la alergia que cada año despierta en la primavera. Elías, con sus frescos 14 años, cuenta desde hace un año con el transporte que le faltaba para poder llegar hasta el club y practicar básquet desde su silla de ruedas hasta cumplir el sueño de llegar al campeonato nacional. A pesar de sus ojos vidriosos por la fiebre, Jonathan arma un rompecabezas y disfruta de juegos que no tiene en su casa y a los que esta vez accede en la ludoteca de la guardia mientras espera ser atendido por el médico. En tanto que, desde hace tres meses, gracias a una nueva aparatología, los chicos con incontinencia urinaria dejarán de usar pañales -a pesar de tener más de 10 años algunos-.
Esto ocurre en el Hospital Infantil de la ciudad de Córdoba y es la contracara de otras tantas historias de cordobeses que se dispusieron a reciclar parte del 1,3 kilo de basura que generan a diario y aportarlo a las campañas de la Asociación Hospital Infantil, una organización no gubernamental (ONG) que ubica esos materiales desechables para su futura reutilización generando así recursos económicos para sustentar los distintos programas de asistencia, promoción y recreación destinado a niños que se atienden en el nosocomio.
De esta manera, se colabora con el cuidado del medio ambiente y con la salud entendida no sólo como la ausencia de enfermedad sino también como la construcción de un hábitat saludable donde crecer y desarrollarse.
“En Córdoba, en 17 años, se ha duplicado la cantidad de basura que se genera por día, por habitante. En1993 la cifra era de 630 gramos y en 2010 llegamos a 1,3 kilo. ¿Por qué es importante reciclar? Para disminuir el volumen de residuos que deben ser tratados, aprovechar para generar nueva materia prima, quitar la presión sobre los recursos naturales y avanzar hacia un menor gasto de energía. En este sentido, el reciclado, la reutilización y la disminución del consumo de descartables, envoltorios, envases, a nivel doméstico, es fundamental”, subrayó el biólogo Federico Kopta, coordinador del Foro Ambiental Córdoba y directivo de la Fundación Ambiente, Cultura y Desarrollo (Acude).
Hay números que impactan. Unas 50.000 hojas de papel equivalen a 3.84 árboles salvados, 5,962.51 litros de agua ahorrada, 328.50 litros de combustibles ahorrados y 0.68 kg. de basura evitada por m3. Pero, esa misma estimación, bien puede traducirse en un medicamento, boletos de ida o vuelta para realizar un tratamiento kinesiológico, la inserción de adolescentes con patologías crónicas -como mielomeningocele, parálisis cerebral, cáncer o celiaquía-, en un taller electricidad del automotor.
En lo que va del año, la ONG ya juntó 426.610 Kilos de papel –medición hasta agosto- provenientes de 300 empresas, 100 colegios y particulares que llenan con unos 1.000 kilos por día la “casita” de acopio de papel y tapitas que la Asociación construyó sobre la explanada de ingreso del hospital. Gracias al reciclado acumulado se adquirió recientemente un respirador y un monitor para los niños que llegan al Servicio de Cuidados Intensivos, se inauguró la segunda ludoteca en la sala de espera de los consultorios de especialidades y 15 adolescentes con enfermedades crónicas se incorporaron a distintos cursos de formación hasta tanto puedan reintegrarse a la escolaridad formal.
“Entendemos que la salud es no sólo no estar enfermo sino aportar a un lugar saludable en el hábitat donde nos desarrollamos”, afirmó Candelaria Echecolanea, trabajadora social y coordinadora del área de servicio de la ONG, al resaltar las bondades del reciclado al tiempo que adelantó que implementarán la reutilización de materiales descartables como jeringas para juegos y obras de artes de los niños.
“A partir de la ludoteca trabajamos sobre la prevención de enfermedades típicas de la época, hábitos de higiene, de alimentación y el cuidado de los vínculos familiares. Es notable como mejora el clima y la predisposición de los niños para ser atendido con el médico bajando sus miedos y ansiedades”, agregó.
Por su parte, Blanca Vega, coordinadora de la organización, sostuvo que “inculcar el valor del reciclado desde la niñez permite una sensibilización no sólo desde el punto de vista ecológico sino también solidario, con miras al futuro”.
Finalmente, Kopta rescató la importancia de este tipo de campañas de bien público “porque la gente se pregunta ¿a dónde va la basura diferenciada? En el caso del Hospital Infantil los donantes saben que con el papel y las tapitas se hacen cosas por los niños promoviendo acciones con responsabilidad por el lugar en que uno vive, disminuyendo la tala de árboles y el gasto energético”.
En 2009 la ONG juntó 587.675 kilos de papel que permitieron cubrir 500 demandas de medicamentos y leches especiales; costear más de 5.000 traslados para que los chicos pudieran seguir sus tratamientos; adquirir insumos para diálisis, drogas oncológicas, tensiómetro, balanza y materiales de construcción. Además, lograron dos carros de emergencia, un monitor multiparamétrico, cortinas -tipo black out- para la Sala de Clínica Quirúrgica 1 y 2 del Internado, sábanas, frazadas, pañales y reposeras para acompañantes.

