Manuel E. Yepe (especial para ARGENPRESS.info)
El ascenso y notable expansión del movimiento Tea Party, y sus acciones en muchos estados de la Unión norteamericana, actualizan el temor de que el fascismo se haga realidad en esa nación antes de lo que temían los politólogos más pesimistas.
En inglés, se llama “tea party” a una tertulia o reunión para tomar el té, pero la historia de la revolución norteamericana recoge, como un momento significativo, el llamado Boston Tea Party, un asalto realizado en 1773 por un grupo de ciudadanos de esa urbe de la entonces colonia inglesa de Massachusetts, disfrazados de indígenas, a tres barcos británicos surtos en puerto como protesta contra los impuestos sobre el té importado y por el monopolio de la comercialización de este producto concedido a la Compañía de Indias Orientales. Cientos de cestos conteniendo té fueron vaciados en las aguas de la bahía.
El Boston Tea Party devino símbolo de la protesta patriótica de los pobladores de las trece colonias inglesas en América del Norte contra los intentos colonialistas de imponerles exorbitantes tributos, proceder que formó parte de la lucha por la independencia en una guerra que duró de 1775 a 1783. La independencia fue declarada en 1776.
Desde entonces, toda protesta relacionada con impuestos en Norteamérica suele ser, de alguna manera, vinculada a aquel evento en Boston hace ya más de 227 años.
Lo que impulsa al movimiento Tea Party, según manifiestan sus principales voceros, son los gastos excesivos y la imposición exagerada de impuestos por parte de la Administración Federal. “Nuestra misión es atraer, educar, organizar y movilizar a los ciudadanos para asegurar políticas públicas consistentes con los valores básicos que defendemos: Responsabilidad Fiscal, Gobierno Enmarcado Constitucionalmente y Libre Mercado”.
“… Estados Unidos es una república concebida por sus arquitectos como una nación cuyo pueblo está dotado por nuestro Creador de inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Los Patriotas Tea Party somos, como nuestros fundadores, herederos de la república que reclamamos los derechos y deberes que preservan su legado y el nuestro. … Sostenemos que existe un beneficio inherente a nuestro país cuando la propiedad privada y la prosperidad se aseguran por la ley natural y por los derechos del individuo”, según define su filosofía el movimiento Tea Party en su página web.
Pero el fenómeno actual del movimiento llamado Tea Party y de la organización de los Patriotas Tea Party no parece tener una razón de ser tan inocente como una merienda con tazas de aromático té.
Más bien parece haber surgido como producto de “una revuelta al interior del Partido Republicano, que se ha convertido en rehén del sector más ultraconservador con figuras como (la excandidata a la vicepresidencia) Sarah Palin que han iniciado su marcha hacia la cúspide mientras algunos de sus líderes, como su presidente Michael Steele, luchan contra corriente para evitar el deslizamiento del partido hacia la extrema derecha”. Así lo entiende el corresponsal en Washington de El Universal, de México, en comentario coincidente con los criterios de muchos otros observadores de la política interna de E.U.
Pero el discurso de los Patriotas Tea Party es antiinmigrantes, anti hispanos y contra los negros; acusan de “alta traición” a los políticos conservadores (republicanos y demócratas) que apoyaron la reforma sanitaria de Obama; se pronuncian contra el aborto y condenan a los antiabortistas que apoyaron la reforma sanitaria que, desde su punto de vista, no ofrece garantías suficientes para evitar que con fondos federales se financien abortos.
No son pocos los políticos en todo el país forzados a solicitar protección del FBI por las intimidaciones de los Tea Party. Entre ellos, la líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y la congresista Patty Murray, demócrata por el estado de Washington, amenazadas de muerte.
Steve Cohen, congresista demócrata por Tennessee, cuenta con protección del FBI tras haber sido amenazado por integrantes del Tea Party con “quemarlo en una cruz frente a la Casa Blanca”.
“Hoy, hasta republicanos como (el ex candidato presidencial) John McCain no se atreven a desafiar a los miembros del Tea Party. Basta ver las imágenes de McCain con Sarah Palin, en las que parece más incómodo que un soldado prisionero del Vietcong”, aseguró Cohen, en referencia a un mitin de McCain en Arizona con la Palin presente.
Los métodos de este ejército de ultraconservadores en el ala derecha extrema del partido republicano son cada vez más violentos.
Ahora parecen concentrados en el objetivo de lograr, mediante amenazas telefónicas y otros mensajes, que algunos candidatos demócratas cuya reelección se da por segura en las próximas elecciones legislativas de medio término en noviembre, renuncien a presentarse en ellas. Estas elecciones renovarán la totalidad de la Cámara Baja y un tercio del Senado.
Son particularmente duros con aquellos demócratas con plataforma conservadora que varían sus posiciones para coincidir con las menos extremas de su propio partido.
“Sabemos dónde vives. Iremos por ti. Estás muerto”, fue la amenaza que formularon al representante demócrata por Michigan, Bart Stupak, para que éste renunciara a su intención de reelegirse en las elecciones intermedias de noviembre, aspiración que tenía asegurada.
