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martes, 1 de noviembre de 2011

El impacto mental de la prejubilación

Un corredor de la Bolsa de Valores de Nueva YOrk (EEUU). | Efe
Con los tiempos que corren, hablar de prejubilación está a la orden del día. Sin embargo, en boca de todos no suelen estar las consecuencias psicosociales que tiene para los afectados. Porque no es lo mismo 'irse a casa' con 65 años que tener que abandonar el mundo laboral, 'precipitadamente' con 50 ó 55. Una situación que puede resultar muy difícil y, por consiguiente, causa de estrés, depresión, baja autoestima, mal humor, problemas de convivencia, entre otros muchos.
Manolo Doblado, de la Federación Madrileña de Federaciones y Asociaciones de Prejubilados, Jubilados y Pensionistas (FEMAS) de Madrid, admite: "Se trata de una circunstancia que, como todas aquéllas que no son naturales, causa preocupación. Se suma a este hecho, la falta de control sobre la misma. La decisión de dejar el trabajo no es siempre tuya: te tienes que prejubilar sí o sí cuando la empresa lo decide".
A él le toco a los 52. "La verdad es que me lo veía venir. Trabajaba en el sector financiero y mi empresa cada año adelantaba la edad de prejubilación, hasta que me llegó el turno. En mi caso, que llevaba 30 años con ellos, no me causó depresión ni estrés, sobre todo porque las condiciones laborales habían empeorado tanto que no quería seguir allí. Pero hay gente que se suicida y, otros, que salen de sus casas todas las mañanas como si fueran al trabajo porque no quieren decir nada a la familia o que se enteren los vecinos", apostilla.
Precisamente, un grupo de investigadores españoles ha llevado a cabo un trabajo que desvela que la interrupción de la vida laboral precoz, años previos a la llegada de la jubilación, suele tener repercusiones psicosociales.
José Antonio Flórez Lozano, del Departamento de Medicina de la Universidad de Oviedo y coautor del ensayo, reconoce a ELMUNDO.es: "La prejubilación es un acontecimiento vital que tiene una trascendencia más allá de lo económico, la producción y la dejación de la vida laboral. El trabajo tiene aspectos negativos, como el estrés laboral que repercute sobre la salud, pero también tiene muchas cosas positivas que ejercen de factores protectores sobre la salud psíquica y física".
De hecho, este especialista defiende que "la familia podría considerarse el primer centro de salud, mientras que el segundo es el mundo laboral, en el sentido de interacciones profundas que generan un escudo protector frente a sentimientos, temores... Pero, también, hay que recordar que abandonar el trabajo supone la desaparición de la estimulación sensorial, fundamental para proteger la salud mental. Cuando desaparecen los estímulos, el aprendizaje de cosas nuevas, puede surgir el aburrimiento, la aparición de ideas paranoides, entre otras cosas".
En el Derecho español, el concepto jubilación no existe. Tampoco hay una categoría en la Seguridad Social para los prejubilados. Es la situación en la que un trabajador llega a un convenio con la empresa para finiquitar su vínculo laboral y que, la misma, en compensación por ello, alcanza unos acuerdos indemnizatorios que se prorrogan en el tiempo, más allá de la clásica indemnización puntual.
Tal vez por todo ello y, como se reconoce en el nuevo ensayo, un "aspecto fundamental de las repercusiones psicosociales tiene que ver con las ambigüedades que surgen en el ámbito social del individuo que se prejubila... Estas personas no se sienten desempleadas ni tampoco jubiladas y son muy pocas las que aceptan esta última etiqueta. La sociedad no tiene hoy ninguna categoría ni ninguna función para este tipo de trabajadores que se encuentran 'perdidos' en el proceso de productividad, inmersos en la exclusión social", refiere en su estudio, publicado en 'Psicothema'.

Los datos

Varón de entre 55 y 59, de origen asturiano y casado es parte del perfil del trabajador jubilado que se extrae de los participantes (un total de 209) del ensayo. Entre los datos más llamativos destaca que un 21% reconoce que se encuentra solo, pese a que la mayoría (63%) admite que conserva a sus amigos. No obstante, un 37% declara que uno siempre pierde amigos cuando se jubila.
"Perder la interacción con el mundo laboral hace que muchas amistades desaparezcan, lo que conlleva al individuo a una situación de vulnerabilidad que le puede conducir a la soledad y este factor es determinante a la hora de sucumbir a una depresión", declara el profesor Flórez.
También lo es la situación personal. Así, los valores más altos en depresión se dan en los prejubilados por enfermedad, sin estudios y aquellos trabajadores de rangos más bajos, mientras que puntuaron más bajo los que tenían estudios universitarios, cargos de responsabilidad y estaban solteros.
"La forma en la que se vive la prejubilación y las dificultades que el sujeto puede experimentar a la hora de plantearse nuevos retos y contemplar distintas alternativas, depende en gran medida de los recursos personales y materiales de que disponga... Se podría afirmar que el nivel educativo actúa como un elemento de protección esencial", documentan los investigadores.
Manolo defiende que, además, la situación económica en la que se queda el individuo prejubilado es determinante a la hora de deprimirse o no. "No es lo mismo tener hijos que estén aún estudiando y que tus ingresos desciendan a no tener que hacer frente a ciertos gastos. La prejubilación para la mayoría de las personas, no para los que se ponen sueldos desorbitados, supone una pérdida de ingresos, lo que conlleva a muchos a vivir el momento con gran preocupación y pesar".
Sucede lo mismo, si no son capaces de 'llenar su vida'. "Con la expectativa de vida actual, una persona que deja de trabajar a partir de los 50 tiene otros 30 años por delante, que debe intentar vivir apoyada en su ocio, en la familia, los amigos, actividades de todo tipo...", aconseja.