Un cistoscopio con historia
El hábito de reciclar también llegó a las empresas, sobre todo a aquellas que necesitan certificar normas de calidad medioambiental. Una de de ellas es Volkswagen que implementó dentro de su planta de Córdoba el reciclado diferenciado de todos los desechos industriales (papel, cartón, metal, vidrio, plástico). Parte de esta iniciativa, la destinan a la adquisición de nueva tecnología médica para el Infantil, como el cistoscopio que entregaron en junio pasado, un instrumento que permite realizar diagnóstico y tratamiento para el reflujo vesicoureteral (recorrido inverso y anormal de la orina) o la extracción de cálculos vesicales y vías urinarias bajas.
“Este aparato nos cambia la vida”, celebró Julio Báez, el médico del Servicio de Cirugía Urológica. “Es de vital importancia para niños con problemáticas urinarias. Permitirá a muchos chicos poder dejar ya de grandes los pañales” a través de una cirugía no invasiva y todo ello gracias a un hábito tan pequeño como diferenciar cada desecho en su debido lugar. Según relató el médico, el sueño de una quinceañera de llegar a su fiesta sin pañal se hará realidad.
La historia no se cierra allí. Una operaria de la automotriz que antes de entrar a trabajar a la fábrica, mientras estaba desempleada, llevó a su hija al hospital porque no tenía cobertura médica, se ha convertido ahora en una promotora interna de la campaña entre sus compañeros de la línea de producción.

Links de interés
http://www.papelsolidario.org.ar
http://www.foroambientalcba.org.ar
http://www.fundacionacude.org

Qué papel sirve:
Papel de resma blanco o de color (impreso a tinta o láser, en negro o color, en una o ambas caras), papel con membrete, papel de la copiadora, notas, sobres de todo tipo de papel (con o sin ventana de celofán), formularios, remitos, facturas, diarios, revistas, folletos publicitarios y guías telefónicas.
Qué papel no sirve:
Papel carbónico, de fax, manteca, fotografías, etiqueta con pegamentos, envolturas, tollas de mano, servilletas y papeles higiénicos.
Qué tapitas sirven:
Tapitas plásticas de agua, gaseosa o jugos

