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sábado, 17 de diciembre de 2011

Lo que los bebés aprenden antes de nacer

Lo que los bebés aprenden antes de nacer
Por Annie Murphy Paul para CNN
(CNN) – ¿Cuándo empieza el aprendizaje? Como explico en la charla que di en TED, el aprendizaje empieza mucho antes de lo que muchos de nosotros nos hubiéramos imaginado: en el vientre.
Me sorprendí como cualquiera cuando supe eso por primera vez. Escribo sobre ciencia, y mi trabajo es buscar en las turbias profundidades de las publicaciones académicas, indagando algo nuevo y atractivo, una idea brillante que llame mi atención.
Desde hace unos años, empecé a notar una deslumbrante variedad de hallazgos sobre el periodo prenatal. Esos descubrimientos estaban generando considerable emoción entre científicos, incluso si revertían creencias establecidas sobre el momento en que empezamos a absorber y a responder a la información en nuestro entorno. Como periodista de ciencia, y como madre, tenía que saber más.
Esta investigación, descubrí, es parte de un floreciente campo conocido como “orígenes fetales” y está volviendo al embarazo en algo que nunca había sido: una frontera científica. La obstetricia fue en algún momento una especialidad médica dormida, y la investigación sobre el embarazo era campo quieto. Ahora, los nueve meses de gestación son el centro de intensos interés y emoción, son el tema de un número creciente de artículos, libros y conferencias.
El resultado es esto: mucho con lo que una mujer embarazada se encuentra en su vida diaria –el aire que respira, la comida y las bebidas que consume, los químicos a los que está expuesta, incluso las emociones que siente- es compartido de alguna forma con su feto. Esas cosas forman  una mezcla de influencias tan individuales e idiosincráticas como la misma mujer. El feto asume esas contribuciones maternas como información, o lo que me gusta llamar postales biológicas del mundo exterior.
Al atender esos mensajes, el feto aprende a responder preguntas cruciales para su supervivencia: ¿Nacerá en un mundo de abundancia o de escasez? ¿Estará seguro y protegido, o enfrentará constantes peligros y amenazas? ¿Tendrá una vida larga y fructífera o una corta y hostil?
La dieta y el nivel de estrés de la mujer embarazada proveerán pistas importantes sobre las condiciones que lo rodean, son un dedo levantado al viento. Los cambios resultantes en el cerebro del feto y otros órganos son parte de lo que les da a los humanos su enorme flexibilidad, su habilidad de prosperar en ambientes tan variados como la fría tundra en Siberia y los pastizales en la sabana en África.
El reconocimiento de que el aprendizaje en realidad empieza antes del nacimiento nos lleva a una nueva e impactante concepción del feto, de la mujer embarazada y de la relación entre ambos.
El feto, sabemos ahora, no es una mancha inerte, sino una criatura activa y dinámica, respondiendo y adaptándose mediante se prepara para la vida en el mundo particular al cual entrará. La madre no es una incubadora pasiva y tampoco es una fuente de daño inminente para su feto, sino una poderosa y con frecuencia positiva influencia sobre su hijo antes de que nazca. Y el embarazo no es una espera de nueve meses del gran hecho del nacimiento, sino un periodo crucial en sí mismo, “un periodo de montaje o puesta en escena para el bienestar y las enfermedades posteriores en la vida”, como lo dice un científico.
Este periodo crucial se ha vuelto un prometedor nuevo objetivo en la prevención y aumenta las esperanzas de superar los flagelos de la salud pública como la obesidad y los problemas del corazón mediante intervención antes del nacimiento. Al “enseñar” a los fetos las lecciones apropiadas mientras están en el útero, potencialmente podemos terminar con los vicios cíclicos de pobreza, debilidad y enfermedad e iniciar ciclos virtuosos de salud, fortaleza y estabilidad.
¿Así que cómo una mujer embarazada puede comunicar a su feto lo que necesita saber?
Si estás embarazada, come pescado –como sugieren los científicos- pero asegúrate que sea del tipo bajo en mercurio: los ácidos grados omega tres en la comida de mar están asociados con mayor inteligencia verbal y mejores habilidades sociales en los niños. Haz ejercicio: investigaciones sugieren que los fetos se benefician de la actividad física de su madre. Protégete de las toxinas y de los contaminantes, que están relacionados con defectos de nacimiento y menor coeficiente intelectual.
No te preocupes mucho por el estrés: las investigaciones muestran que un estrés moderado durante el embarazo está asociado son desarrollo cerebral acelerado del bebé. Busca ayuda si piensas que puedes estar sufriendo de depresión: los bebés de mujeres depresivas son más propensos a nacer antes y tener poco peso al nacer, y pueden ser más irritables y tener más problemas para dormir. Y –este es mi consejo favorito- come chocolate: está asociado con menor riesgo de sufrir de una condición de alta presión arterial conocida como preeclampsia.
Cuando sostenemos a nuestros bebés por primera vez, los imaginamos limpios y nuevos, sin marcas de vida, pero de hecho ellos ya han sido formados por el mundo y por nosotras. Es mi privilegio compartir con la audiencia de TED las buenas noticias sobre cómo podemos enseñarles a nuestros hijos desde el principio.
Nota del editor: Annie Murphy Paul es la autora de Origins: How the Nine Months Before Birth Shape the Rest of Our Lives (Orígenes: cómo los nueve meses antes del nacimiento afectan el resto de nuestras vidas). Ahora trabaja en un libro sobre aprendizaje, y tiene una columna semanal en Time.com. TED es una organización sin ánimo de lucro dedicada a las “ideas que vale la pena difundir”, que distribuye por medio de charlas publicadas en su página web.
Las opiniones expresadas en este artículos son exclusivas de Annie Murphy Paul.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Los chicos aprenden antes a manejar la PC que la bicicleta


