viernes, 1 de octubre de 2010

¿Es usted consciente de su capital erótico?

En una edición reciente de una revista de Sociología, la profesora Catherine Hakim hace una interesante sugerencia. Ella parte de la base que cada uno de nosotros se mueve por la vida con tres tipos de capital: nuestro capital económico (lo que tenemos), nuestro capital cultural (lo que sabemos) y nuestro capital social (la posibilidad de acceder a determinados grupos o relaciones).
Un buen uso del atractivo físico puede abrir tantas puertas en el mercado laboral como el expediente académico en un mundo tan sexualizado como el de hoy
La autora del artículo “Erotic Capital” propone agregar al listado un cuarto tipo de capital: el capital o poder erótico, que define como “una combinación de atractivo estético, visual, físico, social y sexual para otros miembros de tu sociedad, y especialmente para el sexo opuesto, en todos los contextos sociales”.
El capital erótico sería una herramienta particularmente valiosa en algunas actividades, como encontrar pareja, o adquirir poder negociador al interior de la pareja, todo lo cual es esperable; el artículo examina las ventajas que genera el capital erótico en el mercado laboral y en las relaciones en el trabajo.
El trabajo de investigación de la profesora Catherine Hakim, del departamento de Sociología de la Londres School of Economics, pretende reivindicar el capital erótico. Como punto de partida, una simple pregunta: ¿por qué los estudios sociológicos lo han pasado por alto? No ocurre lo mismo con el capital económico, el capital cultural o el capital social. Según Hakim, para estudiar los movimientos sociales y el mercado de trabajo es necesario incluir el capital erótico, que debería considerarse el cuarto "activo personal". Un economista no lo definiría con más precisión. Para explicar las razones de la exclusión del capital erótico en los estudios sociales, Hakim señala el sesgo patriarcal que sufren estas disciplinas. Según ella, a lo largo del tiempo se ha tejido una ideología moral que impide que las mujeres aprovechen su capital erótico - "una ventaja relativa"-para lograr beneficios económicos y sociales. Las feministas han entrado en este juego mostrando su objeción al despliegue del capital erótico femenino (por ejemplo, son las primeras en criticar los concursos de belleza). ...
Los mensajes no verbales son una carta de presentación. La primera impresión que damos. No hace falta abrir la boca para que nuestro interlocutor sepa cómo somos. Atención a los gestos. Hablan sin voz.

Un proceso inconsciente
“Los seres humanos estamos genéticamente programados para buscar señales faciales y de conducta y para entender rápidamente su significado”
(Carol Kinsey Goman)
Podemos ser inexpertos en comunicación no verbal. Puede ser que ni hayamos oído hablar de esta disciplina de la comunicación. Así y todo, nuestro cerebro la capta de forma natural y la desciframos de forma automática. No somos conscientes de ello, pero ocurre. En cada interacción con otra persona, nuestros cerebros están diseñados para procesar una cantidad ingente de mensajes no verbales que utilizaremos como base para formarnos un juicio sobre los demás y construir nuestra confianza o desconfianza.
Probablemente no podamos explicar por qué con sólo ver a una persona ya nos formamos una imagen de ella y le colgamos la etiqueta. Pero lo hacemos sin excepción y en sólo unos instantes. Y los demás lo hacen también con nosotros, por lo que nos sería muy útil conocer qué dicen nuestro cuerpo y nuestros gestos.

Primero, la mirada
“Sólo cuando dos personas se miran directamente a los ojos existe una base real de comunicación” (Allan Pease)
Enviamos y recibimos con los ojos más mensajes que con cualquier otra parte del cuerpo. El contacto visual es esencial para conectar con la gente. Esquivar la mirada es un signo de que escondemos algo. Como nos indica Carol Kinsey, cuando una persona no es honesta nos devuelve pocas veces la mirada. Mirar a los ojos (sin caer en la mirada intimidatoria) es esencial para que haya una base de confianza en la comunicación. Y lo que veamos en los ojos del otro nos dará muchas pistas sobre lo que nos quiere decir.
Por ejemplo, ver a alguien mirando hacia arriba y a la izquierda, indica que la persona está recordando algo; hacia arriba y a la derecha, que está fantaseando, y hacia abajo y a la derecha, que está recordando un sentimiento. Una mirada que va rápidamente de un lado a otro nos dirá que la persona no está segura o se pone a la defensiva (busca inconscientemente la puerta de salida), y unos ojos llorosos y empañados dicen muy a menudo aquello para lo que no tenemos palabras.
Es esencial cuando nos comunicamos poder mirarnos a los ojos. Cualquier cosa que nos oculte la mirada directa nos limita el potencial de comunicación.

Lo que dice nuestro rostro
“La sonrisa es la más positiva de todas las expresiones emocionales” (Daniel Goleman)
Algunas investigaciones realizadas indican que el cerebro humano parece tener preferencia por los rostros felices y los reconoce más fácil y rápidamente. Es –como lo denomina Goleman en su libro– el efecto cara feliz. Mostrar una sonrisa es una buena manera de generar una primera impresión positiva, si bien la sonrisa debe ser genuina. Si no lo es, lo identificaremos porque carecerá de simetría, o sólo se reflejará en la boca (la sonrisa verdadera se detecta además en los pómulos y en los ojos). Y si es exageradamente prolongada –de 5 a 10 segundos– será muy probablemente falsa.
La gente busca expresiones faciales para saber cómo interpretar lo que le decimos. Sólo entonces dará un determinado sentido a nuestras palabras.

Manos, brazos y el resto del cuerpo
“Tendemos a considerar más a las personas que gesticulan al hablar” (Carol Kinsey Goman)
Las personas que gesticulan de forma activa suelen generar percepciones de energía y entusiasmo, mientras que las que no lo hacen generan una imagen fría y racional. Pero los gestos no pueden ser gratuitos. Deben enfatizar, matizar, complementar la comunicación. Cuando son anárquicos y no tienen nada que ver con el mensaje, provocan distracción o desconcierto.
Las piernas y la posición de los pies son un reflejo muy sincero de las emociones. Son la parte del cuerpo que menos atención consciente nos merece y, por tanto, la menos manipulable. Los expertos en lenguaje no verbal se fijan mucho en las posturas de los pies para desenmascarar a su interlocutor. Pies cruzados debajo de la silla indicarán una posición cerrada. Asimismo, la posición de los pies cuando uno se une a un grupo que está hablando nos dirán si somos bienvenidos o no (si no se mueven para dejarnos un lugar en un círculo imaginario en el suelo, nos están excluyendo). Todas estas pistas se descubren sin el menor intercambio verbal.
Nótese que las ventajas o desventajas que aporta el capital erótico pueden ser compensadas por las diferencias en los otros tipos de capital (económico, intelectual, social), por lo que esas ventajas se vuelven absolutas sólo en igualdad de los otros factores.

estocolmo.se

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