Para sumarse a la campaña: 0800-444-0734, www.papelsolidario.org.ar
notio.com.ar

lunes, 6 de septiembre de 2010

Descubren una isla de basura

Tras 22 años de juntar restos de plástico acumulados en medio del océano, un grupo de investigadores estadounidenses descubrió cómo y por qué se formó una isla de basura en el Atlántico . Lo que aún no pudo explicar ningún científico, son las consecuencias que tendrá en los seres vivos semejante contaminación.
Ya se sabía de la existencia de la gigantesca isla de plásticos flotantes del Pacífico Norte. Ahora, investigadores de Woods Hole Oceanographic Institution y de la Universidad de Hawaii en Honolulú dieron a conocer –en la revista Science – los resultados de la recolección de muestras tomadas entre 1986 y 2008 por más de 7.000 estudiantes universitarios en 6.136 localizaciones del mar Caribe y del Atlántico Norte. En este último se da la mayor concentración, que llega a 580.000 piezas por kilómetro cuadrado, en su mayoría milimétricas; la superficie de esa zona supera a la de Cuba.
Si bien los investigadores determinaron que los residuos flotantes tardan menos de 60 días en llegar desde las costas norteamericanas hasta la zona de acumulación, la gigantesca isla de plástico se formó con desechos arrojados desde las tres Américas. No obstante, el mayor caudal proviene del norte. Fueron arrastrados por corrientes superficiales y, por una circulación ciclónica de vientos, se aglutinaron en una zona de convergencia, en el mar de los Sargazos. Se trata de “una especie de embudo, donde el agua se concentra y termina yéndose hacia el fondo”, explica José Luis Esteves, a cargo del Laboratorio de Oceanografía Química y Contaminación de Aguas del CENPAT-Conicet, en Puerto Madryn. Allí, la velocidad de la corriente es tan lenta, que un velero podría estar 100 años sin moverse.
Los científicos se sorprendieron al comprobar que, pese a que la producción de plástico aumentó mucho en estos años, no pasó lo mismo con la concentración de restos en la zona de mayor acumulación. Descubrieron que en los trozos más pequeños ya se habían establecido microorganismos, y concluyeron que, después de haberse degradado por el clima y la radiación solar, terminan depositándose en el fondo del mar.
“El impacto global, muchas veces no se ve –señala Esteves–. Esos procesos de degradación tienen importancia en el ecosistema, por la disminución de oxígeno.
Hay plásticos más peligrosos que otros, según su composición.
Originalmente tenían un contenido de mercurio muy elevado, que hoy se ha reducido. Pero en el fondo del mar hay bacterias que transforman el mercurio en metilmercurio, que causa malformaciones fetales” cuando es ingerido a través del pescado contaminado.
Es la pesquería la que produce buena parte de la contaminación. Antes de terminar en una isla de basura, los sunchos de plástico ahorcan a los lobos marinos, cortan el pie de gaviotas y se enriedan en los delfines. Las bolsas matan a las tortugas marinas, que las tragan al confundirlas con medusas.
“Cada uno de estos barcos es un pequeño barrio flotante, con los defectos que tiene cualquier vecino con el manejo de sus residuos –observa el investigador argentino–. Pese a que la Organización Marítima Internacional prohíbe el vertido de todo tipo de plástico, no les importa tirar lo que sea, incluidas baterías de la ecosonda”.
Los plásticos son sólo lo visible. “ El problema es lo que incluyen: hay residuos plásticos que contienen pilas o sustancias metálicas –subraya Esteves–. Si son botellas de aceite de vehículos, o de combustible, o sustancias tóxicas, terminan dispersándose en el mar en el lugar donde caigan”.
Además de formar islas de basura, las corrientes marinas y el viento también la amontonan en determinados lugares de las costas. “En la Patagonia hemos detectado zonas de hasta 10 kilómetros.
Cualquier sitio donde haya convergencia oceánica es un lugar potencial de acumulación de basura.
La hay en la isla de los Estados, donde viven sólo cuatro personas, que no son generadoras de basura. Y lo que no quedó ‘colgado’ allí o en las Malvinas, seguirá hasta el centro del Atlántico”.
Esteves ve “extremadamente difìcil” eliminar estas islas, “a menos que haya una campaña de Naciones Unidas. Es una decisión de política internacional”. Entretanto insiste en la necesidad de reemplazar el plástico por otras sustancias, para reducir su uso y para incrementar su reciclado.

