jueves, 30 de junio de 2011

Arreglan la casa de "Esperando la carroza" por pedido de los fanáticos


Yo hago puchero, ella hace puchero! ¡Yo hago ravioles, ella hace ravioles! ¡Qué país!”. “¿Dónde está mi amiga?” Es imposible no recordar estas líneas de diálogo en el interior de esta casa chorizo de Versalles. Todo está como cuando, entre febrero y marzo de 1985, Alejandro Doria y su elenco se instalaron para rodar “ Esperando la Carroza ”. Ubicada en Echenagucía 1232, la casa fue construida en 1929 por un inmigrante español y hoy, dos de sus hijas y una nieta, la siguen habitando. Estaba muy deteriorada, pero los vecinos del barrio se movilizaron y para arreglarla .
Hace 26 años, la filmación revolucionó a todo el barrio. Por eso los vecinos y los fanáticos del filme iniciaron campañas para salvar la casa . Y hasta armaron un grupo en Facebook para pedir que la declaren patrimonio cultural. En abril, la Legislatura porteña la reconoció con una placa en la puerta . Y ayer, quienes participaron en la restauración celebraron en la Biblioteca Belisario Roldán, donde presentaron un video y una comedia musical inspirada en el filme. “Todos donaron algo, desde las ferreterías y corralones del barrio hasta los que contribuyeron con su trabajo”, contó la legisladora porteña y vecina de Versalles Karina Spalla (PRO), que coordinó la “barriada”.
Primero, arreglaron y pintaron la fachada. No del celeste que se ve en la película, sino en el verde con vivos marrones que eligió Jesús Alvarez, el asturiano que la construyó para vivir con su esposa. Además, reemplazaron los vidrios rotos y nivelaron el piso del patio, ese mismo en el que lloraban los asistentes al velorio de la supuesta Mamá Cora. Como en la casa había goteras y filtraciones de agua, también pusieron membranas para impermeabilizar la terraza.
Las dueñas de la casa son Flavia Pérez y sus tías, Eva (84) y Elvira (78) Alvarez. Curiosamente, el personaje de China Zorrilla en la película también se llamaba Elvira. Y las dos señoras trabajaron como extras en la escena del velorio y en la del final, cuando los ancianos del barrio caminan con Mamá Cora al frente. “En aquel momento, un amigo trabajaba en la productora de Diana Frey y buscaba una casa chorizo para el filme –cuenta Flavia, que es arquitecta–. Me pidió que le señalara algunas de mi barrio y, cuando Doria vino a recorrerlas, le gustó la nuestra”.
Así, su casa se convirtió en set de filmación. “Aquí vivíamos mis tías Eva y Rosa, que ya murió, y yo. Las escenas eran tan graciosas, que había que repetirlas varias veces porque los actores se tentaban”, dice Flavia, sentada en la misma sala en la que el personaje de Juan Manuel Tenuta miraba la tele en camiseta. Esa sala da a la cocina donde Elvira preparaba los ravioles. Y al baño en que Matilde, el personaje de Andrea Tenuta, descubría que habían cortado el agua cuando estaba toda enjabonada y gritaba “Mamaaaaaaaaá”.
Todavía van fanáticos a Versalles, en busca del lugar donde resonaron esas frases que se saben de memoria. Algunos tocan el timbre. Otros se conforman con fotografiarse frente a esa casa que, gracias a una película, se convirtió en un símbolo del ser nacional.
clarin.com

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