Juegan largas horas en la computadora, pero piden ayuda para vestirse. Llaman a sus amigos desde el celular de mamá, aunque todavía no aprendieron a comer bien solos. Se divierten con una aplicación de la tableta mucho más que con cualquier juguete de los que llenan su habitación. Tienen entre 2 y 5 años y nacieron en el mundo tecnológico. Los mismos que tienen su foto en Facebook desde la primera ecografía.
Distintos estudios realizados en Estados Unidos, Canadá e Inglaterra afirman que están aprendiendo a usar la tecnología antes que muchas de las habilidades necesarias para la vida cotidiana . Los ejemplos que da la compañía de software AVG son bastante claros: “el 58% de los nenes de entre 2 y 5 años sabe jugar en la PC, contra el 52% que sabe andar en bicicleta; el 25% puede abrir una página de Internet y el 20% puede nadar; el 19% puede jugar con la aplicación de un teléfono inteligente y el 11% atarse los zapatos”.
Los especialistas argentinos coinciden que en el país esta tendencia se repite. La psicóloga educacional Débora Nakache cuenta que los chicos “se apropian del mundo y la cultura que los rodea y no habría forma de que no quisieran acceder a la tecnología cuando los papás lo hacemos a diario”.
Las pantallas los hipnotizan, los seducen casi más que cualquier otra cosa, pero, ¿qué sucede con las otras habilidades que también son parte del aprendizaje? “Atarse un cordón necesita una motricidad fina que usar el teclado de una computadora no precisa. La operación mental de ambas acciones es igual de compleja, pero llevarlas a cabo manualmente es muy distinto”, explica Mercedes Miguel, Directora general de planeamiento educativo de la Ciudad de Buenos Aires. Y agrega un detalle fundamental: lo que reproduce esa pantalla es más atractivo que el cordón de una zapatilla, con un resultado inmediato. Tocar un botón trae imágenes y sonidos, y aprender lo útil que resulta andar bien calzado lleva bastante más tiempo.
Por su parte, Roxana Morduchowicz, del Programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación, muestra otro aspecto de esta realidad.
Para andar en bicicleta, aprender a nadar e incluso para acciones más simples, los chicos necesitan de la asistencia de un adulto . Un papá que se quede un rato largo sosteniendo el triciclo o la bici en la plaza. “El 90% de los infantes manejan distintas herramientas tecnológicas solos, para las otras actividades necesitan de la ayuda de sus padres”, dice la especialista y aconseja justamente lo contrario de esta soledad: “Es necesario que en sus habitaciones no haya PC, celulares o televisión al menos hasta los 12 años; todos estos equipos deben estar en lugares de acceso colectivo, donde los adultos puedan ver lo que sus hijos miran, se sienten con ellos y compartan lo que hacen”.
Sin embargo, hay un fantasma que debe despejarse: la tecnología no perjudica la educación de los nenes . Al contrario, “estimula su curiosidad y ansiedad por explorar y descubrir nuevas cosas”, afirma Mercedes Miguel.
Los especialistas coinciden en que la clave está en encontrar el equilibrio, sumando otros juegos y llevando a los chicos a jugar con sus pares al aire libre. Y sin dudas, estar más presentes con ellos.
clarin.com

viernes, 11 de marzo de 2011

¿Es posible aprender durante el sueño?

Numerosos estudios hablan sobre la posibilidad de incorporar, durante las horas de descanso, nuevos conceptos e incluso aprender idiomas. Especialistas analizaron si es real la posibilidad de procesar conocimientos al dormir
“El sueño es fundamental para el proceso de aprendizaje. Existen pruebas muy serias que demuestran que durante las horas de sueño los nuevos conocimientos son transferidos desde el hipocampo, donde se almacena la memoria de corto plazo, a la corteza cerebral”, explicó el doctor Daniel Pérez Chada, jefe del Servicio de Neumonología y director de la Clínica del Sueño del Hospital Universitario Austral (HUA).
“No obstante, también hay material –concretamente un trabajo publicado en Scientific American– que demuestra la inexistencia de un consenso absoluto respecto a la posibilidad de incorporar conocimientos concretos, por ejemplo un idioma, mediante la audición durante el sueño. Esto quiere decir que si uno se tira a dormir escuchando una grabación con un nuevo idioma no podrá hablarlo al día siguiente, sería imposible”, agregó el especialista. Lo cierto es que el universo de lo que ocurre cuando dormimos y soñamos no sólo es muy amplio, sino que además despierta mucho interés.
Una investigación reciente de la Universidad de Northwestern en los Estados Unidos estableció que los sonidos que se escuchan durante el descanso refuerzan los recuerdos a los que están asociados. Entonces, por más profundo que se esté durmiendo, el cerebro sigue detectando los sonidos del ambiente y estos influyen en la formación de los recuerdos.
“Con toda la evidencia existente (lo que conocemos sobre el procesamiento de la memoria), no creo que podamos decir que existe la posibilidad de aprender una actividad cognitiva durante el sueño, pero sí es posible generar nuevas respuestas neurovegetativas”, refirió el doctor Daniel Cardinali, investigador superior del Conicet, profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y director de Docencia e Investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica Argentina (UCA).
Tipos de sueño
Cuando dormimos hay “dos tipos de sueño”. Por un lado el de reposo, que ocupa el 75% de la noche y durante el cual el cerebro se aquieta; y por el otro, el de actividad onírica, que representa el 25%, y en el marco del cual puede ingresar información “de afuera”.
“Lo que es sabido hasta ahora es que el sueño es clave para consolidar la memoria”, apuntó Pérez Chada y aclaró que eso no excluye la posibilidad de aprender o incorporar sonidos y demás. “En Uruguay, un grupo llamado CLAE está trabajando en un proyecto para lograr que los implantes cocleares en adultos y en niños sigan funcionando durante la noche. El proyecto se basa en estudios que demuestran que el aspecto sensorial se moviliza durante la noche, con lo cual habría que considerar no apagar los aparatos”.
Es cada vez mayor el conocimiento sobre lo que ocurre cuando dormimos, pero aún restan muchos misterios por revelar.
Tal vez sirva consultarlos con la almohada….
infobae.com

miércoles, 8 de septiembre de 2010

La sobreestimulación precoz es perjudicial para el aprendizaje, según un estudio

"El entrenamiento en tareas demasiado complejas antes de que el sistema esté preparado para llevarlas a cabo puede producir deficiencias permanentes en la capacidad de aprendizaje a lo largo de la vida", así explica la psicobióloga de la Universidad de Granada Milagro Gallo los efectos perjudiciales que puede tener la estimulación precoz en un estudio
La investigadora granadina afirma que los problemas se generan cuando la persona sobreestimulada se bloquea emocionalmente o sufre una modificación en el sistema de la memoria. "En ambos casos, el resultado es el mismo: se aprende peor si nos han enseñado empleando técnicas complejas antes de que el cerebro se haya formado adecuadamente", afirma. La profesora y miembro del Instituto de Neurociencias Federico Olóriz añade que "hay determinados momentos durante la formación del cerebro, que abarca desde la etapa prenatal hasta la adolescencia, en los que influyen decisivamente factores ambientales como la dieta, pero también hay otras circunstancias que afectan al comportamiento posterior y al modo de aprendizaje en etapas adultas, como es el tipo de situaciones al que fuimos expuestos durante los periodos tempranos".
La investigación sobre los efectos de la estimulación temprana y compleja en los procesos cognitivos en estapas adultas ha sido realizada por expertos del grupo de investigación Neuroplasticidad y Aprendizaje de la Universidad de Granada (UGR) coordinados por Milagros Gallo.

