domingo, 15 de noviembre de 2009

Contra la soledad y el sufrimiento

La cajera del supermercado pasa el fin de semana llorando. Su hija quedó con la abuela en Corrientes, la dejó para venir trabajar. Llora sábado y domingo. La extraña mucho. El lunes la cajera va a un hospital, busca ayuda. Es muy probable que le prescriban un antidepresivo para que esté mejor y no llore. Tal vez le sugieran una terapia. Una mañana, en el salón que parece recién estrenado, Gustavo Lipovetzky, psiquiatra, cita el hipotético ejemplo de la cajera. Quiere señalar que también existen otros recursos a utilizar. Dice: "Pensamos que la soledad y el sufrimiento mental se pueden aliviar integrando recursos comunitarios a los tradicionales de la psicoterapia y la medicación".

Cuando habla con orgullo de "nosotros", habla de Proyecto Suma, la asociación que dirige. La integran psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, enfermeros, nutricionistas, neuropsicólogos y talleristas. Abrió sus puertas en mayo en la ciudad de Buenos Aires -donde muchos ven con preocupación las políticas de desinversión en salud-. No tiene fines de lucro, sí un objetivo ambicioso: ofrecer tratamientos y dispositivos para la integración social y laboral de quienes viven con alguna variante de sufrimiento psíquico. Trastornos afectivos, de pareja, crisis de pánico o dificultades severas como la esquizofrenia. Lipovetzky explica que la farmacología "ha sido determinante para aliviar el sufrimiento y, en muchos casos, mejorar la calidad de vida. Pacientes maníacos, con delirios o alucinaciones, pueden estabilizarse; los psicofármacos y la psicoterapia son muy importantes". Pero en muchos de estos casos los que logran la anhelada estabilización terminan en el sillón de su casa. Hacen zapping frente a la tele.

A fines de agosto estuvo en el país Benedetto Saraceno, Director del Departamento de Salud Mental y Substancias Abusivas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). No se cansó de repetir la palabra "comunidad". Habló de invertir menos en camas psiquiátricas y más en salud mental comunitaria. "Salud mental comunitaria es entrar dentro de la comunidad, utilizar la riqueza de la comunidad", remarcó Saraceno. Lipovetzky retoma: "La deuda que tenemos en Salud Mental es integrar a esos pacientes con patologías severas en la red social y laboral. La enfermedad mental, por el nivel de estigma que hay en la sociedad y a veces en la propia familia, ensimisma y excluye al sujeto de los vínculos y trayectos del tejido social. Mucho más del laboral. No podemos hablar de curación hasta que alguien no tenga algún nivel de integración en la red social. Ahí radica la importancia del trabajo con la comunidad".

La OMS define la salud mental como un estado de bienestar en el que cada individuo puede desarrollar su potencial, manejar el estrés de la vida cotidiana, trabajar productiva y prolíficamente, y hacer una contribución a su comunidad. Proyecto Suma propone una estructura de cruces múltiples para albergar a quien no se sienta parte de esa definición. Consultorios externos, hospital de día, talleres -donde por ejemplo se aprende cómo armar un curriculum- , espacios de reflexión, club de fin de semana, un área de acción comunitaria, otra de docencia e investigación. Daniel Abadi -uno de los fundadores y coordinador junto a Gustavo Guardo, del Hospital de Día- explica que "muchas veces los pacientes vienen por consultorios externos con dificultades de inserción social o laboral. Al disponer de otras herramientas, un taller o el club de fin de semana, esa consulta ambulatoria no termina en un buen consejo o en una receta". Retomando el caso de la cajera del supermercado: "trataríamos también de ver cómo integrarla a algún taller o la contactaríamos con un grupo para que el sábado y el domingo tenga un espacio de encuentro". ¿Podría la cajera del súper costear un servicio así? Los integrantes de Proyecto Suma responden "sí", hablan de honorarios accesibles y becas.

