sábado, 5 de febrero de 2011

Los efectos 'colaterales' de estudiar y trabajar a la vez Estudiantes universitarios rellenan formularios de búsqueda de empleo.| Chema Tejada. Los estudiantes empleados que hacen turnos largos consumen más drogas El estrés, la falta de ocio y la fatiga son la razón de este abuso Los aspectos positivos son la mayor autonomía y más autoestima Patricia Matey | Madrid Actualizado viernes 04/02/2011 19:28 horasDisminuye el tamaño del texto Aumenta el tamaño del texto Comentarios 88 Por contar con unos euros para los gastos personales, para ayudar a la economía familiar o con el fin de adquirir experiencia profesional, cada vez más estudiantes intentan compaginar sus carreras con la vida laboral. Un hecho aparentemente inocuo pero que puede traer graves consecuencias si las horas de empleo exceden las 20 semanales. Así lo creen Katheryn Monaham, de la Universidad de Washington; Joanna M. Lee (de la de Virginia) y Laurence Steinberg (de la de Temple, todas en EEUU) tras llevar a cabo una investigación con más de 1.700 estudiantes. "Trabajar media jornada durante el año escolar ha sido una característica de los adolescentes estadounidenses durante más de 20 años. Hoy en día, como ha sido el caso desde 1980, una parte importante de los estudiantes de secundaria tiene trabajos a tiempo parcial, y un gran número de estos trabaja más de 20 horas a la semana. Durante las últimas dos décadas, numerosos estudios han analizado el impacto del trabajo en los adolescentes, pero la literatura sobre los efectos del empleo parcial tiene resultados poco consistentes y no hay acuerdo sobre si estudiar y tener un jornada laboral prolongada (más de 20 horas a la semana) es perjudical para el rendimiento académico o para la conducta y la salud mental", aclaran los autores en el último 'Child Development'. Un total de 1.792 alumnos de todos los estatus socieconómicos y étnicos han participado en el ensayo. En todos ellos se analizó si compaginaban los estudios con un trabajo temporal, las horas del mismo a la semana, así como el nivel académico (horas de trabajo en casa, concentración en clase, entre otras variables) los problemas de comportamiento, la existencia de sintomatología depresiva, la autonomía respecto a los padres y el desarrollo psicosocial. Los datos revelan que los adolescentes que trabajan más de 20 horas semanales tienen más riesgo de participar menos en clase o tener peor rendimiento académico que aquéllos que no están empleados o lo están menos tiempo. Enrique García Huete, psicólogo clínico reconoce a ELMUNDO.es que los efectos en el rendimiento son diferentes a pesar de las horas semanales trabajadas si se "busca una remuneración económica o se están haciendo prácticas. Un residente MIR, por ejemplo, está trabajando en su propia carrera, lo que hace que, probablemente esté más atento en clase y concentrado, porque está estudiando y trabajando en lo mismo". Este especialista reconoce que, efectivamente, el "rendimiento escolar desciende porque el estrés del trabajo y la fatiga (sobre todo algunos empleos) reducen la concentración, la atención y la memoria, elementos esenciales del rendimiento". Concluye el estudio, además, que los chavales con jornadas más largas tienen más posibilidades de tomar drogas o beber alcohol . "El ocio, salir con los amigos son imprescindibles contra el estrés. Es probable que si no se tiene tiempo para divertirse se usen drogas bien para relajarse (hachis) bien, precisamente, para poder aumentar el rendimiento y la actividad (cocaína y anfetaminas)", agrega García Huete. Lo positivo Pero no todo son malas las noticias. Tanto los autores del estudio como el psicológo madrileño reconocen que "los estudiantes que trabajan tienen más autonomía y más independencia , lo que eleva la autoestima. Además tienen más responsabilidad, se demuestra en los que están trabajando para poder ayudar a pagar los estudios. Todo esto hace también que sean jóvenes con más probabilidades de alcanzar sus metas". Pese a todo, los científicos estadounidenses creen que "hay que dar un mensaje a padres y profesionales. No son aconsejables las jornadas laborales largas en el año académico, dado que pueden afectar en clase, en el comportamiento y en el bienestar de los jóvenes". Reconocen no obstante, que "el empleo puede ser crucial para algunos jóvenes, como los de familias con dificultades económicas. Por ello es importante que se lleven a cabo futuras investigaciones para explorar los mecanismos que pueden minimizar las consecuencias perjudiciales de una intensa jornada laboral mientras se estudia".