Recomendaciones

Una de las recomendaciones fundamentales ante la llegada de la prejubilación pasa "por aceptar los aspectos positivos de la misma en lugar de sobredimensionar los negativos. De hecho, el pesimismo conlleva a problemas mentales y físicos. Lo importante es encontrar la forma de adaptarse a la nueva situación. Por ejemplo, es fundamental darse cuenta de que la convivencia en casa va a cambiar así como la forma de comunicarse con la familia. Antes, la persona estaba muchas menos horas en casa. En ocasiones, por tanto, pueden surgir conflictos familiares que son causa de estrés, de hipertensión y que pueden afectar a la salud", insiste el experto de la Universidad de Oviedo.
Recomienda minimizar el impacto de la prejubilación, cuyos efectos pueden ser acumulativos a lo largo del tiempo, recurriendo a factores protectores como el ejercicio: "Hemos comprobado que aquellos jubilados que hacen deporte tienen menos niveles de depresión y ansiedad que los sedentarios, además de que el ejercicio repercute en la salud cardiovascular, en la sensación de bienestar y actúa a nivel cognitivo", destaca José Antonio Flórez.
Es necesario también estar atentos a los posibles cambios de personalidad. "El mal humor, que suele ser frecuente, puede causar estragos en la persona y la familia, además acabar afectando al equilibro mental del ex trabajador".
Pero, sobre todo, los expertos reconocen que la mejor forma de reducir el riesgo de problemas psicopatológicos es cuando "al trabajador se le da la oportunidad de elegir su salida definitiva del trabajo... Se deben dar cauces a nivel institucional para que los individuos tenga cierta flexibilidad a la hora de abandonar el mercado laboral. En nuestra muestra, un 35% se prejubiló obligatoriamente".
elmundo.es

sábado, 5 de febrero de 2011

Los efectos 'colaterales' de estudiar y trabajar a la vez Estudiantes universitarios rellenan formularios de búsqueda de empleo.| Chema Tejada. Los estudiantes empleados que hacen turnos largos consumen más drogas El estrés, la falta de ocio y la fatiga son la razón de este abuso Los aspectos positivos son la mayor autonomía y más autoestima Patricia Matey | Madrid Actualizado viernes 04/02/2011 19:28 horasDisminuye el tamaño del texto Aumenta el tamaño del texto Comentarios 88 Por contar con unos euros para los gastos personales, para ayudar a la economía familiar o con el fin de adquirir experiencia profesional, cada vez más estudiantes intentan compaginar sus carreras con la vida laboral. Un hecho aparentemente inocuo pero que puede traer graves consecuencias si las horas de empleo exceden las 20 semanales. Así lo creen Katheryn Monaham, de la Universidad de Washington; Joanna M. Lee (de la de Virginia) y Laurence Steinberg (de la de Temple, todas en EEUU) tras llevar a cabo una investigación con más de 1.700 estudiantes. "Trabajar media jornada durante el año escolar ha sido una característica de los adolescentes estadounidenses durante más de 20 años. Hoy en día, como ha sido el caso desde 1980, una parte importante de los estudiantes de secundaria tiene trabajos a tiempo parcial, y un gran número de estos trabaja más de 20 horas a la semana. Durante las últimas dos décadas, numerosos estudios han analizado el impacto del trabajo en los adolescentes, pero la literatura sobre los efectos del empleo parcial tiene resultados poco consistentes y no hay acuerdo sobre si estudiar y tener un jornada laboral prolongada (más de 20 horas a la semana) es perjudical para el rendimiento académico o para la conducta y la salud mental", aclaran los autores en el último 'Child Development'. Un total de 1.792 alumnos de todos los estatus socieconómicos y étnicos han participado en el ensayo. En todos ellos se analizó si compaginaban los estudios con un trabajo temporal, las horas del mismo a la semana, así como el nivel académico (horas de trabajo en casa, concentración en clase, entre otras variables) los problemas de comportamiento, la existencia de sintomatología depresiva, la autonomía respecto a los padres y el desarrollo psicosocial. Los datos revelan que los adolescentes que trabajan más de 20 horas semanales tienen más riesgo de participar menos en clase o tener peor rendimiento académico que aquéllos que no están empleados o lo están menos tiempo. Enrique García Huete, psicólogo clínico reconoce a ELMUNDO.es que los efectos en el rendimiento son diferentes a pesar de las horas semanales trabajadas si se "busca una remuneración económica o se están haciendo prácticas. Un residente MIR, por ejemplo, está trabajando en su propia carrera, lo que hace que, probablemente esté más atento en clase y concentrado, porque está estudiando y trabajando en lo mismo". Este especialista reconoce que, efectivamente, el "rendimiento escolar desciende porque el estrés del trabajo y la fatiga (sobre todo algunos empleos) reducen la concentración, la atención y la memoria, elementos esenciales del rendimiento". Concluye el estudio, además, que los chavales con jornadas más largas tienen más posibilidades de tomar drogas o beber alcohol . "El ocio, salir con los amigos son imprescindibles contra el estrés. Es probable que si no se tiene tiempo para divertirse se usen drogas bien para relajarse (hachis) bien, precisamente, para poder aumentar el rendimiento y la actividad (cocaína y anfetaminas)", agrega García Huete. Lo positivo Pero no todo son malas las noticias. Tanto los autores del estudio como el psicológo madrileño reconocen que "los estudiantes que trabajan tienen más autonomía y más independencia , lo que eleva la autoestima. Además tienen más responsabilidad, se demuestra en los que están trabajando para poder ayudar a pagar los estudios. Todo esto hace también que sean jóvenes con más probabilidades de alcanzar sus metas". Pese a todo, los científicos estadounidenses creen que "hay que dar un mensaje a padres y profesionales. No son aconsejables las jornadas laborales largas en el año académico, dado que pueden afectar en clase, en el comportamiento y en el bienestar de los jóvenes". Reconocen no obstante, que "el empleo puede ser crucial para algunos jóvenes, como los de familias con dificultades económicas. Por ello es importante que se lleven a cabo futuras investigaciones para explorar los mecanismos que pueden minimizar las consecuencias perjudiciales de una intensa jornada laboral mientras se estudia".