La idea suena bien, recién está empezando a materializarse. Comenzó a gestarse hace más de dos años, entre colegas y amigos ?Gustavo Guardo, Martín Nemirovsky, Daniel Abadi, Luis Herbst y Martín Agrest? que se reunían a correr por Palermo. Al trote dieron forma a este proyecto. Invitaron a otros profesionales. Eduardo Leiderman, Silvia Wikinski, Carlos Lamela, Carmen Cáceres, Adriana Honig, Myriam Monczor, Sergio Giordano, Bemi Fiszbein, Silvina Schapira. "El grupo fundador está integrado en su mayoría por personas que trabajan en salud mental desde hace más de 20 años. Algunos nos recibimos hace 30. Nos conocemos de hospitales, congresos y jornadas. Muchos teníamos experiencia institucional previa. Una de las dificultades para concretar el proyecto era el financiamiento", cuenta Luis Herbst. A fin de 2007 consiguieron el aporte económico de un grupo de filántropos.

Romper el estigma

Proyecto Suma funciona en una casa en Belgrano. Bajo los techos vidriados de la galería, pacientes del Hospital de Día -los primeros quince- están reunidos a la mesa.

-¿Dónde es la presentación de tu muestra?-pregunta uno de los comensales frente a un humeante pastel de pollo.

-En el Teatro San Martín -responde alguien cuyas obras de arte se exhiben por estos días. Alguien es una de los 450 millones de personas que padecen trastornos metales y del comportamiento, según estima la OMS. Los problemas de salud mental constituyen cinco de las diez causas principales de invalidez a escala mundial. Y estos trastornos, entre los que se cuentan depresión, adicciones, esquizofrenia, trastorno bipolar, son tan importantes en los países en desarrollo como en los industrializados. No es un problema de ricos o pobres, sí de exclusión social.

Sentado a la mesa hay un joven con una de esas caras nacidas para galanes de cine. Tiene menos de 30, pantalones y camisa de marca, se excusa de no participar en la nota: "Disculpáme, estoy medio frágil. No quiero hablar por la vergüenza de mis familiares", dice con voz angelical. Más tarde se acercará: "No sé cómo definirlo, como el sufrimiento es inexplicable, el amor es inexplicable. Hay una frase de Shakespeare que dice que cuando la enfermedad alcanza la desesperación, se necesitan recursos desesperados o nunca más. Acá encontré esos recursos" dice, y sale al jardín.

El Día de la Primavera los pacientes del Hospital de Día repartieron esos plantines de aromáticas entre los vecinos. La idea fue trabajar dos ideas vinculadas a la reinserción. Por un lado el barrio. Por otro, el estigma de vivir con alguna dificultad de salud mental.

-Tené cuidado con estos. Están locos.

-De entrada nos preguntamos cómo abordar el barrio -dice Lipovetzky-. Queríamos evitar la estigmatización de nuestra institución. Tomamos el método de la vieja usanza de la Psiquiatría Comunitaria. Hicimos una lista de "potenciales agentes de salud". Panaderos, porteros, almaceneros. Los invitamos a una charla de inauguración y a comer empanadas.

"Encontré a mi hijo con un porro. ¿Qué debo hacer?". "Mi hijo está todo el día en la compu". Con charlas que convocan a hablar de estas cosas, Suma invita a la gente del barrio a algo más que conocer la casa. Y busca que quienes estén en las fases finales de sus tratamientos sean mejor recibidos por la comunidad.

Tejer redes saludables

-Hay otra actividad preventiva -agrega Abadi-: que la gente se encuentre y hable entre ella. Generar un punto de encuentro y de intercambio, porque suponemos que ir tejiendo redes también genera condiciones de salud mental, aunque no sea específicamente una charla sobre drogas o esquizofrenia.

-¿Cómo se promueve la salud mental?

-Evitar que la gente esté sola forma parte de promover salud. La gente sola se enferma más que la que está, de alguna manera, agrupada, o en familia, o en pareja, o teje redes con la sociedad-asegura Lipovetzky-. El que no tiene la posibilidad de estar en conexión con el otro, de decir o escuchar, se enferma más. Es mejor estar en red que solo. Y si alguien viene a una charla y se va pensando eso, ya hay una parte de la tarea cumplida.