Dieta y aprendizaje
Otro aspecto que los expertos de la Universidad granadina están investigando en este proyecto es cómo la dieta puede afectar al aprendizaje y la memoria adultas durante la formación del cerebro. Para ello, han utilizado ratas jóvenes y han recurrido a la memoria de reconocimiento de objetos, sabores y lugares. Además, han dedicado especial atención al estudio del hipocampo y la amígdala.
"Dependiendo de nuestra alimentación, tendremos un desarrollo cognitivo u otro, es decir, lo que comemos afecta al modo en que se configura el cerebro", asegura esta investigadora.
Los estudios demuestran que, durante periodos sensibles de la formación del cerebro, el enriquecimiento o deficiencia de las dietas con colina, un nutriente esencial para el funcionamiento cerebral y cardiovascular que se puede encontrar en la yema de huevo, en la leche, en la carne de ternera, en los cacahuetes o en la lechuga, mejora o deteriora de forma permanente las capacidades cognitivas en un adulto.
Estos estudios se enmarcan en un proyecto de excelencia denominado Educación, Aprendizaje, Cerebro y Desarrollo, al que la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia ha incentivado con 200.000 euros.

elpais.com

sábado, 5 de diciembre de 2009

¿Qué puede aportar la investigación del cerebro al aprendizaje?

El ser humano es sinergia total de órganos y procesos. Estamos escritos en lenguaje biológico, pero no estamos determinados por lo biológico y definitivamente podemos escribir nuestro lugar en el mundo y nuestra vida. Una buena manera de ayudar a que esta difícil empresa sea posible es que la educación sea de excelencia. Por eso la comunidad educativa debe mirar al cerebro, para encontrar más y mejores maneras de enseñar a pensar. Sin embargo, durante mucho tiempo el campo de la educación se ha negado a utilizar los conocimientos que hay sobre el cerebro. Las neurociencias cognitivas podrían en lo teórico y deberían en la práctica, informar sobre nuestras concepciones sobre el aprendizaje. Vemos esto como la suma de un nivel de entendimiento del discurso educacional, hacia la creación holística de un marco de trabajo multidisciplinario bio-psicosocial y no como una regresión a la concepción biodeterminante.
La investigación sobre el funcionamiento del cerebro humano ha incrementado el entendimiento de algunos de los procesos cognitivos fundamentales para la educación tales como: aprendizaje, memoria, lectoescritura, inteligencia, toma de decisiones y emoción. Por tal motivo, es necesario que reflexionemos acerca de cómo estos descubrimientos de la investigación en neurociencias cognitivas pueden tener implicancia en las prácticas educacionales. La intersección de la biología y las ciencias cognitivas con la pedagogía se ha convertido en un nuevo foco de interés para la educación.
Algunos de los más recientes hallazgos experimentales de las neurociencias cognitivas pueden ser interpretados o generalizados para sugerir posibles consecuencias para el aprendizaje, el desarrollo cognitivo y la pedagogía en escenarios educativos formales. De hecho, la metodología utilizada en el campo de las neurociencias cognitivas nos ofrece grandes posibilidades para desarrollar estrategias a implementar en el área de educación como por ejemplo el monitoreo y la comparación de distintas modalidades de enseñanza en el aprendizaje.
Una contribución importante de las neurociencias a la comprensión del desarrollo humano ha sido demostrar que la biología no es destino, y que es notable el papel que la experiencia tiene sobre la formación de la mente. La neuroeducación, es un área interdisciplinaria embrionaria que combina las neurociencias, la psicología y la educación para intentar crear mejores métodos de enseñanza y programas de estudio. Este nuevo campo va tomando mayor relevancia debido a que la neurociencia está obteniendo una comprensión más sofisticada sobre cómo la mente de los jóvenes se desarrolla y aprende.
Las neurociencias están trabajando en condiciones específicas del desarrollo –tales como la dislexia o el autismo– que pueden causar problemas de aprendizaje. Aunque este tipo de investigación está orientada hacia el entendimiento de estas condiciones, los resultados suelen tener consecuencias en el aprendizaje. Detectar problemas cognitivos al inicio de su manifestación clínica podría ayudar a una intervención temprana. Trabajos recientes han encontrado que los niños con dislexia sufren de dos problemas específicos: dificultad para analizar y procesar el sonido, y para nombrar objetos en forma veloz. Abordar estos problemas en forma específica y temprana en el desarrollo parece más eficaz que hacerlo más tarde, con tratamientos más generales y menos individualizados. La intervención fonológica (modo en que los sonidos funcionan en un nivel abstracto o mental) en los niños, antes de que tengan problemas en la escuela, minimizaría el efecto de la dislexia en aquellos que potencialmente podrían desarrollarla. Un claro ejemplo de este tipo de intervención temprana que demuestra la intersección biología-educación es el caso de niños con problemas severos en el entorno familiar, quienes muestran anormalidades en los niveles de cortisol (una hormona asociada al estrés), mientras están en el nivel preescolar. Esto sugiere que se podría alentar a que estos niños pasen más tiempo en el preescolar, dentro de un entorno más seguro.
El factor nutrición. Claro está, el entendimiento de las bases neurales que subyacen a estos procesos relacionadas a la educación no puede ignorar un factor esencial: la imperiosa necesidad de una alimentación saludable para el desarrollo normal del sistema nervioso central. Tanto es así, que la asociación que existe entre la malnutrición en las edades tempranas y su impacto en el intelecto a lo largo de la vida ha sido reconocida ya por décadas. Gran parte de las investigaciones en este campo fueron llevadas a cabo en modelos animales, permitiendo así generar sólidas conclusiones gracias al estricto control de variables que permite la experimentación con animales. Ya en los años '60, Widdowson y McCance demostraron que ratas nacidas en una camada de crías menos numerosa exploraban más el ambiente que aquellas que nacían en camadas más numerosas. El hallazgo no era casual: menos cría implicaba más disponibilidad de leche materna, y por lo tanto, un desarrollo potenciado del cerebro de estos animales. Sucesivos experimentos mostraron luego que ratas que habían sufrido desnutrición en sus primeros días de vida tenían una peor performance en pruebas de destreza espacial y cognitiva que no sorprendentemente, estaba asociada a una disminución del número de células en el cerebro.
El efecto deletéreo de la desnutrición parecería ser máximo cuando la carencia nutritiva se da principalmente por una ingesta paupérrima de proteínas. Además de una descripción exhaustiva de problemas conductuales y cognitivos tanto en animales como en humanos, se ha hallado un número disminuido de neuronas en los cerebros de niños que habían muerto por desnutrición. Más aún, se han descripto cambios a nivel químico en animales con una deficiencia de ingesta de proteínas, en los cuales aumentaba el estado oxidativo de los lípidos y proteínas del cerebro, asociado al envejecimiento y destrucción de células por alteración de la mielina, una vaina de grasa que envuelve a los axones que comunican una neurona con otra y que son esenciales para su función normal. Del mismo modo, ratas que no recibieron suficientes elementos nutritivos, como hierro, presentaron cambios químicos como aumento de la oxidación de lípidos en el cerebro y alteraciones en la mielina, cambios biológicos como tamaños cerebrales reducidos por disminución del número de neuronas, y cambios cognitivos como déficits en pruebas de memoria y conducta. Asimismo, la desnutrición y la malnutrición han sido asociadas a alteraciones en la actividad de neurotransmisores, las sustancias químicas que median la comunicación entre una neurona y otra.
Además de evaluar el efecto de la desnutrición en la educación, no debemos olvidar la relación opuesta: el impacto de la educación en la nutrición. Un bajo nivel de educación tiene efectos negativos sobre la salud. Es posible encontrar una estrecha correlación entre el grado de alfabetización de las madres y la tasa de mortalidad materna, hecho independiente del grado de cobertura sanitaria. Como contrapartida, el Banco Mundial y la comisión sobre macroeconomía y salud de la OMS han advertido acerca del beneficio que la instrucción escolar tiene sobre las mortalidades materna e infantil; resultados similares se han obtenido al investigar las relaciones entre cáncer de mama y alfabetización de las mujeres. Las personas mejor educadas son más sanas, viven más y padecen menor número de enfermedades. La falta de educación se asocia por sí misma a más enfermedad, independientemente de la relación positiva entre “expectativa de vida al nacer” y poder adquisitivo per capita. Es evidente que la vida más sana de las personas con mayor nivel de educación está estrechamente ligada, entre otros, a sus hábitos nutritivos.
Sólo en el contexto de niños bien alimentados, y por lo tanto, con un desarrollo acorde de su sistema nervioso, es que podemos esbozar una estrategia de varios puntos para la incorporación de la neurociencia y los principios generales de la psicología en las escuelas para fomentar el aprendizaje. Dichas estrategias incluyen la conexión emocional de los niños, la creación de entornos de aprendizaje enriquecidos, la enseñanza de cómo aplicar los conocimientos y evaluar periódicamente los resultados del aprendizaje. Michael Posner, un profesor de psicología en la Universidad de Oregón, sugiere que el estudio de las artes puede ser un medio eficaz para mejorar la atención, que a su vez sería capaz de producir un impacto en la inteligencia general. Un estudio de neuroimágenes que comparó niños jóvenes que tuvieron instrucción musical con otros que no la tuvieron, demostró “profundas diferencias” en conexiones cerebrales especificas. La investigación en neurociencias ha hecho importantes contribuciones a nuestra comprensión del desarrollo cognitivo, demostrando que el cerebro es mucho más plástico en todas las edades, y que la experiencia y el comportamiento pueden modular al cerebro. En otras palabras, en lugar de mostrar que la biología es el destino, la investigación en neurociencias ha estado a la vanguardia en demostrar el rol crítico de la experiencia en nuestra identidad.
Aportes recientes. Los estudios más recientes de las neurociencias que podrían contribuir al desarrollo del área educativa son:
Lenguaje. Las conexiones entre lenguaje y educación son incuestionables. Las neurociencias están descifrando la manera en que los humanos desarrollamos y utilizamos el habla. Hay investigaciones que toman como base a la genética que compartimos con los chimpancés: aún cuando el 98,5% de nuestros genomas (todo el material genético contenido en las células de un organismo en particular) son idénticos, lo cierto es que los humanos podemos hablar, a diferencia de los chimpancés: parecería ser que nuestra capacidad lingüística se debe, en parte, a genes (segmento corto de ADN, que le dice al cuerpo cómo producir una proteína específica) expresados específicamente en el cerebro. Uno de estos genes es el FOXP2, que está involucrado en la expresión de un severo desorden del desarrollo del habla y el lenguaje debido a una falta de control de movimientos faciales y de la boca. Las neurociencias también han demostrado la relación entre la afectación del input lingüístico (en pacientes sordos, por ejemplo) y la consecuente afectación del lenguaje. Desde una visión más anatómico-funcional, una gran cantidad de trabajos científicos han contribuido a localizar elementos básicos del lenguaje en nuestro cerebro, tales como el procesamiento gramático en las regiones más frontales del hemisferio izquierdo, o el procesamiento semántico y el aprendizaje activo de vocabulario en las áreas más posteriores y laterales. Algunos estudios han investigado, incluso, el efecto de la exposición tardía a idiomas de sintáctica irregular en la organización de redes lingüísticas en el cerebro, así como la eficacia de procesamiento de lenguaje en pacientes ciegos. De este modo, las neurociencias nos permitirán diseñar programas de aprendizaje de idiomas, tanto de primeras como segundas lenguas, basadas en las propiedades funcionales de las áreas cerebrales involucradas. Así, podremos maximizar la calidad y la eficiencia de los programas de enseñanza de idiomas.


