El esperma de los españoles es de los mejores de Europa en cuanto a calidad y cantidad, según revela un estudio que se publicará próximamente en la revista 'International Journal of Andrology'. El análisis del semen de casi 300 hombres de la provincia de Almería confirma lo que los expertos en la materia vienen observando desde hace años: los hombres de los países del sur de Europa tienen unos espermatozoides más sanos que los de naciones del norte como Dinamarca o Noruega.
Pero este dato alentador no debe llevar a la complacencia, tal y como advierte uno de los responsables de la investigación, Nicolás Olea, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada. Precisamente, este experto ha participado en la elaboración de un informe que acaba de difundir la Fundación Europa de la Ciencia (ESF, sus siglas en inglés), que da cuenta del progresivo deterioro de la salud reproductiva de los hombres. Los españoles estamos mejor en comparación con otros países, pero la situación también está empeorando dentro de nuestras fronteras.
Las repercusiones de este declive van más allá del terreno de la reproducción. "Una de las principales novedades que aporta el documento es que alerta de las consecuencias para la salud general del varón", comenta Olea. La clave se encuentra en la principal hormona masculina, cuyo papel no se limita a la esfera sexual. Se ha observado que los jóvenes de hoy en día tienen niveles más bajos de testosterona, lo que incrementa su riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2.
Las causas del drástico empeoramiento de la salud reproductiva de los varones no están del todo claras, pero hay cada vez más pistas. El informe de la ESF describe varios factores genéticos que están vinculados a una peor calidad de los espermatozoides, pero los expertos creen que el estilo de vida es el elemento determinante. El declive de la fertilidad se ha producido de una forma demasiado rápida como para achacarlo a los genes.
Una alimentación deficiente, el incremento de la obesidad y el aumento del consumo de tabaco y alcohol son algunos de los enemigos de la salud seminal. El grupo de Olea presta especial atención a las sustancias químicas que son capaces de interferir en la formación de los órganos sexuales. Dichos compuestos, como el bisfenol-A, los ftalatos o los parabenos, se encuentran en múltiples bienes de consumo de nuestro entorno cotidiano: en envoltorios de comida, en champús, en biberones...
"Nuestra hipótesis de trabajo es que la exposición del feto a estos contaminantes químicos puede aumentar el riesgo de malformaciones de los genitales, cáncer de testículos y mala calidad del semen cuando se alcanza la edad adulta", precisa el experto. "Y lo peor es que el mayor peligro se produce durante los primeros días o semanas de la gestación, cuando la futura madre no es consciente de que está embarazada porque ni siquiera ha tenido la primera falta", añade.
La alimentación
Otro equipo de investigación español, al que pertenece Jaime Mendiola, del Grupo de Salud Pública y Epidemiología de la Universidad de Murcia, ha llevado a cabo varios estudios que muestran la estrecha relación entre lo que come un hombre y la calidad de su esperma. "Hemos visto que los varones con mejor semen comen más frutas y verduras, es decir, alimentos con más antioxidantes", explica. Este tipo de nutrientes contraresta el estrés oxidativo, relacionado con el envejecimiento y el buen funcionamiento del esperma, entre otras cuestiones.
También se ha constatado que los obesos tienen un peor semen, pero aún no está clara la relación causa-efecto. Puede ser que el exceso de peso incida sobre los niveles de testosterona y, consecuentemente, sobre la salud reproductiva. Pero también podría ser al revés, de forma que los bajos niveles de la hormona masculina incidirían en la ganancia de peso.
Los firmantes del informe europeo creen que ha llegado el momento de tomar cartas en el asunto y adoptar medidas preventivas. La tarea no es nada fácil. La edad idónea para quedarse embarazada se sitúa antes de los 25 años... desde el punto de vista fisiológico, claro está. La realidad social marca otro ritmo. Las circunstancias adversas se acumulan: a la disminución de la fertilidad femenina, debida al retraso de la maternidad, se añade la caída de la calidad y cantidad del esperma.
elmundo.es
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