Un grupo de jubilados sentados en un banco.| Ical


"Como una caída del caballo". Así define el psicólogo Miguel Silveira la jubilación, ahora en boca de todos por la reforma de las pensiones, que contempla elevar la edad de jubilarse a los 67 años -a no ser que a los 65 la persona ya lleve 38,5 años cotizados-. "Después de estar toda una vida en un trabajo (el caballo) llega el momento de dejarlo (la caída) y cambiar de actividad. No es fácil para nadie", reconoce este experto, del Colegio de Psicólogos de Asturias para quien, "el aumento de la edad no tendrá mayor repercusión sobre el estado de ánimo o la salud porque son otras variables las que más afectan".
La jubilación es un periodo de cambio brusco que afecta a muchas esferas: la económica, la del ocio, las relaciones personales, etc. "Requiere un tiempo de adaptación, que puede oscilar entre seis meses y un año", explica la psicóloga María Dolores Ortiz, que afirma que "es un momento de riesgos, pero también de oportunidades".
Ambos expertos señalan que la forma en la que alguien afrontará la jubilación depende de muchos factores individuales pero, en general, se puede afirmar que "los hombres lo llevan bastante peor que las mujeres, porque ellas están más acostumbradas a hacer muchas cosas y a compaginar su empleo con otras actividades, por lo que esta etapa no les resulta tan dura", indica Silveira. Luego, depende de "si la persona tiene aficiones, del grado de voluntariedad que ha habido a la hora de jubilarse (una prejubilación forzosa siempre es más dolorosa), del tipo de trabajo y de la mentalización de cada uno", explican.
"Quién ha vivido por y para trabajar se deprimirá más que quienes no han centrado por completo su vida en el trabajo. Pero todos ellos tienen que adaptarse a dejar de vivir detrás de un reloj. A partir de entonces, van a tener todo el tiempo del mundo y deben decidir cómo llenarlo", destacan. Asimismo, "no es igual quien realiza un trabajo físico, que a lo mejor está deseando abandonar porque ya se siente cansado, que quién realiza un trabajo intelectual, que puede llegar a su plenitud y la máxima sabiduría justo cuando tiene que irse", señala María Dolores Ortiz, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
Hay una cuestión a la que también se tienen que enfrentar los jubilados y que no piensan de antemano. El cambio que va a experimentar su relación de pareja. "Deben aprender a convivir de nuevo. Construir otra vez una vida juntos. Y esto es un gran reto", reconoce Ortiz.
Aunque no es demasiado frecuente, los jubilados tienen más riesgo de sufrir depresión, sobre todo en el primer año de inactividad. "No sentirse útiles o el hecho de que esta nueva etapa no sea como la habían planeado, que no cumpla sus expectativas, puede crear un cuadro depresivo", argumenta la experta.

Consejos para sobrellevar la jubilación

Sin embargo, existen algunos 'trucos' para sobrellevar mejor esta etapa que, en algunas ocasiones, puede convertirse en la mejor de la vida. Lo primero que recomiendan los psicólogos es "estar mentalizado para cuando llegue el momento.
Preparar la jubilación con tiempo y pensar qué actividades le gustaría realizar. Incluso probarlas antes de dar el paso". Para esta fase pueden ser muy útiles "los cursos de preparación o asesoramiento a la jubilación, que ya han dado buenos resultados en determinados contextos y han sido contratados, entre otros, por algunos Ayuntamientos", recomienda Ortiz.
En segundo lugar "es fundamental mantenerse activo". Algo en lo que, por ejemplo, lleva insistiendo mucho tiempo el cardiólogo Valentín Fuster, director del Instituto Cardiovascular del Hospital Mount Sinai (EEUU), que no se cansa de repetir que "las personas que tengan salud y plenas facultades deben seguir activos una vez que se jubilen".
Clases de pintura, como las que toma Fernando, jubilado de banca de 70 años, quien reconoce que "es un hobby muy extendido entre su generación. Somos pintores frustrados"; apuntarse a un gimnasio, salir a pasear, visitar museos, cocinar o lo que cada cual prefiera. "Lo importante es no quedarse en casa sin hacer nada", dice Silveira.
La tecera recomendación es: "Si no se sabe a qué dedicar el tiempo, utilice la vía de ayudar a los demás. Poner al servicio de otros los conocimientos adquiridos durante la vida laboral o realizar algún tipo de voluntariado. Esto ayuda mucho", dicen. Y, por último: "cultivar las relaciones sociales, retomar amistades y quedar con ellas".
Como afirma la doctora Ortiz: "Jubilarse del trabajo no quiere decir jubilarse de la vida".
elmundo.es

jueves, 21 de octubre de 2010

Por qué los ricos nunca se jubilan

Por Robert Frank
Para muchos estadounidenses, la idea de jubilarse hace tiempo que pasó al olvido. Los menguantes ahorros, el mínimo crecimiento salarial, las fallidas inversiones y los crecientes precios suponen que muchas personas seguirán trabajando después de los 60 ó 70 años. La Gran Recesión ha hecho el retiro incluso más remoto.
En cuanto a los ricos, bueno, todavía se pueden jubilar a lo grande.
Un estudio reciente de Barclay´s Wealth, titulado "The Illusion: How the Wealthy are Redifining Their Retirement" (algo así como "La Ilusión: Cómo los Ricos Están Redefiniendo su Retiro"), sugiere que incluso los millonarios y los multimillonarios están planificando una vida de trabajo. Y las razones son sorprendentes.
La encuesta, en la que participaron 2.000 personas con al menos US$1,5 millones en activos invertibles, determinó que el 54% de los millonarios afirma que quieren seguir trabajando durante su jubilación. Incluso los más adinerados no quieren dejar de trabajar. En todo el mundo, el 60% de quienes tienen al menos un patrimonio de US$15 millones planean seguir involucrados en el trabajo "independientemente de la edad".
Barclays les llama "Nevertirees" (los que nunca se retiran). Una de las razones es el aumento de la esperanza de vida, además de la creciente incertidumbre financiera. Pero el estudio indica que uno de los principales motivos por los que los ricos quieren seguir trabajando es porque disfrutan con ello.
Greg Davies, director de Finanzas del Comportamiento en Barclays Wealth, dijo que "para muchos, su vida laboral es una parte importante de quiénes son, es algo de lo que obtienen autoestima y valor, y no solamente algo que tienen que hacer hasta que puedan disfrutar de un retiro placentero".
El estudio cita a Dick Pyle, quien lanzó dos negocios cuando tenía más de 60 años, incluyendo truffle-tree.com: "No me podía imaginar a mí mismo sin trabajar y no se me pasó por la cabeza la idea de la jubilación. Cuando cumplí los 60 años, me pareció un buen momento para reevaluar las cosas y comenzar un nuevo negocio al que poder dedicar el tiempo".
Para algunos, esta postura podría parecerles un egoismo sin límites disfrazado de disfrute personal y "pasiones". Para la mayoría de la gente, el trabajo es difícil, estresante y tedioso. ¿No tienen ya suficiente estos millonarios? (A lo cual me gustaría añadir, nunca hay suficiente).
Pero los emprendedores –que representan la mayoría de los ricos— pueden ser diferentes. He entrevistado suficientes para saber que para ellos, el trabajo es su diversión, y su diversión es su trabajo. No calificaría a su trabajo de "divertido". Pero les define. Nunca dejan de buscar la próxima necesidad comercial o de reinventar una industria, o una compañía que reestructurar o un acuerdo exitoso.
Puede que sea trabajo. Pero no se pueden imaginar la vida sin él, no importa la edad que tengan.

