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sábado, 15 de octubre de 2011

La risa y el humor como estrategias antidepresión


Desde que el editor científico Norman Cousins confesó en la revista New England Journal of Medicine que diez minutos de cine cómico equivalían a dos horas de anestesia y Patch Adams colonizó a los hospitales del planeta con "payamédicos", las investigaciones sobre el potencial terapéutico de la risa se multiplicaron.
Finalmente, el humor atravesó el solemne cerco del mundo médico y se posicionó como herramienta terapéutica. Hoy figura en publicaciones científicas e instituciones internacionales proclaman su eficacia bajo un título presuntuoso: medicina de la risa.
Los efectos fisiológicos de la risa cuentan con masivo consenso: recorta la percepción de dolor, ayuda a mantener elásticas las arterias, estimula el sistema inmunitario, disminuye la acción de las hormonas del estrés y promueve la liberación de endorfinas, que cosecharon merecida fama como hormonas de la felicidad.
Los beneficios se expanden en el terreno psicoemocional siempre que el humor se amalgame con un pensamiento positivo.
Como fundador de la Organización Mundial de la Risa con sede en Barcelona, Ramón Mora Ripoll enumera: reduce el estrés y los síntomas de depresión y ansiedad; cambia la mirada sobre sí mismo y así eleva la autoestima, la esperanza y la energía; estimula el pensamiento creativo; mejora las relaciones interpersonales, promueve la solidaridad, la cohesión grupal y en general mejora la calidad de vida.
Frente a semejante catarata de beneficios, Mora Ripoll propone "a los profesionales sanitarios romper con las barreras de la medicina «convencional», recuperar su propia risa y aprender las técnicas para facilitarla a sus pacientes".

Proyecto existencial

Militantes y promotores del valor reconstituyente de la risa, el argentino Enzo Agada Bau, que en Israel dirige la ONG Pueblo Alegre, junto a la psicóloga Amalia Garbulsky, se propuso aplicarla en un proyecto antidepresivo: una alternativa "psicocinematográfica", creada bajo las premisas filosóficas de Viktor Frankl, un sobreviviente de Auschwitz que hizo de la superación resiliente del horror su motor existencial.
Para poner a prueba la propuesta, Agada Baula, junto con investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén, de Israel, eligieron un geriátrico y un club de víctimas del Holocausto, ambos en Israel. Cada participante aportó experiencias de su vida, dolorosas, difíciles, "a las que había que buscarles un lado gracioso.
"Al hacerlo, los problemas se empequeñecen y aprendemos a reírnos de nosotros mismos; además, cada uno descubre su capacidad de ser divertido y emocionar, o simplemente se ve distinto a lo acostumbrado", comenta Agada Bau.
Tras la elaboración grupal del guión se reparten papeles y funciones -actuación, iluminación, etcétera- y un cineasta realiza la filmación, que finalmente se expone frente a los participantes y su público (familiares y amigos).
En un contexto grupal que ayuda a que cada uno pueda verse en el espejo del otro y movido por la consigna de la construcción colectiva y la estimulación del humor, los participantes van tejiendo un entramado que convierte el dolor, la soledad y las experiencias angustiantes en un mundo interno y un espacio social más habitable y solidario.
"De niños reímos más de 300 veces al día, pero en la edad adulta difícilmente reímos más de diez o quince veces por día", se queja Enzo Agada Bau. Y sabe que la risa no tiene mucha presencia espontánea entre los mayores.
Por eso expandió su proyecto de cine terapéutico a distintos geriátricos de Israel, con el apoyo del gobierno, y actualmente está en tratativas para importarlo a la Argentina. En la actualidad dicta el curso "Felicidad como filosofía de vida" en la Universidad Maimónides para quienes quieren aplicar el modelo.
"El humor y el pensamiento positivo ayudan a enfrentar las frustraciones, adversidades y preocupaciones diarias", alienta. No siempre podemos transformar la realidad tal como quisiéramos, pero sí podemos reír de aquello que nos hace sufrir, verlo de otra manera y aplicar el viejo y sabio refrán que nos dice: "Si la vida te da un limón, aprende a hacer limonada".
UN CAMBIO POSITIVO Y SANADOR
Inspirado en los descubrimientos científicos sobre el poder sanador de la risa, el médico hindú Madan Kataria desarrolló un método para provocar la risa sin motivo. A partir de un ejercicio iniciado por un maestro y por efecto contagio, los participantes terminan entrelazados en un intercambio lúdico y sanador. En las situaciones más trágicas, el humor es capaz de convertir la mirada y entonces sí, empujar y sostener un cambio más trascendente. "El humor es una de las armas con las que el alma lucha por su supervivencia", escribió Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido. "El humor puede proporcionar el distanciamiento necesario para sobreponerse a cualquier situación, aunque sea por unos segundos. Los intentos por desarrollar el sentido del humor y ver las cosas bajo una luz humorística son una especie de truco que aprendimos mientras dominábamos el arte de vivir pues aun en un campo de concentración es posible dominar el arte de vivir."
lanacion.com

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Prueban que la risa es el mejor analgésico

viernes, 8 de abril de 2011

Que la risa te acompañe

La risa también ayuda a los niños. | Fundación Theodora
Los antropólogos han registrado varias tribus en las que los chamanes pasaban a convertirse en una suerte de 'payasos' para curar a personas enfermas. Por su parte, en el budismo Zen se recomienda la risa como una práctica para la meditación y en la Biblia se aconseja "mantener el corazón alegre para tener una vida más larga". Y es que ya lo decía Aristóteles: "la risa es un ejercicio corporal valioso para la salud".
Parece que el filósofo griego tenía razón. Desde que en el siglo XVI el médico francés Rabelais 'utilizara' esta cualidad innata del ser humano en su consulta, se han venido estudiando los beneficios de sacar una sonrisa al paciente. Sin embargo, no sería hasta la pasada década de los 70 cuando este tratamiento se introdujo en la medicina moderna. Su responsable tiene un nombre y una película: Hunter 'Patch' Adams, al que muchos le recordarán con la cara del actor Robin Williams. En 1971 este médico fundó el Instituto Gesundheit, donde se practicaba un concepto de la medicina basado en la generosidad y la risa.