El ascenso y notable expansión del movimiento Tea Party, y sus acciones en muchos estados de la Unión norteamericana, actualizan el temor de que el fascismo se haga realidad en esa nación antes de lo que temían los politólogos más pesimistas.
En inglés, se llama “tea party” a una tertulia o reunión para tomar el té, pero la historia de la revolución norteamericana recoge, como un momento significativo, el llamado Boston Tea Party, un asalto realizado en 1773 por un grupo de ciudadanos de esa urbe de la entonces colonia inglesa de Massachusetts, disfrazados de indígenas, a tres barcos británicos surtos en puerto como protesta contra los impuestos sobre el té importado y por el monopolio de la comercialización de este producto concedido a la Compañía de Indias Orientales. Cientos de cestos conteniendo té fueron vaciados en las aguas de la bahía.
El Boston Tea Party devino símbolo de la protesta patriótica de los pobladores de las trece colonias inglesas en América del Norte contra los intentos colonialistas de imponerles exorbitantes tributos, proceder que formó parte de la lucha por la independencia en una guerra que duró de 1775 a 1783. La independencia fue declarada en 1776.
Desde entonces, toda protesta relacionada con impuestos en Norteamérica suele ser, de alguna manera, vinculada a aquel evento en Boston hace ya más de 227 años.
Lo que impulsa al movimiento Tea Party, según manifiestan sus principales voceros, son los gastos excesivos y la imposición exagerada de impuestos por parte de la Administración Federal. “Nuestra misión es atraer, educar, organizar y movilizar a los ciudadanos para asegurar políticas públicas consistentes con los valores básicos que defendemos: Responsabilidad Fiscal, Gobierno Enmarcado Constitucionalmente y Libre Mercado”.
“… Estados Unidos es una república concebida por sus arquitectos como una nación cuyo pueblo está dotado por nuestro Creador de inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Los Patriotas Tea Party somos, como nuestros fundadores, herederos de la república que reclamamos los derechos y deberes que preservan su legado y el nuestro. … Sostenemos que existe un beneficio inherente a nuestro país cuando la propiedad privada y la prosperidad se aseguran por la ley natural y por los derechos del individuo”, según define su filosofía el movimiento Tea Party en su página web.
Pero el fenómeno actual del movimiento llamado Tea Party y de la organización de los Patriotas Tea Party no parece tener una razón de ser tan inocente como una merienda con tazas de aromático té.
Más bien parece haber surgido como producto de “una revuelta al interior del Partido Republicano, que se ha convertido en rehén del sector más ultraconservador con figuras como (la excandidata a la vicepresidencia) Sarah Palin que han iniciado su marcha hacia la cúspide mientras algunos de sus líderes, como su presidente Michael Steele, luchan contra corriente para evitar el deslizamiento del partido hacia la extrema derecha”. Así lo entiende el corresponsal en Washington de El Universal, de México, en comentario coincidente con los criterios de muchos otros observadores de la política interna de E.U.
Pero el discurso de los Patriotas Tea Party es antiinmigrantes, anti hispanos y contra los negros; acusan de “alta traición” a los políticos conservadores (republicanos y demócratas) que apoyaron la reforma sanitaria de Obama; se pronuncian contra el aborto y condenan a los antiabortistas que apoyaron la reforma sanitaria que, desde su punto de vista, no ofrece garantías suficientes para evitar que con fondos federales se financien abortos.
No son pocos los políticos en todo el país forzados a solicitar protección del FBI por las intimidaciones de los Tea Party. Entre ellos, la líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y la congresista Patty Murray, demócrata por el estado de Washington, amenazadas de muerte.
Steve Cohen, congresista demócrata por Tennessee, cuenta con protección del FBI tras haber sido amenazado por integrantes del Tea Party con “quemarlo en una cruz frente a la Casa Blanca”.
“Hoy, hasta republicanos como (el ex candidato presidencial) John McCain no se atreven a desafiar a los miembros del Tea Party. Basta ver las imágenes de McCain con Sarah Palin, en las que parece más incómodo que un soldado prisionero del Vietcong”, aseguró Cohen, en referencia a un mitin de McCain en Arizona con la Palin presente.
Los métodos de este ejército de ultraconservadores en el ala derecha extrema del partido republicano son cada vez más violentos.
Ahora parecen concentrados en el objetivo de lograr, mediante amenazas telefónicas y otros mensajes, que algunos candidatos demócratas cuya reelección se da por segura en las próximas elecciones legislativas de medio término en noviembre, renuncien a presentarse en ellas. Estas elecciones renovarán la totalidad de la Cámara Baja y un tercio del Senado.
Son particularmente duros con aquellos demócratas con plataforma conservadora que varían sus posiciones para coincidir con las menos extremas de su propio partido.
“Sabemos dónde vives. Iremos por ti. Estás muerto”, fue la amenaza que formularon al representante demócrata por Michigan, Bart Stupak, para que éste renunciara a su intención de reelegirse en las elecciones intermedias de noviembre, aspiración que tenía asegurada.
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