Los Magos de Oriente, según el evangelio de San Mateo, eran nobles peregrinos poseedores de conocimientos astronómicos y astrológicos que siguieron una estrella hasta Belén, en Judea, para rendir homenaje al recién nacido Jesús.
Le ofrecieron oro, presente que se le daba solo a los reyes; incienso, empleado en el culto en los altares de Dios, y mirra, un compuesto embalsamador para los muertos.
Cuando llegaron a Jerusalén, reclamaron la ayuda de Herodes el Grande, que ostentaba el título de ‘rey de los judíos’, para encontrar al niño que según la profecía iba a ser el Mesías. Herodes contestó que no sabía dónde podrían hallarlo, pero les pidió que volvieran a su palacio una vez hubieran encontrado al futuro gobernador de Israel. Sin embargo, después de un sueño premonitorio, decidieron no volver a verlo.
En tradiciones posteriores los magos se convirtieron en reyes. Sus nombres -Melchor, Gaspar y Baltasar- aparecen por primera vez en el mosaico de una iglesia del siglo VI en Ravena, Italia.
La visita de los magos se celebra el 6 de enero en las Iglesias anglicana, ortodoxa y católica, y conmemora la primera revelación de Jesús a los gentiles. En la catedral de Colonia se conservan sus supuestas reliquias.
La Noche de Reyes, se celebra 12 dias despues de la Navidad, en la víspera de la festividad de la Epifanía, y conmemora la visita de los tres Reyes Magos al niño Jesús en Belén.
En los países de habla hispana existe la costumbre de que los Reyes Magos entren en las viviendas durante esa noche cuando todo el mundo duerme para dejar los regalos.
Al día siguiente, los niños se divierten con sus nuevos juguetes y las familias se reúnen para comer la ‘rosca de reyes’, que incluye una pequeña sorpresa: el que la encuentra, deberá pagar el rosca, u organizar una fiesta. En México, se esconden uno, o varios monitos de plästico dentro de la rosca, al que le toque en suerte que le salga en la rebanada de la rosca que se estä comiendo, le toca organizar una fiesta el Dia de la Candelaria. Algunos, para evitar ese compromiso, se comen el monito.
En los países de habla inglesa es, además, el día en que los adornos navideños se desmontan para conjurar la mala suerte del año que recién comienza.
Antiguamente se celebraban grandes festejos y para señalar el fin de la Navidad se cocinaba un pastel especial en el que se escondía una legumbre (un haba, garbanzo o frijol) o una pequeña moneda de plata; al que le tocaba era nombrado ‘rey judío’ o ‘señor del desorden’ y debía encargarse de las diversiones de esa noche.
En Italia, la Beffana, una bruja buena, también ofrece regalos la noche del 5 de enero, costumbre similar a la que existe en Alemania y otros países.
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