Un grupo de jubilados sentados en un banco.| Ical


"Como una caída del caballo". Así define el psicólogo Miguel Silveira la jubilación, ahora en boca de todos por la reforma de las pensiones, que contempla elevar la edad de jubilarse a los 67 años -a no ser que a los 65 la persona ya lleve 38,5 años cotizados-. "Después de estar toda una vida en un trabajo (el caballo) llega el momento de dejarlo (la caída) y cambiar de actividad. No es fácil para nadie", reconoce este experto, del Colegio de Psicólogos de Asturias para quien, "el aumento de la edad no tendrá mayor repercusión sobre el estado de ánimo o la salud porque son otras variables las que más afectan".
La jubilación es un periodo de cambio brusco que afecta a muchas esferas: la económica, la del ocio, las relaciones personales, etc. "Requiere un tiempo de adaptación, que puede oscilar entre seis meses y un año", explica la psicóloga María Dolores Ortiz, que afirma que "es un momento de riesgos, pero también de oportunidades".
Ambos expertos señalan que la forma en la que alguien afrontará la jubilación depende de muchos factores individuales pero, en general, se puede afirmar que "los hombres lo llevan bastante peor que las mujeres, porque ellas están más acostumbradas a hacer muchas cosas y a compaginar su empleo con otras actividades, por lo que esta etapa no les resulta tan dura", indica Silveira. Luego, depende de "si la persona tiene aficiones, del grado de voluntariedad que ha habido a la hora de jubilarse (una prejubilación forzosa siempre es más dolorosa), del tipo de trabajo y de la mentalización de cada uno", explican.
"Quién ha vivido por y para trabajar se deprimirá más que quienes no han centrado por completo su vida en el trabajo. Pero todos ellos tienen que adaptarse a dejar de vivir detrás de un reloj. A partir de entonces, van a tener todo el tiempo del mundo y deben decidir cómo llenarlo", destacan. Asimismo, "no es igual quien realiza un trabajo físico, que a lo mejor está deseando abandonar porque ya se siente cansado, que quién realiza un trabajo intelectual, que puede llegar a su plenitud y la máxima sabiduría justo cuando tiene que irse", señala María Dolores Ortiz, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
Hay una cuestión a la que también se tienen que enfrentar los jubilados y que no piensan de antemano. El cambio que va a experimentar su relación de pareja. "Deben aprender a convivir de nuevo. Construir otra vez una vida juntos. Y esto es un gran reto", reconoce Ortiz.
Aunque no es demasiado frecuente, los jubilados tienen más riesgo de sufrir depresión, sobre todo en el primer año de inactividad. "No sentirse útiles o el hecho de que esta nueva etapa no sea como la habían planeado, que no cumpla sus expectativas, puede crear un cuadro depresivo", argumenta la experta.

Consejos para sobrellevar la jubilación

Sin embargo, existen algunos 'trucos' para sobrellevar mejor esta etapa que, en algunas ocasiones, puede convertirse en la mejor de la vida. Lo primero que recomiendan los psicólogos es "estar mentalizado para cuando llegue el momento.
Preparar la jubilación con tiempo y pensar qué actividades le gustaría realizar. Incluso probarlas antes de dar el paso". Para esta fase pueden ser muy útiles "los cursos de preparación o asesoramiento a la jubilación, que ya han dado buenos resultados en determinados contextos y han sido contratados, entre otros, por algunos Ayuntamientos", recomienda Ortiz.
En segundo lugar "es fundamental mantenerse activo". Algo en lo que, por ejemplo, lleva insistiendo mucho tiempo el cardiólogo Valentín Fuster, director del Instituto Cardiovascular del Hospital Mount Sinai (EEUU), que no se cansa de repetir que "las personas que tengan salud y plenas facultades deben seguir activos una vez que se jubilen".
Clases de pintura, como las que toma Fernando, jubilado de banca de 70 años, quien reconoce que "es un hobby muy extendido entre su generación. Somos pintores frustrados"; apuntarse a un gimnasio, salir a pasear, visitar museos, cocinar o lo que cada cual prefiera. "Lo importante es no quedarse en casa sin hacer nada", dice Silveira.
La tecera recomendación es: "Si no se sabe a qué dedicar el tiempo, utilice la vía de ayudar a los demás. Poner al servicio de otros los conocimientos adquiridos durante la vida laboral o realizar algún tipo de voluntariado. Esto ayuda mucho", dicen. Y, por último: "cultivar las relaciones sociales, retomar amistades y quedar con ellas".
Como afirma la doctora Ortiz: "Jubilarse del trabajo no quiere decir jubilarse de la vida".
elmundo.es

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