Mantente en forma... ríe todo lo que puedas

Desde aquella fecha, esta técnica -conocida comunmente como risoterapia- ha buscado su hueco en la medicina complementaria. No es noticia que afrontar cualquier problema, incluso médico, con buen humor evita derrumbarse psicológicamente ante ese problema; pero resulta que este remedio natural aporta, según los psicólogos, muchos más beneficios: "A la risa no se le puede llamar terapia, puesto que ella sola no puede curar las enfermedades, pero lo que es indudable es que ayuda a mantener el bienestar físico y mental", explica a ELMUNDO.es el psicólogo clínico José Elias.
¿Cuáles son estos beneficios? Según José Elias, director del centro que lleva su nombre, "gracias a la risa se liberan ciertas sustancias bioquímicas, como la dopamina, que eleva el estado de ánimo; la serotonina, que tiene efectos analgésicos; y la adrenalina, que nos mantiene más despiertos y aumenta la creatividad. Todo ello se ve reflejado física y psíquicamente".
"En el apartado psíquico es conocido que la risa ayuda a evitar depresiones y caer en la tristeza, pero también incrementa la autoestima, alivia el insomnio, potencia la creatividad y, en el caso de los autistas, les ayuda a tomar contacto con los que les rodean", asegura José Elias. "En cuanto al los beneficios físicos, la risa refuerza el sistema inmunológico, fortalece el corazón y mejora la respiración", asegura este psicólogo.
Unos beneficios con los que concuerdan desde la Organización Mundial de la Risa, fundada en España. Ramón Mora Ripoll, doctor en Medicina por la Universidad de Barcelona y miembro de este organismo, asegura en 'Revista Clínica' que "al reír, gran cantidad de músculos trabajan, por lo que ayuda físicamente, mientras que los aspectos positivos mentales y emocionales son también notables, puesto que estimula los sentidos, ayuda a establecer, mantener y fortalecer relaciones y, en definitiva, facilita respuestas fisiológicas, psicológicas y espirituales".
Como tratamiento complementario, los expertos indican que también la risa afecta a uno de los campos en que más incide la medicina: la prevención. "Mientras que en los últimos años las intervenciones preventivas han ido en aumento en la mayoría de los ámbitos de la medicina, todavía hay algunas áreas donde la función curativa prevalece. La salud mental es un buen ejemplo de ello", explica Ripoll, que prosigue: "La medicina de la risa pretende cubrir estos vacíos y ampliar los focos de interés".

El alivio de la risa

Mientras que el tratamiento de la risa sigue evolucionando hasta conseguir un hueco en la medicina, la técnica que demuestra sus efectos positivos ya está dando resultados. Muchas son las organizaciones que utilizan este método para aliviar a los pacientes de sus problemas por unos minutos, sobre todo, niños y adolescentes.
La Fundación Theodora es una de ellas, una organización que tras 20 años dedicados a visitar a menores en los hospitales decidió realizar un estudio en Reino Unido sobre el efecto de sus Doctores Sonrisa en la salud de los pacientes. "A través de textos y dibujos los niños describen su estado de ánimo antes y después de animarles a través de la risa y los resultados son excelentes. Al principio, como a todos, les deprimía y les daba miedo estar hospitalizados, pero después de ir a visitarles en el 90% de los casos los críos aparecen más animados", explican desde esta fundación.
Llegados a este punto, sólo cabe preguntarse cuánta dosis de risa se recomienda al día: "Un proverbio chino dice que para estar sano hay que reírse al menos 30 veces al día", recuerda Elias. "Pero con que ríamos aunque sea tres veces al día, durante un minuto cada una estaría bien, ya que un minuto de risa equivale a 45 de relajación", asegura este psicólogo que termina dándonos un dato sorprendente: "Tendríamos que volver un poco a ser niños. A los seis años reímos unas 300 veces al día de media y de adulto, de 15 a 20... Así nos va".
elmundo.es

viernes, 4 de febrero de 2011

Sonreír no sólo expresa alegría: también une a las personas

Carl Zimmer
The New York Times
NUEVA YORK.- Hace cuatro años, en medio de una llamada telefónica, Paula Niedenthal comenzó a preguntarse lo que significaba realmente sonreír. La llamada era de un periodista ruso que la estaba entrevistando para hablar sobre su investigación en expresiones faciales.
"Al final, me dijo: «¿Así que usted es norteamericana?»", recordó Niedenthal. "Entonces, sabe -le informó el periodista ruso- que las sonrisas norteamericanas son falsas y las francesas son verdaderas."
"De pronto, me interesé en el tema", dijo Niedenthal. A pesar de que sonreír es una de las cosas más comunes que hacemos los seres humanos, Niedenthal descubrió que la explicación científica del fenómeno era floja.
Desde entonces, la doctora Niedenthal y sus colegas han estudiado una amplia gama de investigaciones -desde escaneos cerebrales hasta observaciones culturales-, para elaborar un nuevo modelo científico de la sonrisa.
Creen que pueden explicar no sólo el origen de las sonrisas, sino cómo las percibe la gente. En un número reciente de la revista Behavioral and Brain Sciences , sostienen que las sonrisas no son simplemente expresiones de un sentimiento interno. Las sonrisas, de hecho, son sólo la parte más visible de una unión íntima entre dos mentes.

Algo más que músculos

Los psicólogos han estudiado cuidadosamente las sonrisas durante décadas, pero mayormente desde lo externo. Cuando los músculos cigomáticos de nuestras mejillas se contraen, los extremos de nuestra boca se elevan. Pero la sonrisa es mucho más que eso.
"Una sonrisa no es esa cosa que aparece" -aseguró la doctora Niedenthal-. Está relacionada con un cuerpo."
A veces, los labios se abren para mostrar los dientes; a veces, se mantienen sellados. A veces, los ojos se entrecierran. El mentón se eleva con algunas sonrisas y con otras cae. Catalogar estas variantes es un importante primer paso, pero no puede brindar una respuesta al enigma de las sonrisas.
Algunos investigadores han intentado ir más profundo, comprender qué estados mentales producen las sonrisas. Pensamos que significan felicidad y, en verdad, los investigadores encuentran que cuanto más intensamente se contraen los músculos cigomáticos, más feliz aseguran sentirse. Pero esto está lejos de ser una regla fija. A veces son los mismos músculos los que se contraen cuando la gente siente tristeza o asco.
La relación entre sentimientos y rostros es todavía más misterioso. ¿Por qué debería un sentimiento cualquiera curvar nuestras bocas? Esta es una pregunta que Darwin se planteó durante años. Una clave importante, según dijo, se encuentra en las caras de los simios que también, en ocasiones, levantan el borde de su boca. Según Darwin, esas también son sonrisas. En otras palabras, Mona Lisa heredó su siempre fascinante sonrisa del sonriente ancestro común que compartió con los chimpancés.
Los estudiosos de los primates han podido clasificar sus sonrisas en unas pocas categorías. Los chimpancés a veces sonríen por placer, pero también cuando tratan de fortalecer un lazo social con otro chimpancé.
Niedenthal piensa que algunas sonrisas humanas entran también en estas categorías. Es más: pueden ser distinguidas por ciertas expresiones. Una sonrisa vergonzosa a menudo está acompañada por un mentón bajo, mientras que una para saludar a menudo está acompañada por la elevación de las cejas.
Los chimpancés a veces no sonríen por placer o por lograr una conexión social, sino por expresar poder. Un chimpancé dominante sonreirá y mostrará sus dientes. La doctora Niedenthal sostiene que también los seres humanos ostentan una sonrisa para expresar poder y a menudo elevan el mentón de manera de mirar a los demás desde arriba.
Pero hacer una expresión facial particular es sólo el primer paso de una sonrisa. Niedenthal sostiene que la manera en que la otra persona interpreta la sonrisa es igualmente importante.
Pero lo más importante, sostiene, es que la gente reconozca las sonrisas al imitarlas. Cuando una persona que sonríe cruza sus ojos con otra, ésta sin saberlo también remeda una sonrisa. Niedenthal y sus colegas citan investigaciones que indican que esta imitación activa muchas de las mismas regiones cerebrales que están activas en el que sonríe.
Una sonrisa feliz, por ejemplo, está acompañada por actividad en los circuitos cerebrales de la gratificación y mirar una sonrisa feliz puede despertar también esos circuitos. Remedar una sonrisa amistosa produce un patrón de actividad cerebral. Activa una región del cerebro llamada corteza orbitofrontal que distingue los sentimientos que tenemos por la gente con la que tenemos una relación cercana de la de otros. La corteza orbitofrontal se activa cuando los padres ven sonreír a sus propios bebés, por ejemplo, pero no cuando ven a otros niños.