CONTAMINACION COSTERA
El 2 de setiembre de 2007, 3.085 voluntarios caminaron 2.026 kilómetros a la orilla del mar, desde San Clemente del Tuyú hasta Ushuaia, para realizar el 2º Censo Nacional de Contaminación Costera. En esta convocatoria de la Fundación Patagonia Natural colaboraron más de 300 instituciones y organismos públicos. En promedio se hallaron 180 residuos sólidos urbanos por cada kilómetro recorrido, con mayor proliferación en Tierra del Fuego (244), con predominio de tipo biológico, metales, papel y plásticos. En Santa Cruz abundaron los hidrocarburos y el vidrio. Las costas adyacentes a las ciudades fueron las más contaminadas. Río Gallegos y Río Grande tuvieron mayor concentración aún que Mar del Plata y Bahía Blanca, lo que evidencia peor manejo de la basura y menos limpieza por parte del municipio. En cuanto a los residuos industriales, la actividad pesquera fue la de mayor incidencia. “Cajones, sunchos, guantes, cintas de embalar, boyas, redes, son algunos de los objetos que pueden observarse en cantidades increíbles”, consigna el informe. La contaminación costera, destacan los autores, afecta a la fauna y al turismo de sol y playa, y de observación de la naturaleza.
clarin.com

lunes, 17 de mayo de 2010

El castillo de tetra-briks más grande del mundo

Más de 45.000 envases de tetra-brik para levantar un castillo de siete metros y medio de alto, 35 centímetros de ancho y 15 de largo. Cinco mil estudiantes de toda la provincia de Granada han sido los improvisados peones de obra dispuestos a animar al reciclaje batiendo el 'record Guinnes' de la categoría, tal como han certificado dos juezas presentes en el Parque de las Ciencias.
El acto estaba organizado por la Diputación de Granada y Resur, la empresa pública provincial de tratamiento de residuos. Para diseñar la construcción, han acudido alumnos de primer año de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad de Granada (UGR).
Y en cuanto a los 65.000 envases, de los que 20.000 no han pasado el "control de calidad", han corrido a cargo de los 5.000 escolares, que los han ido colocando unos sobre otros, tras meses "reciclándolos" en un sus casas y escuelas. En algún pueblo especialmente pequeño, acabando con las existencias del único supermercado sólo para conseguir material de construcción válido.
Las dos juezas del 'Guinnes World Records', desplazadas desde las oficinas londinenses, han podido comprobar cómo los estudiantes levantaban un edificio, mitad Parque de las Ciencias, mitad Alhambra. Una torre bien alta se ha acompañado de varios patios y celosías en homenaje a la arquitectura nazarí. Las lenguetas de los cartones se han unido con grapas para dejar que pase la luz y pueda iluminarse el peculiar "castillo".
La construcción de tetra-briks estará instalada en la Plaza Curie del museo durante todo el martes y hasta el miércoles por la mañana para que los visitantes puedan conocer cómo se ha diseñado.

elmundo.es

jueves, 27 de agosto de 2009

Basura en el cielo


Por Fred Guterl

El Cosmos 2251 fue un satélite diseñado para transmitir señales a través de la vasta masa continental rusa. Lanzado en 1993, aparecería más o menos cada 90 minutos en los cielos del Norte, transmitiendo ecos electrónicos de información entre una red de satélites y estaciones en tierra, y desaparecería del horizonte por el Sur.

El Iridium 33, lanzado por Motorola en 1997, hizo algo similar, aunque tomó una órbita ligeramente diferente que lo acercó más a la Tierra durante su paso por sobre EE. UU. Por años, ambos satélites circunvolaron el planeta, ocupados de sus propios asuntos, nunca aproximándose más de 1.000 kilómetros uno al otro, y sin riesgo.

Luego, algo le pasó al Cosmos. Tal vez tuvo una fuga pequeña, tal vez golpeó a un asteroide diminuto o un pedazo de desecho. Nadie lo sabe en realidad, pero por una razón u otra, el Cosmos se salió de curso. T. S. Kelso, un experto en aeronáutica para Analytical Graphics, la cual provee servicios de rastreo de satélites a la NASA, notó que las órbitas del Cosmos y el Iridium estaban acercando a los satélites todo el tiempo. En febrero, advirtió que pasarían a un kilómetro uno del otro. Estaba en lo correcto. El 10 de febrero, Motorola perdió el rastro de la señal del Iridium. En los días siguientes, Kelso y otros conjeturaron que lo que muchos habían temido por años finalmente había sucedido: dos satélites en funcionamiento habían chocado de frente.