Lectura. La lectura es la habilidad que hace posible el proceso escolar. Las neurociencias han contribuido a comprender la importancia de una exposición temprana a la enseñanza de la lectoescritura, demostrando incluso las grandes diferencias que existen en la organización cerebral de personas adultas alfabetizadas y analfabetas. Dichas conclusiones se extraen de estudios de neuroimágenes que miden las respuestas cerebrales ante la exposición de palabras, tanto en adultos como niños. Dichos sondeos sugieren que los principales sistemas de lectura de textos alfabéticos están lateralizados al hemisferio izquierdo. Además, los especialistas han localizado otras áreas cerebrales que se relacionan con el aprendizaje, como la zona occipito-parietal inferior para el procesamiento de propiedades visuales, forma de letras y ortografía, y la zona temporo-occipital, que se asocia a habilidades de lectura, un área que usualmente tiene activación disminuida en niños con dislexia. El campo de las neurociencias ha contribuido también al entendimiento del procesamiento fonológico, lo cual resulta de gran importancia en el área de la educación, especialmente en el tratamiento de niños disléxicos.
l Matemáticas. Desde el campo de las neurociencias también se logró delinear cuáles son las estructuras que deben ser estimuladas para lograr una mejor incorporación de estrategias para resolver problemas, no sólo en el contexto del aula, sino en la vida diaria. Esto se logró porque las neurociencias cognitivas comenzaron a investigar más allá de los modelos cognitivos clásicos, argumentando que hay más de un sistema neural para la representación de números. Varios estudios afirman que las mismas áreas cerebrales están involucradas en la comparación de cantidades, sin importar si se tratan de cifras numéricas, cantidad de objetos, etc. También se ha identificado un sistema numérico de almacenamiento verbal, probablemente asociado al almacenamiento de poesía y secuencias verbales, tales como los meses del año. Esto se debe a que, matemáticamente requiere de un sistema de contabilidad para monitorear las secuencias, y se cree que este sistema almacena “hechos numéricos” más que realizar cálculos. Las neurociencias han explicado también el proceso por el cual los problemas aritméticos simples que son aprendidos una y otra vez (por ejemplo, las tablas de multiplicación) logran almacenarse como memoria declarativa, mientras que los cálculos más complejos requieren de las áreas visuo-espaciales para su correcta ejecución. En un futuro habrá nuevas técnicas de aprendizaje del cálculo, basadas en los conocimientos de la fisiología neural.
Efectos directos de la experiencia. La estimulación temprana es una de las cuestiones más debatidas en el ámbito de la educación. Aunque suele asumirse que las experiencias específicas tienen un efecto en los niños, las neuroimágenes ofrecen formas de investigar esta asunción de manera directa. La predicción obvia es que experiencias específicas tendrán efectos específicos, aumentando la representación neural en áreas directamente relevantes a las habilidades involucradas en dichas experiencias. Los neurocientíficos han estudiado a pianistas adultos profesionales con resonancia magnética funcional, demostrando que tienen una corteza auditiva incrementada, específicamente para tonos del piano. Más interesante aún, el agrandamiento del área se correlacionaba con la edad de inicio del aprendizaje de los pianistas. Estos procesos de reorganización neural como resultado de la exposición aumentada a tareas determinadas también se ha observado en pacientes ciegos entrenados para leer Braille. En estos pacientes, se observó mayor sensibilidad a la información táctil en los dedos índices comparado a controles. Así, nuestro entendimiento sobre plasticidad cerebral puede ayudar a desarrollar estrategias de enseñanza en el campo de la educación.
Sueño y cognición. Una vieja pregunta es si podemos aprender algo mientras dormimos. La idea de que el sueño cumpla un rol como función cognitiva propiamente dicha data de muchos años. Estudios recientes explican que un estadio del sueño, el período de movimiento ocular rápido (REM, por su sigla en inglés), no está simplemente asociado a la expresión de los sueños, como ya se ha demostrado, sino que es importante en el aprendizaje y la consolidación de la memoria. Algunas áreas del cerebro, específicamente la región occipital y la corteza premotora, parecerían reactivarse durante el sueño, lo cual puede implicar una consolidación de las conexiones neuronales establecidas durante el día en esta fase del ciclo del sueño. Si bien mucho queda aún por recorrer para conocer en profundidad lo que sucede con nuestra cognición mientras dormimos, las neurociencias podrían fomentar estrategias de consolidación del aprendizaje a través del sueño.
Emoción y cognición. Hace ya tiempo que las neurociencias han establecido que un aprendizaje eficiente no se logra bajo situación de estrés o miedo. El estrés puede ser tanto benigno como dañino para el cuerpo, ya que las respuestas al estrés pueden proveer una motivación y atención extra, necesarias para lidiar con una situación de emergencia; por el contrario, pero, al mismo tiempo, el estrés crónico o exagerado puede tener un efecto significativo sobre el funcionamiento fisiológico y cognitivo. El principal sistema emocional del cerebro es un grupo de estructuras que están conectadas masivamente con la corteza frontal (dedicada, entre otras funciones, a la resolución de problemas). Cuando un alumno se encuentra estresado, las conexiones entre los centros emocionales y el lóbulo frontal, que es crítico para la toma de decisiones y la planificación, pueden verse afectadas, lo que impacta de manera negativa en el aprendizaje y afecta el juicio social, incluyendo la respuesta a la recompensa y el riesgo. El bienestar físico y emocional está estrechamente vinculado con la capacidad de pensar y de aprender de manera eficaz. Aunque las escuelas no pueden controlar todas las influencias que inciden en los jóvenes, es innegable que un ambiente de seguridad y bienestar influye positivamente en el aprendizaje. Dejar hablar a los estudiantes sobre sus sentimientos puede ayudarlos a hacer frente a las situaciones de ira, miedo, y tensión que surgen en la vida cotidiana.
Formación de Sinapsis. La sinapsis son uniones especializadas mediante las cuales las células del sistema nervioso se envían señales entre sí, y también a células no neuronales. En la infancia el cerebro forma más cantidad de sinapsis, comparada con la edad adulta; además, el número de sinapsis por unidad volumen de tejido (la densidad sináptica) en la capa cortical exterior del cerebro cambia a lo largo de la vida, tanto en los monos como en las personas. Los seres humanos recién nacidos tienen menor densidad sináptica que los adultos. Sin embargo, durante los meses que siguen al nacimiento, el cerebro del bebé comienza a formar sinapsis en exceso respecto de los niveles del adulto: ya a los cuatro años de edad, las densidades sinápticas llegan a su pico en todas las áreas cerebrales, y están al menos un 50% por encima de los niveles adultos. Durante la infancia, las densidades sinápticas son superiores a las de los adultos, y hacia la pubertad ocurre un proceso de eliminación sináptica (también llamado poda sináptica) que reduce el número de sinapsis.