Gestos falsos

"Expresar las sonrisas no sólo permite que la gente reconozca las sonrisas", asegura Niedenthal. También les permite reconocer las sonrisas que son falsas. Cuando inconscientemente imitan una sonrisa falsa, no experimentan la misma actividad cerebral que cuando experimentan una auténtica. Esa experiencia les hace saber que algo está mal.
En un estudio, ella y sus colegas están experimentando la idea de que la imitación permite a la gente reconocer las sonrisas auténticas. Mostraron imágenes de gente sonriente a un grupo de estudiantes. Algunas de las sonrisas eran genuinas y otras, falsas. Los estudiantes rápidamente pudieron establecer la diferencia entre ellas.
Luego, Niedenthal y sus colegas pidieron a los estudiantes que colocaran un lápiz entre sus labios. Esta simple acción involucró los músculos que de otra manera podían producir una sonrisa. Al no poder imitar las caras que veían, los estudiantes tardaron mucho más en determinar qué sonrisas eran reales y cuáles eran falsas.
La doctora Niedenthal y sus colegas también evaluaron la importancia del contacto visual en las sonrisas. Hicieron que los estudiantes miraran una serie de retratos como el del Caballero sonriente, del artista Frans Hals, del siglo XVII. En algunos retratos, el sujeto retratado no miraba al espectador, mientras que en otros las miradas se encontraban. En algunas pruebas, los estudiantes miraban pinturas que tenían los ojos tapados.
Los participantes establecían el impacto emocional de la pintura. La doctora Niedenthal y sus colegas encontraron, como lo habían previsto, que la gente sentía un mayor impacto emocional cuando los ojos estaban descubiertos que cuando estaban tapados. La sonrisa era idéntica en todas las pinturas pero no era suficiente. Es más: se advertían diferencias que eran más grandes cuando la cara del retrato tenía contacto ocular directo con el espectador.
Niedenthal sospecha que tanto ella como los otros psicólogos apenas están comenzando a aprender los secretos de sonrisas que los artistas explicaban hace siglos. Quizás hasta sea posible comprender por qué la sonrisa de Mona Lisa es tan poderosa.
"Yo diría que la razón por la que ha sido tan exitosa es porque uno logra el contacto ocular con ella -dijo Niedenthal-; además, el hecho de que el significado de su sonrisa sea doblemente complicado se debe a que la propia imitación de ella es también misteriosa y difícil."
Traducción de María Elena Rey
lanacion.com

jueves, 2 de diciembre de 2010

¿Qué tipo de risa resulta más contagiosa?

Dos investigadores especializados en el estudio de la risa, Michael Orwen, de la Universidad Estatal de Georgia, y Tobias Riede, de la Universidad de Utah, han realizado un curioso estudio para determinar cuál es la risa más contagiosa. En una serie de experimentos invitaron a 28 estudiantes a clasificar 48 risas diferentes. Y aunque todas fueron valoraradas como positivas, las largas y sonoras carcajadas con la boca abierta, del tipo “ja-ja”, demostraron ser más contagiosas y transmitir sensaciones más positivas que las risas con la boca cerrada. El tipo de risa que menos alegría transmite es la que se produce expulsando aire por la nariz, sin vibración de las cuerdas vocales.

Según los investigadores, a medida que nuestro nivel de júbilo aumenta, los pliegues de la boca se mueven y nos “obligan”, finalmente, a abrirla de par en par. Inconscientemente, postulan, quienes escuchan a otros reír a
carcajadas se sienten de mejor humor en respuesta a este hecho.
muyinteresante.es

martes, 27 de julio de 2010

¿Todas las risas son iguales?

No. Un reciente estudio británico y alemán revela que, aunque asociamos la risa con la felicidad, reír cubre un amplio rango de emociones, cada una de las cuáles se procesa en una región diferente del cerebro.
En concreto, Kai Alter y sus colegas del Instituto de Neurociencia de la Universidad de Newcastle han investigado a fondo tres tipos diferentes de risa: la risa de alegría, la que generan las cosquillas y la que han denominado "risa burlona". Y han demostrado que cuando una persona escucha uno de estos sonidos es capaz de diferenciarlo sin ver a la persona que los emite. Y, lo que es más interesantes, las áreas del cerebro que se activan al escuchar estos tipos de risas son distintas, según muestran las imágenes obtenidas por resonancia magnética funcional. Los detalles han sido publicados en la revista Neuroimage.
La risa es una forma de comunicación no verbal muy importante, que nos permite reconocer emociones en las personas con quienes nos relacionamos. Alter y sus colegas han anunciado que el siguiente paso será investigar las redes cerebrales que se dañan cuando la gente sufre enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson, que afectan tanto a la expresión de emociones como a las reacciones cuando se ríen los demás.

muyinteresante.es

lunes, 21 de junio de 2010

Los que curan un dolor con mil sonrisas

Belen Quelet
Fundación LA NACION
"¡Se rió!", exclamó la madre de una beba de diez meses, mientras ésta compartía su chupete con un payaso. "Pensé que no iba a volver a reírse...", dijo.
Es tal la angustia de los padres cuando un hijo está internado, que la madre realmente creyó que no volvería a sonreír jamás.
Por eso, la organización Alegría Intensiva decidió que su objetivo sería tan simple como necesario: llevar alegría a niños enfermos u hospitalizados, sus padres y profesionales de la salud, a través del arte clown.
Mariano Rozenberg, médico clínico, es el director general; junto con él, Andrés Kogan, pediatra, contrataron a cinco artistas: Irene Sexer (coordinadora artística), Silvina Sznajder, Ariel Kotlar, Luciana Wiederhold y Gabriel Cohan, que desde hace dos años, una vez por semana, visitan las salas de espera y cuartos de los chicos internados en el hospital Garrahan.
La idea la tomaron de Doutores da Alegría, una organización brasileña que les abrió sus puertas para conocer la experiencia y poder tomar lo que pudiera serles útil.
En la recorrida que hacen los payasos, que dura cinco horas cada martes, las salas de internación y los pasillos se transforman, por medio de la imaginación y de la improvisación: algunas narices rojas, unos zapatos violeta, títeres, anillos de colores, prendedores vistosos y una guitarra acompañan la visita de estos profesionales.
Todos los recursos posibles se ponen en marcha para que, por unos momentos, lo único intensivo sea la alegría.
"Cada uno tiene su saber; aquí están los mejores profesionales médicos; por eso, buscamos traer arte de primer nivel. El arte puede que no cure, pero sí mejora la calidad de la internación para el chico, sus padres y los médicos", dice Kogan.
Por eso, también llevaron su trabajo al teatro, como una forma de mostrar una historia de superación frente a la adversidad y el desarraigo, teniendo en cuenta que el hospital Garrahan recibe chicos de distintos puntos del país, algunos de ellos, muy lejanos.
"Una historia para no dormir", es el título de la obra, que deja en evidencia el protagonismo que tienen la alegría, la música y el color en la vida de un chico.
Estrenarán el 3 de julio próximo en el Teatro Del Nudo, en la avenida Corrientes 1551, de esta Capital.
Datos de contacto, en la página de la organización, en www.alegriaintensiva.org.ar , por teléfono al (011) 15-5329-6221, o por e-mail,
info@alegriaintensiva.org.ar.
lanacion.com