Las consecuencias van más allá de la mera pérdida de dos trozos de metal caro. Cada satélite pesaba más de media tonelada y se movía a 7,5 kilómetros por segundo. La explosión resultante fue catastrófica, generando una nube enorme de desechos cósmicos, tal vez 100.000 trozos de basura mayores a un centímetro de diámetro, estima David Wright, un experto espacial de la Unión de Científicos Preocupados. Así, en un segundo, el accidente aumentó en casi un tercio la cantidad de objetos a la deriva en la crucial banda de 700 a 900 kilómetros conocida como órbita terrestre baja (OTB). La nube de basura eventualmente se dispersará alrededor de todo el planeta, como una mortaja.

El evento sirvió como una señal de alarma para los planificadores espaciales. Los seguros por US$ 18.000 millones para los satélites comerciales activos que ahora están en órbita aumentaron entre 10 y 20 por ciento desde el accidente. Los gobiernos dependen de los satélites para recabar información, dirigir sistemas de armamento, predecir los cambios climáticos, monitorear la agricultura y operar sistemas de comunicaciones y navegación. Los expertos calculan que los desechos ahora golpearán uno de los 900 satélites activos en OTB cada dos o tres años. Por primera vez, la basura es el mayor factor de riesgo para el equipo en algunas órbitas. Entre las amenazas orbitales están dos ex reactores nucleares soviéticos. Incluso la Estación Espacial Internacional podría estar algún día en riesgo, si los desechos descienden lentamente a su órbita de 350 kilómetros.

Muchos expertos creen que incluso si se dejara de tirar basura al espacio, la cantidad de objetos a la deriva continuará aumentando por siglos. La razón: los desechos ahora son tan densos que los objetos seguirán chocando unos con otros, creando otros, expandiendo la nube de basura galáctica geométricamente. “Dijimos durante años que estas cosas iban a pasar”, se lamenta Nicholas Johnson, director de la Oficina del programa de Desechos Orbitales de la NASA. “Hasta que suceden, es difícil captar el interés de la gente”.

Don Kessler, un ingeniero de la NASA, predijo la situación actual con una precisión extraña en 1978. Por entonces, los cohetes que transportaban astronautas o satélites de comunicaciones se deshacían de etapas superiores como si fueran latas de cerveza vacías, a menudo sin haber consumido completamente el combustible. Varios cohetes explotaron espontáneamente en órbita, sin consecuencias inmediatas excepto aumentar los desechos en órbita. Cada vez que un astronauta perdía un perno o una llave, el objeto tomaba su lugar en la nube de desechos. La Unión Soviética tal vez haya sido el contaminador más importante. En las décadas del ‘70 y el ‘80, lanzó 32 radares satelitales, diseñados para rastrear las posiciones de barcos de la Armada de EE. UU., cada uno alimentado por su propio reactor nuclear.

Kessler hizo los cálculos, y los resultados fueron sorprendentes. Cuando un objeto choca con otro, descubrió, se dividen en cientos de pedazos y cada uno de ellos se mueve como un proyectil a alta velocidad. “Todos tenían el concepto, probablemente de la ciencia ficción, de cosas flotando juntas en el espacio”, asegura. “Pero nadie lo aplicaba”. Y cerca de 2000, predijo que las colisiones entre satélites empezarían a sobrepasar a los otros tipos de accidentes espaciales.

Para evitar lo que se conoció en el ambiente como el Síndrome Kessler, la NASA formó su Oficina del Programa de Desechos Espaciales, puso a Kessler en la dirección, y le dio un personal de aproximadamente 20 ingenieros y científicos para abordar el problema. El grupo, con oficinas en el Centro Espacial Johnson, en Houston, se esforzó en reformar las prácticas más despilfarradoras de las naciones espaciales. Ahora, muchas de las partes de los cohetes que se desechan son preparadas para que se desintegren en la atmósfera, o para que al menos queden con los tanques vacíos.