wsj.com

miércoles, 4 de agosto de 2010

Prejubilaciones ‘made in Hollywood’

Cómo sí y cómo no acabar con la carrera de una estrella del cine
Como método preventivo ante un fin crepuscular, muchos han combatido la ambición de ir más y más arriba en el Olimpo de Hollywood interrumpiendo su carrera en la cresta de la ola. Algunos se arrepintieron y volvieron. Otros fueron más firmes y aguantaron aun a riesgo de caer en el olvido. Si Hollywood todavía no ha dado con la receta del éxito, hay otra pregunta que inquieta en los corrillos de los grandes estudios: ¿Cuál es el mejor momento para retirarse? La decadencia, aunque es muy cinematográfica, no es deseable para la realidad de las estrellas.
Y, ahora, Mel Gibson cierra hasta nuevo aviso una carrera marcada por gestas como la saga “Arma Letal”, el Óscar por “Braveheart” o el megaéxito de “The Passion of the Christ” minado por lo perjudicada que ha salido su imagen personal a tenor de sus últimos escándalos privados.
Mel Gibson ha conseguido mantener durante décadas su tirón cinematográfico intercalando su labor de director y actor, y ha sido su vida personal la que ha arruinado su popularidad. ¿Aguantará el intérprete de “Forever Young” fuera del candelero? ¿Volverá dentro de unos años para recuperar su grandeza como hiciera James Cagney? ¿O rodará una película insignificante como hizo Jane Fonda después de décadas de gloria? La Historia del cine está llena de casuística para hipotetizar sobre su futuro.
Greta Garbo, la gran estrella de los comienzos del Hollywood dorado, desapareció para siempre de las pantallas en 1941 tras el que fue el único fracaso de su carrera: “Two-Faced Woman”. ¿Fue incapaz de asumir el bache? Aunque había conseguido salir a flote tras el traumático paso del cine mudo al sonoro y había recibido algunas de las mejores críticas de su carrera al cambiar al registro cómico en “Ninotchka”, quizá Garbo decidió no enfrentarse a un nuevo reto: el del color.
La protagonista de tantos melodramas clásicos como “Anna Christie”, “Anna Karenina” o “Camille” aplicó su célebre frase de “Quiero estar sola” de “Gran Hotel”. Y cumplió su palabra: vivió hasta 1990 sin dar un palo al agua y engrandeciendo su aura misteriosa cultivando flores y verduras. Desde luego, eso también puede catalogarse como éxito.
Más tiempo aguantó en las pantallas su compañera de divismo en los años treinta, Marlene Dietrich, aunque después de su interpretación en “Judgment at Nuremberg” y su pequeño papel den “Just a Gigolo” decidió primero retirarse de las pantallas. Pero cuando dijo retiro, lo llevó hasta sus últimas consecuencias, hasta el punto de recluirse en su habitación los últimos doce años de su vida para contestar a las cartas de sus fans y nada más. No quería que el mito se resquebrajara con su lógico envejecer. Concedió una amplia entrevista a su compatriota Maximilian Schell, pero nunca mostró el rostro. Y, finalmente, falleció en su casa de París en 1992.
En cuestión de hombres, aunque siempre Hollywood dio mejor salida a sus veteranos, Cary Grant mantuvo el tipo y siguió interpretando a maduros muy atractivos y dinámicos hasta 1966 en “Walk Dont’ Run”, cuando todavía reverberaban los éxitos de “Charade”, tres años antes, o “North by Northwest”, que había rodado en 1959. A partir de entonces, decidió que su galantería ya no podía lucir como en los viejos tiempos, se pasó a la parte empresarial del cine y murió a los 82 años tras sufrir una apoplejía en 1983. Su estela permaneció intacta.
Los tres tenían algo en común: ese Óscar que la Academia nunca les dio. El caso contrario fue el de Grace Kelly, que recibió un Óscar como despedida: antes de convertirse en princesa de Mónaco al desposarse con el príncipe Rainiero, la Academia le premió por “The Country Girl”, dejando sin premio a una desconsolada Judy Garland, gran favorita por “A Star Is Born”.
La propia Grace Kelly, ya por entonces Gracia de Mónaco, intentó volver al cine para protagonizar “Marnie”, de Hitchcock, pero el pueblo -y su marido- se opusieron. Y es que ni siquiera el glamour del principado más lujoso del mundo podía compensar la eterna tentación de volver a las pantallas y satisfacer a una audiencia millonaria.
James Cagney, por ejemplo, cedió justo al final. Después de convertirse en el icono del cine negro de los años treinta y ganar un Óscar en 1942 por su “tour de force” en “Yanqui Dandy”, el intérprete de “White Heat” remató la primera fase de su carrera a las órdenes de Billy Wilder en una de las comedias más frenéticamente ingeniosas de la Historia del cine: “One, Two, Three”. Corría el año 1961 y a pesar de mostrarse en plena forma, decidió decir adiós a las pantallas para retirarse en su rancho de Stanfordville, cerca de Nueva York. Pero viendo ya el fin de sus días próximo, Milos Forman lo rescató en 1981 para un espléndido papel en “Ragtime”, su testamento cinematográfico cinco años antes de su muerte.
Esta despedida triunfal no es comparable al caso de Jane Fonda, que había sido la actriz más importante de los años setenta gracias a títulos como “Klute” o “Julia”, prolongó su reinado durante los ochenta y, de pronto, decidió retirarse y ser la señora del magnate audiovisual Ted Turner. Aunque había diversificado sus talentos hacia disciplinas tan variadas como el activismo político o el aerobic, Fonda desapareció del mapa cinematográfico hasta que, sin que nadie entendiera muy bien por qué, volvió en el siglo XXI, espléndida físicamente pero en una película de muy bajo nivel: “Monster-in-Law”, vehículo a la mayor gloria de Jennifer López. Desde entonces, no ha desempeñado ningún papel digno de su primera etapa como actriz.
Como el citado caso de Grace Kelly, muchos actores han colgado los hábitos del cine para dedicarse a otros menesteres. Sin salir de las altas esferas, los casos más destacados han sido Ronald Reagan, que se convirtió en presidente de los Estados Unidos. La niña prodigio del cine español, Marisol, desapareció de la vida pública en 1983 y se dedicó a militar en el Partido Comunista y a organizaciones solidarias, campo que también retiró parcialmente a Audrey Hepburn, premiada con un Óscar honorífico por esta labor extracinematográfica.
Y aunque Joaquin Phoenix, tras ofrecer interpretaciones tan excelentes como la de villano en “Gladiator” o Johnny Cash en “Walk the Line”, anunciaba su retirada hace un año en televisión ante David Letterman para centrarse en su banda de hip hop mostrando a la vez claros síntomas de ebriedad, pronto desveló el pastel de su supuesta retirada: estaba grabando un falso documental llamado “I’m Still Here: The Last Year of Joaquin Phoenix” rodado por Casey Affleck.
divinity.es