jueves, 20 de mayo de 2010

La risa provoca el mismo efecto que el ejercicio físico moderado

Investigadores de la Loma Linda University de Estados Unidos han descubierto que las arcajadas pueden provocar el mismo efecto en el organismo que el ejercicio repetitivo.
En un estudio de tres semanas de duración, dirigido por el investigador especialista en psiconeuroinmunología de dicha universidad, Lee S. Berk, fueron analizados los efectos de la risa en un total de 14 voluntarios sanos.
Según publica la revista Eurekalert, en concreto, se examinaron los efectos de la risa alegre y de la angustia en la modulación de hormonas del organismo humano que resultan esenciales para el control del apetito.
Durante el experimento, cada uno de los participantes tuvo que ver videos de 20 minutos de duración, en los que aparecían aleatoriamente imágenes de situaciones desasosegantes (angustia) o humorísticas. Cada vez que veían algún video, los voluntarios tenían que esperar una hora para ver el siguiente, de signo contrario, con el fin de que se les pasaran los efectos de la primera visualización.
Videos angustiosos y de humor
Los investigadores eligieron los primeros 20 minutos de la película “Salvar al soldado Ryan”, ambientada en la segunda guerra mundial, como video muy angustioso, y dieron a elegir a los participantes diversas opciones de videos de humor –de humoristas o de comedias- para asegurar que éstos se reían lo más posible.
Durante todo el estudio los científicos fueron midiendo la presión sanguínea de los participantes y también tomando muestras de sangre a éstos, después de cada película. A partir de dichas muestras, se establecieron los niveles en sangre de dos hormonas relacionadas con el apetito: la leptina y la grelina.
Cuando los científicos compararon los niveles de estas hormonas antes y después de la visualización de los videos, descubrieron que los voluntarios que vieron la película de Salvar al soldado Ryan no mostraban un cambio estadísticamente significativo en dichos niveles, y durante los 20 minutos posteriores.
Pero, por el contrario, los niveles de leptina y grelina en sangre de las personas que habían visto el video de humor, sí se habían visto modificados: el nivel de leptina se había reducido y el de grelina había aumentado, que es el mismo efecto que provoca el ejercicio físico moderado, a menudo se ha asociado con el incremento del apetito.
Según los científicos, estos resultados sugieren que la risa puede causar ciertos cambios en nuestro organismo, lo que podría aprovecharse para el desarrollo de futuros tratamientos para personas que no pueden hacer ejercicio físico pero que tienen que aumentar su apetito.
Por ejemplo, sería el caso de muchos pacientes ancianos que se vuelven depresivos y, en combinación con la falta de ejercicio físico, dejan de tener hambre, lo que pone en peligro su salud y su bienestar.
Una situación similar suele darse entre las personas viudas, que sufren depresión y pérdida del apetito tras la pérdida de su pareja, o en los pacientes con dolores crónicos, que pierden el hambre como consecuencia de los cambios químicos que les provoca en el cuerpo el dolor continuo.
Aunque la risa resulte inimaginable para las personas con depresión o dolor crónico intenso, lo cierto es que resulta una alternativa accesible como punto de partida para la recuperación del apetito y, por tanto, para la progresiva recuperación de la salud, explican los investigadores.
Efectos positivos en todo el organismo
Desde los años 80, Berk y sus colaboradores se han dedicado a analizar el papel de la risa como regulador de ciertas respuestas orgánicas. Según afirma el investigador, los resultados obtenidos en sus investigaciones demuestran que nuestros comportamientos cotidianos y nuestras emociones modulan el cuerpo de muchas maneras.
Estos investigadores fueron pioneros en establecer, por ejemplo, que la risa ayuda a optimizar las hormonas del sistema endocrino, incluso reduciendo los niveles de cortisona y epinefrina (hormonas relacionadas con el estrés).
Por otro lado, los científicos también han demostrado que la risa tiene efectos positivos en la regulación del sistema inmune, porque incrementa la producción de anticuerpos y la activación de ciertas células protectoras del organismo, como los linfocitos o los linfocitos T citotóxicos responsables de la inmunidad celular e importantes para evitar la formación de tumores.
Por último, los estudios de Beck y de sus colaboradores han demostrado también que las carcajadas o risas alegres repetitivas mejoran el estado de humor, reduce los niveles de colesterol en sangre y regula la presión sanguínea.
La primera persona en sugerir que el humor y la risa podían beneficiar a la salud humana fue Norman Cousins, un profesor de medicina de la Medical Humanities for the School of Medicine de la Universidad de California en Los Ángeles, que se dedicó a investigar la bioquímica de las emociones humanas, y que desarrolló un programa de recuperación que incluía la risa y que experimentó consigo mismo, puesto que Cousins sufría una enfermedad autoinmune.
En la actualidad, existe ya todo un método de curación basado en la risa, la Risoterapia, que se está utilizando como fuente de relajación y de rejuvenecimiento, así como de tratamiento del estrés y de las depresiones; como método de adelgazamiento y de curación del insomnio o de problemas cardiovasculares y respiratorios, entre otros fines.