Mientras Kessler y su equipo trabajaban contra reloj para lentificar la acumulación de desechos, la nube siguió expandiéndose. Los soviéticos trataron de expulsar el metal líquido de los núcleos de sus satélites nucleares con la esperanza de que las gotitas radiactivas se quemaran inofensivamente al reentrar en la atmósfera. Pero el líquido se endureció en 100.000 o más bolas de metal, cada una demasiado pequeña para ser detectada, pero lo bastante grande como para causar un daño significativo a otros satélites. En 1991, el Cosmos 1934 golpeó un pedazo de basura que se había roto previamente del Cosmos 296. En 1996, el satélite Cerise, de Francia, chocó con un desecho de un cohete Ariane. La basura golpeó un satélite meteorológico de EE. UU. en 1997 y un satélite ruso en 2002. Partes desechadas de cohetes estadounidenses y chinos colisionaron en 2005. En 2007, en choques separados, el satélite meteorológico Meteosat 8 y el UARS de la NASA fueron sacados de sus órbitas.

El misil chino de mediano rango despegó del centro espacial de Xichang sin incidentes el 11 de enero de 2007. Subió unos 850 kilómetros, la altitud típica de los satélites de inteligencia de EE. UU. (lo cual probablemente no sea una coincidencia). Las partes inferiores del misil cayeron para quemarse en la atmósfera, dejando que el “vehículo mortal” continuara hacia su objetivo: un caduco satélite meteorológico Feng Yun.

La ingeniería fue impecable. El misil hizo estallar el satélite en pedazos: 2.500 de ellos, cada uno mayor de 10 centímetros, según los expertos. La explosión aumentó los desechos orbitales en OTB en alrededor de un 40 por ciento. Lo que Beijing esperaba que fuera una demostración impresionante de progreso militar, más bien convirtió a China en el mayor tirador de basura espacial del mundo. Con esa acción deshizo una década de progreso diplomático para lentificar la acumulación de desechos.

Incluso si el oprobio chino es suficiente para disuadir más pruebas de misiles antisatelitales, el futuro parece destinado a cumplir el Síndrome Kessler, como sugiere el incidente Iridium-Cosmos. Hoy, se cree que 750.000 pedazos de basura generada por el hombre, mayores de un centímetro de diámetro —más o menos el tamaño de una bolita—, orbitan el planeta (si se incluyen objetos menores, que aún pueden causar daños dada su gran velocidad, la cifra sube a millones). La mitad de estos objetos puede hallarse en OTB, la cual también contiene más o menos la mitad de los satélites activos.

La debacle china, seguida por el choque Iridium-Cosmos, puso en alerta a la NASA, la Agencia Espacial Europea y Naciones Unidas, que desde entonces trabajan en medidas para poner freno a las colisiones y cuidar los satélites. Proteger los delicados sistemas electrónicos de un satélite podría rechazar algunos objetos menores a un centímetro, pero no servirá contra objetos mayores. Una opción mejor sería dar a los satélites la capacidad de girar, pero eso requeriría equiparlos con combustible adicional, haciéndolos mucho más pesados y más costosos de lanzar. También requerirá de un mejor rastreo de objetos espaciales. La Red de Vigilancia Espacial de EE. UU. actualmente usa una combinación de telescopios de radar y ópticos alrededor del planeta para mantener el control de objetos de 5 a 10 centímetros, periódicamente poniendo al día la posición de cada uno. Aun así, sólo puede manejar alrededor de 13.000 objetos. Y la dinámica de los desechos orbitales es complicada: los cálculos para predecir cualquier colisión pueden estar errados por cientos de metros. Un satélite podría usar demasiado combustible para virar y eludir un trozo de basura amenazante.