El tiempo de este proceso varía en las distintas áreas del cerebro humano. En el área visual, la densidad sináptica aumenta rápidamente a los 2 meses, alcanza su pico de los 8 a los 10 meses, y luego disminuye a los niveles adultos alrededor de los 10 años. Sin embargo, en la corteza frontal humana –involucrada en la atención, memoria de trabajo y planificación– este proceso se inicia más tarde y dura más tiempo. En la corteza frontal, la densidad sináptica no se estabiliza en los niveles de madurez hasta los 16 años. Por lo tanto, podemos pensar en densidades sináptica en las primeras 2 décadas de vida como una U-invertida: baja al nacimiento, pico en la infancia, y más baja en la adultez.
Más allá de lo que los educadores creen, las neurociencias saben poco aún sobre los beneficios de este patrón. Esto se debe a que suelen citarse pocos ejemplos basados en aprendizaje de animales cuyos resultados se extrapolan al comportamiento humano. Sobre la base de los cambios motores, visuales, y mnésicos observados, los neurocientíficos concuerdan en que los movimientos básicos, la visión, y las habilidades de memoria aparecen en su forma más primitiva cuando las densidades sinápticas inician su rápido crecimiento. Por ejemplo, a los 8 meses, cuando las sinapsis comienzan a crecer velozmente en las áreas frontales, los bebés primero muestran habilidades para la memoria de trabajo de lugares y objetos. El rendimiento en estas tareas mejora de manera constante durante los siguientes cuatro meses. Sin embargo, el rendimiento en estas tareas de memoria no alcanza su pico sino hasta la pubertad, cuando las densidades sinápticas han disminuido al nivel del adulto.
La Neurociencia sugiere que no hay relación directa entre las densidades sinápticas y la inteligencia. Los aumentos en las densidades sinápticas se asocian con el desarrollo inicial de habilidades y capacidades, pero estas continúan desarrollándose luego de que la densidad sináptica disminuye a niveles adultos. Aunque temprano en la infancia tenemos la mayor cantidad de sinapsis, la mayor parte del aprendizaje ocurre más tarde en la vida. Dada la existencia del patrón de U-invertida y lo que observamos respecto de nuestro aprendizaje e inteligencia a través de la vida, no tenemos razón para creer que cuantas más sinapsis tenemos, más inteligentes somos. En resumen: ningún estudio científico apoya hasta la fecha la idea de que cuanto más aprendizaje hay en la infancia, más sinapsis van a ser “salvadas”.
La educación se relaciona estrechamente a los tiempos del crecimiento. En ese desarrollo hay momentos ideales para aprehender ciertas cosas. Un periodo crítico es un tiempo durante la vida de un organismo en el que este es más sensible a influencias del ambiente o a la estimulación, y por eso los períodos críticos podrían ser ventanas de oportunidad de aprendizaje. Los neurocientíficos están comenzando a comprender por qué los períodos críticos existen y por qué tienen un valor adaptativo para el organismo. Se cree que como resultado de procesos evolutivos, algunos sistemas neurales muy sensibles, como la visión, dependen de la presencia de estímulos del ambiente para sintonizar los circuitos neurales. Los períodos críticos contribuirían al desarrollo de habilidades como la visión, la audición, y el lenguaje.
Los ambientes enriquecidos aumentan las conexiones sinápticas. Ratas jóvenes criadas en ambientes complejos presentan un 25% más de sinapsis por neurona en las áreas visuales que las ratas que se criaron estando aisladas. Años atrás, investigadores establecieron que el cerebro de ratas adultas también forma nuevas sinapsis en respuesta a ambientes complejos. Investigaciones acerca de ambientes complejos nos dicen que el cerebro se puede reorganizar para aprender a lo largo de la vida.
Interrogantes a responder. Hay preguntas sobre la política educacional que probablemente podría ser bueno realizarlas: por ejemplo: ¿cuál es la mejor edad para iniciar la educación formal? Y sus corolarios: ¿cuál es la mejor edad para la educación temprana? ¿Cuáles son las cosas que los padres pueden hacer en sus casas antes de que los niños ingresen a la escuela? ¿Existe un orden natural para el desarrollo del razonamiento verbal y no-verbal? ¿Existe una edad crítica más allá de la cual no se puede alcanzar el alfabetismo y los conocimientos básicos de aritmética? Estas preguntas son críticas para construir políticas educacionales. Después de todo, las edades para comenzar la educación formal varían ampliamente en los países occidentales, de los 3 a los 6 años. Otro interés importante para aquellos que se ocupan del financiamiento de la educación (y obviamente, para los padres y profesores involucrados), es la efectividad del alto costo de las intervenciones de rehabilitación o terapéuticas. Para aquellos niños que sufren desventajas educacionales de algún tipo, por ejemplo, socio-económicas y/o genéticas ¿qué tipo de intervenciones serían más efectivas? La psicología cognitiva está repleta de modelos cognitivos y una tarea pendiente es decidir sobre la competencia de los modelos y su veracidad en escenarios educacionales.
Algunas preguntas son eternas, y también cotidianas: ¿Por qué algunos niños aprenden más fácilmente que otros? ¿Hay algún componente genético para la inteligencia? ¿Por qué parecería que varones y mujeres piensan diferente? Las neurociencias cognitivas pueden contribuir en la búsqueda de respuestas y los profesores no deben temer a los descubrimientos de las neurociencias, ya que muchos de estos podrían respaldar la práctica de una enseñanza intuitiva de alto nivel. Esta postura se respalda por un creciente interés público en los descubrimientos de las neurociencias cognitivas. Por lo tanto urge que la comunidad educativa se una a la comunidad neurocientífica en un dialogo.
En conclusión, la educación se podría beneficiar al adoptar las neurociencias cognitivas en vez de ignorarlas. Es más, los pedagogos deberían contribuir activamente a la agenda de exploraciones de futuras investigaciones sobre el cerebro. Por ejemplo, es prometedora la nueva tecnología de neuroimágenes para examinar el procesamiento cerebral de matemática, lectura, y otras tareas específicas al aprendizaje. La investigación en ciencias biomédicas y conductuales debería enfatizar entre los psicólogos la necesidad de colaborar más cercanamente con los educadores para estructurar estudios del cerebro que permitan aplicar los nuevos conocimientos a la educación. Es en el encuentro entre disciplinas donde surge la interacción que produce mejoras sensibles en nuestra capacidad de entender. Los neurólogos y psicólogos cognitivos estamos listos para participar del debate de ideas y trabajar con nuestros pares de otras disciplinas.
Por F. Manes: Director de INECO y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. Presidente del Grupo de Investigación en Neurología Cognitiva de la Federación Mundial de Neurología.