La risa provoca en el cerebro las mismas reacciones que la cocaína
Los chistes activan las mismas zonas cerebrales que la cocaína, según ha constatado un equipo de científicos de la Universidad de Stanford, California, mediante una investigación que acaban de publicar en la revista especializada Neuron.
La investigación se desarrolló con 16 voluntarios en sus respectivos ambientes familiares y amistosos, mientras veían dibujos animados cómicos en la televisión. Durante ese tiempo, sus cerebros eran escaneados por la técnica de Imagen de Resonancia Magnética (IRM).
Al analizar los datos recogidos durante este experimento, el equipo investigador descubrió que el humor y los chistes activaban las mismas zonas del cerebro llamadas “de recompensa” que se estimulan con el consumo de drogas, un ingreso inesperado de dinero o la contemplación de un paisaje.
El mecanismo “de recompensa” se activa por estimulación cerebral o por la influencia de substancias endógenas. Entre los principales componentes del sistema de recompensa se encuentran el área tegmental ventral y el cerebro anterior basal: núcleo acumbens, tubérculo olfatorio, corteza frontal y amígdala. La conexión dopaminérgica entre el área tegmental ventral y el cerebro anterior basal es el llamado sistema dopaminérgico mesolímbico.
El descubrimiento de la Universidad de Stanford explica por qué cuando una persona disfruta con un chiste o un episodio intenso de humor experimenta una sensación de euforia que se prolonga en el tiempo, al igual que sucede cuando se consumen drogas o se viven episodios especialmente felices.
Mejores tratamientos
El equipo del Stanford Brain Research Center trabaja sobre los diferentes estados cerebrales que se producen en el momento de la depresión o de euforia, lo que consiguen siguiendo el comportamiento del cerebro durante estos episodios.
La investigación ayudará a comprender mejor el funcionamiento del cerebro cuando experimenta algún tipo de bienestar y contribuirá también a perfeccionar el diagnóstico de la depresión, así como los tratamientos antidepresivos.
La imagen neuronal había establecido con anterioridad una relación entre los mecanismos afectivos, cognitivos y motores asociados al buen humor, pero no se había conseguido establecer el sustrato neurobiológico de este estado, que es lo que ha logrado el equipo de Stanford.
El estudio ha verificado que el humor modula la actividad de ciertas regiones corticales y subcorticales, incluyendo el núcleo acumbens, que es un componente clave del sistema mesolímbico dopaminérgico, la zona vinculada con las emociones y las conductas biológicamente reforzadas.
tendencias21.net

domingo, 28 de febrero de 2010

Una nueva teoría destaca el rol del humor en la evolución del ser humano

A todos nos gusta reír y sentir el cosquilleo de una buena carcajada, pero parece que tomar la vida con alegría es más importante de lo que pensábamos.
Una nueva teoría sobre la evolución y sus vueltas sostiene que el sentido del humor hizo posible que el ser humano se convirtiera en lo que es hoy.
El especialista Alastair Clarke presentó sus ideas en un libro en el que explica cómo y por qué una persona encuentra que algo es gracioso. Este científico sostiene que lo que realmente importa no es lo que nos hace reír. Él cree que la clave está en que el cerebro reconoce un patrón que lo sorprende y su recompensa ante este hallazgo es la misma risa.
El investigador señala que la capacidad para reconocer estos patrones de manera instantánea e inconsciente fue una herramienta esencial en la evolución de los seres humanos, ya que gracias a ella se desarrollaron habilidades perceptuales e intelectuales únicas y muy avanzadas.
A su vez, la teoría del humor también sostiene que incluso actualmente la risa tiene un rol fundamental en el desarrollo de los niños. Clarke afirma que muchos juegos y bromas que los padres hacen a los bebes los ayuda a comenzar a reconocer patrones, experimentar sus primeras carcajadas y, de esta manera, desarrollar sus capacidades cognitivas.
Algunas actividades hacen reír a bebes de sólo cuatro meses de vida. Son procesos simples de sorpresa-repetición que constituyen patrones claros y básicos. A medida que los niños crecen -dice Clarke-, estos mecanismos de humor infantil se vuelven más complejos y comienzan a incluir elementos espaciales y temporales, contribuyendo a que el niño comprenda el humor lingüístico.
neomundo.com.ar

sábado, 30 de enero de 2010

La risa universal

CRISTINA DE MARTOS
MADRID.- Un esquimal es capaz de saber si un maorí está triste al reconocer en su rostro la expresión de esa emoción. La cara es el espejo universal del alma y por eso somos capaces de interpretar ciertas sensaciones aunque nuestras culturas sean dispares. Y no sólo los gestos. La risa, el llanto y otros sonidos que acompañan a los sentimientos también son comunes a todos los seres humanos.
"Las personas empleamos una gama de señales para comunicar las emociones, incluyendo la emisión de sonidos, las expresiones faciales y la postura", señalan los autores del estudio publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences'. "Las señales auditivas permiten la comunicación afectiva cuando el receptor no puede ver al emisor", añaden.
Varias investigaciones han comprobado que algunas de estas herramientas comunicativas son universales, ya que individuos de distintas culturas, que no comparten el idioma ni las costumbres, son capaces de identificar qué emociones pretenden transmitir. Sin embargo, en el caso de los sonidos, la cuestión seguía siendo una incógnita.
Investigadores del University College London (Reino Unido) diseñaron un experimento para resolver esta duda. Y se centraron en las conocidas como emociones básicas (miedo, asco, ira, tristeza, sorpresa, alegría, placer sensual, éxito y alivio). "Se considera que éstas constituyen funciones desarrolladas que comparten todos los seres humanos, tanto en términos de fenomenología como en forma de señales comunicativas", señalan.
Dos grupos de procedencia muy distinta sirvieron para comprobar su teoría. Uno estaba formado por ciudadanos británicos y el otro por miembros de la tribu Himba, que habita en la región norte de Namibia. Las distancias culturales, educativas, lingüísticas, etc., son evidentes.
Cada uno de ellos escuchaba una pequeña historia que hablaba de una de estas emociones (por ejemplo, acerca de la tristeza que sentía alguien por la muerte reciente de un pariente cercano) y después escuchaba dos sonidos -grabados previamente por personas de ambos grupos étnicos- y debía identificar cuál correspondía a la sensación de la que trataba el relato.
"Las personas de ambos grupos parecían reconocer fácilmente las emociones básicas", explica Sophie Scott, principal autora del estudio. "Esto sugiere que estas emociones -y sus señales auditivas- son similares en todas las culturas".
Entre ellos, uno especialmente: la risa. Con las demás sensaciones, las ventajas de pertenecer al mismo grupo eran más evidentes (los británicos acertaban más cuando el emisor era de su misma procedencia, al igual que sucedía con los himbas). Pero, cuando se trataba de la risa descrita en el relato por la acción de hacer cosquillas-, los porcentajes de acierto crecían, los filtros culturales no eran tan patentes.
"Las cosquillas hacen reír a todo el mundo", ha explicado Dina Sauter, otra de las investigadoras. Y no sólo a los humanos. "Hemos visto esta reacción en otros primates así como en otros mamíferos. Esto sugiere que la risa tiene unas raíces evolutivas muy profundas, posiblemente originadas como parte de la comunicación durante el juego entre niños pequeños y madre".

