Ese material que estimula los sentidos, se despliega en el cuerpo y condimenta la pareja dejó de ser un tabú. Hoy, la mayoría de los argentinos se permite desear y expresar libremente las fantasías sexuales que décadas atrás solían ocultar. Así lo demuestra una encuesta realizada en exclusiva para Clarín por la consultora D'Alessio Irol: dice que el 84% de los 450 encuestados tuvo alguna fantasía y que el 64% se animó a cumplirla, la gran mayoría (70%) con su propia pareja. ¿Cuáles son las fantasías que lideran el ranking? Ser más que dos: experimentar un "menage a trois", presente en el 36% de las respuestas, y tener sexo grupal, elegida por el 16%.
En este "ratoneo", la edad no es un impedimento: los resultados del sondeo muestran que se da tanto en los menores de 24 años como en los adultos y los mayores de 55.
"Esos deseos alejados y difíciles que mantenemos en un lugar fantasioso, en algún momento se pueden concretar. Y en los últimos tiempos, los argentinos lo están logrando cada vez más porque se puede hablar y mostrar la sexualidad, dejó de ser tan misteriosa y básicamente genitalizada", interpreta la psicóloga y sexóloga Adriana Arias, autora de "Locas y fuertes: relatos de mujeres".
Para el psiquiatra y sexólogo Enrique de Rosa, "entre las parejas está ganando terreno esto de asumir 'no estoy haciendo nada terrible' porque la idea de perversión ha quedado más acotada para otras cuestiones".
Como dicen los especialistas, ya dejó de ser "una chanchada" hablar de la posibilidad de formar un trío en la cama, usar disfraces o juguetes eróticos, intercambiar parejas o tener sexo con personas de otras razas o en lugares públicos. Y a pesar de que muchas veces la realización de las fantasías puede llevar a pensar en la infidelidad, la exploración de lo no rutinario se hace, en su gran mayoría, con la propia pareja. En el trabajo, los hombres mencionaron más que las mujeres el cumplimiento de estos deseos con una pareja ocasional, una persona que se conoció en un viaje o una desconocida. Y es muy baja (8%) la mención a relaciones con prostitutas.
¿Con quién se hablan y se comparten estas fantasías?
Con la pareja: el 78% se animó a contárselas, aunque sólo el 23% fue completamente honesto, mientras que la mitad (el 55%) prefirió ocultar algunas. En la opinión de Arias, "quedan, en realidad, cobijadas en la imaginación porque son parte de la privacidad de la persona".
"Hay gente que confiesa el pecado políticamente correcto y otros no. Lo importante es que si en la pareja hay 'comunicación sexual', las fantasías pueden ser un arma para combatir la rutina", aporta De Rosa.
Los que les comentaron sus fantasías a sus parejas dijeron que haberlas compartido les dio buen resultado, porque motivó que el otro también se sintiera cómodo para compartir sus fantasías e incluso concretarlas. "Es así -asiente Arias-, en el consultorio se ve cada vez más que cuando uno de los integrantes de la pareja cuenta sus 'ratoneos', la mayoría se termina enganchando". Sin embargo, la encuesta muestra que a mayor edad se suele tomar más a broma el tema. "Eso pasa con las personas más reprimidas: tomarlo a broma funciona como un atajo para correrse de un lugar que, equivocadamente, se cree perverso", acota Arias.
Inmersos en la búsqueda de un plus de excitación, los encuestados optaron por las películas triple X, en el caso de los hombres, en tanto ellas eligieron los juguetes eróticos. Los recursos menos excitantes resultaron la pornografía vía Internet y las revistas pornográficas. ¿Por qué? Arias explica que "las películas son el estímulo ideal de la intimidad de la pareja, en la tele, en la cama; y los juguetes son los estimuladores clitorianos preferidos de las mujeres. En cambio, la pornografía online y las revistas son clásicos del consumo unipersonal".
Recordemos cómo arrancó esta encuesta: que el 64% de los encuestados dijo que tuvo fantasías y que las concretó; y que el 70% lo hizo con su pareja. En el final, el sondeo les preguntó cómo definirían su sexualidad. Con esos antecedentes, el resultado era de esperar: el 41% respondió que es excitante.
clarin.com
En este "ratoneo", la edad no es un impedimento: los resultados del sondeo muestran que se da tanto en los menores de 24 años como en los adultos y los mayores de 55.
"Esos deseos alejados y difíciles que mantenemos en un lugar fantasioso, en algún momento se pueden concretar. Y en los últimos tiempos, los argentinos lo están logrando cada vez más porque se puede hablar y mostrar la sexualidad, dejó de ser tan misteriosa y básicamente genitalizada", interpreta la psicóloga y sexóloga Adriana Arias, autora de "Locas y fuertes: relatos de mujeres".
Para el psiquiatra y sexólogo Enrique de Rosa, "entre las parejas está ganando terreno esto de asumir 'no estoy haciendo nada terrible' porque la idea de perversión ha quedado más acotada para otras cuestiones".
Como dicen los especialistas, ya dejó de ser "una chanchada" hablar de la posibilidad de formar un trío en la cama, usar disfraces o juguetes eróticos, intercambiar parejas o tener sexo con personas de otras razas o en lugares públicos. Y a pesar de que muchas veces la realización de las fantasías puede llevar a pensar en la infidelidad, la exploración de lo no rutinario se hace, en su gran mayoría, con la propia pareja. En el trabajo, los hombres mencionaron más que las mujeres el cumplimiento de estos deseos con una pareja ocasional, una persona que se conoció en un viaje o una desconocida. Y es muy baja (8%) la mención a relaciones con prostitutas.
¿Con quién se hablan y se comparten estas fantasías?
Con la pareja: el 78% se animó a contárselas, aunque sólo el 23% fue completamente honesto, mientras que la mitad (el 55%) prefirió ocultar algunas. En la opinión de Arias, "quedan, en realidad, cobijadas en la imaginación porque son parte de la privacidad de la persona".
"Hay gente que confiesa el pecado políticamente correcto y otros no. Lo importante es que si en la pareja hay 'comunicación sexual', las fantasías pueden ser un arma para combatir la rutina", aporta De Rosa.
Los que les comentaron sus fantasías a sus parejas dijeron que haberlas compartido les dio buen resultado, porque motivó que el otro también se sintiera cómodo para compartir sus fantasías e incluso concretarlas. "Es así -asiente Arias-, en el consultorio se ve cada vez más que cuando uno de los integrantes de la pareja cuenta sus 'ratoneos', la mayoría se termina enganchando". Sin embargo, la encuesta muestra que a mayor edad se suele tomar más a broma el tema. "Eso pasa con las personas más reprimidas: tomarlo a broma funciona como un atajo para correrse de un lugar que, equivocadamente, se cree perverso", acota Arias.
Inmersos en la búsqueda de un plus de excitación, los encuestados optaron por las películas triple X, en el caso de los hombres, en tanto ellas eligieron los juguetes eróticos. Los recursos menos excitantes resultaron la pornografía vía Internet y las revistas pornográficas. ¿Por qué? Arias explica que "las películas son el estímulo ideal de la intimidad de la pareja, en la tele, en la cama; y los juguetes son los estimuladores clitorianos preferidos de las mujeres. En cambio, la pornografía online y las revistas son clásicos del consumo unipersonal".
Recordemos cómo arrancó esta encuesta: que el 64% de los encuestados dijo que tuvo fantasías y que las concretó; y que el 70% lo hizo con su pareja. En el final, el sondeo les preguntó cómo definirían su sexualidad. Con esos antecedentes, el resultado era de esperar: el 41% respondió que es excitante.
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