revista-noticias.com.ar

lunes, 21 de septiembre de 2009

Los pacientes en estado vegetativo pueden aprender


Gabriel Stekolschik
Para LA NACION
Un estudio iniciado en 2004, que involucró a 22 pacientes con desórdenes de la conciencia -un número elevado para esta clase de investigaciones-, demostró que los individuos en estado vegetativo son capaces de aprender y que, además, esa capacidad de aprendizaje es un buen indicador (86% de precisión) de la posibilidad de restablecimiento del paciente.
Los resultados del trabajo, que tienen implicancias científicas, prácticas y, probablemente, éticas, fueron publicados en la prestigiosa revista científica Nature Neuroscience .
"Nuestros experimentos también sugieren que, para aprender, estas personas estarían utilizando elementos de la conciencia", señala el doctor Mariano Sigman, investigador del Conicet, profesor del Departamento de Física y director del Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
Los llamados "desórdenes de la conciencia" refieren a un grupo heterogéneo de individuos que han sobrevivido a un daño cerebral. Actualmente, en un orden de mayor a menor gravedad, se los agrupa en tres categorías: estado vegetativo (sin evidencia de conciencia), mínimo estado de conciencia y discapacidad grave.
Según define el Incucai, en el estado vegetativo la persona está viva. Además del coma, el estado vegetativo "también se produce por lesiones graves del cerebro y del tronco encefálico", que dañan parcialmente las estructuras neurológicas, a diferencia de aquello que causa la muerte encefálica.
"Nuestro estudio coincide con otros que se han efectuado en esta área de las neurociencias en que es necesario revisar la manera en que se categorizan y diagnostican los desórdenes de la conciencia", observa Sigman, y ejemplifica: "Comprobamos que hay pacientes en estado vegetativo que aprenden, mientras que otros, en estado de mínima conciencia, no aprenden".
Para arribar a estas conclusiones, los investigadores utilizaron el método de condicionamiento clásico, también llamado pavloviano, una forma de aprendizaje asociativo que permite anticipar la respuesta a un estímulo.
"El condicionamiento pavloviano es la forma más clásica de testear aprendizaje en cualquier animal, desde un caracol hasta un ser humano. Y, sin embargo, nadie lo había hecho en pacientes con trastornos de conciencia. Aún más, parece que nadie lo había pensado", comenta desde Cambridge, Inglaterra, el doctor Tristán Bekinschtein, primer autor del trabajo y corresponsable -con Cecilia Forcato- del diseño del estudio.
En los experimentos, al paciente se le hacía escuchar un sonido mediante auriculares y 500 milisegundos después un dispositivo le enviaba un ligero soplido de aire a un ojo, provocándole un pestañeo.
Luego, 10 segundos más tarde, otra vez los dos estímulos: el sonido y el soplido, separados por el mismo lapso de tiempo. La repetición regular de este procedimiento (70 veces) conduce a que, si hay aprendizaje, al paciente le queda claro que el tono avisa que va a venir un soplido. Entonces, al oir el sonido, el paciente cierra el ojo antes de que le soplen otra vez.
Para medir la respuesta de manera objetiva, los científicos no registran el pestañeo, sino la actividad eléctrica de los músculos que cierran el ojo. Para ello, utilizan un pequeño aparato construido por ellos mismos: "Una de las prioridades del proyecto fue lograr un dispositivo portátil que pueda utilizarse en cualquier lugar", subraya el doctor Diego Shalóm, investigador del Conicet y uno de los autores principales del trabajo.
Para Sigman, "la portabilidad es clave, porque las nuevas herramientas que permiten acceder al pensamiento y precisar el diagnóstico, como la resonancia magnética o la tecnología de positrones, no son transportables. Además, la cantidad de equipos es escasa porque cuestan millones".
En este sentido, el aparato creado por Shalóm -que también diseñó el software que permite controlar la frecuencia con que se emite el estímulo y, además, registrar la respuesta muscular- posee una ventaja adicional, que es su bajo costo. "Fabricarlo cuesta menos de doscientos dólares", revela Shalóm, y añade: "Construimos dos unidades idénticas: una está en Buenos Aires y la otra en Cambridge, los dos lugares en los que se hicieron los experimentos".
Según Sigman, esta metodología es una prueba sencilla y objetiva para establecer si un sujeto tiene conciencia. "Independientemente de quién sea el operador, permite determinar si un sujeto aprende a relacionar dos sucesos anacrónicos, una actividad mental que requiere elementos de la conciencia."
Además de los nombrados, firman el trabajo María Herrera, Martín Coleman y Facundo Manes.
Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA
lanacion.com