Expresar las emociones, un don innato
ISABEL F. LANTIGUA
La cara de póker que ponen los nominados a los premios Oscar antes de que se desvele el nombre del ganador es para muchos una actuación más merecedora de la estatuilla dorada que el papel por el que aspiran a la misma. Sin embargo, no es mérito de ellos, sino que se trata de expresiones que puede poner todo el mundo, pues esa capacidad está en los genes. Una investigación acaba de demostrar por primera vez que ciertas emociones que se expresan con el rostro son innatas.
"Algunas expresiones faciales espontáneas provienen, seguramente, de una fuente genética, y son comunes a todos los humanos, que nacen con esta capacidad independientemente del sexo, la cultura o la zona geográfica", explica David Matsumoto, profesor de psicología de la Universidad de San Francisco y coordinador del estudio que ha comprobado que estos gestos no se aprenden mediante observación, como se pensaba.
Para llegar a esta conclusión, Matsumoto y su equipo analizaron más de 4.800 fotografías de yudocas que compitieron en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Atenas 2004. Los atletas, procedentes de 23 países de todos los continentes, tenían una visión normal o eran ciegos (de nacimiento o por algún accidente posterior). Los retratos del rostro estudiados correspondían a tres momentos distintos: al finalizar un combate por los metales (bien por el oro o por el bronce), al entregarles la medalla, y en el podio junto a los otros ganadores.
"Las expresiones de los yudocas ciegos eran idénticas a las de aquellos que tenían vista y coincidían en las mismas circunstancias", explica el investigador en las páginas de 'Journal of Personality and Social Psychology', donde publica los resultados de su trabajo. "El hecho de que los ciegos controlen sus expresiones de emoción de la misma forma que los otros sugiere que es algo que no han podido aprender por observación, sino que tiene que haber otro mecanismo que regule el control de las emociones", indica el autor, quien apuesta por "una evolución genética ancestral".
La sonrisa social
Al estudiar las fotografías, realizadas por un profesional, los investigadores vieron que los ganadores de los combates (tanto para la medalla de oro como para la de bronce) expresaban abiertamente su alegría, con sonrisas francas y sinceras, denominadas sonrisas de Duchenne -aquellas en las que no sólo se mueven las comisuras de los labios sino que los ojos y las mejillas también acompañan a la risa-.
Por el contrario, los ganadores de la medalla de plata (perdedores del último combate) se limitaban a esbozar una 'sonrisa social', que se caracteriza por levantar un poco las comisuras de los labios, pero sin que intervenga ningún otro músculo facial. Estas expresiones espontáneas fueron las mismas en todos los atletas, tanto si veían como si no.
Los ciegos congénitos, los no congénitos y los atletas con visión ponían las mismas expresiones de enfado, contención, disgusto, tristeza, sorpresa o alegría a lo largo de los Juegos Olímpicos.
Aunque aún hay que hacer más estudios, por ejemplo con personas sordas, para averiguar los mecanismos que están detrás de las emociones, nuestros datos indican que "existe una base genética que hasta ahora no teníamos en cuenta", concluyen.

La cara dolorosa de la empatía
Observar cómo alguien se pincha en el dedo desencadena una reacción desagradable en uno mismo. Un estudio acaba de desvelar que esta reacción no sólo es emocional, sino que llega a afectar hasta a los músculos propios.
"Los filósofos han insistido en que nuestras sensaciones corporales son intrínsecamente privadas. Sin embargo, nuestros hallazgos sugieren que, al menos en los humanos, la dimensión social del dolor se extiende incluso a los niveles más básicos y sensoriales de las redes neuronales", concluyen los autores del nuevo trabajo, publicado en el número de julio de 'Nature Neuroscience'.
Hasta el momento, diferentes investigaciones habían constatado que contemplar cómo otra persona sufre 'despertaba' ciertas regiones cerebrales relacionadas con la percepción del dolor. Sin embargo, no se había investigado si las reacciones ante el dolor ajeno van más alla de una reacción cerebral, si también despertaban sensaciones en la parte del cuerpo que vemos 'sufrir'.
"Los estudios anteriores establecían que la empatía del dolor sólo puede ser emocional y, de este modo, afectar a los nódulos afectivos de la red neurológica de la percepción del dolor, es decir, a las estructuras neurológicas que se activan cuando uno experimenta dolor. Nuestro estudio muestra, por primera vez, que también puede darse una empatía 'de carne y hueso', relacionada con las estructuras neurológicas empleadas para representar el cuerpo humano", explica a 'elmundo.es' Salvatore Aglioti, principal firmante del artículo y psicólogo de la Universidad La Sapienza de Roma (Italia).
"Aunque el dolor es una experiencia esencialmente privada y subjetiva, la capacidad de comprender y experimentar indirectamente el dolor de los demás es fundamental para los vínculos sociales", comenta el trabajo.
Para indagar en el asunto, los investigadores -un equipo de neuropsicólogos- realizaron una serie de experimentos a una cincuentena de voluntarios sanos que debían observar imágenes dolorosas (una jeringuilla clavándose en una mano) y otras inocuas (un bastoncillo rozando la extremidad y la jeringa atravesando un tomate). En concreto, se examinó la actividad cerebral y las señales nerviosas que emitían los músculos de la mano.
La imagen dolorosa ocasionaba una reacción muscular en el primer interóseo dorsal (el músculo situado entre el pulgar y el índice, que es la zona que sufría en la imagen). Sin embargo, la reacción muscular no se producía ni en otros músculos cercanos ni cuando se observaban imágenes 'inocuas'.
"Claramente, el efecto estaba relacionado con la valoración subjetiva de las características sensoriales, pero no afectivas, del dolor", señala el estudio.
Un mapa del dolor
"Todos los estudios anteriores indican que sólo la parte afectiva de la red de percepción del dolor [es decir, el cerebro] están implicados en la empatía del dolor. Aquí subrayamos la cara sensorial de la empatía, demostrando que se produce una reducción de la excitabilidad de los músculos de la mano con la mera obsevación de un estímulo doloroso administrado a un modelo", agregan los autores.
Estos especialistas italianos creen que "el efecto puede deberse a la activación de un sistema de resonancia del dolor que extrae los aspectos sensoriales básicos de la experiencia dolorosa del modelo (como pueden ser la fuente o la intensidad de un estímulo desagradable) y los sitúa en el sistema motor del observador".
Anticiparse al dolor
Los autores creen que este mecanismo es el que explica, también, las reacciones ante una amenaza (es decir, la anticipación a un estímulo doloroso). "Creemos que la personificación del dolor ajeno puede ser crucial para el aprendizaje de reaciones ante un estímulo doloroso y puede ayudar a que el observador escape o se quede inmóvil antes de experimentar realmente el estímulo desagradable", postulan.
"La empatía del dolor puede tomar distintas formas en diferentes puntos de la compleja red neuronal que representan las sensaciones, sentimientos y emociones relacionadas con la experiencia del dolor", concluyen.
Ahora, Aglioti y su equipo están invertigando esta forma básica de empatía "en pacientes con dolor y en pacientes con problemas de empatía, como personas autistas", dice el investigador romano.
"Incluso es posible que ver a otros sufriendo pueda ayudar a la gente que tiene dolor. La investigación sobre la empatía es fundamental para los seres humanos porque nos puede ayudar a comprender el modo en que situamos en nosotros mismos los estados sensoriales y emocionales de otros y, en último término, ayudar a otros individuos".
elmundo.es