domingo, 4 de julio de 2010

Para poder disfrutar de la jubilación, hay que prepararse

Fabiola Czubaj
LA NACION
Dejar de trabajar después de tres o cuatro décadas no siempre abre camino a la etapa de la vida que se soñó antes de jubilarse.
Se estima que los que mejor sobrellevan ese cambio demoran seis meses en adaptarse al tiempo libre y sin obligaciones laborales, y sólo un 10% logra atravesar, sin mayores conflictos, las fases "psicológicas" que ayudan a acomodarse y a disfrutar del nuevo rol.
La mezcla de fantasías e ilusiones que provoca la idea de jubilarse deriva, generalmente, en ansiedad y temor a medida que se acerca la fecha, y una vez que ocurre suelen sobrevenir el desencanto y la incertidumbre.
Sin embargo, no todo es malo. Sólo hay que saber prepararse. Y los cambios, al parecer, deben comenzar dos años antes del momento tan deseado y tan temido.
"El retiro laboral es una ruptura. Cambia en varios aspectos de la vida lo que es la estructura, el proyecto que uno tenía «armado» hasta entonces -resumió el doctor Claudio García Pintos, profesor titular de la cátedra de Gerontología y Familia de la carrera de psicopedagogía de la UCA-. Una persona que establece una organización de su vida en torno de su rol de trabajador, evidentemente, al jubilarse, ve que muchos aspectos de su vida se van a desorganizar. El trabajo, visto como virtud, ya no lo tiene y pasa a asumir una vida pasiva, en la que la comunidad le otorga una especie de «rol sin rol». Hasta ayer, era activo; a partir de hoy, no tiene que hacer nada más."
En nuestro país, la Anses registra alrededor de 5,8 millones de jubilados, sin contar los que dependen de los sistemas provinciales y profesionales.
Y aunque la institución no pudo precisar a LA NACION qué cantidad de personas se jubilan cada año, la responsable del área de Promoción y Desarrollo indicó que la expectativa de vida promedio de los argentinos después del retiro laboral está en entre los 20 y 30 años.
"Las mujeres se están jubilando a los 60 y los hombres, a los 65; la expectativa media hoy es de por lo menos 78 u 80 años. Por lo tanto, con la jubilación comienza la etapa más larga de la vida (en la que tienen que adaptarse a un nuevo rol) y es importante que el envejecimiento sea activo en lo social y lo familiar, aunque también con un espacio que permita revalorizar los talentos individuales", indicó la licenciada Gabriela Groba, gerente del área de Promoción y Desarrollo de la Anses.
Desde 1975 existe un modelo para estudiar cómo las personas se adaptan a la jubilación, según sus niveles de satisfacción con la nueva etapa vital y el tiempo que dura el proceso individual de adaptación. Ese modelo, que consta de cinco fases, fue desarrollado por el doctor Robert Atchley, director del Departamento de Gerontología de la Universidad de Naropa, en Estados Unidos, y aparecen en todos los manuales de gerontología.
Un estudio realizado por un equipo de investigadores españoles utilizó el modelo de Atchley para conocer mejor cómo el retiro laboral modifica los niveles de satisfacción vital y el bienestar de los nuevos jubilados.
Para eso, el equipo de la doctora María Aymerich Andreu incluyó jubilados de entre 58 y 73 años, registrados en los cinco centros cívicos de Gerona que promueven el bienestar a partir de la tercera edad.
Fases de transición
Las fases por la que se pasa son la prejubilación (que incluye las "fantasías anticipatorias", según los autores, de cómo será la vida de jubilado); la jubilación; el desencanto (se comprueba que no todo es como se esperaba); la reorientación (se toma conciencia de la realidad y se abandonan las fantasías), y la estabilidad (se establecen las nuevas rutinas).
Según los resultados, que publica la revista Anales de Psicología , apenas el 10% de los jubilados transita todas esas etapas.
El resto pasa de las fantasías de la prejubilación a una euforia transitoria después de la jubilación, acompañada por un período de descanso o de aumento de las actividades de ocio, para pasar a la etapa de desencanto o, directamente, a la de reorientación para lograr la estabilidad.
Además, el equipo del Instituto de Investigación sobre Calidad de Vida de la Universidad de Gerona, pudo cuantificar cuánto demora la adaptación a la vida de jubilado. Y observó que el 50% se adapta en 6 meses, mientras que el 20% lo hace al año y el 30% necesita por lo menos un año y medio.
Según un ejercicio de representación gráfica, con una escala del 0 al 10, de la percepción personal de la satisfacción desde los dos años previos a la jubilación hasta 18 meses después, alrededor del 66% siente un aumento de la satisfacción con el retiro laboral luego de adaptarse al nuevo rol.
Y, ¿cómo hay que prepararse para ese momento? "Con ayuda para comprender que uno no se jubila de la vida -dijo García Pintos-; para descubrir proyectos y con más espacios para la reinserción social, cultural y profesional una vez jubilado."

UNA SEGUNDA VIDA
STAN HINDEN
Autor del libro Cómo jubilarse feliz
Profesión : periodista
Origen : Estados Unidos
Tras dejar The Washington Post, escribió el libro que, según asegura, le hubiese gustado leer antes de jubilarse. Allí hace recomendaciones.
Tener buena salud es esencial para ser feliz después de jubilarse. Años antes del retiro, hay que esforzarse para mejorar la calidad de vida, con ejercicio y alimentación equilibrada.
Organizar la economía personal antes de jubilarse y ahorrar es clave para los próximos veinte años. Una buena idea es elaborar un borrador del presupuesto que se necesitará para compararlo con lo que recibiría.
Analizar qué actividad sería la más indicada después de jubilarse. Lo mejor es elegir la más placentera y en la que se pueda estar en contacto con otros. "En esta etapa es muy importante tener amigos."
Pensar en la jubilación como el inicio de una "segunda vida" con tantos desafíos y oportunidades como la etapa laboral.