Muchos ingenieros empiezan a pensar que la única manera de revertir el Síndrome Kessler sería empezar a remover activamente la basura de la atmósfera. No hay escasez de ideas para hacerlo. Para los objetos pequeños y medianos, los ingenieros están barajando la idea de construir láseres con rayos lo bastante poderosos para “empujar” objetos a órbitas más altas, donde hay menos posibilidad de que colisionen con satélites (eventualmente, volverían a bajar, pero ello sería un problema para generaciones futuras). Un método para remover objetos más grandes y amenazadores podría ser enviar un tipo de nave espacial para capturarlos uno por uno y arrastrarlos a una órbita más baja, donde se quemarían en la atmósfera. Otra idea es extender una soga desde una nave espacial, agarrar un pedazo de basura y tirarla fuera de órbita. De cualquier manera, dar con los objetos suficientes para marcar una diferencia requerirá de un gasto enorme de poder de cohetes.

“La gravedad es el gran desafío”, dice Kelso. Hasta que alguien descubra una manera de superar esa fuerza fundamental, parece que tendremos que aguantar los accidentes galácticos.
elargentino.com

lunes, 10 de agosto de 2009

Una "isla de basura"en el Pacífico amenaza el ecosistema marino


Botellas, bolsas y jeringas son sólo algunos de los objetos plásticos -material que no se biodegrada- que flotan en el Pacífico Norte, entre los Estados Unidos y el Japón, conformando lo que algunos han bautizado como una "isla o sopa de basura".
Con el objetivo de estudiar la composición de esa inmensa masa de desechos, y su efecto sobre la vida marina y la cadena alimentaria, partieron días atrás los buques New Horizon y Kaisei desde las costas de California, y por estas horas se acercan a su objetivo.
Se estima que la sorprendente "mancha" de residuos tiene una superficie de casi 1,4 millón de kilómetros cuadrados (lo que equivale a la mitad de la superficie continental argentina), y que contiene más de seis toneladas de plástico.
Además de objetos identificables, está compuesta por millones de partículas microscópicas, algunas del tamaño de un grano de arena.Agrupados bajo la denominación Proyecto Kaisei, quienes llevan adelante la investigación son científicos, ecologistas, amantes de los océanos, marinos, y entusiastas de los deportes que se reunieron para estudiar los desechos para determinar la manera de recuperarlos, tratarlos, y de evaluar si podrían ser utilizados para transformarse en combustible.
"En esta expedición, por el momento, no lo estamos intentando. La idea es primero analizar la basura y entonces podremos discutir la mejor manera de lidiar con ella", dijo a BBC Mundo el líder del proyecto, Doug Woodring.
Woodring agregó que el problema principal es que la "isla" está en aguas internacionales. "Nadie pasa por allí, no es parte de las principales rutas comerciales, no está bajo ninguna jurisdicción y el público no sabe de su existencia", explicó el científico. La gran masa de residuos fue descubierta hace más de una década por el oceanógrafo Charles Moore, quien se internó en esa ruta y se topó de sorpresa con el inusual y desagradable paisaje.
Los organizadores, que tienen previsto el regreso de la misión para principios del mes próximo, informaron que las acciones podrán ser seguidas por el público a través de Internet.Camino a la mancha de residuos, el barco New Horizon va tomando muestras de aguas oceánicas, a veces de grandes profundidades.
Esas muestras de "mar limpio" servirán para ser comparadas luego con las que se tomen luego entre los residuos. Woodring está enviando periódicamente una bitácora desde el New Horizon, que se puede seguir en el sitio http://www.projectkaisei.org/.
El peligro para los animales es cada vez mayor
El projecto Kaisei tiene como objetivo analizar el impacto de la basura marina en la vida de los peces pequeños, aves, plancton y otros microorganismos. La intención es saber los efectos de esos desechos, principalmente compuestos por trozos de plástico, en las pequeñas especies de niveles inferiores de la cadena alimentaria oceánica. Pero los animales grandes vienen padeciendo los efectos negativos de la basura desde hace tiempo. Uno de los casos más estudiados es el de las tortugas marinas, que realizan largos viajes para desovar. En el camino se cruzan con bolsas de plástico que no sólo modifican sus planes: las ponen en riesgo de muerte.
clarin.com