jueves, 30 de junio de 2011

Frecuencia sexual: por qué insistimos en el error de medir el sexo

 Getty Images
Muchas parejas se preocupan por la frecuencia de relaciones sexuales que mantienen, tratando de equiparar su intimidad con lo considerado "normal" para no sentirse fuera de carrera.
Escucho a diario en mi consultorio preguntas como "¿es normal nuestra frecuencia sexual?", "¿Se supone que varía durante el transcurso de los años?", "Al principio era diferente". Pero, ¿las encuestas realmente describen lo que sucede? Y, por otro lado, ¿una pareja debe guiarse por lo que hacen los demás o, por el contrario, deben seguir sus deseos y las características de su vínculo?
En un clásico filme de W. Allen, "Annie Hall", se grafica muy sintéticamente uno de los conflictos que tienden a dividir a mujeres y varones. La pantalla se divide en dos y se ve simultáneamente a ambos miembros de una pareja en consulta con sus respectivos psicólogos. El terapeuta le pregunta a él "¿Cuántas veces hace el amor?". y él responde: "Poquísimo, tres veces a la semana". Cuando el psicólogo le pregunta a ella, ella responde: "Muchísimo, tres veces a la semana".
A más de uno le provocará rica y lo asociarán a le que sucede en su vida cotidiana: en muchos dormitorios, esta escena se repite noche tras noche y posiblemente forma parte de los reclamos más frecuentes que hombres y mujeres se hacen.
La verdad es que no existe una cantidad específica de relaciones sexuales que un matrimonio debe sostener sostenerse en un determinado momento para que funcione adecuadamente. Hay parejas que tienen relaciones sexuales con mucha regularidad y que llevan una vida matrimonial cruel, mientras que otras son felices en sus matrimonios y tienen relaciones una vez al mes. Realmente es necesario mirar cada caso individualmente y ver qué otros factores pueden estar afectando el matrimonio para determinar si éste está funcionando adecuadamente o no.
Incluso, muchas parejas sostienen relaciones sexuales esporádicas sin que consideren que su vida íntima está afectada. Ambos se sienten cómodos con la frecuencia sexual en el matrimonio. Lo "normal" respecto a la frecuencia de los encuentros sexuales de pareja no existe. Es evidente que cada pareja establece sus propios patrones con respecto a la frecuencia de sus encuentros sexuales.
Cuando surgen conflictos de frecuencia (una de las dos personas desea tener relaciones más o menos frecuentemente que la otra), la relación de pareja sí puede verse adversamente afectada. En estos casos es imprescindible que se trabaje la comunicación sexual abierta y honesta, que se evalúen los motivos por los que existe el cambio en el deseo, las alternativas de satisfacción que uno u otro tiene, y que se fomente la intimidad emocional de la pareja a toda costa, independientemente del aspecto sexual.
La expresión fluida del deseo sexual une a las parejas, del mismo modo que la evitación sexual las distancia. Y es en este juego que existen factores que actúan como inhibidores psicológicos del encuentro y, otros, como incitadores.
Las estadísticas señalan que la frecuencia sexual depende de la edad y de los años de matrimonio, pero también de las situaciones por las que atraviesan los individuos y la relación de pareja. Al principio, las relaciones son diarias. Luego bajan a unas tres veces por semana, para promediarse en dos veces por semana, disminuyendo a cada quince días o una vez al mes en etapas posteriores. Estas no son más que cifras generales, propias de un perfil estadístico más o menos consistente en la frecuencia de los encuentros sexuales en la población sexualmente activa, pero nada dicen de la calidad y del grado de satisfacción que tales encuentros suponen.
Otras investigaciones arrojan un dato interesante: un número significativo de parejas, con el paso de los años, disminuyen la frecuencia sexual pero aumentan la sensación de satisfacción en cada encuentro.
La frecuencia sexual marca una pauta de encuentro, cuando ambos han aprendido a negociar y tomar decisiones que contemplen las necesidades de ambos o de desencuentro, cuando la pareja no sabe colocarla en un contexto de satisfacción mutua.
No se trata de centralizar el problema en torno al número de relaciones que se tienen por semana, sino de pensar en lo que esas relaciones significan en términos de placer y satisfacción. La responsabilidad es obviamente de ambos, y representa el esfuerzo que cada uno hace por satisfacer las demandas y deseos de la pareja.
entremujeres.com
Lic. Diana M. Resnicoff

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