domingo, 18 de octubre de 2009

Gelotofobia, el miedo a la burla


La risa es una expresión emocional innata en los seres humanos. Por ello, reírse de los demás también es considerado un fenómeno universal. Sin embargo, a algunas personas el hecho de que se rían de ellas les produce un miedo extremo que dificulta enormemente su vida social. Es lo que se conoce como gelotofobia, un trastorno que, según publica la revista científica Humor, afecta por igual a todas las culturas.
A esta conclusión llegaron varias decenas de investigadores de 73 países, entre ellos dos españoles, tras aplicar un cuestionario para evaluar la presencia de la gelotofobia en una muestra de 22.610 personas.
“Existen muchas razones por las que unas personas se ríen de otras”, explica Victor Rubio, psicólogo de la Universidad Autónoma de Madrid y coautor del estudio. Según los expertos, los individuos se pueden clasificar en dos dimensiones implicadas en el miedo a que se rían de uno mismo: reacciones de inseguridad, es decir, tratar de ocultar a los demás la falta de confianza en uno mismo o creer que uno es involuntariamente gracioso; y reacciones de evitación de situaciones en las que se han reído de uno. Aunque esto es común en todas las culturas, el estudio identifica ciertas diferencias. Así por ejemplo, países como Turkmenistán o Camboya destacan por presentar reacciones de inseguridad, mientras que los habitantes de Iraq, Egipto y Jordania tienden a evitar las situaciones en las que se rieron de ellos.
Otro dato curioso que pone en evidencia el estudio es que los ciudadanos finlandeses son los que menos sospechan que si alguien se ríe en su presencia es porque lo está haciendo de ellos (8.5%), mientras que en esa misma situación el 80% de los tailandeses está convencido de que ellos son los causantes de las risas que escuchan.
muyinteresante.es

domingo, 13 de septiembre de 2009

Rubén y Valentín, los expertos de la risa


Por Valeria Vera
De la Redacción de lanacion.com
Su cara se contrae. Se elevan los párpados inferiores y se anudan los ojos. Las orejas se adelantan, su mandíbula vibra, la cabeza se echa hacia atrás y el tronco se estira. Mientras se sonroja y balancea en la silla, se escapan algunas lágrimas... El clima se quiebra.

Se asoma tímidamente y se prepara para salir. Toma coraje, gana terreno e irrumpe en el ambiente con una potencia tan grande que conquista y refuerza su poder contagioso.

Rubén Delauro, el dueño de la carcajada, da crédito de esa capacidad de la risa. Este fonoaudiólogo, especializado en foniatría y actor del género del humor, dirige desde 1998, junto a su esposa, Mirtha Manno, y su hijo Valentín, la escuela La Risa y la Salud, donde enseñan claves para lograr el "automejoramiento personal".

"Cuando la gente pierde su risa, la única manera de recuperarla es empezar a forzarla. Esto es como hacer gimnasia, hay que hacerlo para obtener resultados. La risa es liberadora, aumenta el nivel de endorfinas y el sistema inmunológico. Cuando se fuerza se usan los mismos músculos que cuando nos reímos en forma genuina. Con el tiempo la persona podrá dejar de lado la técnica y pasará a reírse naturalmente", explica Rubén.

Cambiar de actitud. En la escuela conviven personas enfermas que quieren sanar y sanas que quieren aprender. Todas llegan al lugar con distintas expectativas, pero comparten un fin principal: lograr un cambio de actitud de vida tomando al humor como estrategia.

En el aula se entremezclan, amas de casa, abogados, psicólogos, enfermeros y empleados administrativos. Todos superaron la barrera de los 35 años y buscan ganar confianza, flexibilizar emociones, y mejorar su autoestima, intentando mostrarse más positivos y menos enojados, más alegres y menos tristes, más optimistas y menos depresivos.

Pero también están aquellos que habiendo cumplido un ciclo en su vida, llegan a la propuesta para reencontrarse consigo mismos. "Vienen muchas mujeres mayores que te dicen: «Me jubilé, ahora me quiero dedicar a mí»", comenta su director.

Método interdisciplinario. Para acceder al poder curativo de la risa, cambiar la manera negativa de expresarse y estimular el sistema inmunológico, Rubén y Valentín apelan a la "risa holística", un método que combina conocimientos científicos, académicos, técnicos y humorísticos.

Con distintas herramientas que van desde el autoconocimiento, la programación neurolingüística y la psicología hasta técnicas de visualización y bionenergía, que incluyen viajes a centros energéticos como el Uritorco o Macchu Picchu, logran que la gente aprenda y se ría al mismo tiempo.

"No es suficiente conocerse mucho, sino saber qué hacer con aquello que conocés y cómo aplicarlo. Se trata de empezar a ponerlo en práctica", aseguran.

Y subrayan que lo esencial en este proceso de convertirse en un facilitador de la risa es reeducar la mente y cambiar hábitos que se vienen arrastrando, a veces, de por vida. Lo importante, describen, es no permitir que el mal humor nos invada.

"Los problemas existen y existirán siempre, pero lo fundamental es saber cómo tomarlos. Nosotros apuntamos a afrontarlos con una actitud risueña y apelamos a herramientas que permitan sobrellevar situaciones complicadas de la mejor manera posible", sintetiza Valentín.

lunes, 6 de julio de 2009

Psicoterapeutas emplean el humor como terapia de choque


Fabiola Czubaj
LA NACION
-Doctor, siento un temblor permanente en las piernas como si me pasara corriente. Todos los médicos me dicen que no tengo nada. Tengo un cumpleaños y no quiero ir porque creo que me voy a caer, que todos se van a reír...
-Pero ¿qué es lo peor que te podría pasar, si vas? Dejá que las piernas se muevan, que saquen chispas... ¿Mirá si justo te cruzás de piernas y se encienden como dos tubos de neón?
-Y van a decir que soy como el hombre nuclear... [Risas.]
Usar el sentido del humor con personas que padecen fobias, neurosis sexuales, obsesiones o ataques de pánico puede resultar muy útil como terapia de choque para abrir el camino hacia el problema que provoca el síntoma.
"Si el paciente ríe, es garantía de que el tratamiento va a funcionar. Se busca que el individuo se pueda distanciar de lo que le pasa para que, en lugar de juzgar la situación y juzgarse, pueda jugar con ella y desdramatizarla", afirma el doctor en psicología Claudio García Pintos, director del Centro de Logoterapia y Análisis Existencial, que funciona en la Universidad Católica Argentina.
Allí, durante el tercer congreso latinoamericano de la especialidad, expertos en el uso terapéutico del humor debatieron sobre su efectividad y presentaron resultados en pacientes de todas las edades.
"Desde hace años, existe una corriente llamada salutogénesis, que indaga qué me genera salud y propone trabajar en favor de ella, en lugar de hacerlo en contra de la enfermedad -comenta García Pintos en diálogo con LA NACION-. En la sesión se trata de estimular los recursos sanos que tiene la persona por más enferma que esté. Uno de esos recursos es el sentido del humor. La gente lo asocia con el chiste, pero también hay humor sin chiste."
Es que no se trata sólo de hacer reír al paciente durante la consulta, sino de aliviar la tensión que vive frente a una circunstancia determinada.
"Muchos dramatizamos problemas, que son situaciones que tienen solución; no así los dramas. Y lo hacemos por miedo, enojo, egocentrismo o individualismo... El sentido del humor permite evitar las situaciones de sufrimiento, desde no hacer un drama de un choque con el auto en la calle hasta desarrollar una actitud que permita vivir lo mejor posible una enfermedad grave", agrega.
Reírse con el paciente
La condición principal con la que se trabaja en la sesión es que el paciente comprende que las humoradas no son para reírse de él ni de su situación, sino para "jugar" con lo que le pasa. Técnicamente, precisa García Pintos, es lo que se llama la intención paradójica.
"Como decía Viktor Frankl [fundador de la logoterapia], el miedo es la madre del suceso. Entonces, la terapia, para una fobia social, por ejemplo, es que la persona no sólo no le tenga miedo a algo, sino que quiera que suceda. Entonces, se le propone a un paciente que mencione todo lo que le podría pasar si hace aquello que le produce miedo", como hablar en público, aceptar o proponer una cita, dejar desordenado el escritorio o usar un ascensor.
"Se busca que el individuo se pueda distanciar de lo que le pasa para que pueda buscar una forma distinta de responder a la situación. En general, se obtienen muy buenos resultados y el impacto fundamental de la técnica permite solucionar síntomas que hacen insostenible la vida de una persona", indica.
El sentido del humor, señala el especialista, se usa mucho en las neurosis sexuales por problemas de erección debido a, por ejemplo, una mala experiencia con una pareja. "Cuando no existe un problema orgánico, el humor logra romper con eso -afirma-. Esta terapia de impacto que hace que el individuo salga de obsesiones, ataques de pánico o fobias", que son todos problemas muy invalidantes socialmente.
Eso sí: si la persona ni siquiera se sonríe ante el primer comentario del terapeuta, lo más probable es que la técnica no vaya a funcionar. "Tiene que tener cierta plasticidad espiritual, por llamarlo de alguna manera. El humor es un potencial que algunos desarrollan y otros, no", finaliza García Pintos.
lanacion.com