viernes, 11 de septiembre de 2009

La TV educa y entretiene


¡Basta de decirle caja boba! Según una investigación, algunos programas de televisión ayudan a los televidentes a comprender cuestiones de política local e internacional –y no se refiere a emisiones como A dos voces, precisamente.
De acuerdo con el estudio realizado de manera conjunta por las universidades de Surrey e Illinois, que examinó a 170 espectadores de Estados Unidos, Suecia y Grecia después de ver programas como Los Simpsons y Lost, se determinó que los televidentes habían adquirido herramientas para interpretar cuestiones de la realidad política.
Así, un cuarto de los estadounidenses en cuestión declaró haber cambiado su comportamiento político después de haber visto un programa como 24, y el 90% afirmó haber discutido con sus familiares o amigos asuntos éticos e ideológicos.
Tereza Capelos, investigadora de Surrey, concluyó: “Mientras programas como Los Simpsons y Lost nunca serán vistos como propuestas educativas, el entretenimiento y la relajación que generan predisponen a los televidentes a estar más receptivos a nueva información e ideas”.
criticadigital.com

martes, 4 de agosto de 2009

Se aprende más de un éxito que de un fracaso


Mejor el palo que la zanahoria. Observando a fondo nuestro cerebro, parecería que efectivamente aprendemos más de nuestros éxitos que de nuestros errores. Y además, tendemos a volver a menudo sobre nuestros pasos si nos llevan en la dirección equivocada.
"Estudiamos el comportamiento de los monos -explica Earl Miller, del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y publica hoy su investigación en Neuron- y vimos que cuando un animal da la respuesta correcta en el test al que lo sometemos, en su cerebro resuena el mensaje "hiciste lo que correspondía".
"Después de una respuesta positiva, las neuronas memorizan la información de manera más eficaz y persistente y la vez siguiente, el mono tiende a responder también correctamente. En cambio, después de un error, no asistimos a ninguna mejora", agregaron los científicos.
El test para los monos consistía en una especie de videojuego: si aparecía una figura en la pantalla de una computadora (un hombre con pipa) los animales debían darse vuelta hacia la izquierda.
Si aparecía otra (un semáforo) debían voltearse a la derecha. La única manera de aprender la asociación exacta era probar una y otra vez a través de una serie de aciertos y errores. Girando hacia el lado equivocado, los monos no recibían premio, la "activación" de sus neuronas duraba menos de un segundo y en los intentos sucesivos no se registraba ninguna mejora.
En el caso de respuesta correcta y "zanahoria" como premio, la activación de las células cerebrales duraba cinco segundos, lo necesario para llegar a la siguiente pregunta.

TRADUCCIÓN: Cristina Sardoy
clarin.com

domingo, 3 de mayo de 2009

¿Mascar chicle ayuda a mejorar el desempeño?


Un estudio realizado en los EEUU reveló que los estudiantes que masticaban chicle durante la clase obtenían mayores calificaciones que los que no lo hacían.
Un grupo de investigadores de los Estados Unidos indicó en un estudio que masticar chicle podría aumentar el desempeño académico de los adolescentes.
El equipo dirigido por Craig Johnston, del Colegio de Medicina Baylor en Houston, reveló que los estudiantes que mascaban chicle durante la clase de matemática obtenían mayores calificaciones en una evaluación estándar después de 14 semanas de estudio y mejor nivel al final del período escolar.
Eso, comparado con los jóvenes de la clase que no usaban goma de mascar. El estudio fue financiado por el fabricante de chicles Wrigley. "Por primera vez pudimos demostrar en una situación de la vida real que los estudiantes se desempeñan mejor cuando están autorizados a mascar chicle", dijo Gil Leveille, director ejecutivo del Instituto de Ciencia Wrigley, de Wm Wrigley Jr Co, que actualmente forma parte de Mars Inc.
Leveille dijo que Wrigley tenía información de muchos de los consumidores de sus gomas de mascar que señalaba que los ayudaba a mantenerse concentrados. Por eso, hace cuatro años la compañía inició el instituto científico para ver si esos comentarios tenían un fundamento concreto.
Los investigadores de Baylor analizaron a 108 estudiantes de 13 a 16 años. Alrededor de la mitad recibió gratis chicles Wrigley sin azúcar para consumir durante la clase, mientras realizaban tarea y en los exámenes. Los chicos mascaron al menos uno durante el 86% del tiempo que pasaban en el aula y el 36% del horario destinado a la tarea. La otra mitad de los jóvenes no usaba goma de mascar.
Después de 14 semanas, los mascadores de chicle mostraban una mejora del 3% en sus calificaciones en matemática, un cambio pequeño pero significativo según Johnston y sus colegas, que presentaron sus resultados en un encuentro de la Sociedad Estadounidense de Nutrición, en Nueva Orleans. Además, los adolescentes que masticaban chicle presentaron un mejor nivel final en la clase que los no mascadores.
Otro estudio financiado por Wrigley halló que los estudiantes universitarios a los que se les tomó en el laboratorio una prueba de computación compleja tenían menores niveles de la hormona del estrés cortisol cuando mascaban chicle.
Leveille dijo que cree que la goma de mascar ayuda a disminuir el estrés y por ello los estudiantes pueden desempeñarse mejor.
Fuente: Reuters
infobae.com