Estrategias a la hora del retiro
Una práctica exitosa en varios países es lo que se conoce como un plan prejubilatorio, un programa público que ayuda a que la transición de la etapa laboral a la jubilatoria sea no sea tan abrupta como lo es hoy en la Argentina.
"La intención fundamental es evitar la vivencia de la jubilación como una etapa de sufrimiento, como un castigo, y rescatarla como beneficio", precisó el doctor Claudio García Pintos, de la UCA.
Por su parte, la licenciada Gabriela Groba, de la Anses, adelantó en los próximos 20 o 30 días, la institución lanzará un programa de preparación para el retiro laboral. "La idea -dijo- es acompañar el duelo que se produce al dejar de trabajar, que abre una etapa de crisis, y con la diferencia que se extendió la esperanza de vida." Por lo tanto, agregó, "es muy importante prepararse para esos 20 o 30 años con una actitud más activa hacia el cambio del rol social".
El programa, que incluirá talleres fuera del horario laboral en las sedes de la Anses o las oficinas de recursos humanos de las empresas, estará disponible dos años antes para quienes se vayan a jubilar o, inmediatamente, para los que deban dejar el trabajo por discapacidad o un accidente laboral.
"Cuando una persona mayor puede sentir que pertenece a la comunidad (familiar y civil), que participa de ella activamente (a través de un trabajo remunerado, un voluntariado, una acción cultural, etcétera), que está en contacto con otras generaciones y que puede desarrollar nuevos intereses, celebrará haberse jubilado. Aún en medio de restricciones económicas, lo celebrará porque podrá seguir siendo una persona completa, viva, activa, integrada, y, por sobre todo, valorada", comentó García Pintos.
Pero, como lo definió el periodista Stan Hinden a LA NACION por e-mail: "La jubilación no es un evento que dura un solo día". El autor del libro (ver arriba Una segunda vida) que detalla cuáles son las 12 decisiones más importantes antes de jubilarse, sostuvo: "Demanda un largo proceso de ajuste. Hay que prepararse como uno lo haría para realizar un viaje largo al exterior. La jubilación no es sólo la continuación de la vida anterior. Es una nueva vida. De modo que hay que tomarse el tiempo para hacer lo que uno debe para poder vivir con felicidad".
lanacion.com

lunes, 31 de mayo de 2010

La mitad de los mexicanos no sabe de qué vivirá cuando llegue la vejez

Ser previsores no es exactamente una virtud que caracterice a los mexicanos. Quizá porque estamos acostumbrados a vivir en un ambiente privilegiado donde el clima y la tierra siempre son generosos. O quizá porque la mayoría apenas puede sobrellevar el día a día y en esas condiciones no sobre hablar de previsiones para el futuro, quizá también porque hasta ahora hemos sido una sociedad en la que hay muchos más jóvenes que personas adultas, el hecho es que los mexicanos nos parecemos muchos más a la cigarra que a la hormiga de la fábula.
Pero nuestra sociedad se está haciendo vieja. Hace veinte años, cuando empecé a hacer encuestas, en México la demanda por guarderías para los niños era lo que prevalecía, hoy cada vez son más las familias que buscan apoyo para cuidar a las personas mayores que están a su cargo. ¿Estamos preparados para enfrentar nuestra vejez?
Según la encuesta que entregamos hoy a EL PAIS cuatro de cada diez mexicanos de entre 18 y 50 años de edad simplemente nunca se han puesto a pensar en cómo será su vida cuando lleguen a viejos y otros cuatro dicen que lo han pensado, pero sólo alguna vez.
El 54% de las personas que entrevistamos no cuentan con ningún tipo de previsión económica para la vejez, ni fondo de ahorros, ni de pensiones, ni nada que se le parezca, de ellos más de la mitad dicen que ni siquiera se han puesto a pensar de qué van a vivir cuando sean viejos, el resto confía en que contará con el apoyo de algún familiar cercano o dicen que más adelante se preocuparán por ahorrar.
Sólo el 25% nos dijo que le angustiaba pensar en la muerte, tampoco parece angustiar a muchos la soledad o la tristeza que puedan sentir cuando lleguen a viejos, y aunque el 53% nunca se ha puesto a pensar a qué va a dedicar su tiempo cuando sea mayor, parece que el aburrimiento no es causa de preocupación tampoco. Lo que les genera más angustia de llegar a viejos es no poder valerse por sí mismos y los problemas de salud y sí, también nos dijeron que pensar de qué van a vivir cuando sean mayores les genera angustia, a lo mejor por eso prefieren no hacerlo.
Vivimos obsesionados con prolongar la vida. Comer mejor, no fumar, hacer ejercicio, vitaminarnos, consumir antioxidantes, hacerse chequeos frecuentes, todo a nuestro alrededor se ha vuelto una obsesión por vivir más, estar más sanos y vernos más jóvenes, el problema es que no parece que tengamos la misma dedicación a solucionar los problemas cotidianos de vivir muchos años, por el contrario, cada vez la edad para poder acceder a un empleo es menor, la jubilación llega antes, tenemos menos hijos y son más independientes, la convivencia en las ciudades es cada vez más difícil y más agresiva, y aquí estamos todos tratando de vivir más años ¿para qué o con qué? Ah, eso no lo sabemos bien a bien, pero hay que vivir más.
Quizá ha llegado el momento de pensar más en para qué queremos vivir más que en cómo conseguirlo. Podríamos empezar por aligerarles un poco la carga a los viejos de hoy, pasarles alguna pelota como dice Serrat, para que dejen de ser fantasmas con memoria. Todos llevamos un viejo encima y, nos guste o no, vamos a llegar huérfanos a ese trago, por eso más vale que empecemos a pensar cómo vamos a pasarlo.

elpais.com

sábado, 3 de abril de 2010

'Ronald McDonald, es hora de jubilarse'