sábado, 25 de abril de 2009

El humor como herramienta de cambio


Tesy De Biase
Para LA NACION
Desdramatiza y desinhibe. Llega hasta el corazón doloroso de una verdad y la desnuda con una sencillez asombrosa. Bajo el efecto de la risa, el dolor duele menos. Aunque la realidad siga ahí, inmutable, se hace menos duro abordarla cuando la mirada es más optimista.
A veces es una estrategia negadora y defensiva, que permite evadirse de situaciones que angustian. Pero el humor inteligente y audaz no duda en aceptar el conflicto, ayudando a enfrentarlo sin tanta solemnidad. Y el conflicto se ablanda.
Con la idea de demostrar el valor del humor como herramienta terapéutica, un equipo del Centro Argentino de Psicodrama Psicoanalítico participó esta semana en el V Congreso Argentino de Psiquiatría, que se realiza en Mar del Plata. Bajo la consigna de humanizar la psiquiatría, la doctora Nélida Sakalik, directora de la institución, coordinó las presentaciones.
"Con técnicas psicodramáticas que incluyen la comicidad es más fácil aceptar los problemas e iniciar un cambio personal que facilita el inevitable proceso de enfrentarlos -dice Sakalik-. En los grupos terapéuticos los pacientes adquieren herramientas para resolver lo que se puede resolver y asumir aquello que es inmodificable."
El psicodrama tiene un poder terapéutico similar a la escritura: permite reescribir las historias y construir universos a medida de las necesidades emocionales de cada paciente.
"Mediante juegos dramáticos, cada integrante de un grupo recupera recuerdos positivos, las huellas que distintas vivencias gratificantes fueron dejando en su psiquismo. Si esas huellas no aparecen, porque todo es visto desde una mirada oscura y pesimista, lo inducimos a las crearlas. Construimos un camino más transitable, las huellas por donde seguir caminando con menos sufrimiento", explica Sakalik.
Se trata de un juego que, en el acto mismo de jugarlo, deja de serlo, porque adquiere la consistencia de una realidad. De hecho, hace tiempo que la neurobiología descubrió la capacidad humana para engañar a su propio sistema nervioso, que en un punto es incapaz de discriminar entre realidad y ficción. En ocasiones basta una visualización o ensoñación dirigida para provocar efectos específicos sobre el organismo. El psiquismo al parecer también es capaz de incorporar como real construcciones imaginarias, haciendo posible la génesis de un mundo interno más contenedor y habitable.
Pero a no confundir. La realidad existe: es "la roca viva" -al decir de Sigmund Freud-, el punto límite sobre el que uno no tiene poder de acción. La cuestión no es construir una realidad paralela. El desafío es aceptar la existencia de esa roca como límite, pero sin quedarse en ella como si fuese un único árbol, sino animarse a entrar en las múltiples posibilidades que ofrece el bosque. Y hacer un nuevo camino al andar.
El proceso terapéutico se juega entonces en las dos direcciones: "Por un lado a aceptar que la vida es lo que es y que estamos en ella de paso. Pero esto es, justamente, lo que nos lleva a encarar una forma de vida que nos permita aprovechar cada día, que es irrepetible", expresa la psicodramatista. La propuesta es el cambio interior y la acción exterior.
El psicodrama con humor, tal como lo define Sakalik, es un modelo terapéutico grupal particularmente eficaz para vencer múltiples inhibiciones, como el miedo que impide rendir un examen, el temor a enfrentar una entrevista de trabajo o fobias sociales que imposibilitan el encuentro con otros.
¿Cómo funciona? Un integrante del grupo presenta una situación personal conflictiva. Selecciona a los compañeros del grupo que lo ayudarán a dramatizar esa situación, es decir que el conflicto no solo es verbalizado sino actuado. Posteriormente el coordinador del grupo dispone diversas consignas para facilitar la elaboración del conflicto, por ejemplo relatar historias disparadas por la escena dramatizada, que contengan algún dato humorístico.
Aquello que aparecía como una situación sin salida, que bloqueaba al paciente haciéndolo sentir encarcelado, empieza a fluir. Los participantes construyen una trama de miradas que van configurando un amplio rompecabezas de múltiples alternativas. El hecho inicial se transforma y descubre distintas formas de pensarlo y resolverlo.
Como cierre, cada integrante cuanta cómo resonó en sí mismo la escena dramatizada y las versiones construidas por sus compañeros. El terapeuta hace señalamientos y, entre todos, buscan la verdad que emerge de la dramatización.
Una de las consignas es evitar las interpretaciones duras y los enjuiciamientos. "Cuando te dicen algo de forma desalmidonada y bajo la forma de un chiste, se llega a la verdad, por dolorosa que ésta sea, pero permitiendo que ésta sea más digerible."
"Muchos de mis pacientes me preguntan si les hablo en serio o en broma -comenta la licenciada Patricia Reyno, terapista ocupacional y psicodramatista-. Y yo les contesto que siempre hablo en serio pero con humor. Porque el humor sorprende, aliviana, acerca y distiende."
Pero el final feliz no llega con la verdad. Para que un tratamiento sea eficaz tiene que incluir el pasaje a la acción, es decir que las herramientas aprendidas dentro del tejido protector del grupo terapéutico tienen que ser eficaces afuera, en el bosque. "El secreto no está en analizar lo que nos pasa sino en conseguir los recursos personales para resolver lo que nos pasa", dice Sakalik.
El espacio psicodramático es un laboratorio vivencial que fomenta la creatividad, abre la mirada, enseña a aceptarse y descongela la acción. Sumado al humor, su brújula terapéutica responde a una suerte de modelo matemático: ayuda a cambiar de signo, al convertir lo negativo en positivo.
lanacion.com