domingo, 26 de abril de 2009

El problema de aprender a pensar


El diagnóstico es terminante: buena parte de los alumnos de la Argentina tiene dificultades para resolver problemas matemáticos y también les cuesta leer un texto de corrido.
Un grupo de docentes y pedagogos consultados por Crítica de la Argentina coincide en que el gran desafío que tiene la educación –donde los altos índices de alfabetización indican que ésa, al menos, es una cuenta saldada– es que los chicos aprendan a razonar.
“El problema es que los estudiantes no saben razonar, y eso sucede tanto en lengua como en matemática. Si precisan hacer una división, por ejemplo, no sólo no pueden hacerla mentalmente, tampoco si toman lápiz y papel es posible que la resuelvan porque no aprendieron el mecanismo”, dice Julia Seveso, que dio clases de matemática durante 50 años.
El problema no sólo son las tablas de multiplicar, que se aprenden entre segundo y tercer grado y que repetimos como loritos de memoria, también está en las lecturas: los expertos sostienen que a los chicos les cuesta leer de corrido.
“Las pruebas que se toman, tanto nacionales como locales, señalan que el principal problema de los chicos es que pueden resolver las cuentas, pero no solucionar problemas porque no entienden la lógica de esas cuentas.
La verdad es que no pueden pensar y esto es gravísimo: en lengua pasa lo mismo, los chicos decodifican pero no comprenden lo que leen”, dice la directora de Educación de la Universidad de San Andrés, Silvina Gvirtz.
Rubén Berguier da matemática en 1º y 2º año de la Escuela Nº 4 “Homero Manzi” de Pompeya, y admite que los chicos no dividen como antes. Su preocupación radica en que tienen dificultades para entender un problema.
“Los chicos ahora no piensan las divisiones como nosotros, pero tampoco logran aplicarlas a la vida diaria. El desafío de los profesores es que en lugar de resolver ecuaciones y operaciones gigantescas, tenemos que demostrarles que les sirve para la vida misma. La ansiedad de los padres pasa porque sabían dividir a la perfección y ahora sus hijos no lo hacen”.
En tiempos donde los viejos métodos de enseñanza se cruzan con las nuevas tecnologías, los docentes acuerdan en que sus alumnos muestran otras habilidades: aprenden a manejar el mouse a la par que el biberón: “No me parece grave que los chicos no sepan multiplicar –dice Isabel Rodríguez, 20 años de clases en una escuela de Belgrano–, de hecho permito que usen calculadora, hay que usar la tecnología si está disponible. Me interesa que entiendan que la matemática es más rica, mágica y misteriosa que resolver cuentas mecánicas. No creo que ahora los chicos no razonen, pero sí que desarrollan otro tipo de inteligencia y va aplicada a sus intereses. Sin embargo, en la primaria tienen que aprender las tablas de todas formas”.
Horacio Itzcovich, que capacita docentes, acuerda: “Lo principal es lograr que los chicos reflexionen sobre lo que hagan y logren explicar ‘de qué se trata’. Es posible ofrecer a los alumnos diferentes situaciones para producir sus propios cálculos, elaborar modos de resolución, inventar recursos. Eso favorecería que tengan más de control sobre lo que hacen. Para los docentes, hay diferentes espacios de capacitación, pero cambiar de perspectiva requiere más que tiempo y voluntad: implica una decisión política”.
Eso es porque el problema se torna más grave cuando esos alumnos llegan a la universidad. Juan Carlos Pedraza, que da clases en el CBC de la UBA, reconoce que los maestros ahora son más permisivos: “Hay falta de métodos. Los chicos de 1º grado pueden escribir con faltas de ortografía pero si todavía lo hacen en 7º no se podrán comunicar nunca con los demás. A nadie le parece mal que un jugador de fútbol entrene toda la semana para un partido, pero sí parece aburrido que un chico se dedique a sumar o multiplicar de forma constante para aprender”.
criticadigital.com

miércoles, 8 de octubre de 2008

A los hijos de fumadores les cuesta más leer, escribir y hacer cálculos


Los hijos de embarazadas fumadoras, activas o pasivas, y de padres que consumen cigarrillos dentro del hogar, tienen más dificultades para aprender a leer, a escribir y a resolver cálculos matemáticos en la escuela primaria, advirtió la Asociación Argentina de Tabacología, cuyos especialistas vincularon las toxinas que desprende el humo del tabaco a la hiperactividad y a falta de atención en las aulas.
"Son chicos que tienen problemas cuando leen, cuando hacen operaciones matemáticas y cuando razonan viso-espacialmente", alertó Alejandro Videla, vicepresidente de la entidad y titular del área de Cesación Tabáquica del Hospital Universitario Austral.
El médico indicó que el humo del tabaco genera “hiperactividad y falta de atención” en los chicos, sobretodo en edad primaria y preescolar, y dijo que las áreas afectadas por el humo entorpecen tanto al aprendizaje de la lectura como la resolución de operaciones numéricas.
Según un estudio reciente de la revista Thorax, citado por el especialista de la AAT, un niño que vive con un padre fumador consume activamente entre 30 y 150 cigarrillos por año, “lo que puede originarle problemas neurocognitivos que afecten su aprendizaje”. Son chicos, además, más vulnerables a sufrir afecciones físicas como infecciones respiratorias, otitis o asma, y tienen el doble de chances de morir por muerte súbita durante los primeros meses de vida. “El problema está en la falta de irrigación sanguínea a la placenta”, apuntó el coordinador del Grupo de Tabaco de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), Enrique Colombo, y explicó que las embarazadas que fuman o conviven con fumadores que no respetan los espacios libres de humo, entran en contacto con las 4.000 toxinas que tiene el tabaco, que afectan la circulación de la sangre hacia la placenta de la que se alimenta el bebé en gestación.
Las consecuencias, continuó el pediatra, se evidencian en el desarrollo pulmonar y neuronal de los chicos. “Las funciones cerebrales superiores requieren de una enorme riqueza en sangre que al feto, le llega a través de la placenta”, dijo y agregó que una merma en la irrigación sanguínea durante la gestación, causada por el tabaco, puede afectar estas funciones. El tabaco no sólo impacta sobre el aprendizaje de los chicos: los médicos advierten que el humo del cigarrillo también altera su salud física.
“La población infantil corre mayores riesgos frente a la exposición al tabaco porque el volumen corporal de los chicos es más pequeño que el de los adultos y como tienen una frecuencia respiratoria más elevada, incorporan más sustancias tóxicas al organismo por kilo de peso”, explicó a Críticadigital el director del Programa de Control del Tabaco del Ministerio de Salud de la Nación, Mario Virgolini. “En etapas de desarrollo, el riesgo frente a los problemas que genera el tabaco en los fumadores pasivos, aumenta”, advirtió el funcionario y señaló que de las 4.000 sustancias tóxicas que desprende el humo del tabaco, 50 son cancerígenas. Consultado sobre los resultados de la "ley antitabáquica" que rige en el país, Virgolini comentó que a pesar de ser reciente, ya se evidencian resultados positivos.
"Los trabajadores que conviven en espacios libres de humo tienen mejoras en su estado de salud -destacó-. Los empleados de los bares y restaurantes en los que no se permite fumar, disminuyeron notablemente los síntomas respiratorios”.
Crítica de la Argentina