ELMUNDO.es
MADRID.- Después de casi 50 años trabajando, el payaso más famoso de la cadena más famosa de hamburgueserías se merece un descanso. Eso es al menos lo que piensa un grupo de presión sin ánimo de lucro en EEUU,
Corporate Accountability International, que ha iniciado una campaña para que McDonald's le dé un respiro a Ronald, a quien acusa de promover la obesidad infantil.
Ronald McDonald (nacido en 1963) se sumaría así a otra 'víctima' de las campañas de este lobby (que se 'autodefine' como defensor contra los abusos de las grandes multinacionales), el camello Joe Camel, icono de una de las grandes tabaqueras durante mucho tiempo.
Con el argumento de que el payaso, con los colores rojo y amarillo corporativos de la firma en su atuendo, ha servido durante mucho tiempo de "gancho" para atraer a los niños hacia la comida basura, esta organización ha puesto en marcha una campaña 'on line' en la que cualquiera puede apoyar con su firma la jubilación anticipada de Ronald.
"Él se merece un descanso, y nosotros también", reza el lema.
La multinacional de las hamburguesas, por su parte, ha respondido en una nota de la que se hace eco la cadena estadounidense de televisión
CNN, que Ronald McDonald es un "querido embajador" de su marca, y que entre sus labores destacan numerosas obras benéficas dirigidas a la infancia, especialmente dirigidas a niños enfermos. Un argumento que Corporate Accountability considera irónico: "Las obras benéficas de McDonalds son muy positivas, pero es algo paradójico que al mismo tiempo se dediquen a promocionar la comida poco saludable para niños, que está afectando gravemente a su salud".
Entre sus argumentos, este organismo ciudadano también subraya que desde el nacimiento de Ronald, las tasas de obesidad infantil se han triplicado en EEUU y la de diabetes tipo 2 se ha "elevado como un cohete". El payaso, critican, no es sólo la cara, sino el motor de esta "epidemia" moderna.

jueves, 4 de febrero de 2010

La frontera biológica de la jubilación se sitúa en los 75 años

MARÍA SÁNCHEZ-MONGE
MADRID.- La propuesta del Gobierno de elevar la edad de jubilación hasta los 67 años ha generado un acalorado debate económico. El factor sanitario ha quedado relegado a un segundo plano, a pesar de los numerosos estudios que ponen de manifiesto que el momento de la retirada del mundo laboral ejerce una poderosa influencia sobre la salud.
La cuestión tiene múltiples aristas. Ante todo, el efecto de un desempeño más prolongado varía según el tipo de empleo. Por eso, los sindicatos propugnan que los trabajadores de la construcción se jubilen a los 60 años. Sin embargo, cuando se trata de actividades menos ligadas al esfuerzo físico, el límite biológico se incrementa significativamente.
"Entre los 65 y los 67 no desciende mucho el nivel medio de salud. El punto de inflexión en cuanto a la situación funcional se encuentra en los 75", precisa Leocadio Rodríguez, jefe del servicio de Geriatría del Hospital de Getafe y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG). A esa edad empieza a ser relevante la dificultad para desarrollar actividades básicas (asearse, comer), instrumentales (comprar, utilizar el transporte público) y, sobre todo, avanzadas (tener vida social, planificar unas vacaciones). Es el umbral a partir del cual la dependencia aparece en escena de forma palpable y los tiempos de respuesta, tanto física como mental, ya no son lo que eran.
La capacidad para seguir desempeñando una ocupación ha aumentado espectacularmente en los últimos 25 años debido al incremento de la expectativa de vida y del estado de salud. ¿Esto puede servir como argumento para justificar el retraso de la jubilación? Rodríguez cree que no conviene mezclar criterios. El hecho de que el cuerpo aguante no anula el trasfondo político y ético de la cuestión.
La calidad de vida de las personas mayores depende en buena medida de sus expectativas, que pueden verse truncadas si descubren que aún deben seguir prestando sus servicios a la sociedad durante unos cuantos años más. Por otro lado, en este ámbito resulta muy apropiado alegar aquello de que una cosa es la teoría y otra la práctica. Los estudios realizados en distintos países y con diferentes grupos de trabajadores dan fe de las consecuencias de retirarse cuando uno quiere, le dejan o puede.
Estudios recientes
"Se ha comprobado que mantenerse activo durante más tiempo no sólo no es malo, sino que incluso puede ser bueno", señala Rodríguez. Pero también hay evidencias científicas de las ventajas de convertirse en pensionista lo antes posible. Una de las más recientes se publicó a finales de 2009 en la revista 'The Lancet'. Los investigadores analizaron, durante los siete años previos y los siete siguientes a la jubilación, la percepción que tenían de su propia salud 15.000 empleados de una empresa francesa de electricidad.
Para la mayoría de ellos, el abandono del trabajo se plasmó en una mejora significativa de su estado general. De hecho, muchos se sentían hasta ocho años más jóvenes. No obstante, las personas que tenían un nivel educativo alto, un puesto de trabajo no excesivamente exigente y una gran satisfacción laboral no experimentaron ningún beneficio saludable tras retirarse.
Esta última apreciación corrobora el impacto negativo que se achaca a la prejubilación, sobre todo cuando afecta a individuos que se encuentran en la plenitud de su carrera profesional. "Está estudiado que las consecuencias pueden ser brutales. Produce depresión y ansiedad", atestigua Rodríguez. transición
"Habrá que hacer un planteamiento más flexible, en función del tipo de ocupación, del estado de salud, etcétera", señala el geriatra, en consonancia con la opinión expresada en los últimos días por portavoces de distintos ámbitos. También es recomendable que el cese de la actividad laboral no sea repentino. Por ejemplo, se podría ir reduciendo paulatinamente la jornada, pasando primero de ocho a seis horas diarias, después a cinco, cuatro... De este modo, al beneficio para la salud se añadiría el económico: un mismo puesto serviría para emplear a dos personas a tiempo parcial.
Un trabajo publicado en la revista 'Journal of Occupational Health Psychology' en octubre de 2009 refrenda las bondades que aporta a los jubilados ejercer una cierta actividad laboral relacionada con su profesión. El análisis de los datos de más de 12.000 trabajadores reveló que quienes se mantuvieron activos registraron menores tasas de enfermedades cardiacas, así como de trastornos psiquiátricos.
Sin embargo, el beneficio sobre la salud mental se reducía cuando los pensionistas desempeñaban un trabajo a tiempo parcial en un sector distinto del suyo. Los autores del análisis creen que la diferencia se debe a que, en estos casos, la motivación era puramente económica.
elmundo.es