Un jueves a la tarde, más de veinte profesionales de reunidos en Suma, se sirven gaseosas sin azúcar, se pasan la fuente de empanadas y discuten con vehemencia acerca de la actividades en el barrio. Afuera, los pacientes trabajan en la huerta. Acomodan plantines de aromáticas. Regalaron cientos el Día de la Primavera, que hoy embellecen terrazas y balcones de los vecinos. Regalarlos fue un modo de erosionar la barrera del estigma. Como muestra de su tamaño, Ivana Druetta, coordinadora del área de Acción Comunitaria, siguió de cerca el modo en que operan los prejuicios hacia la gente que vive con algún problema de salud mental. Analizó cómo es tratado el término "Esquizofrenia" en los diarios. "El paciente no es peligroso pero los medios generan la aparición del término en dos secciones puntuales: las de las noticias de Espectáculos y Policiales", concluyó Druetta.

En la pequeña huerta, Pedro Ulloa, ingeniero agrónomo, junto con terapeutas ocupacionales, enseña cómo cuidar de esos brotes frágiles. Los pacientes trabajan la tierra en silencio. El maestro explica que un tutor no debe apretar las habas ni demasiado mucho ni demasiado poco. Uno de los integrantes del taller comenta: "Lo más importante de la huerta son los frutos de la conversación. Las metáforas de las plantas".

Adentro, los colegas discuten acerca de cómo relacionarse con la comunidad. Más allá de las buenas intenciones, Suma necesita tiempo para ver si puede cumplir sus metas y también, atravesar escollos y críticas. "Otros modelos prescriben la medicación, atienden psicoterapéuticamente, y una vez que el paciente está bien empiezan a espaciar las consultas. Llegan hasta ahí. La reinserción es un aspecto de la psiquiatría que no está siendo tenido en cuenta. Vale la pena intentarlo", comenta Martín Nemirovsky, coordinador del área de Rehabilitación y Acción Comunitaria. ¿Qué aborda este tema el sistema público de salud mental? "Los dispositivos de rehabilitación del sistema público son insuficientes. A pesar del enorme esfuerzo de los profesionales de la salud, no dan abasto,", señala Lipovetzky. En la huerta alguien fantasea: "Quizás el día de mañana podamos salir a vender los tomates de nuestra huerta en la puerta de esta casa". Y alguien responde: "Estás del tomate".

Por Maria Eugenia Ludueña

El club de fin de semana

Uno de los espacios más distintivos de Proyecto Suma es el Club de Fin de Semana, orientado a personas con dificultades de integración, para quienes sábado y domingo son días difíciles. "Proponemos un espacio donde atravesar y dignificar el tiempo de ocio. Los pacientes tienen un carnet de socios cuando vienen al club. Coordinan sus actividades, como salir a correr, juntarse a ver una película, ir a un museo", explica Sergio Giordano, el coordinador.

Experiencia modelo en un hospital

Un exitosa experiencia de reinserción funciona desde hace nueve años en el Hospital Estéves de Temperley. En este neuropsiquiátrico de mujeres el Programa de Rehabilitación y Externación Asistida (PREA) se inscribe en la corriente que promueve la desinstitucionalización de los pacientes psiquiátricos y su reinserción comunitaria. Las pacientes conviven en grupos de tres a cinco personas en casas que el hospital alquila en el barrio. "Implica un posicionamiento ético y clínico respecto de los derechos de los ciudadanos en situación de internados. Esta, junto con otras experiencias en nuestro país y en el mundo, demuestra que existen alternativas a la manicomialización en el padecimiento mental severo. Y que es posible en las condiciones de nuestra provincia y nuestro sistema público de salud", escribieron para la revista de psiquiatría Vertex algunas de las profesionales que trabajan en PREA: María Rosa Riva Roure e Ivana Druetta, psiquiatras; Carmen Cáceres, psicóloga, Marisel Hartfiel, socióloga. Julio Ainstein es el director del programa- y del Hospital-, y Patricia Esmerado la coodinadora de esta iniciativa que trabaja con 84 mujeres, de las cuales 55 se encuentran externadas y 29 internadas participando de los Talleres para la externación.

lanacion.com

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