lunes, 9 de noviembre de 2009

Si se jubila antes de los 55 años, rejuvenecerá

MARÍA SAINZ
MADRID.- No son pocos los que creen que con la jubilación comienza el declive. Ni mucho menos. Un estudio europeo explica que retirarse a tiempo puede suponer una importante victoria. Los expertos explican que la salud de más de 10.000 personas que dejaron de trabajar en torno a los 55 años mejoró marcadamente. Tanto es así, que se estima que rejuvenecieron en torno a una década.
La citada investigación, recogida por
'The Lancet', se basó en las estimaciones personales de más de 14.700 empleados de la compañía nacional de gas y electricidad de Francia (Electricité de France-Gaz de France); un 79% eran hombres. Con una periodicidad anual, los participantes rellenaron distintos cuestionarios en los que valoraron su salud durante un periodo de 15 años (siete antes de retirarse y siete después de la jubilación).
Los investigadores, procedentes de distintos centros europeos (como la Universidad de Estocolmo o Londres) y liderados por Hugo Westerlund, detectaron que la salud de los que se retiraron en torno a los 55 años mejoró marcadamente. "Entre el año anterior a la jubilación y el posterior, la prevalencia de una salud inadecuada cayó de un 19,2% a un 14,3%, lo que supuso una ganancia de unos ocho o 10 años de salud", indican.
Este 'rejuvenecimiento' se detectó tanto en hombres como en mujeres y su efecto se mantuvo hasta siete años. Tan sólo un 2% de la muestra no experimentó este efecto protector de la jubilación; se trató principalmente de "sujetos con un alto cargo, baja demanda y alta satisfacción en el trabajo".
Durante los tres años anteriores a retirarse -un 72% lo hizo antes de los 56-, un 11% sufrió depresión, un 29% presentó dolores musculoesqueléticos y un 32% faltó más de 21 días por enfermedad. Estos factores mejoraron en la mayoría de los que se jubilaron pronto y que no estaban satisfechos en su trabajo.
Los menos satisfechos fueron los que más se beneficiaron
"Las altas exigencias, físicas o psicológicas" se relacionaron con una peor salud. Sin embargo, tras dejar el empleo, aquella presión se tradujo en una mayor probabilidad de disfrutar de los beneficios de la jubilación.
Según los autores del documento, uno de los principales puntos fuertes de su trabajo se basa en que se recopilaron datos de las mismas personas de forma anual, lo que permitió ver cómo fue evolucionando su salud, a la vez que se valoraron sus jornadas laborales.
Frente a estas consecuencias perjudiciales los investigadores se muestran optimistas: "Cuando es muy exigente y poco satisfactorio, el trabajo supone una carga añadida para nuestra salud. Pero, los efectos de este peso son reversibles".
En un comentario adjunto, también aparecido en 'The Lancet', se incide en que las condiciones laborales de los trabajadores de Electricité de France-Gaz de France no siempre se dan en todas las empresas. Los participantes pudieron jubilarse de forma temprana y conservando un 80% de su pensión. Por eso, sería una buena idea contrastar los datos en investigaciones similares realizadas en otros ámbitos.
A pesar de ello, los firmantes de este artículo de opinión, procedentes de la Universidad de Düsseldorf (Alemania), subrayan el valor del estudio. "Sus resultados sugieren que la calidad de las tareas y del trabajo afecta fuertemente a la percepción de la salud y, por tanto, contribuye a la intención que tienen las personas de abandonar su empleo lo antes posible".
En este sentido, coinciden con los autores del documento científico en recomendar a las autoridades que mejoren las condiciones laborales (si lo que quieren es que los trabajadores se jubilen lo más tarde posible).

elmundo.es

lunes, 18 de mayo de 2009

Jubilarse más tarde previene el Mal de Alzheimer


Un equipo de científicos británicos concluyó que demorar la edad de jubilación puede ayudar a prevenir el Mal de Alzheimer.Los expertos del Instituto de Psiquiatría de la Universidad King's College de Londres, que publicaron su estudio en la revista especializada "International Journal of Geriatric Psychiatry", indicaron que existe un vínculo claro entre una jubilación mas tardía y el retraso de los síntomas del mal de Alzheimer.
Los científicos llegaron a la conclusión tras analizar los casos de 382 hombres con síntomas prematuros de padecer la enfermedad.
Susanne Sorensen, jefa de investigación de la Sociedad del Alzheimer, afirmó que existen varias razones en la relación entre la jubilación y el surgimiento de la enfermedad.
"Los hombres que se jubilan pronto lo hacen por problemas de salud como hipertensión o diabetes, que aumentan el riesgo de demencia.
Otro factor podría ser que el trabajo ayuda a mantener el cuerpo y la mente activos, lo que puede reducir el riesgo de demencia", explicó Sorensen.
Según la experta, la mejor manera de reducir el riesgo de demencia es "combinar el mantenerse físicamente activos con una dieta equilibrada y chequeos regulares de la presión sanguínea y el colesterol".
El mal de Alzheimer, que suele tener una duración media aproximada de diez a doce años, es una enfermedad neurodegenerativa, que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales.
Se caracteriza por una pérdida progresiva de la memoria y de otras capacidades mentales, a medida que las células nerviosas (neuronas) mueren y diferentes zonas del cerebro se atrofian.
ambito.com

jueves, 27 de noviembre de 2008

Es veterinario y atendía a jubilados


Un veterinario fue imputado por ejercicio ilegal de la medicina, ya que "ejercía y se promocionaba por la radio como médico naturista" en un Centro de Jubilados de Huinca Renancó: una localidad a 420 kilómetros al sur de esta capital, donde viven unos 8.600 habitantes.
Se trata de Walter Blencio, quien fue acusado por integrantes del Consejo Médico de la Provincia de Córdoba ante el fiscal Juan Manuel Rocco Colazo, por inflingir el artículo 208 del Código Penal. El hombre habría recibido su título de veterinario en la Universidad Nacional de Río Cuarto --según la versión de Enrique Miranda, una de las personas que lo denunció ante la justicia--; y será citado a declarar la próxima semana. Por el momento, mantendrá su libertad.
El fiscal Rocco Colazo salió a aclarar que "todavía no se conoce que haya personas dañadas por sus tratamientos; aunque eso no significa que haya pasado o no, y no lo sepamos aún". El delito que se le imputa al veterinario tiene una pena que va de 15 días a 1 año de prisión.
"No es médico de humanos, sino de animales", dijo uno de los denunciantes. El PAMI local dijo que no tuvo vinculación con el supuesto médico.